Partida Rol por web

El lugar en el que Montessco y Vincent se encontrarían estaba vacío. Esto no hubiera sido un motivo por el cual alarmarse en caso de haber sido solo un poco el tiempo en el cual habían acordado entrevistarse del cual realmente era. La zona no mostraba ningún indicio de batalla o infortunio reciente, sin embargo Vincent no estaba ahí. Como buen integrante de los cuervos marchitos Oliver considera lo peor. 

—Algo le ha sucedido a Vincent, es raro que no esté aquí —Pensó con resignación. 

Al ver que la bestia se alejaba en el horizonte los clientes de la taberna deciden salir para ver el espectáculo. 

—La estupidez de esa bestia nos ha salvado esta noche, buen trabajo —dice el enano mientras le da unas palmadas en la espada a Lionel.

—Si tan sólo no fueran criaturas vengativas no abría nada que preocuparse, será mejor que alguien se asegure que no regresará —responde Lionel— Será mejor que ayudes a esta gente mientras regreso. 

—No te dejaré ir solo, ese gigante me debe unas, nadie puede tomarse el suministro de la semana de cerveza sin pensar que no habrá consecuencias. 

—Lo mejor será no enfrentarlo, quiero seguirlo tan solo para asegurar que no regresará. 

—Bueno, si tú lo dices, pero si lo enfrentamos yo quiero ser ahora el primero, esta noche te haz divertido más que yo —Le contesta Balmud a su amigo. 

Así marchan los dos mientras siguen al ettin desde la distancia. 

Montessco, extrañado por la ausencia del usualmente puntual Vincent, revisa los alrededores, y al no encontrar rastros de batalla o forcejeos, se dirige hacia donde sabe que puede encontrarlo [o a alguien que sepa qué ocurre]: El hogar de otro cuervo marchito.

Oliver se dirige a la casa de uno de los integrantes de los cuervos marchitos, sin embargo no toca la puerta. Hace años que habían formulado un código secreto para avisar y prevenir a sus integrantes cuando algo malo solía pasar. No fue extraño para él encontrar una mancha de jabón en el despacho de su compañero. Dicha señal vista por cualquiera parecería un descuido al momento de limpiar los vidrios, pero para un cuervo marchito la señal era clara

—Han atrapado a Vincent, por eso no se presento esta noche. —pensó Montessco para sus adentros. 

Lo mejor sería no molestar a su compañero, pronto sabría los pormenores, sin embargo estaba claro que ahorita lo mejor sería evitar las visitas, quizás y alguien estaría vigilando. 

Oliver regresa cautelosamente [y lo más discreto posible] a la guarida, donde Linus lo estaba esperando. Ignorando la lluvia de preguntas de su acompañante, Montessco se concentra en encontrar una manera de saber quién se había llevado a Vincent y a dónde; con la vista clavada en el fuego crepitante, intenta recordar algún suceso o personaje fuera de lo habitual en los últimos días, pero nada parece sobresalir. No le queda otra opción más que regresar a los rumbos de Vincent y hacer una minuciosa búsqueda por cualquier tipo de señal o indicio ya sea de batalla o aunque sea de unos pasos desconocidos...

Pese a la enorme preparación que contaba el grupo para actuar en caso de que uno de los integrantes cayera la organización aún no estaba preparada para esto. Con la intención de descubrir información al respecto Oliver buscó por el camino que su compañero debía de seguir hasta llegar al lugar acordado, tal vez podría encontrar algo.

Aquella noche solitaria Montessco se dedicó a lo que mejor sabía hacer, pasar desapercibido.     

Lionel y Balmund se mantienen a distancia razonable, manteniéndose a cubierto entre las sombras y buscando estar en sentido favorable del viento sin hacer ruido, a manera que no pueda oírlos u olfatearlos el Ettin.

Mientras siguen el rastro de la criatura, Lionel se pregunta, ¿Qué hace que estas criaturas bajen a las tierras más pobladas de la región?, espera que esto no sea una señal de sucesos que estén por avecinarse.

Mientras siguen al ettin Lionel logra percibir algo extraño en los troncos de los árboles. Tallones felinos en la corteza, como si algo relativamente grande hubiera estado afilando sus garras. Nada que diera un rastro cercano, sin embargo, de haber sido demasiado tiempo de distancia dicho tallón ya hubiera sanado.

Una asechó la mente de Rothschild, dejándole la duda sobre el autor de tales arrebatos. Por no presentarse en más de un árbol no puso demasiada atención y siguió en marcha.   

Rastros de caballo en la zona que se acababan los pasos de su amigo. No había duda, su amigo había sido arrestado por la policía real. No había en el el lugar persona alguna que tuviese a su cargo tantos caballos, por lo que la desaparición no podía concordar con otra cosa que un apresamiento. 

Por suerte pasarían unos días entre el encarcelamiento y la condena a muerte (en el peor de los casos) por lo que tendría suerte de mover sus hilos para intentar salvar a su amigo, o por lo menos, el suficiente tiempo para borrar su rastro a pistas que lo llevaran hacía su persona.  

Montessco comienza a analizar el rastro dejado por los caballos y regresa a su guarda lo más rápido que puede; sabe que si se atreve a desaparecer sin una sola explicación a Linus, le esperaría una eternidad de reclamos y quejas por parte de su acompañante.

Una vez llegando a la guarida, la única palabra que Montessco mencionó a su compañero fue "vámonos" y, sin contestar a ninguna de las preguntas que llovían de la boca de Linus, salió de la cueva seguido de cerca por su compañero y comenzó a caminar en la dirección que señalaba el rastro de caballos.