Partida Rol por web

Irisa pateo, grito, intento safarse de lo que le esperaba sin exito. El terror de la hoja bajando hacía su brazo la hizo cerrar los ojos. No podía creer lo que estaba apunto de pasar. Como si el tiempo se hiciera eterno hasta las lagrimas brotaron de sus ojos de tan fuerte que los mantenía cerrados.

En medio del jaleo, puede ver por el rabillo del ojo que la Teniente está en serios problemas; la misión es llevar la tarjeta, la jodida tarjeta, como su fuesen carteros llevando tarjetas de Navidad... pero avanzar en grupo tiene estas cosas; la gente puede ir cayendo, pero ir dejando gente detrás no es una opción.

Tras romper la cabeza al anterior, se recuelve para intentar ayudar a la Teniente, pero el movimiento ha sido malo; no llega a impactar en el atacante que quiere cargársela...

...Tampoco tiene claro cuantos tienen alrededor, ni si están acudiendo más hacia el ruido de la lucha; por un momento teme haberse equivocado al frenar su avance para intentar salvar a la Teniente, pero... joder, es lo que había que hacer!!

Ahora queda esperar que no la hieran y pueda seguir luchando.... A las malas,... conserva una granada.... para ella misma.

Íbamos avanzando como podíamos. La situación estaba verdaderamente mal, pero no sabía hasta que punto hasta que no vi a Irisa tirada en el suelo con aquel loco a punto de, como mínimo, amputarla un brazo. Vi moverse de reojo a la soldado, pero no sabía si llegaría a tiempo y no iba arriesgarme a perder a nadie allí.

- ¡Gruñiditos! - Exclamé al tiempo que me giraba hacia la teniente. Quizás llegase a tiempo a golpear a su agresor por la espalda y derribarle, pero dejaba a Man solo y con el flanco descubierto al moverme. Que menos que avisarle y de paso, enseñarle donde estaban el resto de mis juguetes.

Al girar hice que la chaqueta se elevase lo justo para mostrarle el cinturón al hombre y que pudiese ver como colgaban en él, a mi espalda, dos granadas de humo y otras dos explosivas, si es que su único ojo no se centraba en la parte más baja de mi cinturón y se distraía con mi trasero.

No sabía si optaría por usar alguna de ellas o no, pero si queríamos salir de allí con vida, iba siendo hora de empezar a confiarle otro tipo de armas a aquel hombre y la decisión de usarlas o no. Incluso de cual usar y como. A fin de cuentas, nos habíamos hecho una promesa y teníamos a la horda encima.

Ante lo dicho por Desolation, le miré con dureza.

-"Creo haberte dicho que estuvieras observando los monitores. De momento no hay ninguna arma para ti, hasta que no vea que es necesario. Estate atento a a las imágenes."

Volví la mirada a Serpiente.

-"Tenemos que esperar aquí hasta que regrese la comandante. Este es el sitio más seguro. Por cierto, ¿dónde encontrásteis a la Presidenta?"

Irina se removió en el suelo, intentando zafarse del pie de la zorra drogada y loca que la inmovilizaba, desesperada por lo que preveía estaba a punto de suceder. La mente era un mecanismo extraño; basaba su funcionamiento en adelantarse a lo que sus sentidos le comunicaban, para así aumentar su velocidad de respuesta, que no era otra que poder sobrevivir o aumentar sus posibilidades de sobrevivir.

Así, mientras la hoja metálica descendía, cortando el aire y con ello, la respiración de Irina, los ojos de la joven teniente se cerraron para lograr soportar el shock, y los segundos que transcurrieron hasta que el metal terminó de describir su movimiento, se sintieron como eternos, tanto para ella como para los demás.

Durante esos escasos segundos, Vasquez giró la cabeza y al ver su situación, se quitó de encima al loco que tenía encima, con el fin de apartarlo y llegar a tiempo para hacer un placaje en toda regla a la mujer de la espada, pero estaba lejos, demasiado lejos para llegar. En ese preciso momento, Grace dio un salto y se lanzó para intentar conseguir exactamente lo mismo. Era como ver tres películas a la vez: el sable descendiendo, Vasquez corriendo y Grace "volando", las dos alargando sus manos para agarrar, golpear o derribar a la mujer que estaba a punto de cortarle el brazo a Irina.

Solo cuando Grace inició la caída, un milisegundo más tarde, se dio cuenta de que no iba a llegar y su boca formó una "O" perfecta, trágica y llena de rabia, mientras el suelo, en el que iba a caer en plancha, estaba cada vez más cerca de ella.

Y en ese mismo instante, un cuchillo pasó por encima del cuerpo de Grace, y por al lado de Vasquez, y se incrustó en el cráneo de la mujer, atravesándolo de atrás hacia delante justo entre ambos ojos. La hoja abandonó su caída y fue el cuerpo lo que llegó al suelo, desplomándose justo al lado de Irina.

-¡Cuchillo de combate! ¡Nunca salgas de casa sin él!

Man sonrió, brevemente, y entonces se giró para quitarse de encima a la gente que había ido llegando, avanzando como si fuese un tanque y empujándolos, creando un pasillo para que avanzarais.

