Nindra reflexionó sobre las palabras de Guideon. Durante un fugaz parpadeo, la mirada de la maga fue de profunda tristeza, las palabras o los términos en los que se había expresado el clérigo sacudieron algo en el interior de Nindra. Miró entonces hacia el cielo nocturno, el techo de estrellas en el oscuro firmamento y al brillo plateado de la luna. Con un suspiro, se levantó de dónde estaba para sentarse junto a Guideon, cogerlo del brazo y inclinarse para poner la cabeza sobre su hombro.
-Tengo por costumbre hacer preguntas racionales y superciales, es lo que me han enseñado a hacer, y en cambio tú pareces muy profundo. Eso que has dicho es muy bonito, lo que sientes parece algo muy agradable y cálido. Y mucho más intenso que estar horas estudiando un libro -dijo con una risa suave.
Deslizó la mano por el brazo hasta la mano de Guideon y entrelazó los dedos con los suyos, buscándole.
El amanecer encontró a Nindra en su propio saco, junto al de Guideon, dolorida por haber dormido a la intemperie por primera vez. Entumecida por una mala posición y rendida por el agotamiento de la jornada anterior, la maga despertó con un terrible dolor de cabeza, mucho sueño y demasiado aturdida para recordar lo que había sucedido. Se incorporó somnolienta, el pelo arremolinado en la cara con un par de hojas enganchadas y la mirada perdida. Miró en derredor con ojos legañosos hasta asimilar dónde estaba: fuera de la torre.
Los demás ya se habían levantado. Thor estaba calentando un poco de agua para preparar el desayuno a base de té, Nassenia recogía el campamento y Guideon recitaba sus oraciones. Nindra se frotó los ojos, confundida todavía. Los demás la saludaron como si nada hubiese pasado, como si quedarse dormida como un tronco en mitad del campo fuese lo más normal del mundo, y le dieron tiempo para que estudiase su libro. La maga leyó su grimorio y se concentró en el estudio, aunque con bastante poco entusiasmo. Una vez completó su lista de conjuros, se pusieron en marcha.
Se dirigieron hacia el norte, hacia la Abadía del Buen Amanecer. Mientras avanzaban, Nindra miraba hacia atrás de tanto en tanto, hasta que Guideon le aseguró que, por el momento, no los estaban persiguiendo.
Hacia el mediodía, llegaron a las inmediaciones de un bosque. Nassenia detuvo la marcha y fue a explorar. No tardó demasiado en regresar.
-Podemos bordear el bosque y tardar más, o atravesarlo para llegar más deprisa. Hay huellas recientes de un carro en el camino del bosque.
-Ugh, seguro que podemos echar una mano a los comerciantes que han elegido el camino mostruoso por ahorrarse unas millas. ¿Tú qué opinas, Nindra? ¿Quieres ver monstruos de verdad?
Thor alzó las cejas en gesto que pretendía ser seductor.
-Ya he visto monstruos de verdad -musitó, poniéndose pálida. Luego frunció el ceño y su mirada centelleó-. Y también sé convocar monstruos. Ten cuidado, Thor, porque si intentas asustarme, te tiraré uno a la cabeza más grande y pesado que tú.
Thor empezó a reírse tan fuerte que el caballo relinchó molesto y Nindra se puso roja como un tomate, pero no de vergüenza, sino de enfado.
-Lo digo en serio.
Guideon palmeó el hombro de Nindra.
—No intentes razonar nunca con Thor —le aconsejó—, no sabe lo que es el raciocinio. Haz lo que hace Nasenia, e ignórale la mayor parte del tiempo.
Le dedicó una sonrisa socarrona al bárbaro, y le lanzó un puñetazo suave y amistoso al estómago mientras pasaba a su lado.
—¿Crees que merece la pena cruzar? —le preguntó a la exploradora—. ¿Hay algo ahí dentro que merezca la pena el retraso?
-No -dijo la mujer, indiferente, en realidad, a la pregunta-. Hay huellas de carro, es un camino transitado. O lo era, los rastros han comenzado a desaparecer, la vegetación está crecida. El camino está en deshuso, diría que desde hace unas semanas, no más de dos. No me he adentrado lo suficiente para ver si hay peligro en el interior o rastros de... monstruos. Rodear el bosque nos hará llegar al anochecer a la Abadía, o al pueblo. Me gustaría encontrar antes a algún lugareño para preguntar.
-Yo digo que entremos.
Nindra adelantó el caballo hacia el camino con determinación, dando como resultado una imagen más entrañable que firme, porque todavía tenía esa expresión ofuscada en la mirada por las bromas de Thor.
-Pues yo digo que no -comentó el bárbaro, llevando su montura hacia el lado contrario, un camino que seguía el borde del bosque-. El bosque es peligroso, puede que no lleguemos a tiempo y se nos haga de noche. Los monstruos salen por la noche y ya se sabe lo que pasa.
Nindra pareció enrojecer un poco más y clavó una mirada ardiente en Guideon, buscando su apoyo... o advirtiéndole que no le llevara la contraria. Nassenia no puso los ojos en blanco, pero Guideon pudo imaginar que lo hacía internamente. La exploradora no dijo nada al respecto, se mantuvo a la espera, con el caballo junto al del sacerdote.
Los pájaros cantaban, las liebres correteaban por la lejanía, las nubes se desplazaban perezosamente. Y ni la maga ni el bárbaro daban su brazo a torcer.
—Adelantémonos un poco —terció Guideon buscando el punto medio entre el bárbaro y la hechicera—, sigamos las huellas del carro durante unos kilómetros. Veamos si el carro ha sido atacado o si, por el contrario, llegaron a salvo a su destino. Dejemos que Nasennia explore un poco más y, con más información, podremos decidir si merece la pena el atajo o si volvemos al camino principal.