Partida Rol por web

Un bufido escapó de los labios de Cesare. O la mujer era una inocentona o se estaba quedando con ellos. Posiblemente porque se pasó la mayor parte de su infancia y adolescente rodeado de libros, ignorando a los niños y niñas de su edad, su capacidad para aprehender la falsedad y la mentira, o juzgar el carácer de otras personas, no se había desarrollado adecuadamente. Prefería, por tanto, confiar en otras herramientas, como la estadística. No era, empero, de ayuda en una situación donde todos los resultados posibles tenían el mismo peso.  La diferencia entre repartir entre cinco y repartir entre seis era, presumiendo (y era mucho presumir) que la locución "considerable recompensa" no fuera una hipérbole, negligible. El beneficio que les aportaba incorporar a la mujer al grupo era, a falta de conocer sus habilidades (y las de sus nuevos compañeros) y la naturaleza precisa del trabajo, indeterminable. Dejó, pues, el análisis para otro momento, cuando tuviera más datos que ayudaran a decantar la balanza hacia uno u otro lado.

—Creo —dijo simplemente, por mero gusto de escuchar la res— que la gente que más ayuda necesita, es la que no tiene la oportunidad de pedirla.

La mujer miró a todos y detuvo su mirada en Bzzak.

No, yo no procuro ayudar a la gente. Yo ayudo a la gente, son cosas diferentes dijo con un tono áspero y duro. Por favor, entendedlo añadió totalmente suave.

Ante las palabras de Cesare, ella asintió.

Claro. Esos pobres perdidos no pueden pedir ayuda, por eso la necesitan tanto.

Las armas aburrían a Bryzz y las armerías y herrerías humanas siempre estaban sucias y olían a sudor. De ese modo esperó fuera mientras tarareaba una melodía y saludaba a alguna gente que la había oído cantar antes.

Cuando terminaron y se acercaron a la taberna llamada la hoja azul, un olor embriagador llegó hasta la naricilla de la pequeña elfa. Era vino élfico, sin lugar a dudas y comida bien especiada. Ese si era un buen sitio. Además, al entrar, había muchos elfos y también humanos. Era el mejor sitio donde había estado desde que saliera de casa y eso era mucho decir.

Como solía distraerse, de repente la atención del grupo se centró en una humana de pelo rubio y rasgos delicados a la que excepto Karen, todos estaban adulando sentados a su alrrededor.-Será presumida.-Pensó la elfa. Incluso el chamán dijo una obscenidad en dracónico para que no se entendiera.-Ja, incluso los trozos de metal con vida propia adulan los comentarios obscenos de otros machos.-Bzzak ya la había presentado pero de todas formas parecía que estuviera un tanto intimidada por tanto hombre.-Hola soy Bryzz Syngerleaf encantada de conocerte. No te preocupes con sus modales son así de rudos estos hombres, aunque hay quien quiere conocerte...-y se giró mirando a los tres-mas a fondo.-

La elfa arrimó una silla y se sentó al lado de la mujer humana como protegiéndola. Descolgó su laúd de la espalda y pidió un vino élfico. 

Pueden, pensó Cesare, a través de las personas a las que les importan (por la razón que sea), siempre que tengan medios para solicitar la ayuda. Cesare pensó que le gustaría saber exactamente cómo ayudaba a la gente. Y a qué gente, porque con frecuencia, ayudar a uno implicaba tocar, o incluso cortar, las pelotas de otro.

—Me alegro de que coincidamos —dijo, apoyando los codos sobra la mesa y la barbilla sobre los dorsos de las manos—, ¿trabajaremos juntos, entonces?

Bryzz fue la siguiente en sentarse, tras dedicar a Lis un comentario nada sutil respecto a las intenciones que albergaban los hombres respecto a ella. Cesare, que normalmente no se enteraba de esas cosas hasta que le habían dejado una mejilla ardiendo de una bofetada, reconoció el sentimiento rápidamente esta vez, envidia, celos. La pulla debía ser parte de la estrategia de la elfa para intentar establecer su territorio, o algo así. Había leído sobre la forma en que ciertas especies animales trataban de imponer su dominio, pero las hembras tel’quessir no estaban entre ellas.

