Partida Rol por web

Allá por donde el primero de los Zarovich perdiera la virginidad, se alza una villa conocida como Sidnar. Una aldea pobre, un tanto castigada por las inclemencias del tiempo... y de las bestias del bosque, y con una elegante leyenda para asustar a los niños pequeños...y tentar a los cazatesoros.

Al noroeste del núcleo encontramos la región de Drakon, y tras el bosque de los lamentos, la villa de Sidnar. En otro tiempo una ciudad próspera, y actualmente una aldea de mala muerte por culpa de las maldiciones, las inclemencias del tiempo, los ataques de bandidos y otras cosas no tan agradables a la vista. Son muchos los que acuden a esta aldea, pues el sitio es próspero y fértil, pero normalmente la gente no aguanta mucho tiempo allí y se van a otra parte. 

Es famosa la atalaya olvidada, que se alza a media mañana a pie de la aldea, en el linde del bosque y vigilando el camino que va hasta la capital de Drakon, la ciudad de Corvia. 

En su dia la atalaya en cuestión era una casa cuartel para los guardias fronterizos y las bandas de cazadores reales y guardabosques. El barón que tenía la jurisdicción de aquellas tierras dictaminó una serie de tributos, que la guardia puso especial interés en que se pagaran. Dictaminó también que no quería ver un vistana en Drakon. Y un buen día (bueno por decir algo) apareció nada menos que una caravana de todos ellos que se habían extraviado a través de la bruma, y tuvo la mala suerte de ir a dar con la Atalaya, donde los guardias inspeccionaban a su manera la recolecta de impuestos, catandolos todos ellos para asegurarse que al barón le llegaba la suficiente comida y bebida como para que los dejara tranquilos. 

Cuando llegaron los vistana, los guardias, embriagados del primero al último, abrieron fuego sin preguntar siquiera, matando a los hombres y violando a las mujeres y a alguna oveja despistada. Sólo un niño de nueve años sobrevivió a aquella matanza, que fue reclamado por el capitán como escudero. El niño tenía un cuchillo con el que se hizo un corte y los maldijo a todos con su sangre. Ese día Sidnar pagó por el pecado de los guardias. Los guardias fueron muriendo por varias enfermedades, a cual más virulenta y dolorosa que la anterior. Todo aquel que iba a la atalaya enfermaba al paso del tiempo y terminaban muriendo. Se dijo de derrumbar la torre, quemarla, y rehacer una nueva, pero al final, quedó cayendo en el olvido. Durante muchísimo tiempo la torre estuvo intacta, dejando que las plantas y el moho se la fuera comiendo poco a poco. 

Hace menos de una semana la torre se volvió negra. De repente, pero no un negro de tiznao, sino negro brillante y pulido. Por las noches se ve luz a través de las ventanas y las criaturas que viven en el bosque están mucho más inquietas que de costumbre, no se sabe que ha ocurrido, pero sea lo que sea, no puede ser nada bueno. 

La Aldea de Sidnar

El lugar es triste y solitario a más no poder. Apenas tendrá 50 casas y los del lugar apenas salen de sus casas. Hay una taberna que sólo se llena a la hora del anochecer, cuando la gente, cansada de estar en sus casas todo el día metidos van allí a charlar con sus vecinos y amigos. El tabernero casi nunca tiene nada que ofrecer a sus clientes, pero eso no importa porque muchos vecinos aportan cosas a la taberna, ya que no todos tienen forma de cocinar en sus casas o elaborar vino y cerveza. 

El templo de oración hace las veces de sanatorio. El sacerdote que vive allí hace muchísimo que desistió de seguir con los oficios sagrados y llamar a los vecinos a la oración, quedando sólo como galeno para cuando alguien cae enfermo. 

Lo que si está bien cuidado son el cuartel y la armería, ambos edificios pegados. Los jóvenes del pueblo forman una pequeña fuerza de ataque para cuando del bosque sale alguna criatura hostil y avanza demasiado hacia las granjas más occidentales. Osos, manadas de lobos, algún elfo salvaje, hay de todo en ese bosque maldito. 

