Partida Rol por web

Fatal Frame: Mermaid Song

Capítulo Final

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14/03/2020, 14:29
Sumo Sacerdote

A los pies del Sumo Sacerdote había un balde oscuro de porcelana cubierto de una sustancia viscosa y rojiza. Las asas eran dos carpas con la boca abierta, agachándose lo suficiente para agarrar el cuerpo escamado del animal y alzarlo sobre su propia cabeza, haciendo que el resto de ciudadanos se acercaran con admiración hacia el centro del cenote.

Bendita sea la sangre pura de aquellos nacidos en tu sacrificio, pues ella santificará nuestro alimento.- Lentamente volteó el balde para verter el contenido sobre el cuerpo de Shin-hye, cubriéndola con sangre.- El bocado de la salvación, nuestro pasaje hacia la eternidad.- El cabello de la joven Ningyo se humedeció, dejando restos de grumos en las puntas. El encargado de la ceremonia tuvo especial cuidado de cubrir cada centímetro de su cuerpo, desde el rostro dormido de la joven hasta sus manos, descendiendo gotas carmesíes por el suelo.

Una vez terminó, dejó con cuidado el balde en el suelo y alzó su bastón, pasando los cascabeles a escasos centímetros de la chica haciendo un recorrido sonoro hasta terminar sobre el bajo vientre.

Hermanos, comed del fruto de la madre protectora.- Alzó el rostro para bañarse de la luz de la luna, la cual ahora mismo enfocaba el cuerpo sangrienta de la Ningyo antes de apartarse un par de pasos, soltando pequeñas frases en un idioma antiguo mientras movía su bastón para emitir ruido.

A cada zancada del bastón contra el suelo los ciudadanos respondían. Se movían hacia la Ningyo, hambrientos fantasmas dispuestos a completar el ritual y los cuales no tardarían en encontrar su objetivo.

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14/03/2020, 14:38
Kim Sun Hee

Sun Hee, horrorizada, se dispuso a atacar al Sumo Sacerdote para que parara el sacrificio, aunque su objetivo viró al comprobar que Audrey tenía intención de atacar a Brandon, aprovechando que su linterna falló el primer golpe.

Giró de manera brusca, enfocando con la cámara hacia la sacerdotisa y pulsando el botón de disparo, haciendo que la joven sacerdotisa recibiera el flash directo hacia su alma.

¡No dejaré que le hagáis nada a Unnie! – No esperó a comprobar si había acabado con ella aunque sí escuchó sus gritos de dolor, tapándose el rostro intentando quitarse la máscara antes de que su cuerpo se desvaneciera, volviéndose una con el agua.

La violinista corrió para acortar la distancia que la separaba del núcleo del cenote, un recorrido que poco a poco acortaban los fantasmas del pueblo. Algunos ya habían llegado a la piedra y escalaban con pesadez la superficie rocosa, otros tardaban más al tener el impedimento de andar con el agua por la cintura, frenando su paso, pero ninguno le quitaba la mirada a Ningyo. Tenían claro lo que había que hacer para salvarse y tenían hambre, mucha hambre.

Notas de juego

La tirada la hice en el primer post pero vaya, que le da.

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14/03/2020, 14:50
Mië

Sun Hee estaba demasiado pendiente de salvar a su amada y no se percataba más allá de lo que ocurría en el altar, pero Brandon sí pudo darse cuenta de que alrededor las aguas estaban inquietas. Una zona oscurecida, aquella donde la cueva se expandía en pequeños huecos donde la luz no incidía en la piedra creyó ver una corriente de cadáveres flotando tranquilamente, como si se tratasen de nenúfares.

De pie sobre las aguas estaba la mujer que había visto en el templo cuando se encontró con Takayuki, la misma que congelaba el suelo donde pisaba como si fuera la misma representación de la fría muerte, la que había sido víctima de un ritual que no le pertenecía y vagaba en el plano terrenal buscando descansar.

Se detuvo a escasos pasos de donde la luz lunar iluminaba el altar, sin entrar en aquél círculo como si de una barrera se tratase simplemente observando como una impaciente espectadora.

