Partida Rol por web

Sin abandonar su posición central en el grupo, avanza con sus compañeros. Se queda observando sus imágenes reflejadas en los espejos, cuidándose de no rozar siquiera los espejos, y esquivando incluso la antorcha del suelo.

Vaya, parece que ya tenemos la explicación de las luces -susurra. -Puede que debiéramos haber escogido el camino del sur o el norte entonces. -comenta mirando a Bellatrix, tratando de apaciguar el enfado de la hechicera por haber elegido este camino.

-Confiemos en que la luz de los dioses nos sea propicia... oh, ¿qué hora será? aún me quedan los rezos de la tarde y el anochecer.- Una sombra de auténtica preocupación aparece en su rostro normalmente afable, mientras medita sobre como mantener sus rezos diarios en la oscuridad de estas cuevas, algo que aún no se le había ocurrido.- Que El Dios Quebrado me perdone si me retraso ¿Cuánto tiempo creéis que llevamos aquí?

Tu dios me ha confesado que quiere que recemos juntos. En una habitación, desnudos, enredados entre las sábanas.

Pero tú no obedeces a tu dios. Serás castigado por ello

 Ante la sugerencia y la pregunta de Medrik, el pelirrojo caballero contesta.

 - El pasaje continúa, y si hace poco esta antorcha estaba en llamas, quien la encendiera aún andará por aquí...- Mirando al sacerdote agrega.- Acerca del tiempo que llevamos por aquí, no creo que sea mucho más de una hora. Sugiero terminar de dar un vistazo por este pasaje antes de explorar otro antes.

Siempre igual Bellatrix... recuerda que incluso en las profundidades de esta cueva Ilmater puede oir lo que dices. Dice negando con la cabeza. Um, bueno, si sólo llevamos una hora aun queda tiempo para media tarde, así que no voy retrasado.

Medrik suspira realmente aliviado, al tiempo que retrocede y se agacha para rozar con los dedos la punta quemada de la antorcha, tratando de determinar si queda algún resto de calor que pueda indicar que lleva poco tiempo en el suelo.

Lo se, lo se, Él me lo acababa de susurrar aquí, al óido... Mira, de esta manera

Me acerqué a Medrik por detrás y puse mis labios en su oreja

Es mi deseo que tú, mi fiel servidor y esta joven tan dulce yazcáis en la misma cama, desnudos y, tras un acto de sumo placer en el que llegarás a verme, recéis juntos las oraciones

Os encontráis en una sala de espejos. Tocáis el cabo de antorcha que está en el medio para saber si se hacía poco tiempo que había sido apagada. La tea estaba fría. No podéis saber el tiempo que lleva ahí.

Es Pierot el que le presta más atención a los espejos. Parecen todos iguales, con las mismas molduras plateadas, colgados de los mismos ganchos que hacen que estén pegados al muro. Todos pulidos y brillantes, sin una mota de polvo perceptible. Y todos con el mismo débil aura mágica que irradia de ellos.

Elías es el que va primero con todos su sentidos atentos, seguido muy de cerca por Pierot y el resto en su posición habitual.

De pronto algo hizo a Elías detenerse, una sensación de peligro, de que algo no iba bien que le hizo que se le erizara el pelo de la nuca. 

 Atento a las reacciones de Elías, Pierot detectó la turbación en su semblante. Algo no marchaba bien. HAbían compartido suficientes aventuras como para darse cuenta de ello.

 - ¿Qué sucede Elías?- Dice acomodándose el escudo en gesto protector hacia adelante.

No lo se, pero algo falla. Como decia mi maestro: Reza a tu Dios y prepárate para lo peor. Tenso va mirando a su alrededor, buscando determinar de donde vendrá el peligro. No me gustan un pelo estos espejos.

 Mirándolos de nuevo pregunta.

 - ¿Y si los quitamos de sus soportes? ¿O les damos la vuelta?

No digo que no confie en el amor que sienta tu Dios por tí Pierot, pero prefiero que espereis para ver si encuentro que falla antes. Se pone a examinar el entorno detenidamente.

¡Por fin algo de acción! exclamé entusiasmada.

