Partida Rol por web

Hola, soy Edward. ¿Vais a bajar a Bajomontaña? ¿Sois héroes?.- el joven iba andando en cabeza y se giraba continuamente para preguntaros

 El pelirrojo caballero asiente ante las palabras del anciano escribano. Ante la llegada del joven mozo dice con gesto digno.

 - Saludos Edward, yo soy ser Pierot Benedigno.- Ante estas palabras una sonrisa brota bajo su poblado mostacho y añade.- Y así es, Edward, vamos a Bajomontaña. Al parecer tenemos indicios de que somos requeridos allá abajo.

 Tras una pausa, apunta.

 - En cuanto a si somos héroes, dejemos que nuestras acciones hablen por nosotros. Las palabras muchas veces, en estos casos, están de más... y ahora, ¿nos guiarás?

-Gracias. 

Después de agradecer al anciano, Medrik sigue al niño y a Pierot hacia la posada. Sonríe ante la pregunta del muchacho, y asiente a lo que responde Pierot.

-Bien hablado Pierot, tan solo tratamos con lo que podemos de hacer de este mundo un lugar mejor. Dice con humildad. Muchacho,¿corre algún rumor sobre qué ha podido causar los temblores?

Mientras camina, Medrik se fija en la destrucción que se van encontrando en la siempre considerada como la ciudad más radiante de los Reinos. Siente el dolor de las gentes con las que se encuentran, y a medida que avanzan su gesto se vuelve cada vez más serio y afectado. 

-Dioses... cuesta imaginar por lo que están pasando estas gentes, obligadas a abandonar sus casas, cuanto tienen, e irse sin nada más que lo puesto. Ojalá podamos hacer algo.

Ellos no, pero yo soy toda una heroína. Si no has oído hablar de Bellatrix, no tardarás en hacerlo. ¡Soy conocida en muchos lugares! respondo ante la pregunta del niño

Ya nos podía haber acompañado un apuesto y fornido guerrero..

Lo que no diremos es porque eres conocida Bellatrix. Toca una suave melodia para suavizar la broma. A veces Bellatrix era muy desproporcionada con estas cosas sin embargo la naturaleza de Elias le obliga a hacer estas cosas.

Por asesinar a hombres con lenguas tan afiladas como las tuyas, Elias respondí a su comentario como quien dice que la mañana se ha quedado con buen tiempo

La tierra comenzó a temblar hará unos cuantos días. Los edificios se caen encima de la gente y desde entonces huyen de la ciudad. Han venido algunos aventureros que quieren bajar a Bajomontaña.

El niño continuaba moviéndose entre las calles, guiando al grupo entre el caos reinante.

Después de bastante rato callejeando, llegais a la zona del puerto. Os dais cuenta que no es la mejor zona de la ciudad, y por un momento os asalta la duda de si os estarán llevando a algún otro sitio.

Al final, el pequeño Edward, os lleva hasta vuestro destino...la posada El portal bostezante.

Os encontrais con un edificio de dos plantas, sucio y desvencijado. De piedra gris con tejado de pizarra. En su puerta cuelga con dos cadenas de una barra de hierro, un cartel con letras negras grabadas a fuego donde podeis leer "El Portal Bostezante".

El joven Edward se despide de vosotros, no sin antes deciros que el propietario es Durnan, que seguramente lo encontrareis detrás de la barra y que lo reconecereis porque es grande como una montaña y fuerte como un toro.

Flanqueando la posada, veis una taberna con un cartel parecido a al del Portal que pone La Jarra Vacía, y al otro lado otro que reza Casa del Placer Madre Salinka

 Tras examinar el destartalado estado de la posada, el caballero desmonta de su corcel, acompañando sus movimientos por el tintineo metálico de su armadura de placas.

 - Vayamos a ver a ese tal Durnan.

 Dice mientras se interna en el viejo edificio de mampostería.

