Las naves de la brigada decimosexta del tercer ejército salieron de velocidades relativistas desacelerando a seiscientas gravedades. El teniente Jure Martin proyecta la estación espacial en la videoesfera. En el Centro de Control de Combate todos miran la pantalla. Altas construcciones metálicas se extienden sobre la pequeña superficie del satélite. Empequeñecidos por el conjunto, unos extraños seres revolotean en trajes espaciales por toda la estación, con los focos giroscópicos parpadeando como luces navideñas.
–¡Fuego! –ordena el teniente Jure Martin.
Aquella nave de la 16ª Brigada abrió fuego con sus armas de larga distancia. A esa distancia, las armas cruzan el espacio que las separa de la estación en microsegundos y detonan dentro de ella, como balas de cañón disparadas a quemarropa contra cartón mojado.
La estación arde por los impactos y la brusca descompresión. Los extraños seres quedan atrapados en las explosiones como mariposas traslúcidas en una llama. Algunos son destrozados por las explosiones de plasma. Algunos intentan huir, sobrecargando al máximo los impulsores de sus trajes en un vano intento de escapar de la matanza.
Ninguno sobrevive.
–¿Algún superviviente? –pregunta el capitán Stone por el comunicador del Centro de Control.
El teniente Martin se encuentra de pie frente a la pantalla central, las manos a la espalda, meciéndose suavemente. Los otros seis oficiales están sentados, la cabeza hacia el centro de la videoesfera. Martin es un hombre bajo de unos treinta y cinco años. Tiene el rostro redondo y tez oscura, y con los años sus amigos han notado que sus ojos reflejan más compasión que rudeza marcial. Qué coño. Nada de compasión. Es un cabrón sin escrúpulos.
–No hay supervivientes, capitán –dijo por el comunicador.
–Cojonudo –respondió el capitán, francamente satisfecho.
–Permiso para celebrarlo en la cantina, capitán –dijo el teniente Martin con una sonrisa.
–Permiso concedido, teniente –respondió más marcialmente–, pero no alarguen las celebraciones. Hay nuevos objetivos para su nave.
El nuevo planeta se llamaba Klimt, y su riqueza debía ser preservada. Bombardearlos desde órbita tenía su encanto, claro, pero era más satisfactorio enviar a sus hombres a la muerte. Y tenía al pelotón perfecto para la misión de reconocimiento. No pudo evitar una media sonrisa de perversa satisfacción.
Casi todo es adaptado de una novela xD
Cantina de la nave-antorcha Papelalbal
19:02 zulú
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La celebración de la exterminación de los dífridos había durado unas cuantas horas, entre el aguachirri al que llamaban cerveza en esa nave y unos panchitos pagados por los oficiales para la ocasión. El 5º Pelotón de la 16ª Brigada del 3º Ejército se encontraba en una de las mesas, disfrutando de la camaradería, cuando el teniente Martin se acercó al sargento Piñeiro. No había tiempo para saludos.
-Sargento -dijo con socarronería. Parecía alegría fruto de la celebración. Error-, la Brigada necesitará a su pelotón, así que no se acuesten muy tarde. He transferido a su comlog los detalles de su próxima misión. No me dejen en ridículo de nuevo, sargento.
Casi sin prestar atención, entre caviloso y extrañamente excitado, el teniente se marchó de la sala.
En el comlog: Planeta Klimt. Habitado. Misión: Exterminar toda forma de vida inteligente.
El sargento Piñeiro sacó su botecito de pastillas rojas del bolsillo de la camisa e ingirió unas cuantas acompañadas de un trago de cerveza rehidratada. Hizo una mueca:
-Señor, sí, señor-dijo levantándose y haciendo un saludo militar-Le aseguro que lo de la Corporación Damascus fue un error de inteligencia, no nuestro.
Se refería a un lamentable incidente en el que el satélite-artificial-guardería de la Corporación más poderosa de Júpiter había sido bombardeado con misiles térmicos tomándolo por un campo de entrenamiento terrorista.
Se volvió hacia sus hombres (y mujer):
-Starord, Pató, Kira, os quiero dentro de una hora en la cubierta veintiséis uniformados y con todo el equipo de campaña para pasar revista. ¡Es una orden!
Motivo: Pastillas rojas
Tirada: 1d4
Resultado: 4
Cuatro pastillas...
