Así pues, el día transcurrió, con todos los habitantes de la casa buscando espejos para ver sus nuevas formas. Ninguno se había librado, aunque algunos habían salido mejor parados que otros. Sin duda, quien mejor estaba era Minna, y quien peor, el Señor.
El día pasó agitado, así como la semana siguiente, y el mes siguiente, mientras se adecuaban a su nueva manera de vida...
Y el pecho de Ethan latía con su luz rojiza, y la rosa se mantenía fresca...