Recopilación de las ideas que van surgiendo para la trama.
Historia de Nindra
A los cinco años, Nindra fue adoptada por el famoso conjurador Ranthar Philostrate, un poderoso mago que buscaba un ayudante y aprendiz al que transmitir su saber. La eligió a ella porque del grupo de niños parecía ser la única con un mínimo de inteligencia y algo de creatividad. Del orfanato, Nindra solo recuerda la figura de una deidad a la que veneraban los clérigos, la talla de madera de un hombre ahorcado que se balanceaba cuando hacía un poco de viento. Aquello le provocaba angustiosas pesadillas y cuando aprendió a leer y a razonar, buscó entre los libros de la vasta biblioteca del mago el culto al que pertenecía aquella imagen para tener un dios al que rechazar y odiar.
Ranthar la llevó a su nuevo hogar y a partir de aquel día, Nindra se convirtió en su hija. Ella creció en una mansión de habitaciones infinitas, un laberinto en el que cada día aparecía una nueva habitación para algún fin particular o desaparecía otra ya existente porque había cumplido con su función; todo ello siempre a discreción de los deseos de Ranthar. Vivir aislada en la torre de un mago podía ser tremendamente aburrido, pero solo si uno no sabe buscar la diversión allí donde la tiene. De ese modo, uno de sus primeros entretenimientos fue el de explorar estas habitaciones, perderse en laberintos de pasillos y acabar metida en líos cuando atravesaba sin querer portales hacia otros planos que Ranthar, por descuido o a propósito, dejaba abiertos. Cuando le prohibió seguir explorando, su segundo entretenimiento fueron los libros. Estudió escritos antiguos, mitos y leyendas en pergaminos, teorías mágicas y ensayos en gruesos volúmenes; pero también leyó historias y aventuras que la gente normal escribía por puro entretenimiento. Esas eran las historias que más le gustaban a Nindra y en su habitación coleccionó aquello que más le gustaba.
Aunque Ranthar la mantenía aislada la mayor parte del tiempo para que se centrara en sus estudios, Nindra se divertía leyendo e imaginando mundos más allá de los paisajes que se veían al otro lado de la ventana. Cuando cumplió los diez años comenzó a practicar conjuros por sí misma, tan solo pequeños trucos para evaluar su potencial, siempre bajo la supervisión de Ranthar. Éste comenzó a enseñarle todo lo que sabía, desde lo más básico hasta llegar a conjuros cada vez más complejos a medida que Nindra crecía. Y a la vez que se hacía mayor, su inteligencia crecía y se aburría con más facilidad. Dado que no le estaba permitido abandonar el interior de la torre, buscó nuevos amigos en los únicos sitios que conocía. Empezó a conjurar pequeños animales para tenerlos de mascotas, pájaros y ratones, después perros, gatos, más tarde pequeñas criaturas de otros planos a cada cual más peligrosa y exótica. Los animales que no desaparecían al finalizar el conjuro, morían en terribles circunstancias fuera de su elemento natural y Nindra decidió no encariñarse demasiado con ninguno de aquellos bichos. Cuando aceptó que ninguno de aquellos seres conjurados sería su amigo sino era debido a la magia que los ataba a ella, dejó de convocarlos y se sumió en un mutismo que acabó desquiciando a Ranthar. Cuando la muchacha cumplió los quince, le permitió salir de la torre para que fuera al poblado más cercano a realizar ciertos encargos. Pero no iba a ser tarea fácil.
Cuando llegó la primera vez a la torre, Ranthar no había usado la entrada principal sino que habían viajado a través de un portal. Al salir al exterior por su propio pie, Nindra se encontró con un paisaje tan hermoso que casi se echó a llorar. La torre de gigantescas proporciones se encontraba en las ruinas de un santuario abandonado. Se mantenía en buen estado, estaba cubierto de fauna y vegetación, y su acceso era complicado, no había ningún sendero y estaba mitad de un bosque muy denso. Nindra se entretuvo en los alrededores un buen rato buscando una manera de llegar al poblado y descubrió que el santuario estaba en una isla. Desde dónde se encontraba se veía la costa de enfrente, estaba bastante cerca, y para llegar allí había que caminar por un pasillo de rocas planas en medio del mar. Una vez cruzó al otro lado, ascendió por la playa arenosa y tras las rocas descubrió una pequeña ciudad en pleno día de mercado.
