Partida Rol por web

Los orcos preferían avanzar durante las noches oscuras y descansar en alguna caverna natural durante el día, tres fueron las noches que siguió a la partida de caza por traspasando escarpadas colinas hasta llegar a las montañas del norte; una pared de roca con inumerables acantilados, agujereada por cavernas naturales y excavadas por igual.

Eran pocos los senderos que ascendían a través de la pared montañosa y había uqe conocerse muy bien el lugar para encontrarlos.

Uno de esos escabrosos senderos habia sido utilizado por la partida de caza, hasta llegar a una puerta grande de madera; 4 orcos recibían a los recién llegados mientras los dejaban pasar uno a uno.

A unos metros de la puerta, se alcanzaban a visualizar unos orificios angostos y largos, precisos para un arco o una ballesta. Desde afuera parecía un lugar excavado y diseñado como una fortaleza.

Mas arriba de la puerta, habían alamenas con algun guardia patrullando de tanto en tanto.

El tiefling permanecía oculto a una distancia prudencial, desde donde podría tener una visión de la entrada del complejo, finalmente había descubierto la fortaleza de los orcos, al menos un puesto de avanzada, el cual creyó que sería algo mas modesto de lo que tenía ante sus ojos.

Por un par de días, permaneció oculto entre las rocas y la tierra, observando las rutinas de los guardias en la entrada y en las alamenas.

Durante la noche se veía la mayor actividad de los orcos, alguna partida de caza de menor tamaño salía de tanto en tanto a realizar sus tareas; los guardias de las alamenas permanecían vigilantes con el ojo puesto en el sendero ascendente que llevaba a las enormes puertas de madera.

Durante el día, la cosa era diferente: La puerta permanecía cerrada mientras hubiera sol, y los guardias superiores poco se les veía en las alamenas.

No había mas opción que entrar en el complejo si quería rescatar a los Enanos capturados, y la mejor forma sería desde arriba.

Esperando que el sol estuviera en lo mas alto del cielo, intenta escalar sigilosamente las paredes rocosas hasta llegar a las alamenas superiores a la entrada.

La parte superior de la entrada, justo donde estaban construidas las alamenas, parecía un campo de entrenamiento, con varias figuras de Enanos hechas rústicamente con maderos y paja para practicar golpes de hachas y algunos con puntos marcados sobre sus barrigas, quizá para practicar el tiro al arco.

Tres catapultas se encontraban allí, almacenadas en un rincón, con suficiente munición para resistir o realizar un asedio.

Un cambuche improvisado se instalaba entre dos de las catapultas, con lonas tejidas que cubrían de la luz del sol a uién se encontrara en su interior.

Al final del patio, una puerta sencilla de madera algo desgastada se encontraba cerrada.

Silenciosamente el tiefling desenfundaba su espada larga y el hacha de batalla, y se dirigía en silencio hacia el cambuche, sin lugar a dudas sería donde los guardias arqueros estarían durmiendo y descansando.

Los pasos silenciosos de hojanegra impedian que los oidos de tres orcos fueran perturbados; tres orcos vestidos de cuero tachonado al interior del cambuche, con una ballesta al lado de cada uno, intentaban conciliar el sueño aunque sin mucho éxito; pero al menos no habían escuchado venir al guerrero que los acechaba.

Sin un ápice de misericordia ni sentido de honor, Hojanegra empieza a atacar a distra y siniestra con su espada y hacha en ambas manos a los tres orcos que dormían sin percatarse de que la negra muerte los acechaba.

Ni siquiera hubo lugar para un chillido o un grito, en menos de unos cuantos segundos, los orcos se habían convertido en cadáveres.

Coge inmediatamente una de las ballestas y reune la mayor cantidad de saetas que puede conseguir en el área, se cerciora de que los orcos estén bien muertos, comprobando que el aire no llegue a sus pulmones; luego los esculcaba en busca de objetos valiosos que pudieran cargar.

Tras un resoplido, el Tiefling se dirigía a la puerta e intentaba escuchar lo que hubiese detrás de ella.