Partida Rol por web

< Ymg' ahor yog nog > (Podéis salir. Es seguro.) 

En apenas un instante, al lado de la criatura aparecen otras dos. Los recién llegados tienen una complexión algo más ancha y fornida, el pelaje más áspero y parduzco, y una de ellos presenta una fea cicatriz en el hocico.

< ¡Throdog fhalma! ¡llll mgr'luh cahf! > (¡Por la grande/bendita madre! ¡Fijaos en eso!) —dice el de la cicatriz señalando hacia los hombros de Theo, con la mirada clavada en el Nuevo Príncipe.

< Throdog azanah >... (La grande/bendita sierpe/serpiente) —responde el otro fascinado.

Entonces el macho de la cicatriz se arrodilla, en señal de sumisión. Sus dos compañeros se apresuran a imitarlo dotando al gesto de la mayor solemnidad que pueden. El de la cicatriz levanta el rostro, hace un gesto con una de sus manitas, y entona unas grotescas palabras en un lenguaje desconocido.

—Mi nombre est Trell Ojomarcado, ella est Geny Doscolas, y él Gunnar Colarrousta—dice lentamente el de la cicatriz con una voz ronca, señalando con la cabeza a sus compañeros en un común algo arcaico y marcado por un fuerte acento—. Habemos un tempo escaso, ¿sodes vos et vuestros aliados seguidores de la Gran Sierpe? 

Richard contempló a los extraños seres con suspicacia, la misma que parecían sentir ellos. Al igual que los demás no comprendía lo que decían, pero si que entendía de una oportunidad y ésta se presentó cuando aparecieron y uno de ellos habló en algo parecido al común, a lo que dijo -si, seguimos a la Gran Sierpe - con un gesto y tono de fervor extremadamente trabajados.

Richard sabía mentir muy bien y parecía un buen momento para hacer "aliados" y obtener información valiosa -¿y vosotros como habéis acabado aquí?

Aquella ratonil pregunta era compleja para Holloc. Además de entenderla a medias, buscar la respuesta dentro de su cabeza, tampoco iba a resultar fácil. Estaba casi seguro que le estaban preguntando por su afinidad con una deidad llamada "la Gran Sierpe". Lo cierto era que no lo sabía. Como la mayor parte de su historia pasada, por no decir toda ella, estaba en un lugar muy alejado de su mente e igual de inaccesible.

- Si... - Respondió él siguiendo el juego de Richard. - La Gran Sierpe es amiga. - Mintió. O no, no lo sabía.

- ¿Cómo llegasteis aquí? - Les preguntó. - ¿Hace mucho que os escondéis en esta zona? 

La idea era, sin ser demasiado agresivo y sin desvelar que no sabía nada acerca de nada, que aquellos extraños seres ratoniles, le contaran algo más acerca de lo que estaba sucediendo en aquel lugar de locura. Igual las reservas que habían tenido los humanos en hablarles del asunto, no las tenían aquellos pequeños y peludos seres. Realmente deseaba que alguien, de una vez por todas, diera algo de luz a todo aquel turbio asunto.

Aura se cruzó de brazos sin decir nada. Ella era una sierva de Irori, como el símbolo de su pecho la representaba, así que no iba a mentir respecto a su servidumbre. Pero era lo suficientemente inteligente como para saber que cualquier otra cosa que pudiera decir podía ser un problema y en esos momentos lo que necesitaban eran respuestas.

Lo que no pasó fue por alto fue la devoción que dedicaron al horrible compañero de Theo. ¿Qué clase de criatura era ese engendro? Intentó recordar si conocía algo acerca de una Gran Sierpe. Quizás así pudiera entender mejor a su compañero semielfo que tantos enfrentados sentimientos le hacía sentir.

…

"¿La Gran Sierpe?"

No, estaba seguro de que el regalo el nuevo príncipe no tenía nada que ver con la gran serpiente, fuera lo que fuera eso. Decidió responder a la situación ignorándola completamente y (como no estaba hecho para eso) archivarlo para después.

Se preparó para responder la pregunta.

-Oh, es...