Brandon creyó escuchar en su oído un susurro hueco de garganta seca directamente en su cabeza, constándole articular las frases como si acabaran de cortarle las cuerdas vocales.

No soy ninguna Ningyo. Sólo quiero descansar con los míos.

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15/03/2020, 12:54
Brandon Marshall

Mi intento de alcanzar a Audrey con la linterna había fracasado, aunque Sun Hee había tenido una mejor suerte, acertando de lleno en el cuerpo de la ahora fantasmal afroamericana, quien ahora se desvanecía con la misma facilidad que lo había hecho la mujer fantasma de la casa durante nuestra primera visita al mundo espectral.

-El ritual... -murmuré, al observar que el Sumo Sacerdote había rociado a la novia de Sun Hee con el balde repleto de sangre y ahora se la ofrecía a los aldeanos, como si se tratase de un sabroso plato de carne que acababa de sazonar. No pude evitar sentir un inmenso pavor al advertir cómo los hambrientos fantasmas del pueblo avanzaban en dirección a la Ningyo para alimentarse de su carne-. Sun Hee... ¡Ya vienen!

No sabía si el Sumo Sacerdote había finalizado ya el ritual, pero a juzgar por su última frase, la Ningyo ya estaba listada para que los habitantes del pueblo pudieran probar su carne. En ese momento divisé a aquella mujer capaz de congelar al agua, Mië y su voz resonó directamente en mi cabeza.

-¿Qué te hicieron? -dije en tono bajo, desconcertado, pues no sabía gran cosa sobre Mië, aquella criatura de la que había tenido que huir en la oscuridad mientras me enfrentaba a Takayuki. Por lo que había dicho el pescador, Mië solo había sido una víctima de lo sucedido. Aun así, era una criatura peligrosa, por lo que me revolví inquieto sin darle la espalda, sin saber si iba a atacarme de un momento a otro-. ¿Fué él... el pescador?

Desesperado, apunté con mi linterna hacia el Sumo Sacerdote para tratar de alcanzarlo con el haz de luz de la linterna, pero sin ningún tipo de éxito. Si Sun Hee no tenía más carretes para echar fotos, teníamos un serio problema.

- Tiradas (1)

Motivo: Ataque Linterna a Sumo Sacerdote

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 54 (Fracaso) [54]

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16/03/2020, 14:01
Kim Sun Hee

Los más cercanos a Shin-hye ya acariciaban sus tobillos desnudos en un lento ascenso de adoración, otros enredaban sus dedos entre los cabellos, moviendo grácilmente su rostro inconsciente, estando completamente a la voluntad del hambriento pueblo. Poco a poco fueron rodeando el altar para buscar su sitio en la mesa, dejando de ver la figura de la Ningyo entre tantas cabezas.

¡¡Unnie!! – Apurada sabiendo que la vida de su amada dependía de unos pocos segundos no quiso arriesgarse a fallar, pulsando un botón lateral de la cámara para sacar el carrete básico y coger de su bolsillo un único carrete de tonalidad dorada donde podía leer “00”, incrustándolo con tanta fuerza por la premura que no sabía si lo había roto.

Por suerte no fue así, disparando casi sin apuntar y dando de lleno al cuerpo del Sumo Sacerdote, quien se retorcía por el impacto directo mientras se apartaba un par de pasos. Aquél golpe había sido efectivo aunque todavía no había caído, pero tal vez podríais usar esa confusión que tenía ahora para acabar con él de una vez por todas.

No podemos dejar que se la coman, ¡tienes que matarlo Brandon! – Apresuró la violinista mientras volvía a cambiar el carrete, tirando el Tipo 00 al agua.

Por su parte Mïe seguía observando a los acontecimientos sin poder acercarse, esperando pacientemente.

Notas de juego

Está stuneado así que le queda 1/2 vidas y la tirada sería a dif 50 :)

¡Venga que terminamus!

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17/03/2020, 13:30
Brandon Marshall

Los aldeanos se aproximaban ya a Shin-hye y solo era cuestión de tiempo que comenzasen a devorar su cuerpo desnudo embadurnado de sangre.