Había gente por todas partes, sonidos y olores que no había sentido nunca inundaron sus sentidos. En un papel tenía las instrucciones de Ranthar, pero se dijo que tendría tiempo de realizarlas durante todo el día y se dejó llevar por la aventura observándolo todo con mucha atención. Compró algunas cosas para ella misma, comió y bebió cosas deliciosas, se deleitó con los colores de los ropajes de las personas, con sus acentos y sus estrafalarios aspectos. No habló con nadie porque de repente se dio cuenta de que no sabía conversar sobre otra cosa que no fuese la magia y lo arcano, pero se entretuvo escuchando historias que contaban los bardos y trovadores a la multitud. Cuando acabó con los recados de su padre, se había hecho de noche y el pasillo de rocas que conducía a la isla había sido tragado por el mar porque había subido la marea. Cuando pensó que tendría que dormir en una posada, en una cama desconocida rodeada de gente desconocida y en un lugar desconocido, le entró demasiada ansiedad y se quedó en la playa sentada, tratando de encontrar la forma de llegar a la isla. Unos minutos después, Ranthar apareció a su lado para llevarla de vuelta a la torre a través de un portal, muy decepcionado con los resultados de lo que había sido aquella prueba. Nindra se dio cuenta de que la magia no le serviría de nada sino la ponía en práctica y aunque podía convocar luces y animales, ¿de qué servía sino podía cruzar un trecho de agua? Su poder no llegaba todavía a conjurar portales mágicos.
A partir de ese día estudió con más dedicación. Cada semana, Ranthar le encomendaba alguna tarea en la ciudad y Nindra iba allí a cumplir con los encargos. La mayoría de las tareas consistía en buscar componentes para conjuros, ingredientes o cualquier objeto mágico que una de las tiendas de la ciudad solía traer de contrabando de otras regiones. Para evitar quedarse atrapada en el pueblo, solía regresar antes de la subida de la marea, solo que cada vez le costaba más dejar la ciudad, en especial cuando había alguna obra de teatro, se celebraba alguna fiesta o algún muchacho la entretenía con bromas y sonrisas. Cuando el sentimiento de querer abandonar la torre se hacía demasiado fuerte, Nindra se refugiaba en la capilla del santuario abandonado, en el exterior de lo que ella había empezado a llamar el mundo real. Allí se alzaba la estatua de una mujer cubierta por un manto con las manos unidas en un rezo. El estado de la figura era la prueba irrefutable del paso del tiempo, rodeada de espinas y rosas, evocaba un sentimiento de olvido y soledad. Era lo mismo que sentía Nindra allí encerrada.
Así que comenzó a contarle a la estatua todo lo que le pasaba. La estatua la escuchaba sin cambiar su expresión, Nindra no esperaba que lo hiciera, racionalmente era una estupidez hablar con una figura de piedra, pero se sentía un poco mejor tras verbalizar sus preocupaciones. Quedó claro que si quería solucionar esas preocupaciones, tenía que arreglarlas ella misma. Nindra quería mucho a su padre, le debía mucho, pero necesitaba salir de la torre, ver algo más de mundo que el santuario y la ciudad durante unas horas al día, aprender magia en otras regiones; incluso conocer otros magos. Cuando le expuso estas preocupaciones a Ranthar, su padre se negó, razonando que primero tenía que perfeccionar su magia antes de discutir o teorizar sobre lo arcano con otros hechiceros. Y sobre visitas otras ciudades, todas eran iguales. Primero tenía que aprender, luego podría viajar lo que quisiera. Así que Nindra se conformó con buscar las respuestas a sus emociones y preocupaciones en la ciudad, mientras realizaba los encargos, aprovechando esas pocas horas al día.
Cerca ya de la fecha de su decimoctavo cumpleaños, un chico llamado Jesen Boulderbinder comenzó a pretenderla. Al principio, Nindra consideraba agobiantes sus atenciones. Se trataba de un noble, el heredero despreocupado de un reino vecino que encontraba muy interesante que una muchacha tan extraordinaria apareciese por la ciudad un par de horas al día, una o dos veces por semana. Cuando Nindra le preguntó, Jesen reconoció sin vergüenza que había espiado sus idas y venidas porque era muy complicado seguirla cuando abandonaba la ciudad. Ella sabía perfectamente que un hombre como él solo buscaba una cosa y, a decir verdad, ella también buscaba algo así, por lo que no tardó demasiado en aceptar sus íntimas proposiciones. Contaba con que Jesen iniciara sus conquistas sobre una nueva muchacha al día siguiente, sin embargo no fue así ya que la segunda ocasión que fue a la ciudad, él la estaba esperando y la colmó de atenciones. Nindra se sintió feliz, pero siguió mostrándose cautelosa.