Mientras estos se preparan, aprovecho para leer el comlog en profundidad por si hay más datos sobre el planeta Klimt y sus habitantes. ¿Necesito tirada de HFC para eso?
Sip, y además cualquier tirada de HFC luego te puede dar un bono para tu próxima tirada de HC. Puedes inventarte tú los datos.
Un cartelito tactil de "Presione aqui si desea saber mas" parpadeo en la pantalla del Comlog. El sargento paso el dedo por el boton pero de repente el parpadeo se interrumpio. Espero unos segundos que rapidamente se convirtieron en un largo e incomodo momento observando la imagen congelada en la pantalla.
El Comlog se habia colgado.
-Emm...-Piñeiro se puso el Comlog bajo el brazo-Parece que esto es... confidencial y solo para mandos. Tengo que emplear un codigo personal que... eh... creo que lo tengo en mi camarote. Bueno, da igual. Lo des... desencriptare luego...
Cogio su cerveza y la alzo por encima de su cabeza:
-Brindemos por la mision, soldados
Motivo: HFC
Tirada: 1d10
Dificultad: 4-
Resultado: 8 (Fracaso)
Bien, sarten. Cagada de tirada.
A Pató se le pusieron los ojos como platos al escuchar al sargento y se levantó de la silla como un resorte.
-¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Ya habéis oído al Sargento, es hora de patear culos alienígenas!- Comenzó a gritar al resto.
Al salir de la cantina el Cabo se dirigió directamente hacia la armería, con una sonrisa de oreja a oreja, era uno de sus momentos favoritos antes de una misión, recoger las armas y munición para matar bichos…
Kira no pudo evitar mostrar una leve sonrisa, algo extraño en aquella fría mujer soviética, al escuchar las palabras del Sargento Piñeiro. Ya empezaba a aburrirse de maniobras de entrenamiento y prácticas de tiro con estúpidos maniquís inmóviles. Es cierto que no estaba muy contenta de su reciente traslado a esta unidad, y razones tenia, debido a que aquella unidad no gozaba de buena fama por ser la causante del vergonzoso bombardeo del satélite-artificial-guardería de la Corporación Damascus, en el cual murieron cientos de inocentes. Aunque viéndolo de otro modo, ahora habría menos futuros soldados inútiles en el mundo.
Kira quería probar que era el mejor soldado de todo el ejército, ella lo sabía, tenía la mejor puntuación de todos los soldados y aun no entendía que no hubiera ascendido. Pero lo haría, cuando regresara triunfalmente de aquella misión, por eso estaba impaciente, sus ojos brillaban de furor y ansia de guerra.
- Sí, señor - contestó al Cabo Pató con fingida lealtad. ¿Por qué tengo que seguir a las órdenes de este cabeza hueca?
Kira se dirigió hacia la armería, en la cual estaba también Pató, para realizar un conteo de las armas y munición que iba a llevarse a la misión.
Sabiduría rusa: En Rusia tu no pilotar naves, naves pilotar tu.
Azorado por el escaso éxito de su brindis, Piñeiro se terminó su cerveza, reprimió un tic de la cabeza y salió en dirección a su camarote para preparar el equipo de campaña.
Salvo que haya algo más que decir, reaparezco en una hora en la cubierta 26.
¿Me da tiempo a intentar buscar datos sobre la misión de nuevo?
Mientras la soldado se fue con el cabo, el sargento anadeó hacia su camarote, con una gracia cuasi felina.
El soldado Quill se quedó en la mesa, mirando su cerveza. ¿Qué pasaría por su cabeza?
Nop, creo que mejor no. Vamos a esperar a ver si Mulo contesta.
Después de sentarse y soltar un sonido gutural de descanso. Peter podía relajarse con sus compañeros y su oficial alrededor de una de las mesas de la cantina. No hay nada mejor que estar así tomando cerveza aguada y panchitos caducados. No hacía falta decir nada o hacer algo, podía quedarse mirando las burbujas de su bebida durante el resto de la noche. Al fin y al cabo, lo único de lo que se podía disfrutar en estos tiempos eran unos minutos de paz.
Al ver como el sargento empezó a dar órdenes, es lógico que Peter dijera lo que fuera con tal de que se quedaran. Oh vamos, tío… digo señor. Nos acabamos de sentar. ¿No podríamos quedarnos unos segundos más? Farfullaba mientras sus compañeros se levantaban y se iban yendo poco a poco. ¿No dicen que el hombre hace todo lo que hace para poder ser mas vago? ¿No? Vamoooos. Decía al mismo tiempo que se daba cuenta de que estaba solo en la mesa. Mierda. Peter apuro un trago al liquido azul que también repartían en la cantina y se fue con los demás soldados.