Sun Hee había alcanzado con su cámara de lleno al Sumo Sacerdote, aunque yo no tuve tanta suerte. El haz de luz de mi linterna pasó a escasa distancia de la cabeza del religioso, aunque sin llegar a afectarle en lo más mínimo. No me lo podía creer. ¿Era posible que fuese el afroamericano con peor puntería de todos los Estados Unidos de América?

-Estamos jodidos... -me dije para mis adentros, convencido de que algo raro le tenía que suceder a la linterna para que no fuese capaz de alcanzar al Sumo Sacerdote a tan cercana distancia.

Rápidamente, me lancé sobre Sun Hee, quitándole la cámara de las manos con intención de utilizarla. Quizá solo fuera cosa de mi linterna y aquella cámara tuviera mayor potencia en su flash. Tomando la cámara, decidí apuntar hacia el Sumo Sacerdote y disparé. Por desgracia, fue inútil, puesto que no alcanzó al Sumo Sacerdote, sino a mis propios pies.

-¡Joder! ¿Qué leches le pasa a estos trastos? -exclamé, desesperado, sabiendo que no teníamos muchas opciones más de salvar a Shin-hye.

- Tiradas (2)

Motivo: Atacar al Sumo

Tirada: 1d100

Dificultad: 50+

Resultado: 46 (Fracaso) [46]

Motivo: Usando la cámara de Sun Hee

Tirada: 1d100

Dificultad: 50+

Resultado: 6 (Fracaso) [6]

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18/03/2020, 11:20
Kim Sun Hee

Posiblemente la premura no acompañó a Brandon, quien veía fallando todos sus intentos de herir al Sumo Sacerdote aunque su fantasma no es que fuera precisamente rápido esquivando. Es más, ni siquiera se había movido del sitio curioso de saber si el chico daría algo.

Sin embargo Sun Hee no quería formar parte de ese juego, más bien aprovechó que Brandon le quitó la cámara para echar a correr pasando al lado del Sumo Sacerdote, quien sí que intentó pararla estirando sus brazos y haciendo que la violinista se agachara, cayéndose prácticamente al suelo y levantándose para que no la cogiera, continuando su carrera hacia el altar.

¡Unnie! ¡Parad, dejarla! – Sin temor a lo que pudiera pasarle, la joven violinista se metió entre todos aquellos fantasmas perdiéndose a la vista, aunque podían escucharse gritos de ella sin saber qué le estarían haciendo.

El Sumo Sacerdote pareció que quería evitar que se la llevara, dándole la espalda a Brandon a no considerarlo una amenaza y enfocando sus ataques hacia la chica, quien también estaba en una situación bastante delicada. Posiblemente sería la última oportunidad que tendría de salvarlas a ambas.

- Tiradas (2)

Motivo: 1. Sun 2. Brandon

Tirada: 1d2

Resultado: 1 [1]

Motivo: Esquiva

Tirada: 1d100

Dificultad: 50+

Resultado: 91 (Exito) [91]

Notas de juego

Última oportuneishon... xD

Dif 50 porque pasa de tu culo. Tienes 2 intentos (linterna y cámara) pero, en esta ocasión, que la tirada sea en oculto. Vamos a darle un poco de emoción al asunto.

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18/03/2020, 13:01
Brandon Marshall

No podía creer la mala suerte que estaba teniendo. Ni la cámara ni la linterna lograban acertar en lo más mínima al Sumo Sacerdote, quien parecía encontrarse bastante tranquilo y ni siquiera se había movido de su posición.

Sun Hee había echado a correr en dirección al cúmulo de aldeanos que ya rodeaban a Unnie para proceder a devorarla, lo que había provocado que el Sumo Sacerdote centrase en esos momentos todos sus esfuerzos en atacar a la violinista. Quizá esa era la oportunidad que necesitaba. Algo me decía que ni Unnie ni Sun Hee resistirían eternamente, por lo que me lo jugaba todo en aquella oportunidad.