Los ojos de Irisa se abrieron de golpe al sentir el liquido caliente sobre su cara. Los ojos se clavaron inmediatamente en el cuchillo que atravesaba el cráneo de su atacante. No sabia a quien debía de agradecer la intervención, pero no era el momento todo era caos alrededor. Se levanta como puede recoge su arma y corre tras el tanque humano sin mirar atrás.

No fuí lo suficientemente rápida, ni Vásquez tampoco. Estaba segura de que Irisa perdería el brazo cuando vi aquel cuchillo pasar sobre mí y clavarse en la cabeza de aquella zorra con fuerza y precisión. El cuerpo de aquella puta se detuvo de inmediato y se desplomó como si de un arbol recién cortado se tratase, quedando la teniente libre de aquella loca. Pero aún habían más.

Me levanté tan rápidamente como puede, escuchando la voz de Gruñiditos a mi espalda. Su acto no solo había salvado a Irisa, sino que había hecho que se ganase mi respeto. Me giré a mirarle agradecida y en mi retina se quedó grabada esa leve sonrisa suya. Pero aún debíamos salir de allí antes de celebrar nada y le ví empujar de golpe al tropel que teníamos delante.

- ¡Vamos! ¡Vamos! - Exclamé tirando de Vasquéz e incitándola a moverse al ver que Man había abierto un hueco.

Irisa no tardó en pillar la idea de la huída y empujé a Vásquez delante mía para que se moviese. No había más tiempo que perder. Cuando ambas rebasaron a Man, le miré y tiré de su manga, mientras que liberaba una granada de humo de mi cinturón.

- Saldremos de aquí juntos, o no saldremos.

Estaba claro que no iba a dejarle atrás y menos aún después de todo lo que había hecho. Aunque me tocase aguantarle con el ego desmedido durante las horas que nos quedasen de vida. Además, la promesa seguiría en pie mientras yo lo hiciese.

Tirando de él, comencé a correr y tras dos buenas zancadas, y asegurándome de que mis tres acompañanes estaban delante mía, dejé caer la bomba de humo detrás nuestra con la intención de despistarlos. Aún me quedaba otra que podría usar unos metros más adelante... y entonces esprinté.

En cuanto aquella zorra dejó de respirar, todos se pusieron en movimiento, siguiendo a Man, que se quitaba de encima a todos cuanto aparecían a su paso. Detrás de él avanzaron Irina y Grace, que tiraba de Vasquez para largarse de allí. Dado que eran más rápidas, no tardaron en adelantarle.

-Maldita sea. Te estás volviendo viejo y gordo, Man -se dijo así mismo, mientras seguía a las tres zorras. Sin embargo, no tardó en sentir otro tirón por parte de Grace y una mirada de complicidad entre ambos.

- Saldremos de aquí juntos, o no saldremos.

Man vio a Grace sacarse una granada de humo y lanzarla detrás de ellos. Eso les dio la opción de escapar, a pesar del cansancio y estar en inferioridad.

Finalmente, Grace volvió a alcanzarle y Man la miró, algo sudoroso por el esfuerzo.

-Ya veo... que te gusta lucirte... La próxima vez... correrá de mi cuenta -consiguió decirle, mientras huían para ascender por la pendiente y dirigirse a toda velocidad hacia la colonia.

Vásquez maldijo por su propia torpeza. Por errores como ese, morían compañeras, como podría haber pasado con la Teniente, de no ser por el viejo.

Arrancó el cuchillo de la cabeza del cadáver y echó a correr tras Gruñiditos. Al llegar a su altura, se lo extendió presentándole el mango...

-Eso no se aprende en el asilo... ¿quien coño eres?

Pero no espero respuesta... ya le se lo contaría si le salía de los cojones.... y a su vez, sacó su acero, intentando rajar carne en su carrera....

Vasquez había tardado en reaccionar, pero cuando lo hizo, fue para devolverle el cuchillo a Man, mirarle con curiosidad y, sobre todo, seguir golpeando y abriéndose camino, y con ella, todos los demás.

El humo resultante tras la explosión de la granada permitió finalmente al pequeño grupo conseguir la distancia suficiente como para alejarse de la mina y alcanzar la colonia, aproximándose así a la calle principal, desde donde podrían llegar a la cárcel. Durante el trayecto, la confianza en el éxito de la misión, que pendía de un hilo, fue a pesar de todo aumentando, al haber logrado escapar de una situación difícil. No obstante, eso solo significaba que aún quedaba lo peor, y lo sabíais, sobre todo porque no habíais encontrado ni rastro del líder de aquellos locos.

Pero ahora, la prioridad era reunirse con Snake, Jericho y la Presidenta.

La pregunta de Jericho resonó en el aire como el olor de un guiso, recorriendo cada esquina de la prisión, y despertando la atención de todos sus ocupantes. Williams, visiblemente cabreado por no disponer de armas, se dirigió hacia los monitores. Arlene, simplemente se apoyó contra la pared, a la espera de lo que pudieran hacer, aunque sin albergar esperanza alguna para ellos.

Y los otros dos hombres, miraban entretenidos por el lugar, en busca de cualquier cosa que les resultara útil.

No obstante, el único ojo de Snake parecía darse cuenta del verdadero problema. El tren. Si no llegaba, estaban jodidos. Si lo hacía demasiado tarde, estarían jodidos. Y aún así, con todos esos esperando por allí cerca, estarían jodidos de cualquier manera.

En resumidas cuentas, pasara lo que pasara, iban a joderles vivos.