Dime la info que saco con esa peacho de tirada, pls ^^

Aura, Theo y Richard no tardan en identificar la raza a la que pertenecen estos seres: son Ratlings*, criaturas humanoides de aspecto ratonil que viven en el subsuelo. No es infrecuente encontrarlos en las ciudades o en enormes madrigueras en las faldas de las montañas. Son una raza gregaria e inteligente, tendente a formar grandes colonias y comunidades tribales basadas en vínculos familiares o en agrupaciones por clanes.

Los humanos suelen considerarlas plagas, por la rapidez con la que pueden reproducirse y la facilidad que tienen para acabar con los suministros de los silos y las granjas.

Aunque sin duda en el panteón de Golarion hay menciones a varios seres con formas de serpiente, como Tiamat, uno de los primeros dragones mencionados en distintos cuentos y leyendas. Los hombres lagarto, una raza que suele habitar en territorios pantanosos, también tienen su propio panteón de criaturas reptilianas, aunque lo cierto es que los ratlings no parecen estar haciendo referencia a alguna deidad o a algún sobrenombre concreto. Parecen más bien fascinados por la criatura que Theo lleva en sus hombros.  

Es ciertamente extraño encontrar ratlings en la superficie, y desde luego no es una buena señal. Son una raza inteligente, con su propia sociedad y cultura, y Theo sabe además que suelen manifestar dotes arcanas excepcionales, además de una habilidad natural para encontrar y detectar objetos mágicos o zonas con un gran poder arcano. No es raro encontrar algún hechicero o lanzador de conjuros particularmente retorcido que utiliza a una de estas criaturas como familiar.  

Si el trío de criaturas ha decido salir a la superficie debe de haber alguna buena razón detrás. Probablemente de naturaleza arcana o, peor aún, marcial. Aunque por su complexión menuda y su pequeño tamaño los ratlings no suponen una gran amenaza, son capaces de comandar grandes cantitades de ratas, lo que puede pillar por sorpresa a cualquier que no sepa las proezas que estas criaturas pueden alcanzar.    

-...una pequeña compañía de ratlings. No es la clase de cosa que hubiera esperado ver aquí.

Frunció el ceño, ante la situación. Los ratlings no eran la clase de criatura que suele negociar con otros, no cuando no creen que van a vilificar a algo, y desde luego no tratan de igual a igual, o incluso de superior. Quería decir... no con una persona normal, al menos. Las connotaciones que era fácil deducir de todo aquello no le resultaban cómodas en absoluto, y dirigió una mirada fugaz y algo nerviosa hacia Aura, quien estaba bastante seguro de que había comprendido lo mismo. La referencia a la Gran Sierpe era probablemente prehumana, del periodo tiamático o pnakótico.

-Es raro que se molesten en aprender el idioma de la superficie, así que es probable que sean lanzadores de conjuros. Muestran un saludable respeto y fascinación comprensible hacia las artes arcanas -se encogió de hombros tras la explicación, y se ajustó el puente de las gafas con la yema del anular- ¿Qué hacéis aquí fuera? Vuestra estirpe no suele aventurarse a menos que haya grandes reclamos fuera... y este parece uno con compañía muy peligrosa.

—Loada sea la Gran Sierpe —repitió Trell al escuchar las respuestas afirmativas del grupo. Significase lo que significara todo aquello, era evidente que parecía satisfecho con la respuesta.

—Throdog azanah —respondieron los otros dos casi al unísono.

Trell levantó la cabeza y examinó detenidamente a los presentes, pensando detenidamente cómo responder a las preguntas de los recién llegados.

—Hubo un gran temblor et quedamos atrapados aquí afuera. Los caminos están agora cortados, nostros túneles llenos de terra e rocas por doquier, et non habemos manera de regresar al nostro hogar. Non por medios mundanos… Mas somos tenaces et esperanzas non hemos perdido.

El jefecillo hace una pausa, pensándose si continuar. Repara entonces en la criatura de Theo, y parece que sus dudas se disipan al instante.

—El Gran Mamby, el nostro líder, est un gran facticius, un magón sin rival. Como vos, gran señor, est un seguidor de la Gran Sierpe, et cognosce bien los caminos de la magia. E nosotros seguimos su mandato: encontrad magia, un gran conjuro que nost permita regresar, dixo. Et aquí estamos, buscando entre la magia de los humanos una vía de escapada.