Tomando la linterna en una mano y la cámara de fotos en la otra, apunté directamente al Sumo Sacerdote para intentar que el haz de luz le alcanzara de lleno. No sabía qué sucedería, mi corazón latía a mil por hora sabiendo que si fallaba, tal vez no hubiera forma alguna de salvar a Sun Hee ni a su compañera.

- Tiradas (2)

Tirada oculta

Motivo: Cámara

Tirada: 1d100

Dificultad: 50+

Resultado: 78 (Exito) [78]

Tirada oculta

Motivo: Linterna

Tirada: 1d100

Dificultad: 50+

Resultado: 71 (Exito) [71]

Notas de juego

Que sea lo que Dios quiera...

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19/03/2020, 11:07
Máster fantasma

Sólo había una única oportunidad.

¿Qué pasaría si lograba darle al Sumo Sacerdote? Pondría fin a la maldición que asolaba el pueblo de Inunaki, algo que todos los que habían investigado sus tierras sin éxito al encontrar la prematura muerte; Lograría liberar las almas de los atormentados y no sólo de los ciudadanos del propio pueblo, sino de amigos perdidos, víctimas secundarias y eternos condenados; Podría volver a casa y continuar su vida desde el punto que la había dejado.

Pero, ¿si fallaba? Sería el fin de todo. Se sumaría a esas almas que vagaban buscando un pedazo de carne que masticar para vivir en ese bucle maldito un par de años más, repitiendo ese ciclo hasta que otra alma perdiera su rumbo a las puertas del pueblo y decidiera acabar con todo.

Sólo un disparo, un golpe… Brandon levantó ambas manos, una enfocando su linterna y otra apuntando con la cámara para darle casi al unísono a ambos botones, escuchando de lejos los perdidos gritos de Sun Hee y el rasgar de uñas de varios de los ciudadanos al cuerpo de la Ningyo.

Los siguientes segundos pasaron a cámara lenta aunque en realidad sólo fueran de escasos segundos: El disparo dio de lleno en la espalda del Sumo Sacerdote, quien se retorcía entre dolores mientras su cuerpo brillaba, como si el foco de luz recorriera ahora su corriente sanguíneo y expulsara las pequeñas motas de luz. Esto provocó una explosión a su alrededor de tal magnitud que todos los que estaban a su alrededor sufrieran la onda expansiva, volando por encima del suelo y siendo expulsados del cenote, quedando únicamente en el altar un remolino de agua.

Brandon también fue expulsado. Sintió un golpe en el pecho que le arrastró hacia la entrada, dándose un golpe en la espalda contra las rocas, sintiendo un torrente de dolor en sus huesos y un crujido, como si se hubiera roto algo.

Lo último que recordó el joven antes de caer inconsciente ver cómo Mïe se acercaba lentamente hacia ese torrente una vez sintió que la barrera invisible que rodeaba el altar se había quebrado, soltando un cántico que lejos de ser aquella melodía atrayente que había escuchado de otras Ningyo era molesto, un chirrido dolorido que sumergió al joven en cientos de recuerdos que no eran suyos, el comienzo de todo.

No soy Ningyo. Sólo quiero descansar con los míos.

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19/03/2020, 11:50
Otro lugar

La decisión estaba tomada y, aunque no todos la aceptaron, cumplieron con su cometido.

Ayaka había sido seleccionada por la Asamblea como la nueva Ningyo, un alma pura de inocente corazón cuyo cometido era proteger a sus familiares y amigos, su pueblo, aquél que lentamente moría consumidos por el paso de los años.

A su lado debían estar dos sacerdotisas velando cada movimiento que hiciera, ayudando que el ritual se llevara a cabo:

La primera era Yôko, una joven de hermoso rostro celosa por el puesto de Ayaka, creyendo que no era merecido al ser ella más pura. Sin embargo su corazón estaba teñido de rencorosa oscuridad, delimitando que no fuera la más idónea aunque no lo lograra comprender.