El clérigo se vuelve hacia el chico mientras rebusca en su bolsa. Gracias pequeño. Le dice al tiempo que le tiende dos monedas de plata bastante desgastadas.

Cuando ve el rótulo que reza "Casa del Placer Madre Salinka" niega con la cabeza, mostrando su desaprobación.

Mientras avanza hacia la posada siguiendo a Pierot, se fija en los edificios de alrededor por si hay algo interesante aparte del burdel y la taberna.

Suspiré al ver la posada "Casa del Placer Madre Salinka"

Si hubiera allí hombres que me hicieran sentir mujer... Pero seguro que solo hay fulanas

Y, sin decir nada más, sigo a mis compañeros

Entrais en la posada del Portal Bostezante

Del interior sale ruido y calor, el ruido y calor que desprende una posada llena de gente bebiendo y vociferando. Entrais directamente en la sala común.

El interior es oscuro y desordenado aunque da una agradable sensación de comodidad. Tablas de gastada madera recubren suelo. El techo recubierto por tapices y paredes de madera con un rail de metal para sujetar las jarras.

Varias mesas rodean lo que llaman el Pozo Seco, la entrada a Bajomontaña. La iluminación corre a cuenta de grandes candelabros móviles, repletos de velas que cuelgan del techo por medio de largas cadenas de hierro.

La posada estaba bastante concurrida. A los ya clientes habituales, había que sumarles una gran cantidad de curiosos que querían ver a los aventureros que se atrevían a descender a Bajomontaña.

Varias atractivas camareras se esforzaban por dar de beber y comer a todos los clientes que allí se encontraban. Detrás de la barra, un humano atendía a los que allí se encontraban....Durnan, oís como la gente le llamaba para pedir otra cerveza.

Una de las camareras se acerca cuando entrais.... Buenos días, ¿una mesa?, y mirando por encima del hombro de Pierot, ¿para cuantos?

Miré a mis compañeros y pregunté

¿Alguien tiene hambre? ¿O nos vamos directamente a Bajomontaña?

Lo dije suficientemente alto para los allí presentes supieran cuál era nuestro destino

 Pieront tras dar un vistazo a la posada y la pregunta d ela camaraera iba a responder cuando Bellatrix se apresuró.

 - Comer algo no nos hará ningún mal, pero más importante que esto es lo que podmeos descubrir. Al parecer estas gentes pueden saber algo de lo aque allí aguarda. No estaría mal ir sobre aviso y preparados por lo que allí podamos encontrar.

 Atendiendo de nuevo a la camarera apunta.

 - Mesa para cinco, por favor.

-Sí, no conviene apresurarse... además, voy retrasado en mis rezos del mediodía.

El clérigo se dirige a la mesa que les prepare la camarera. Al sentarse, cierra los ojos y reza en voz casi inaudible durante un par de minutos.

Me senté junto a Medrik. Había pocas cosas que me produjeran más satisfacción que molestarle, aunque fuera un poquito.

Acerqué mis labios a su oreja y le soplé suavemente, para ponerle nervioso

Se dirige a la camarera. Un vino y carne fria para mi ¿Sabe algo interesante de Bajomontaña?

Ayash no pudo mostrar una amplia y agradable sonrisa al ver la cantidad de mujeres que había en aquel lugar. Todas las mujeres eran preciosas y no paraba de mirar a una cuando una mujer mucho más bella se cruzaba en su mirada. 

El semiorco siguió a sus compañeros pero no les prestaba no la más mínima atención pues sus ojos, su cabeza y demás se iban detrás de las curvas de las mujeres allí presentes.

De vez en cuando solo miraba al "estrecho" de Medrik por si estaba juzgándole con su mirada como era habitual en él.

Era normal, un tipo como él jamás entendería la forma de vida de Ayash.

La camarera asiente y os lleva a una mesa un poco más apartada de la gente de la barra. Os toma nota y se va a la barra a por el pedido.