Todo hacía indicar que aquellas alimañas parlantes estaban tan atrapadas como ellos y que sabían tan poco de lo sucedido como ellos mismos. Al fin y al cabo, venían a confirmar lo que ya habían descubierto, que una gran catástrofe había tenido lugar y que eso había provocado que quedaran aislados del mundo. Poco parecía que pudieran ayudarles.

- Es una pérdida de tiempo... - Dijo entonces Holloc en un murmullo.

Empezaba a estar desesperado por la falta de respuestas. Le preocupaba mucho que el hecho de que estuvieran aislados del mundo. Tras acabar con la doctora y con algunos de los extraños seres a los que se habían enfrentado, parecía que el peligro más inminente había pasado, pero las provisiones escaseaban y tarde o temprano tendrían que salir a aquella niebla por tal de buscar comida y agua. Por lo que sabían era peligroso salir y menos sin saber exactamente a que se enfrentaban.

- ¿Habéis estado fuera desde el cataclismo? - Les preguntó a las ratas. - ¿Qué hay en la niebla?

Pareció compartir la idea de Holloc, sólo que no la expresó en voz alta sino que dijo -¿habéis encontrado algo prometedor? Parece que compartimos un objetivo común y si unimos información podríamos escapar todos.

Al igual que Theo tenía un conocimiento de ésta especie, poco dada a colaborar y mas bien a ser ladinas y traicioneras... no obstante parecían tan atrapadas como ellos, eran peligrosos y no parecían hostiles. Podrían intentar aprovecharse de ellos y ya se ocuparía alguien de exterminarlos llegado el caso pero cuando hubiesen escapado del sanatorio. Además si habían quedado atrapados fuera de su hogar sería una pequeña partida y no un clan al completo.

Yo también soy un gran magón - dijo sin necesidad de fingir arrogancia, la tenía embebida en los huesos -mis conocimientos sobre las artes arcanas fue imbuida en mi por mi maestro desde que era un bebé en la cuna mediante herencia sinóptica.

Tener que rebajarse a tratar con tales criaturas... a Richard le costaba evitar mostrar desdén, pero por otro lado no tenía que hacerlo si era un gran "magón".

Los ratlings parecían amistosos, pero la dura sierva de Irori no iba a dar su brazo a torcer con tanta facilidad. En lugar de intentar ganarse su confianza, cosa que sus compañeros estaban intentando, ella buscaría conseguir el máximo de información sobre el grupo.

—¿Cuántos sois? Podríamos unir fuerzas. Vista la situación actual en la que estamos ante este cataclismo y si tenemos que luchar contra algo, aumentar nuestro número será lo mejor para todos.

Y llegada la desesperación, la carne de rata puede servir de alimento.

Aura se sintió consternada, ¿cómo se le había podido ocurrir una idea así? Ese lugar la estaba trastornando, una vez más sintió la apremiante sensación de marcharse corriendo... pero sencillamente no podía hacerlo.

- Pero... ¿Qué dices, hijo? - Preguntó la rata.

-  ¿Hijo? - Aura resopló. -  ¡Soy una  mujer, una clérigo y sierva de Iori! - Negó con la cabeza. - ¡Y desde luego no soy  el hijo de una rata!

- ¿Un rata? - Preguntó malhumorada aquella criatura. - ¿Cómo te atreves a ...?  - Refunfuñó y miró atrás, como buscando a alguien. - Ya estamos otra vez... - Trell miró sobre una mesa y agarró algo pequeño y de aspecto metálico que parecía contener unas pastillas envasadas individualmente. - ¿No te tomaste anoche las...? - Resopló como hastiada. - ¡Papá, llama al doctor Foster! 

- ¡Un momento! - Intervino Holloc. - ¿Quién diablo es ese doctor Foster?

- Lo sabes bien, cariño. - Chasqueó la lengua. - Ya estamos otra vez... - Masculló entre dientes.

- ¿Lo sabes, amigo Holloc? ¡Estamos de suerte! ¡Mi bien amigo Holloc sabe de que va  todo ésto! -  Mequetrefe estaba eufórico, por fin las cosas empezaban a cuadrar. - ¿Lo has sabido todo este tiempo y no habías dicho nada? ¡Oh no entiendo porqué, no señor! Pero seguro que hay una razón, ¿verdad amigo? Si, si que la hay, si señor. ¿Me la explicas?