—Tú también eres una chica mona —dijo tentativamente—, pero creo que eres todavía un poco joven, para alguien de tu especie, quiero decir.

Karen se mantuvo a la expectativa. Aunque le encantaría saber como aquella "dulzura" podía ser útil de alguna forma se abstuvo de abrir la boca.

Sopesó la situación y supo que saldría beneficiada si se mantenía callada a la espera del anfitrión.

Se situó al lado del grupo, pero procuró permanecer distante.

-Ha dicho que soy mona. Puede que no sea tan malo después de todo.-La elfa alzó la cabeza hacia un lado, intentando parecer que el comentario del humano la había molestado.-Tengo la suficiente.-Respondió.

Antes de que la mujer pueda seguir hablando con vosotros, aparece el elfo propietario de la taberna. Piotran es alto y delgado, de nariz aguileña y pelo castaño peinado en docenas de largas trenzas con cuentas. Con él trae una botella de vino élfico y siete vasos.

Bienvenidos. Me ha dicho mi hija que me estaban buscando. Supongo que seréis vosotros dijo con una sonrisa un poco tensa mientras repartía los siete vasos. Sirvió vino en todos ellos y se sentó.

Hace unos días, llegó a la taberna Seahan Vestinet, un explorador que acababa de unirse a los Guardianes arbóreos. Vino preguntando por Chenni la joven, Ferrel Hass el guerrero y Ennic Kardathalost, sacerdote de Aluvan. Al parecer, había quedado con ellos en las profundidades del bosque de los Espíritus y ellos no habían aparecido.. Mencionó algo del Manantial Perdido, pero no dijo más. Poco después, él desapareció.

Bebió un poco de su vaso y respiró.

No es algo preocupante. Ese grupo se ha movido por la ciudad y ha combatido a algunos elementos criminales que introducían en la ciudad narcóticos mortales que afectaban sólo a los fantasmas, así que pensábamos que quizá estaban en algún tipo de misión. Pero nos empezamos a preocupar cuando nos llegó un mensaje mediante un conjuro. El mensaje decía así:

Soy Chenni la joven. ¡Ayudadnos! El Teatro de los huesos debe ser detenido, o estaremos condenados.

Encontrad a Thyrence; él sabrá.

No sabemos ni qué es el Teatro de los huesos ni quién es Thyrence, pero estamos seguros que esa voz era de Chenni .

Además, sabemos que hay un fantasma, Ambrosh, que no les tiene cariño. Los cuatro han puesto fin a sus negocios de importación de narcóticos mágicos para fantasmas varias veces, pero nunca han conseguido acusarle directamente. Sospechamos que él les haya hecho algo.

Se llevó la mano al cinturón y cogió una bolsita, que dejó delante suya. Al chocar contra la mesa, sonó a monedas.

He conseguido reunir 648 piezas de oro como recompensa. Si les encontráis, serán vuestras.

La elfa se inclina mirando la bolsa de monedas como si pudiera escudriñar en ella. -¿Sabéis algo de ese manantial perdido? ¿Dónde está o algo?.- 

Karen escuchó las palabras del elfo con atención. No le gustaba hablar delante de extraños. Era de las que opinaba que la gente era esclava de sus palabras, pero aún así no pudo contenerse.

Supongo que lo primero será averiguar quien es el tal Thyrence y si no averiguar el paradero del Manantial Perdido e ir a buscarlos allí

Así que eres suficiente mayor, no me importaría que me demostraras más tarde que no se trata de una afirmación vacía. Piotran hizo aparición en el salón antes de que pudiera compartir sus pensamientos con Bryzz, con una botella de vino y más información sobre el trabajo. Incluida la cuantía de la recompensa.

Cesare lió otro cigarrillo con pasmosa velocidad. Ciento ocho por cabeza, pensó dando una calada que llenó sus conductos respiratorios con el dulzón aroma del humo, si sobrevivimos todos. Si una pandilla de aventureros experimentados ha tenido problemas, probablemente no sea un asunto trivial. Si se trata de una vendetta, del tal Ambrosh, o de cualquier otro traficante al que le hayan sobado las gónadas con demasiada firmeza, probablemente los desaparecidos ya sean cadáveres pudriéndose en el fondo del río, con los cráneos despojados de narices y orejas, y las entrepiernas libres de genitales.