Las casas no forman calles como tal. Son estructuras débiles y putrefactas, hechas de madera y adobe con suelo y techo de junco y paja. 

El pueblo en si huele bastante desagradable, los excrementos se lanzan a la calle por las ventanas de la vivienda y los animales viven en varias ocasiones, dentro de las casas de sus dueños, pues no todo el mundo se puede permitir un establo propio. 

El problema más acuciante del pueblo son las incursiones. El pueblo en si es fértil y próspero. Las tierras de los alrededores son ricas en recursos para la subsistencia y los animales que crian son grandes y fuertes. No hay cazadores en este pueblo. Por las tierras de labranza se ven pocas liebres y conejos y nadie en su sano juicio se la juega a meterse en el bosque, pues se sabe que nadie va a regresar de allí. 

¿Que pintais vosotros en todo esto?

Un conocido de Alaster. El motivo de esta visita es sencillo. Alaster le gusta mucho de hacer descubrimientos sobre la historia del reino de las brumas. Garzhal es un hombre anciano y sabio, de caracter benévolo que ha ayudado mucho a Alaster con la expedición, tanto con conocimientos como con dinero contante y sonante para los mercenarios que ha contratado para la ocasión. Alaster pretende encontrar la forma de explicar el misterio de las brumas y la niebla que altera todo el mundo. Se ha documentado y sabe que por la aldea de Sidnar hay un sendero que llaman La Senda Amortajada. Pretende estudiarla en profundidad y sabedor de lo peligroso que es adentrarse deliberadamente en las brumas cuenta para ello con un avituallamiento muy importante. 

La historia, la geografía, los descubrimientos, la fama y la gloria.

Todo eso necesitas para que el mundo sepa quien es Alaster Reckinh. Un joven entusiasta con ganas de comerse el mundo de una familia algo pobre, pero con contactos en medio mundo. Y el mejor de todos ellos Garzhal. Es una lástima que no haya podido venir a esta expedición, porque va a ser legendaria sin duda alguna. Nadie antes había logrado cartografiar con total exactitud una senda de la bruma y que mejor lugar para empezar por la senda Amortajada que recorre el núcleo de lado a lado. Va a ser todo un éxito. El equipo ha sido prestado, o más bien subvencionado por Garzhal, así que cuando se concluya la expedición habrá que ajustar cuentas con él, pero que más importa eso ahora. Además, con los beneficios de poder ofrecer un paso seguro a través de esas brumas el dinero empezará a fluir a chorros. 

La vida de Dedoslargos ha sido una desgracia tras otra. 

Sus padres nunca quisieron saber nada de un hijo no deseado, y hay quien insinúa que hasta bastardo. Abandonado desde pequeño el hurto y la estafa siempre fueron la especialidad de la casa para ganarse la vida. Ahora, con el paso de los años y las monedas te has convertido en uno de los mejores del ramo y vendes muy caros tus servicios. Igual se te ha subido un poco a la cabeza el éxito que has tenido en desvalijar monedas a parroquianos en tabernas donde había mucha más gente de la que realmente cabía y siempre a clientes que ya no sabían ni como se llamaban. 

Ahora que le ha perdido la bocaza que tiene, no le queda más remedio que terminar el contrato cuanto antes. Se trata de escoltar y proteger a un idiota que se ha empeñado en meterse de lleno en una de las cosas más jodidas y peligrosas que existen, el reino de Lord Azalin Rex. El hombre este tiene una especie de cuerpo de seguridad en todas sus tierras muy importante. Y mucha gente conoce a Bulli y sus dedos. Lo peor de este cuerpo de seguridad es que no es gente uniformada ni nada de eso. Agentes del orden de  paisano que lo mismo un día es un hombre de 70 años agonizante en una camilla de un sanatorio y por la tarde es una niña que llora porque le han quitado su muñeca. Habrá que andarse con ojo. 