No hubo una tercera ocasión. Cuando Nindra salió para ir a la ciudad y estar con Jesen, Ranthar había cambiado de lugar la ubicación de la torre. Estaban en una región completamente distinta y ya no estaban en una zona de costa, sino en una ciudad en mitad de las montañas nevadas. Cuando Nindra le preguntó, le dijo que había sido por su culpa, porque había perdido su pureza e inocencia con un idiota que la había engañado para llevársela a la cama. Ella ya lo sabía, por supuesto, y había actuado en consecuencia. Nadie la había engañado, sabía lo que quería: salir de la torre y tener un amante como todas esas amantes que tenía Ranthar, que ella había visto en más de una ocasión en el interior de la torre y jamás lo había cuestionado. El mago se enfureció como las demás veces, solo que Nindra empezaba a sentir que su furia estaba fuera de lugar y que era cada vez más violenta. Empezaron a discutir con mayor frecuencia, las lecciones de magia se endurecieron y llegó el día en que su padre prohibió su salida de la torre. Él mismo saldría fuera a por sus componentes mágicos.
Nindra pensó que se le pasaría. Era su padre, la había criado y le había enseñado el arte de la magia. Tarde o temprano, Ranthar, que solo quería el bien para ella, entendería que Nindra deseaba salir de allí. Estaba pasando por una etapa, esa en la que los hijos se marchaban de casa y los padres se quedaban solos. O eso creía ella a juzgar por las acciones de Ranthar y por las cosas que las mujeres del mercado de la ciudad le habían contado. Los meses pasaron sin que las cosas cambiaran, de hecho no hacían sino empeorar porque Ranthar estaba cada vez más susceptible por todo. Pasaba los días en alguno de aquellos planos a los que solía viajar para estudiar, así que Nindra se entretuvo espiando en su despacho. Su padre jamás había compartido con ella sus experimentos o proyectos, pero ella tampoco había preguntado. La puerta que protegía el estudio estaba repleta de protecciones y trampas mágicas, saltárselas era todo un reto así que la estudió durante días hasta que consiguió abrirla. Pasó unas cuantas horas leyendo pergaminos y conjuros, hasta que encontró uno demasiado interesante como para pasarlo por alto. De todos modos, no pensó que fuese a funcionar, pero lo conjuró igualmente y, para su sorpresa, convocó a un demonio, un íncubo. Nindra, que no tenía nada mejor que hacer, se entregó a la lujuriosa criatura.
Ranthar se puso hecho una furia cuando se enteró de que había entrado en su estudio y Nindra descubrió que le producía placer ponerlo de los nervios. Algo no iba bien entre ellos y la muchacha no entendía por qué. Era su padre, pero con el paso del tiempo, empezaba a parecerle un completo extraño. No la trataba bien, la comida habitualmente deliciosa ya no era buena y los sirvientes, criaturas mágicas que obedecían todas sus órdenes y que siempre habían sido agradables, dejaron de serlo para convertirse en figuras grises sin rostro. Cuando Ranthar se iba de viaje, encerraba a Nindra en habitaciones protegidas mágicamente y ella, que siempre había sido una alumna aplicada, aprendió a romperlas y salir para pasearse a su antojo por las estancias.
Y llegó a aquella habitación en la que descubrió toda la verdad.
Una mezcla de horror, alarma y pánico puso su mente a trabajar. Tenía que salir de la torre y tenía que salir antes de que fuese demasiado tarde: le quedaban tan solo tres meses de vida. Asimilar la información que leyó en aquellos cuadernos le costó días, asumir que la persona que la había criado y enseñado quería usarla como ingrediente para uno de sus conjuros le llevó semanas. Ranthar quería consumir a Nindra para vivir eternamente, se había obsesionado con un compendio de siglos de antigüedad cuya traducción sobre un conjuro era realmente ambigua. Se preguntó entonces en qué momento el mago había decidido matarla y descubrió que todo había sido planeado desde el principio, que ella siempre había sido prescindible y por ello la había sacado del orfanato. La había estado preparando todos estos años para devorarla.