- Calla un poco, anda... - Dijo Geny . Sin embargo, ahora el rostro de aquella rata había cambiado. Se había humanizado. Era un rostro conocido para ellos, el rostro de una mujer. Una mujer muy cercana.

- Yo, bueno, ésto se está volviendo muy raro. -  Comentó el semielfo. - Creo que...  - Tragó saliva y se mantuvo pensativo unos instantes. - Puede que estemos en una realidad alternativa. Puede que hallamos viajado a otro plano de existencia y hayamos asumido  la apariencia de...

-  ¡Calla un poco Gary! - Le interrumpió Gunnar con una voz masculina, poderosa. La conocía también. - Almina... ¿Ya estamos otra vez? - Le preguntó  a Geny.

- Eso parece Ernest, eso parece... - Resopló.

- No se ha tomado las pastillas. - Comentó Trell con la misma voz femenina de Geny.

- ¡Yo me largo de aquí! - Intervino Richard y como siempre actuaba él, en solitario, trató de salir de aquella habitación.

- ¿Pero qué haces, idiota? - Gunnar se lanzó sobre Richard y le hizo una presa perfecta. - ¡Te vas a matar!

Lo extraño fue que todos ellos, los cinco, acabaron atrapados juntos entre los poderosos brazos de aquel pequeño ratón parlante. ¿Cómo podía ser? Por mucho que luchaban por zafarse de la presa, les estaba resultando imposible.

- ¡Llama al 911, al doctor Foster, o a quien sea! - Exclamó Gunnar. - ¡El imbécil de tu hijo se va a tirar por la ventana!

- ¡Aaaaah! - Gritó asustada Geny y salió corriendo de la estancia.

Mientras los cinco compañeros luchaban por escapar de la presa del pequeño ratoncito, escucharon en la lejanía la voz de su madre, de la madre de todos ellos, que... ¿Era la misma? De hecho, todos ellos estaban ahora en un mismo cuerpo. ¿Es que a caso no había ellos y solo había él? Todo era mucho más confuso de lo que Holloc, Aura, Richard, Mequetrefe y Theo podian aceptar

-  ¿Doctor Foster?  - Se escuchó la voz de la mujer de lejos.

- Soy la señora Gygax. - Se produjo un breve silencio. - Si, es Gary otra vez. Creo que no se tomó las pastillas anoche. Tenía el blister sobre la mesilla de noche y he contado las pastillas y... - Se produjo otro silencio. - Gracias doctor Foster se lo agradezco mucho, de verdad.

- ¡Ernest, me ha dicho que vendrá a ver a Gary, pero que llame al 911! - Le gritó mamá a papá desde el piso de abajo.

- ¡Pues llama joder! - Les respondió papá.

- ¡Ya va, ya va! - Gritó mamá. Estaba muy alterada.

Gary Gygax acabó el día en el hospital. Había sufrido otra de sus crisis. Sus padres Ernest y Almina se encargaban de él desde su primer brote. Se hacía difícil cuando tenía una crisis, pero el resto del tiempo Gary era un gran chico, con una gran imaginación. Si podía controlar aquello, posiblemente tuviera un futuro prometedor o al menos normal. Incluso podía llega a casarse y tener una vida más o menos normal...

Y es que durante sus brotes, Gary sufría un desdoblamiento de personalidad. Normalmente su mente se fraccionaba en cinco individuos. Holloc representaba la valentía, Aura su fe en dios, Theo su misticismo, Mequetrefre su lado travieso y Richard su lado más oscuro e individualista. Aunque no siempre que tenía una crisis su mente se desdoblaba en esas cinco personalidades, a veces era menos, en otras había otras diferentes como un tal Mordenkainen... pero siempre, todos ellos, veían la realidad alterada. Gary viajaba a mundos lejanos, fantásticos, llenos de peligros y en los que él era el héroe que debía resolver los problemas  que  en aquella realidad alternativa, le sucedían a todos sus mágicos y dispares personajes.

Con el tiempo y adecuando su medicación, logró  controlar aquellas crisis e incluso sacarles partido. El resto ya lo conocéis...

Y por cierto, se casó. Dos veces. Con su primera mujer tuvo nada más nada menos que cinco hijos y un sexto con su segunda mujer.

- ¿FIN? -