Poder afirmar lo que había ocurrido no era algo que estuviera en la mano de Theo, que había intercambiado una mirada de comprensión mutua con aquel hombre y ambos habían salido corriendo: sólo podía escuchar ruidos detrás, ruidos extraños que se entremezclaban con el repetido martilleo de la sangre agolpándose en la cabeza, y sus jadeos. Desconocía si sus compañeros le acompañaban o no, sólo podía suponer, pues temía siquiera darse la vuelta unos segundos en la horrible certeza de que aquella cara estaría detrás suya y
—Tú serás el siguiente
sus palabras no hacían que planease detenerse. No hasta que todo pareciera diferente y pudiera reganar el aliento de nuevo. Entonces saludaría a sus compañeros, podrían hablar y esconderse todos para tratar de buscar una salida a aquel páramo maravilloso infernal.
Bueno, mi puntuación física más alta es Constitución y vaya si lo estoy demostrando XDDD
Theo y Richard emprenden la huida en dirección contraria al ser de pesadilla. Theo encabeza la marcha y se interna en una galería de arcos, desesperado por encontrar una salida de esta maldita niebla. Escucha unos pasos a su espalda, y el arqueólogo emerge de la niebla en una carrera casi tan frenética como la suya.
No hay ni rastro del gnomo. Sin embargo no hay lugar a los lamentos, ni las preguntas, pues a ambos hombres les urge encontrar un modo de salir de la ciudad y de huir del engendro que les persigue.
Continúan avanzando lo más rápido que pueden. La arcaica galería no tarda en dar a una calle, mucho más angosta que la avenida principal, en donde la pendiente es mucho más pronunciada. Quizás si la pareja de investigadores sigue ascendiendo encuentren un lugar donde atisbar los límites de la metrópoli, o mejor aún, un refugio donde descansar y esconderse del ser de trapos y colmillos.
La niebla parece mucho menos densa en esta zona de la ciudad. No se llega a percibir el final de las fachadas de los edificios, pero sí que se distinguen amplios vanos que una vez debieron de servir de ventanas en lo alto de los muros de los retorcidos edificios.
Los ruidos de la persecución parecen cada vez más lejanos. Aunque la experiencia les ha enseñado tanto a Theo como a Richard a no confiar en las formas que oculta la niebla amarilla.
De repente algo llama la atención de los corredores. En uno de los muros de los edificios, grabado con sangre fresca, se puede leer el siguiente mensaje:
“Sálvame”.
Tirada oculta
Motivo: Saber (planos) Richard
Tirada: 1d20
Dificultad: 25+
Resultado: 8(+2)=10 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: Saber (planos) Theo
Tirada: 1d20
Dificultad: 25+
Resultado: 10(+11)=21 (Fracaso)
El ser de pesadilla aúlla con las garras aún manchadas con la sangre de Holloc. El guerrero de nalgas prietas acaba de caer como un insecto ante semejante engendro. Una sensación de espanto te atenaza de arriba abajo cuando el hombre de trapos fija en ti su rostro y comienza a avanzar a toda velocidad. Los jirones de niebla se arremolinan a su alrededor, oscureciendo aún más la avenida e impidiéndote distinguir al resto de tus compañeros.
Si es que aún siguen ahí, porque el semielfo, nada más aparecer, reemprendió la huida, abandonándoos con la impactante visión del guerrero abatido. Y el arquero lanzador de conjuros parece haber desaparecido también en un abrir y cerrar de ojos.
El ser de trapos se acerca, y aunque tratas de dar media vuelta y huir, parece que ya es tarde. Demasiado tarde.
El ser de pesadilla se abalanza sobre ti. Tratas de huir lo más rápido que tus cortas piernas te lo permiten, pero no es suficiente. Casi puedes notar cómo su fétido te acaricia la nuca, y cómo las garras tratan de despezarte con cada paso que das.
Hasta que finalmente… lo hacen.
El engendro te alcanza, penetrando el campo de fuerza de tu armadura arcana de un fuerte empellón. Notas una indescriptible agonía en tu costado derecho, y cuando echas las vista atrás, adviertes como empieza a manar la sangre a borbotones, impregando tu atuendo y regando las baldosas de esta maldita ciudad.
Entonces el ser de trapos se abalanza sobre ti, precipitándoos ambos sobre el adoquinado. Sientes un dolor lacerante y persistente cuando las garras del engendro comienzan a despezarte, y enseguida notas un cálido líquido discurrir por todo tu cuerpo. El dolor alcanza cotas insoportables, hasta que finalmente comienza a remitir de forma paulatina al tiempo que se enturbia tu visión.