La segunda era Mïe, hija del Sumo Sacerdote y orgullosa de servir a la causa. Supo desde el principio el papel que le correspondía y la importancia que cada una de ellas traían sobre sus hombros, siendo la más consciente de salvar la vida del resto.

Los días previos al ritual se hicieron como marcaba la tradición, un encierro masivo de Ningyo para purificar su alma, evitando cualquier contacto con el exterior mientras que sus sacerdotisas se encargaban de acicalarla, venerarla y ofrecerle cualquier tipo de ayuda como sirvientas.

Sin embargo todo cambió el día que Ayaka logró salir sin que nadie la viera, una pequeña escapada para despedirse del pueblo que la había visto nacer y de la playa, su lugar favorito, cuando se encontró con un pescador, Takayuki.

Fue amor a primera vista, un lazo que ambos sintieron apretarse en sus almas unidas, intentando buscar cada pequeño hueco para verse. Pero la desdicha no les acompañaban y sabían que esa felicidad sólo era un suspiro que pronto se extinguía, ¿cómo podía enamorarse una persona cuyo destino era sacrificarse por el bien del resto? En más de una ocasión estuvo tentada de abandonar todo por egoísmo, incluso pidió a Yôko que entregara cartas a su amado al no poder salir. Pero la inocente Ayaka desconocía de los celos de su sacerdotisa, aprovechando esos momentos para entregarle todas las pruebas al Sumo Sacerdote quien, creyendo que el ritual no se haría posible al confundir las intenciones de Ayaka, decidió clausurarla para que no pudiera ver siquiera la luz del sol.

Takayuki, quien no podía soportar saber que su amada iba a morir, decidió intervenir el día del ritual. Logró entrar en los aposentos de la Ningyo cuando ya estaba preparada e inconsciente tras beber una infusión de hierbas, un remedio que adormecía a la elegida para que no sufriera a la hora de ser devorada.

Claro con su objetivo y teniendo en cuenta que las sacerdotisas intentarían impedir su paso, empujó a Mïe hacia la puerta, ocasionándole un golpe en la cabeza que la dejó inconsciente mientras que apuñala a Yôko, perdiendo la vida pocos segundos después.

Envolvió a la inconsciente Ayaka entre sábanas para cubrir su desnudo cuerpo y la llevó en brazos hacia la salida la playa, donde había preparado una pequeña barca para huir de Inunaki y dejar todo atrás. Pero no sólo dejaron sus gentes y su responsabilidad, sino la vida de todos aquellos que esperaban el ritual.

Sabiendo que tenían que continuarlo decidieron coger la única persona con vida en la sala, Mïe, preparándola como si de una Ningyo se tratase y cubriéndola con la máscara ceremonial, siendo que ni el propio Sumo Sacerdote pudo reconocer la identidad de su hija.

El ritual se dio a cabo.

Una vez cada veinte años, cuando la marea baja y la luz lunar ilumina el altar, el pueblo se reúne para “consumir” a la sirena. Las antiguas leyendas dicen que la elegida por los dioses, la sirena, una joven de pura alma y la más hermosa del lugar, será bendecida por la gracia divina, volviendo su carne un preciado manjar que dotaba al mundo de juventud eterna. Sin embargo en esta ocasión su carne no era pura, sino corrompida por los designios del hombre envenenando a todos los que habían probado un bocado, escupiendo cada pedazo de carne mientras sus almas condenadas abandonaban su cuerpo.

Antes de que perecieran llevaron los huesos de Mïe a un altar destinado a las Ningyo, una zona especial del cementerio y donde su padre, el Sumo Sacerdote, pereció enterrando a su hija.

Notas de juego

Aquí tienes un resumen de todo lo que pasó en general. Si tienes dudas puedes preguntar por el off :)

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19/03/2020, 11:57
Kim Sun Hee

Al despertar le dolía la cabeza. Se encontraba lejos del altar, prácticamente en la entrada de aquella zona con una brecha en la cabeza y un dolor en la pierna derecha, sintiéndola entumecida.

