Llegados a este punto no parece que os vayan a contar nada más. De modo que ponéis rumbo a vuestros respectivos alojamientos con la bolsa más cargada que al principio y no del todo seguros de que haya sido una buena idea aceptar el trabajo. Aunque claro, todo esto puede que solo sean paparruchas y supersticiones de las gentes del lugar
Las calles están oscuras, no se ve ni un alma y las historias que os han contado hace que se os pongan los pelos de punta. Os habéis separado ya los unos de los otros, mañana os reencontraréis en la plaza del pueblo.
Tirada oculta
Motivo: robo1-2 Alonso,3-4Erón, 5-6 Martín,7-8 Munio,9-10 Serena
Tirada: 1d10
Resultado: 8
Postead por separado donde y como pasáis la noche y cerramos la escena.
Tirada oculta
Motivo: sigilo
Tirada: 1d100
Dificultad: 60-
Resultado: 64 (Fracaso)
Antes de nada tírame un escuchar porfi con bonus de +25, si quieres postea el regreso, pero todavía no has llegado.
Con la cabeza más caliente que antes y algo inquieto por el tema de los demonios, Munio se dirigía al cuarto que tenía alquilado en una fonda del pueblo a pocas varas de la taberna.
Brujas y demonios.... y yo quería irme sólo para el Moncayo. Igual has tenido hasta suerte Munio....
Tirada oculta
Motivo: Escuchar (PER)
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 4(+25)=29 (Fracaso)
Escuchas pasos detrás de tí, aunque son los de alguien que no quiere ser escuchado. Te das la vuelta justo cuando alguien intenta echar mano a tu bolsa. Pero lo has visto a tiempo y al rufián no ha podido hacer nada. Sale corriendo calle arriba.
Ahora sí, ultimo post y cerramos escena. :)
- ¡Hijo de puta! - grita Munio en la dirección del ladrón - ¡Tira por la caleya p'alante que como te pille te escamocho! Robarme a mí... hijo de una cabra....
Con más cuidado, siguió hacia su fonda a descansar.
Martín se encaminó de vuelta a casa, los callejones parecían haber adquirido un tinte más oscuro lo que hizo que se le erizasen los pelos de su nuca. No tardó en desecharlos, había visto el horror de la guerra así como las consecuencias de esta… A los bastardos renegados muchos les llamaban demonios y sus comportamientos así daban fe, más eran de carne y hueso y se los podía pinchar.
No tardó en llegar al portón de su casa el cual se encontraba ligeramente elevado respecto del suelo para evitar la humedad y las ratas, muchas veces ni con esas servía. El calor del hogar precedió la dulce voz que le daba la bienvenida cada noche.
-¡Mujer! ¡Espero que hayas preparado una cena potente!, he conseguido trabajo de escolta. No sé cuándo volveré pero cuando vuelva no pasaremos hambre. La paga es buena. -su rostro no podía reprimir una sonrisa y no quería preocupar a su esposa con rumores.
No tardó en traerle la comida, un plato de gachas acompañadas del pan que había comprado hace 3 noches en la panadería de Basilio. De repente no supo por qué, se acercó a su mejilla y le dio un beso. Definitivamente era una buena esposa…
-Cele… Te quiero. Ten cuidado en mi ausencia.
Erón se marchó a su modesta cabaña a las afueras del pueblo. Durante la noche le dio vueltas a las advertencias de los vecinos, pero concluyó que todo aquello seguramente fueran excusas para justificar que no aceptaran el trabajo, y así evitar que les tildaran de cobardes. O al menos, eso es lo que quería pensar el supersticioso de Erón.
El cazador se santiguó, apagó la vela de un soplido y se echó sobre el jergón. Mañana Dios dirá.