Pero eso ya no importa. Como tampoco no importa la niebla. Ni tampoco importa la ciudad. Y por supuesto, ni siquiera importan tus compañeros, esa panda de cobardes que te han dejado a merced de semejante engendro.
Una cálida alfombra carmesí comienza a acumularse debajo de ti. Sientes que esto no puede estar pasando y… sin embargo, no dejas de ver tu vida se escapa con cada bocanada de aire. No dejas de pensar que esta puede ser la última.
De improvisto algo llama tu atención, probablemente fruto del deliro de quienes están a las puertas de la muerte. Observas cómo tu sangre forma un patrón al verterse sobre el adoquinado de la avenida formando las siguientes palabras:
“Despierta. Sálvame”.
Discúlpame por hacer la escena narrativa. He querido acelerar un poco lo que quedaba aprovechando tu semanilla de vacaciones. En cuanto termine con Theo y Richard, continuamos con la partida en la siguiente escena.
Por cierto, no te asustes, Mequetrefe no está muerto... por el momento. Sólo ha sido una terrible y lúcida pesadilla. Ganas 400 PX. Seguimos una progresión de nivel medio, así que se sube a nivel 2 a los 2000 PX.
Aura cayó de rodillas mirando sus manos de color carmesí. La vista comienza a nublarse en la mente de la Sierva de Irori. ¿Esto era todo? Era tan irreal, tan fantasioso, tan alejado de la coherente lógica con la que guiaba su vida... ¿Dónde estaba su dios? ¿La había abandonado a toda esa locura? En esos momentos tan cercanos a la muerte su fe se quebró y las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. ¿Acaso no eran más que juguetes en manos de sus dioses? Ella que siempre había creído que Irori velaba por todos los que la seguían, ¿estaba equivocada?
El engendro se había desvanecido en la niebla. ¿Habría ido en busca de Theo? No podía culparle huir pero tampoco sintió pena por él. La lealtad era algo que Aura valoraba mucho y no parecía que esa fuera una virtud del semielfo. Las fuerzas flaquearon y la mujer sintió que estaba a punto de desfallecer, entonces bajo la vista y vio como su sangre formaba unas letras.
Despierta. Sálvame.
¿Era producto de la perdida de sangre? ¿Era una macabra broma para terminar toda esa locura en la que se había visto envuelta? ¿O acaso la muerte como decían algunas fes era un despertar? Sólo dejándose llevar por ella sabría la respuesta.
El arqueólogo y el ocultista apenas le dedican unos instantes a la contemplación de tan inquietante mensaje. Tienen un objetivo claro y la firme resolución de salir de aquella ciudad cuanto antes. O tal vez se encuentren lo suficientemente oprimidos por el miedo y la desesperación como para no caer en semejante embuste.
¿Salvar a quién? Bastante trabajo les lleva salvarse ellos mismos como para dedicarle más esfuerzo (y vidas) a rescatar a alguien más. Si había alguna ley no escrita en aquella pesadilla, era sin duda la autosuficiencia.
El humano y el mestizo reemprenden la marcha, los jadeos y las respiraciones entrecortadas de ambos se suceden, tejiendo un diálogo frenético a la par que desesperanzador. No hay tiempo que perder.
La niebla vuelve a arremolinarse frente a ellos, conformando extrañas figuras entre los edificios. Vuelve esa opresiva sensación de que algo les observa y les acecha. Pero no pueden parar, forzando sus cuerpos repletos de adrenalina hasta límites insospechados.
Sin embargo los mortales tienen un límite, y llega un momento en el que a ambos les faltan las fuerzas y les comienza a fallar la respiración. La niebla amarilla se mete en sus pulmones y parece que les susurra extrañas palabras:
“Despierta. Sálvame.”
La niebla amarilla se vuelve terriblemente densa. Ya no se percibe nada a su alrededor, sólo los jirones amarillos y neblinosos que les llevan acompañando desde que recuperaron la consciencia. La cabeza les da vueltas, y poco a poco comienzan a aparecer focos negros, pequeñas motas oscuras que se van extendiendo por su campo visual.
“Despierta. Sálvame.”
El mestizo y el humano notan como les comienza a fallar el equilibro y las fuerzas abandonan sus cuerpos, induciéndoles un letargo sobrevenido. Aquello resulta desconcertante, no puede estar pasando. ¿Qué significan esas palabras? ¿Están siendo presa de algún conjuro?
“Despierta. Sálvame”.
Y entonces Richard y Theo despiertan.
Theo y Richard comienzan a perder la conciencia y se dan cuenta de que alguna manera están dentro de una terrible pesadilla.
Termina la primera escena. Ganáis 400 PX. Seguimos en la siguiente: Prisión de la mente.