Ya no había rastro de los ciudadanos ni del Sumo Sacerdote, ni siquiera de la propia Mïe quien había estado observando todo el ritual desde el principio. Sólo estaba en el centro del cenote Sun Hee, la violinista que se había encarado frente a los fantasmas, con algunas heridas superficiales mientras agarraba entre sus brazos a su amada Shin-hye, la joven que habían intentado devorar y que presentaba algunos mordiscos en los brazos y costado, heridas que deberían ser tratadas al dejar un pequeño rastro de sangre.

Lo has logrado. Está viva, está viva.- Sonrió entre lágrimas mientras acariciaba a la joven inconsciente. La infusión de hierbas que le habían dado para dejarle en ese estado de inconsciencia era fuerte, posiblemente tardaría en despertarse.- Tenemos que salir de aquí. Sé cómo hacerlo, sólo tenemos que volver a la playa.- Miró a Brandon antes de intentar ponerse de pie, cargando en brazos con su Unnie.- Hay que irse antes de que vuelvan.

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20/03/2020, 12:53
Brandon Marshall

Apenas podía creerlo. Había conseguido acertar en la espalda del Sumo Sacerdote utilizando tanto la cámara de fotos como la linterna, provocando que el Sumo Sacerdote se retorciera de dolor, con todo su cuerpo brillando de una intensa luz.

-Headshot, madafaka... -alcancé a pronunciar, antes de que una potente explosión provocara que todos los presentes en el cenote fueran expulsados hacia atrás por la onda expansiva.

Sentí un fuere golpe en la espalda al golpearme contra las rocas, con un inmenso dolor recorriendo mi cuerpo y, durante un leve instante, el chasquido que evidenciaba que me había roto algo. El dolor era intenso, y solo alcancé a ver a Mïe, que se aproximaba hacia el torrente, mientras un extraño cántico hizo que me sumergiera en esos recuerdos que estaba seguro de que no eran míos, sino que parecían pertenecer a Mïe, Ayaka y Yôko, las mujeres que habían formado parte de los oscuros rituales que tenían lugar en ese pueblo.

Cuando finalmente desperté, me dolía la cabeza, pero además sentía lágrimas corriendo por mi rostro. No sabía si era por saber que todo había acabado o porque haber contemplado los recuerdos de las almas condenadas de esas mujeres me había hecho empatizar con el dolor que habría sentido Mïe al haber sido sacrificada pese a que ella no era una Ningyo.

-No... No creo que los habitantes del pueblo vayan a volver -dije, al escuchar a Sun Hee-. No podemos irnos todavía. Mïe... Ella no era una Ningyo. No debería descansar entre las Ningyo -comprendí, pensando si no sería ese el motivo por el que Sun Hee, Yoshi y yo habríamos sido arrastrados a ese fantasmal pueblo-. Hay un altar en el cementerio donde están los restos de Mïe. Debemos sacarla de allí y enterrarla como a una persona más. Ella nunca fue una Ningyo. No debe reposar allí...

Me dispuse entonces a abandonar la estancia, pensando en dirigirme hacia el cementerio. No sabía qué haría Sun Hee ahora que había recuperado a su amada, pero si había entendido bien la última voluntad de Mïe, ella no debía descansar junto a las Ningyo.

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20/03/2020, 14:11
Kim Sun Hee

Lentamente salieron de las cuevas, cargando con Shin-hye en brazos y ayudando a Brandon con su cojera pasando por los estrechos pasadizos de las entrañas del tiempo. Por suerte para ellos nadie los siguió, recordándoles realmente a un pueblo abandonado donde el único sonido que se escuchaba era de la propia agua pasando por los afluentes del cenote, cada vez más lejos.

Tras subir las escaleras y salir del templo pudieron ver por fin el oscuro cielo y la luna en su plenitud iluminando el camino, apoyándose de las antorchas que decoraban el camino. Sin embargo sólo necesitó unos pasos de salir al exterior para que la violinista alzara la mirada al cielo, asombrada.

