Un sonoro chirrido anuncia cuando por fin se ha acabado el combate y yo me tumbo sobre la hierba.
Si pudiera jadear lo haria, pero simplemente me quedo quieto en el suelo como si de una estatua me tratara.A mi alrededor todo el mundo comparte el cansancio, ha sido un dia muy largo.
Pasados unos momento miro los cadaveres y recuerdo la razón por la que estamos aquí, me levanto y pienso en como arrastrarlos a la ciudad. Por el rabillo del ojo también veo el cuerpo de destriden y me entra la curiosidad de que puede llevar encima. Esta noche ha sido muy larga, pero ya queda poco por hacer.
- Completamente deacuerdo. A ver si lo terminamos.
El cadáver de Destridien portaba consigo gran cantidad de objetos: Una amradura completa +1, un escudo grande de metal, una maza de armas de gran calidad, una ballesta ligera, 10 virotes, un cuerno de niebla, una perla de poder, una poción de contorno borroso, una poción de levitar, un pergamino de curar heridas graves y otro de heridas moderadas; un símbolo sacrílego de plata, 98 piezas de oro, la llave de su habitación (que abristeis a la fuerza) y la llave del cofre de su baúl.
Llegaba el fin y todos lo sabíais. Con ramas y trozos de troncos que casualmente se acababan de caer de los árboles, hicisteis unas camillas para los cadáveres de los fantasmas. Ellos iban rodeándoos en vuestro caminar a través del bosque, aquel bosque que parecía mágico, pues los árboles parecían apartarse; los ojos de los elfos y otras criaturas que habitaban allí no os dejaban de vigilar, pero no de manera agresiva, si no todo lo contrario. Agradecidos por salvar a esos hombres, agradecidos por acabar con la maldad de Destridien. De una forma u otra, ellos os dejaban pasar sin haceros daño, era la forma de agradecerlo.
Y llegásteis al pueblo. Los aldeanos se apartaban por el olor que desprendían los cadáveres, pero cuando un valiente miró a las camillas, vio lo que significaba. Pronto, todo el pueblo empezó a gritar y a correr a vuestro alrededor. Érais héroes.
Llevásteis a los cadáveres al templo, donde los sacerdotes se los llevaron a otro lugar, mientras ellos curaban vuestras heridas. Tras varias horas, en las que comísteis y os quedásteis dormidos, pudisteis ver cómo esos muertos ya no lo estaban. Caminaba y sus cuerpos estaban en perfectas condiciones. Sólo podían daros las gracias, llorando de la emoción. Habían vueto a la vida, y todo gracias a vosotros.
Este es el post final, hacer una narración de despedida :)
Cesare ni se sentía como un héroe ni tenía ganas de aduladores. Habían sacado un buen botín de todo aquello, suficiente para que le durara una temporada. Quizás para marcharse de allí; no había nada que le atara a aquella ciudad, y había innumerables lugares que solo había conocido en las ilustraciones y descripciones de libros.
Y por otro lado estaba su familia. Prefería no ver a su madre. Algún día, cuando estuviera seguro de que las heridas de ella se hubieran cerrado y él se sintiera capaz de mirarla a los ojos. A su hermana si quería volver a verla. Seguían en contacto por carta, pero no era lo mismo. Quería sorprenderse al reconocer en ella la mujer en la que se había convertido la niña que había dejado atrás para encaminarse a una vida que nunca hubiera imaginado.
Pero aquello podía esperar.
Se marchó de la Hoja Azul, despidiéndose de sus improvisados compañeros con la bolsa bien cargada y algo más de magia en la mochila. Su habitación estaba en una posada de mala muerte al otro lado de la ciudad, donde más le valía tener cuidado con sus ganancias.
No salió de allí durante un par de días ni siquiera para comer. Estaba demasiado ocupado estudiando los diagramas, esquemas y notas del nigromante. Lo que hizo cuando por fin abandonó los confines de su cuartucho, apestando a sudor rancio, tabaco y sustancias alquímicas, es historia de otro momento.
No me molesto con el reparto de botín porque no voy a subir el PJ al Legado.