Te sentías como si te acabaran de quitar una enorme losa de encima con aquella noticia, recordabas el día que entraste en este lugar como si hubiese pasado una eternidad.
Albert comenzó a responder a tus preguntas – Mañana, a Sao Paulo – Bueno, no era al mismo lado de tu casa, en la ciudad de Metrópolis en EEUU, pero nada que no se pudiese salvar con una horas de avión.
- Cuando llegues a la ciudad te esperará tu enlace, no te preocupes que se te dirá el resto allí - Sonrió y te dió una palmadita en la espalda - y por mi… no te preocupes, tiene que haber alguien aquí y aún no han terminado mis servicios.
No tenías mucho que recoger así que esas escasas horas que te faltaban para partir aún se te harían eternas.
Por mi parte puedes avanzar hasta la hora de tu partida.
Sin contener el impulso abracé a Albert como si me acabasen de dar la noticia de mi próxima paternidad. Estaba emocionado. Sao Paulo estaba lejos... lejísimos de mi casa, de mi vida... de Kathy. Pero era la Tierra. La idea de vivir en una estación orbitando en un lugar desconocido y construida y estructurada entorno al cuerpo de un extraterrestre del que se extraía la carne que comía media humanidad no era en absoluto tranquilizador. Más bien en alguna ocasión había soñado que el alienígena se hartaba de que lo fileteásemos y devoraba toda la estructura con todos nosotros dentro.
- Gracias, Albert. Muchas gracias. Tienes mi palabra de que seguiré ayudandoos.
Aún no sé porque salieron aquellas palabras de mi boca. Realmente no las pensé. No quise hacer que creyera que estaba completamente unido a la causa... simplemente surgieron con un convencimiento total de llevarlas a cabo.
Según Albert me había dicho en Sao Paulo contactaría conmigo otro miembro de los consistas y allí ya vería qué se me encomendaba hacer. Pero yo no tenía mente para otra cosa que no fuese reencontrarme con mi yo de hacía unas semanas. Pues aunque parecían meses... años... sólo habían pasado unas semanas desde que fuese secuestrado. Así había querido plasmarlo en mi mente... todo aquello no había sido ni una equivocación ni una mala broma... había sido un secuestro y por lo tanto un crimen que con ayuda de los Consistas, haría pagar al responsable.
Y hablando de responsables aún tenía una visita que hacer al encargado de la Compañía. Para despedirme. Me aseguré que le había pagado el dinero que le debía (no quería ser deudor de un tipejo como aquel) aunque tras la revelación de que las llamadas eran monitorizadas me pensé dos veces llamar a mi mujer y meterla en un lío o llamar a Schoken y provocar que me denegasen mi traslado. De cualquier modo ardía en deseos de saber si alguien les había dado alguna explicación a mi mujer y a mi jefe sobre mi desaparición.
Aquella noche no dormí apenas. Daba vueltas en el camastro sin conseguir pegar ojo. Pero no por excitación o por deseo irrefrenable de salir de allí. En cierta manera algo dentro de mí me decía que aquel horror no estaba precisamente a punto de llegar a su fin.
Listo!