Brandon, mira.- Cientos de pequeñas luces ascendían, como si de luciérnagas se tratasen, dibujando una noche estrellada. La luz representaba las almas de los que allí había perecido, algunas más luminosas o de distinto tamaño que otras, acabando en unirse en un camino directo a la luna.- Me voy adelantando a la playa.- Sonrió en paz, por primera vez desde que llegó a ese maldito pueblo, sabiendo que esa escena era el fin de todas las pesadillas que habían vivido.- Te esperamos allí.

Intentando buscar otra postura, Sun Hee bajó los escalones que conducían a la entrada del pueblo aunque a mitad de camino Brandon se desvió.

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20/03/2020, 14:11
Máster fantasma

Un giro a la derecha para entrar a una desierta con varias lápidas. Allí, en un pequeño mausoleo abierto con inscripciones acuáticas y dibujos de sirenas dibujando las paredes, se encontraba la tumba de todas aquellas Ningyo sacrificadas para venerarlas y agradecerles su carne. No necesitó buscar demasiado, al entrar pudo leer el nombre de otras sirenas, pero fue una de ellas la que tenía la pequeña puerta abierta con una cajita azulada y un nudo marinero oscuro cubriéndola. En la puerta podía leerse “Ayaka”.

Brandon tenía claro que los huesos ahí depositados no correspondían de Ayaka, sino de la mujer que había sido víctima de todo el ritual. Con sumo cuidado cogió la caja y salió del mausoleo, buscando una zona en la que poder enterrarlos. Sólo tuvo que agacharse en un pedazo de tierra y escarbar con sus manos para crear un agujero lo suficientemente grande como para que los huesos cupieran y enterrarlos junto a su pueblo, donde realmente debería de estar.

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20/03/2020, 14:11
Mië

A su espalda sintió una presencia pero esta vez no había maldad ni pena en su aura. Al girarse pudo ver la mujer que una vez fue, sin desnudez ni mordeduras, herida o miradas perdidas. Era la misma que vio en sus recuerdos, la de oscuros ojos y kimono marino, la hija del Sumo Sacerdote que había intentado que el ritual se llevara a cabo para salvar a todos.

Sonrió agradecida antes de alzar la mirada al cielo y sentir que su cuerpo se desvanecía, volviéndose uno más con sus hermanos.

Gracias

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22/03/2020, 13:27
Brandon Marshall

Observé cómo aquellos cientos de pequeñas luces ascendían hacia el cielo, revelando que las almas de los todos los que habían muerto en ese pueblo ahora estaban siendo liberadas. Audrey, Yoshi, Jaden... y tantos otros. Asentí al escuchar a Sun Hee decir que se adelantaría hacia la playa, mientras que mis pasos me llevaban hacia el cementerio de la aldea.

Cuando finalmente pude enterrar los restos de Mïe, que habían sido depositados en una cajita que llevaba el nombre de Ayaka, percibí una presencia a mis espaldas. Al darme la vuelta, observé que se trataba de Mïe, aunque no monstruosa y aterradora como la había visto antes, sino como la había sido en vida. Su cuerpo se desvaneció como el de las demás almas que ascendían y esbocé una sonrisa al escuchar cómo me agradecía lo que había hecho por ella.

-Ve en paz... -murmuré, en tono suave.

Sin más, decidí encaminarme hacia la playa, donde me aguardaban Sun Hee y Shin-hye, mientras pensaba en qué haría ahora que aquella pesadilla había terminado. Dana, Christian... Ellos nunca me creerían si les contase la verdad. Seguramente ambos pensarían que Jaden había enloquecido y había dejado el campus. No podía decirles la verdad ni hablarles acerca de lo que le había sucedido a Audrey. Me tomarían por loco, por lo que era algo que prefería reservarme para mí.

Mientras echaba a caminar en dirección a la playa, pensé que tal vez lo que sí debiera hacer era invitar a Dana y a Chris a comer un día de estos, cuando el asunto del suicidio de Audrey y la desaparición de Jaden terminara olvidándose. Conocía un buen local donde preparaban unas alitas de pollo deliciosas. Después de todo lo que había vivido recientemente, apenas podía creer que hubiera podido acabar con la maldición del pueblo fantasma de Inunaki.