La convivencia en la torre se volvió insoportable. Nindra se pasó los días encerrada en su habitación, discutía con Ranthar por cualquier cosa y cuando él se marchaba, ella planeaba una forma de escapar. Salir de aquella torre no era difícil, lo complicado sería burlar la seguridad o las intrigas del mago. Pasó un mes entero planeando, otro mes completo y a medida que se acercaba la fecha estaba cada vez más angustiada porque no podía salir, Ranthar había puesto guardias y custodios mágicos en cada puerta con órdenes de no dejarla salir.
Era común por entonces que Ranthar aceptara visitas de gente que necesitaba de sus servicios. En aquella ocasión, el mago se encontraba fuera y Nindra hizo pasar al estudio a un hombre que solo querían identificar unos objetos. Ella aceptó hacerlo de forma gratuita si la llevaban con él. Ya tenía su mochila preparada, repleta de conjuros y pergaminos.
Tan solo tenían que atravesar un ejército de custodios mágicos. Algo sencillo…
Elegidos del Eclipse
La "Verdad"
Saule es protector del Sol y Maanh la hechicera de la Luna. Saule guía la esfera solar por el firmamento y Maahn custodia la guía de la luna. Ambos son descendientes de Sariel, el ángel del tiempo y el equilibrio, la que trajo el orden al universo. Ambos dioses vivían su ciclo natural de la noche y el día hasta que se encontraron la primera vez durante un eclipse. Nunca se había visto tan cerca, Maahn siempre había recibido los rayos calurosos de Saule y Saule siempre había vislumbrado la silueta de Maahn en el horizonte. Se enamoraron nada más verse y vivieron su ciclo de la noche y el día como un juego, persiguiéndose como dos amantes para, en los momentos del eclipse, que se producían cada poco tiempo, se unían para dar rienda suelta a su amor. Durante estos ciclos el mundo es más fértil y en Dannan se consagraba el amor y la fertilidad.
Tras la llegada de los dioses menores, la conquista de Athâir y el destierro de Mathâir, Seyran vino con ellos, una nueva deidad del Sol que se enamora de Maanh. Sin embargo, como todos los dioses nuevos, quiso tomar lo que no era suyo y trató de seducir a Maahn. Cada noche la veía en su torre y cada noche anhelaba poseerla. Cuando intentó seducirla, Maahn lo rechazó y como venganza, asesinó a Saule, convirtiéndolo en un cinturón de asteroides. Desde ese momento, Seyran se alzó como protector del Sol y cada día persigue a Maahn para hacerla suya, alargando las horas de luz solar para arrinconarla. Ella escapa victoriosa, excepto en los eclipses, que ahora se producen en espacios de tiempo mucho mayores (décadas, siglos), cuando Seyran le da alcance. En lugar de consagrar el amor, se produce un choque de poder entre ambos dioses que provoca desgracias y tragedias en Dannan. Maahn siempre sale victoriosa. Hasta que un día, deje de hacerlo y Seyran instaure el día eterno.
Otra "Verdad"
Saule es la deidad femenina del Sol y Maanh el guerrero de la luna. La llegada de Seyran, una diosa que llegó junto a Athâir, provocó cambios en la jerarquía de los dioses y quiso situarse como la nueva diosa del Sol y tener a Maahn para ella. Saule fue desterrada, pero el amor por Maanh nunca se apagó, de modo que cuando Seyran, celosa, se dio cuenta de que estaba siendo engañada, asesinó a Saule. Es Maanh quien sigue al Seyran durante el día y la noche jurando venganza contra su amada. Seyran extiende su luz solar sobre Maanh para protegerse de su venganza y en los eclipses ambos luchan encarnecidamente, Seyran siempre sale victoriosa.
De este modo, los avatares de Saule y Maahn están representados de forma inversa. Saule eligió a un hombre como su adalid porque le recordaba las cosas que había amado de Maahn. Maahn eligió a una mujer porque era lo que más amaba de Saule.
La "Teoría de la Triada", ¿actualmente dada por válida?
Saule, igual que el resto de los Primeros, fue dejada en un segundo plano para instaurar a la verdadera deidad del Sol, Seyran. A causa de los celos que le producía ver como Maahn aceptaba a su nueva compañera en los ciclos del día y la noche, se alió con Luzbel durante la rebelión para asesinar a Seyran. Ella se defendió y Saule falleció durante la lucha. Cada vez que hay un eclipse, Maahn protege a Seyran del advenimiento de Saule.