No saqué mi arma, prefería atacar primeramente con hechizos. 

Medrik, querido, seguiremos nuestra conversación más tarde, ahora es Ayax y su sed de sangre la que me atrae

¡Bellatrix! exclama el monje poniéndose rojo. Al ver que Elias se detiene, se pone serio y se levanta. Toca el símbolo que lleva bien visible colgado al cuello mientras susurra el comienzo de un rezo y después cierra sus puños poniéndose en guardia. Por precaución, observa a su alrededor, centrándose en observar la retaguardia del grupo, que es la zona de la que le toca preocuparse. ¿Ves algo más, Elias?

No veo nada Medrik, pero mi olfato de zorro me dice que aquí hay algo, algo malo. Va examinando detenidamente el suelo, los espejos y el techo.

La sensación de peligro no se le pasaba a Elías. Todo os pusisteis en guardia. Si algo habíais aprendido en vuestras aventuras era en confiar en su instinto.

Algo raro pasaba pero no erais capaces de encontrar el origen de esa sensación. Miráis alrededor y todo está silencioso y tranquilo. Sólo vosotros y los espejos con vuestros reflejos.

Elías se acercó a uno de ellos. Parecía un espejo normal, salvo por la pequeña luz mágica que irradiaba en todos ellos. En ese instante se dio cuenta de lo que pasaba, su reflejo había dejado de seguir sus movimientos y le miraba fijamente, con una diabólica sonrisa en la cara.

Os dais cuenta que en todos los espejos en donde os reflejáis, vuestras imágenes actúan igual. Ante vuestra sorpresa, dan un paso adelante, saliendo de los espejos, y se plantan enfrente vuestra.

 De repente todo cobró sentido, una especie de artimaña, una treta mágica, sus reflejos salieron de los espejos para asaltarlos.

 Sin saber las capacidades de estas sombras, temiendo que la que parecía Bellatrix empezara a lanzar conjuros, desenvainó y descargó acero contra el reflejo de Belaltrix.

Medrik se queda paralizado al ver a sus reflejos salir de los espejos. Cuando se recupera un poco de la sorpresa, ve como Pierot trata de atacar al doble de Bellatrix, aunque se ve incapaz de hacer él lo mismo. Atacar a sus propios compañeros de grupo es algo que le supera, incluso aunque entiende que no son realmente ellos y sus actitudes parecen amenazadoras. Finalmente, decide coger un pergamino de uno de los estuches que cuelgan de su cinto y desencadenar el conjuro que almacena. Cuando termina de leerlo crece hasta el doble de su altura, quedando en una mejor posición para poder alcanzar a curar a sus compañeros, mientras trata de reunir fuerzas para atacar a los reflejos.

¡Eh! grité a Pierot cuando se lanzó a por mi reflejo

¡Esa maldita zorra es mía! ¡No es mi reflejo, soy mil veces más bella que ella!

¡Guarra! y me lancé contra ella con mi maza en alzo para partirle la cara

¡Mierda! Esto si que no me lo esperaba.

Nuestra primera batalla de verdad en un largo tiempo. ¡Vamos princesa! dijo tocando el filo de su hacha y empezó a moverla de un lado de su mano al otro. Después miro uno por uno a las imágenes de sus amigos.

Recordad que El Falso Medrik puede curarles, quizá debamos repartir nuestros ataques, y recordad, ellas no tienen nada que perder, es posible que usen todo lo que tenemos en nuestra contra. Hagamos nosotros lo mismo, no escatiméis en recursos o acabarán con nosotros. ¿Entendido? Creedme yo no escatimaré en los míos.

Entonces los ojos de Ayash se inyectaron en sangre y lanzó su gran hacha contra el doble de Medrik.

La sorpresa del momento paraliza unos instantes a Elías. Acto seguido el bardo retrocede unos pasos para estar mas resguardado por sus compañeros, saca su mandolina y empieza a tocar. La fuerza empieza a fluir dentro suyo y se siente mas confiado. Venga chicos, solo son una sombra de lo que somos. Al que le derribe al de Bellatrix 10 puntos.

Vuestros reflejos se lanzan contra vosotros con la cara desdibujada por el odio.