Perdón por el retraso.
Una hora más tarde, el sargento Piñeiro entró en la cubierta 26 con el equipo de campaña.
Además de su imponente ametralladora pesada, dos ristras de granadas colgaban de su cinturón. Llevaba una abultada mochila de un tamaño tal que tenía un pequeño módulo anti-gravitatorio para reducir su peso y que no se cayera de espaldas.
Incapaz de resetear su Comlog, se había pasado por la biblioteca de a bordo. Lamentablemente, no tenía mucha experiencia con los libros analógicos y había experimentado grandes dificultades para encontrar datos sobre su planeta de destino.
Todo sería mucho más fácil, pensaba enfurruñado, si las letras del abecedario se ordenasen siempre en un orden que pudiera aprenderse...
Se había tomado sus ansiolíticos, los antidepresivos y las píldoras de cafeína (evitaban que se apalancase). Se sentía todo lo bien que podía sentirse:
-¡Soldados! ¡Presenten armas!
+++30 minutos para la intrusión en el planeta+++
Una voz se oyó en sus comlogs, avisando del inminente comienzo de la misión.
Su lanzadera estaba lista. No esperaban ningún comité de despedida. Más lanzaderas partirían hacia el planeta, pero ésta era la suya.
Pató dio un respingo al escuchar las órdenes del sargento y comenzó a azuzar a los otros soldados para que se cuadraran para la revista.
-¡Estáis sordos! Rusa, Estarcol ¡Presentennnn Armas! ¡Arrr! ¡A sus ordenes mi Sargento!¡Todo listo y preparado para freír alienígenas!- El cabo se cuadró recto como un palo con todo el equipo listo y cargado, estaba deseando entrar en combate y no pudo disimular una sonriso al escuchar que ya solo quedaban 30 minutos.- ¿Ordenes Señor?-
Lo de Estarcol es apropósito :D
El sargento se encogió de hombros y trató de reprimir un temblor de mandíbula.
Tragó saliva inquieto mientras buscaba un bote de pastillas verdes en el bolsillo de su camisa. Ingirió tres:
-Relájese, Cabo-dijo calmándose un poco-Me parece que esos dos nos han dejado tirados. Creo que en estos casos lo mejor es rellenar un impreso de acción disciplinaria y seguir el procedimiento debido.
Acompañados por sus dos silenciosos soldados, el cabo Pató y el Sargento Piñeiro subieron a la nave de descenso, su lanzadera.
Apiñ(eir)ados en su interior, conocedores del delito de la broma mala que acababan de leer, oyeron el leve ruido del desenganche al ser lanzadas al especio, y no pudieron más que esperar el golpe del contacto atmosférico.
Pasamos a la escena de Misión 1.
-¡Con el debido respeto señor! ¡No hay mejor disciplina que cavar letrinas, Señor! ¡Tres días de mierda hasta las rodillas es más disciplinario que cualquier informe, Señor!- Pató miró de reojo a sus silenciosos compañeros, su sugerencia no era por librarlos de una sanción disciplinaria sino más bien para que recibieran un correctivo real, y es que por propia experiencia sabía que su sugerencia era más que útil para encaminar a un soldado.
Una vez en la nave Pató estaba rígido, con la espalda y la cabeza completamente pegadas al asiento de seguridad esperando el lanzamiento, estaba esperando con ansia el lanzamiento y no pudo reprimir un grito de júbilo cuando la nave de desembarco de soltó y comenzó el descenso en picado
La soldado Kira, que se habia recluido en su ser interior esperando que los graznidos de su peloton se desvanecieran, se imaginó en el campo de batalla destrozandoles la cabeza a los extraterrestres y una sonrisa se dibujó en su rostro. No prestó atencion ni cuando le amenazaron con un impreso de accion disciplinaria, el cual solo infundaba temor por su nombre mas que por sus consecuencias, ni a la amenaza de cavar letrinas. Solo podia pensar en la matanza que estaba a punto de ocurrir y en agarrar con ambas manos su rifle con una sonrisa en su rusa cara.
(Perdon por tardar tanto en contestar :'( )
Sabiduria rusa: Vosotros poder tener un ejercito numeroso, nosotros tener Putin en oso