Partida Rol por web

-¡Mira por dónde! ¡Otra rata! ¡Je, je, je!

-¡Eh, tú, no corras que es peor!--avisa el enano de la cadena armada al trasgo que huye.

-¡Cuidado, chicos! Parece una emboscada--susurra luego Gunnar a sus compañeros empleando un tono ciertamente conspiranoico.

Joder, estoy yo para perseguir a pieles verdes- resopla Tordek al ver como el goblin comienza a correr por el pasillo- ¿trampa? bueno, al menos sería algo de acción. Claro que dudo mucho que los goblin puedan divertirnos mucho. Al fin y al cabo son... goblins. 

¡A por él! ¡A ver si podemos agarrarle antes de que se escape y avise a sus compañeros!

Tamara no tiene la más mínima intención de permitir que aquel bichejo se escape y dé la alarma: un goblin no es nada, y 20 goblins tampoco son nada... pero 200 goblins son un montón de nada y eso sí ya es un problema.

Además, si se lo preguntamos adecuadamente quizás nos cuente qué se esconde en los distintos pasillos de este inmenso laberinto subterráneo en el que se ha convertido Bajomontaña.

Ey, otra moneda de oro-dice- quizás el goblin este señalando el camino con ellas- responde- es mas, quizás el goblin sepa donde hay mas de estas monedas- se acerca a la misma y la coge, examinándola.

Según vio al goblin, Pandarg instintivamente echó mano a una flecha y disparó entre sus compañeros, acostumbrado a ello y sin que le supusiera molestia, tratando de acertar a la criatura en su huída...

Imprudentemente el elfo emprende la carrera tras la criatura, dejándo a sus compañeros atrás, mientras desenfunda sus dos rapiers, siente como le zumba por la oreja una de las flechas del clérigo mientras pensaba para sí mismo.

Un goblin arrojando monedas, eso es un goblin con fortuna, pero un goblin perdido, no avisará a nadie....

Siguiendo a sus compañeros, y tratando de evitar ponerse en vanguardia, Tamara también emprende la persecución de aquel pequeño goblin.

¡No huyas! ¡Acabarás igual de tieso, pero más cansado!

La compañía por fin se encontró con el primer posible enemigo, el cual estaba huyendo después de avistar al grupo. Ikaru salió a correr detrás de él preparando sus armas, no avanzó mucho cuando vio como una flecha volaba silbando al lado de su oreja y se incrustaba en medio de la espalda del goblin con un ruido seco.

Tamara animó a sus compañeros a que dieran caza al goblin, mientras que Gunnar y Tordek se adelantaron un poco. Este último se agachó a cojer la moneda de oro que había dejado el goblin ¿o que iba a cogerla?

De repente una explosión junto a una columna de fuego brotaron de la moneda. La explosión dio de lleno al enano y el fuego hizo que le empezara a arder la mano y las barbas. La moneda seguía en la mano, pero se había puesto al rojo vivo.

Ikaru nota a su espalda un gran fogonazo y un calor que le llega por detrás

Por el gran Reox- grita Tordek. ¿Quien iba a pensar que una simple moneda iba a causarle todo ese problema? El enano mueve sus manos frenético, apagando el fuego de su barba y soltando la moneda y maldiciendo como solo un enano sabe hacer.

Tamara se detuvo al lado del ardiente enano.

La avaricia os ha perdido esta vez, Tordek; la próxima quizás deberíamos ser menos cautelosos con los escalones y mucho más cautos con las monedas de oro, por lo que parece.

-¡Ja, ja, ja!--ríe socarronamente Gunnar al ver cómo de la barba de Tordek emanan un par de hilillos de humo--Por una v... esto... como siempre, como siempre... la niña tiene razón. Luego no digas que no te avisé.

Tamara, ¿te paso una tiza para que vuelvas a explicar a estos enanos que yo disparo a lo que se aleja, Ikaru vigila donde pisamos y ellos matan a lo que se acerca? pregunto socarronamente Pandarg.