Cesare expulsó el humo de sus pulmones. Pero un trabajo es un trabajo, y al final, sea el patrón un proxeneta sin escrúpulos, un traficante de alucinógenos o un posadero preocupado por su amigos, parece que la solución al encargo pasas por romper algunas cabezas.

—Y ese fantasma, Ambrosh —dijo Cesare, tras escuchar la pregunta de la joven elfa—, ¿sabes dónde podemos encontrarle?

A mi se me da bien hablar con la gente. Puedo darme una vuelta y preguntar por ahi. Me acompañas Bryzz? Si escuchan tu voz seguro que esos paletos de mis contactos cantan hasta la nana de sus mamas.

Entonces habla Cesare.

- Quizas vosotros podriais ir a hablar con ese fantasma mientras tanto?

Eso sería darle pistas sobre nosotros a un posible enemigo. Nuestro trabajo consiste en encontrar a los aventureros, no en buscar a un capo narcotraficante.

Cesare consideró un momento la afirmación de Karen. Era indudable que, si el fantasma no tenía nada que ver con lo que hubiera ocurrido a los aventureros, tratar de encontrarle solo podía suponerles problemas. Pero seguir el rastro de los aventureros implicaba salir de la ciudad y adentrarse en la espesura, donde no había tabernas ni camas, aunque no fueran más que catres de paja como el suyo.

—Estás en lo cierto —dijo—, pero si es él el responsable de la desaparición, nos ahorraremos un paseo por la floresta.

-Oh, de acuerdo.- Rápidamente se levantó, recogió su laúd y su arco.-Cuando quiera señor del dragón.- 

La mole de metal se habia quedado un rato mirando la copa de vino que le habia dado el posadero.Y yo con esto que hago?

A continuación decide hablar.Quizás podriamos preguntarle a la gente a la que ayudaron, si llevaban un tiempo en la ciudad estos encontronazos habrán afectado a bastante gente.

Sí, os puedo indicar dónde está la casa de Ambrosh. Según salís de aquí, giráis a la derecha y después a la izquierda. Es una gran casa que está en la colina de la Aparición. Se distingue perfectamente, es la más grande.

Del manantial perdido... Me temo que no podemos decir nada, no sabemos nada de él.

Pyos se levantó y ofreció su brazo a Bryzz por si quería apoyarse en el para levantarse.

-Dediquemos la mañana a investigar y volvamos a reunirnos aqui al mediodia. ¿Os parece bien? Nosotros tantearemos la sabiduria popular y vosotros la ectoplásmica - dijo con un guiño.

—El caballero vive aquí al lado —dijo, mirando a Karen, que todavía no había respondido a su anterior comentario, y al forjado—, podemos pasar a saludar. Si no os gusta la idea de entrar en una rica mansión a tocar las narices al dueño, podemos seguir la sugerencia de Bzzak. Busquemos a unos yonquis sufriendo las secuelas de la abstinencia. De los que no pueden costearse la diversión desde que nuestros desaparecidos se convirtieron en causa de inflación.

En realidad Cesare ya se había resignado a salir de la ciudad en busca de los aventureros. Un fantasma que no tenía reparos en tener una gran casa en medio de la ciudad, y sin ningún interés en mantener el anonimato, no le parecía el tipo de persona que haría desaparecer a unos aventureros. En su lugar, se las apañaría para poner a la ley de su lado y acabar con ellos en los calabozos.

Sin duda, habría que salir, pasear por el condenado bosque, arrebatarle el nombre al manantial, encontrar el rastro de los desaparecidos y disfrutar de las vistas y olores campestres.

—Y tú, bonita —dijo, girando los ojos hacia Lis, que se había quedado callada—, ¿trabajas con nosotros o por tu cuenta?

Y sería una descortesía por nuestra parte no presentar nuestros respetos a nuestro nuevo amigo traficante.- Karen opinaba que no era buena idea, que había que buscar directamente a los perdidos.

Aún así aceptó la propuesta del rapado.

Vayamos a verle mientras la parejita se va de picnic

-Solo los humanos dejan que su pobre juicio interfiera en sus obligaciones.-Con una media vuelta que hace ondear su capa se aleja de la mesa.-Vamonos Pyos, está claro que somos los mas aptos para este trabajo.-