¿Qué es el amor?
Guideon y Nindra se aman. ¿Por qué motivo? Guideon es el elegido de Saule, mientras que Nindra es la elegida de Maahn. Él ha sido bendecido por la diosa, mientras que Nindra guarda en su interior los poderes de Maahn, aún sin saberlo. ¿Por qué se enamoran a primera vista?
Es posible que sea amor verdador, pero, ¿qué pasaría si ese amor viene establecido de antemano? Saule elige como avatar a un hombre que representa lo que más ama de Maahn, mientras que el dios de la luna elige a una mujer que le recuerda a Saule. Cuando Guideon y Nindra se encuentran por primera vez, surge el amor. Pero, ¿es su amor genuino, entre ellos dos como personas? ¿O es acaso el sentimiento de las dos divinidades que por fin encuentran una forma de estar juntos? ¿Son libres Guideon y Nindra de amarse, o están obligados por los designios divinos?
¿Quién es Ranthar?
Es el padre de Nindra, un mago que obtiene poder de los dioses arrancándolo de los adalides y elegidos de las deidades. Cómo llego a ser propietario de la estructura mágica conocdia como la Torre, no lo podemos saber, pero se trata de una Torre con las mismas caracteristicas que las torres de magia del Imperio, aunque nos encontramos en una edad imperial muy temprana y lejos de los territorios centrales. Quizá fuese una torre defectuosa o, dada su capacidad para la manipulación y el engaño, logró apoderarse de ella de algún modo.
Como sea, la Torre no le pertenece y no obedece todas sus órdenes, en parte es autónoma. Durante años, Ranthar ha recopilado (o robado) estudios y volúmenes antiguos hasta dar con uno especialmente interesante que hablaba sobre los Primeros, los dioses primigenios que estaban antes de la llegada de Athair. A Ranthar no le interesa especialmente la religión, le interesa el poder innato que otorgan los Primeros a sus Hijos. Como humano, el poder divino está limitado por su raza y por los caprichos de los dioses conquistadores, de modo que es posible que busque otra fuente de poder. En su búsqueda de poder, sus encuentros con diferentes clérigos, teólogos y eruditos le permiteron acceder a teorías sobre los fenómenos astronómicos conocidos como eclipses. Presenciar uno de ellos abrió un mundo de posibilidades y descubrió la verdad sobre Saule y Maahn, los Primeros, y Seyran, la diosa menor del Sol que actualmente gobierna durante el día.
Cómo pudo Ranthar encontrar a una elegida de Maahn, no lo podemos saber. La cuestión es que Nindra, cuyo pasado desconocemos hasta el mismo momento en que es encontrada en el orfanato, posee el poder del hechicero de la Luna. Ranthar está convencido de que, alcanzada la edad precisa, en el momento del Eclipse, cuando Seyran y Maahn luchen entre sí, podrá extraer de Nindra ese poder divino y tomarlo para sí, convirtiéndose de ese modo en un dios. Así, sobre el ciclo de la noche y el día, Seyran y él gobernará. Debido a que Seyran quiere imponer el día eterno, sería lógico que Ranthar quisiera imponer la noche eterna y convertirse en un dios conquistador. Esta teoría puede ser cierta o no, en cualquier caso, Nindra debe alcanzar una madurez y un conocimiento arcano que la desvíe de su capacidad divina, para evitar despertar el poder latente de Maahn en ella. Esto también puede ser una equivocación, ya que Maahn es un hechicero de la Luna.
Para evitar que Nindra descubra su propio origen, la mantiene prisionera en la Torre. Pero sabe que no puede evitar que haga preguntas y le permite salir. Que le permita salir de vez en cuando y le ofrezca tener una vida antes de matarla, ¿puede ser misericordia o hay algún plan detrás? A Ranthar no le conviene que a Nindra se la eche de menos, pero la joven carece de importancia, nadie podría reclamarla si desaparece. Sin embargo, sus emociones deben quedar bajo llave, no puede enamorarse o sentir afecto por nadie, de modo que antes de que establezca vínculos con alguien, decidió cambiar la Torre de lugar para aislarla completamente. Ella está empezando a mostrar signos de inteligencia y sospecha de Ranthar, pero aún faltan meses para el Eclipse. Durante el próximo acontecimiento, cuando los dioses se encuentren en la cumbre de Neam, será el momento de actuar y pronunciar el conjuro que le permitirá convertirse en un dios.