Vergüenza. Deshonor. Pesar. 

Eso es lo que puebla la mente del druida elfo de los bosques. Era el elegido de su familia. Iba a pasar la famosa prueba del círculo de elegidos, iba a entrar en la guarida de la oscuridad abisal e iba a convertirse en un druida como no se había visto otro igual desde los tiempos del Dios Lobo. ¿Y cómo, un joven elfo tan prometedor, termina como espada de alquiler? Pues lo de siempre. Un día conoció a quien no debía, que le propuso algo que no debería haber escuchado e hizo algo que hubiera sido mejor que se hubiera cortado las manos. El caso es que ahora, Grischler, expulsado de los bosques, repudiado de su familia y eliminado de la sociedad druídica, se dedica a hacer lo que buenamente puede para sacar su miserable vida adelante. 

Lejos de lo que pueda parecer, él no es mala persona, ni mucho menos. Si acaso, será de las más buenas personas que hayan pasado por el círculo druídico, y tal vez eso le costó el puesto de archidruida. Él siempre lleva unos aires de superioridad  y se cree mejor que los demás, el orgullo si que es su pecado. Y le encanta ayudar a todo aquel que lo necesita, pues eso le deja cierto tipo de satisfacción, ya que al hacerlo pone de manifiesto que los demás necesitan su ayuda. 

Si de todos los que acompañan a Alaster hay alguien que nadie sepa porque ha sido llamado, ese es el caliban. Bruto, hosco, grosero, con poco respeto por la autoridad y huele mal. Ahora bien. Sólo es fiel a una cosa, y Alaster la tiene en grandes cantidades, el dinero. 

Como todos los de su ralea, os podeis imaginar el pasado de este chico. Nacido a raiz de una maldición de una vistana a una mujer de noble cuna nació este crío. Matando a su madre en el momento del parto, pues al nacer ya era inusualmente grande para ser un bebé, feo, deformado y con un extraño color verdoso en la piel. Nadie tenía ni idea de que hacer con semejante aberración de la naturaleza y lo mejor y más práctico fue entregarlo al bosque para que los animales carroñeros se dieran un banquete con él. Ni el bosque lo quiso. Ya siendo un niño había matado animales pequeños, se había escondido de los grandes y había desarrollado un instinto de supervivencia que ya quisieran muchos exploradores.  

Habiendose convertido en todo un hombre, alto fuerte y musculoso decidió que estaría bien conocer a otras personas de su misma especie. La gracia es que no existe ninguna en esta parte del mundo, pero logró encontrar a su familia. Su familia que se había convertido en ricos comerciantes que vivian en una gran mansión llena de lujos y comodidades y con un pequeño número de mercenarios que vigilaban y protegian la finca. Cuando Inglanar se acercó lo mandaron apresar, su pinta no era todo lo recomendable que se debía para un sitio tan fino y distinguido. La carnicería que se montó fue fina. En la finca no quedó nadie con vida, salvo el caliban claro. Fue puesto en busqueda y captura y le salvó que un señor local llamado Garzhal se interesó en él y lo compró como esclavo, para luego ponerle a servicio de su amigo Alaster. Le fue devuelta su libertad con una condición, mientras el dinero fuese fluyendo no desobedecería una sóla orden de Alaster. 

Si existe una personificación del heroismo y la rectitud, Mevahn la deja en mantillas. Este sacerdote ha consagrado su vida a las enseñanzas de su dios Ra y es un ejemplo de rectitud y sacrificio. Se desvive por ayudar a todos los que sufren de la tiranía en las tierras de Drakon y cuando le dijeron de ir a Sidnar no se lo pensó dos veces. 

Como luchador no es que sea gran cosa pero en horas de necesidad responde bien a la llamada de la batalla. Lucha con honor y valentía, rechazando al mal y a la muerte. Es importante también destacar que su temperamento no tolera a los que son indignos ni cobardes, y constantemente está dando su opinión y decidiendo que es lo más ético y moral.