Partida Rol por web

Negó con la cabeza a ambos -Estoy segura de que esos cristales son los nuestros, por lo que según eso, somos los mensajeros del bien- los miro -lo que no alcanzo a entender bien y sin duda, sera porque nos falta información, es ese martillo y esa cueva....- luego miro el libro -no se si podre descifrar más de ese libro, pero sin duda este no es el momento, ni el lugar, igual en el orfanato más tranquila y con la ayuda de Bariday, pueda deciros más- tomo el libro y lo cerro -Tomi ¿tu podrías llevarlo en una bolsa o un zurrón? lo que uses en tus expediciones para guardar cosas valiosas- No sabia si era un libro de magia, de primeras no lo parecía, pero no le era tan desconocida esa forma de decir las cosas, la magia siempre tenia algo de acertijo, pero ahora debían volver, no habían llegado tan lejos para nada -chicos aunque hagamos el camino de vuelta, que puede ser que ya sepamos las trampas... no bajaría la guardia, creo que hay algo aquí que no quiere que nos llevemos el libro-

Tomi asintió en realidad siempre llevaba su bolsa, no porque buscara algún tesoro, simplemente por saber que en todos sitios habían pequeñas piezas de cerámica u objetos que guardar, no es como si hubiera esperado encontrar un libro, pero también podía llevarlo en su reforzada piel colgada del hombro.

Conociendo cual sería el camino de vuelta, el grupo consiguió salir de las ruinas en un tiempo record y con la soltura de no tener que plantarle cara a ningún obstáculo o trampa.

Era de agradecer la brisa del exterior que impactaba con vuestro cuerpo, algo agobiado de permanecer tanto tiempo en unas instalaciones subterráneas donde habían pasado años desde que recibió visita por última vez.

Ahora el grupo estaba en un lugar seguro, o al menos eso creían, Tomi era aquel que portaba el libro de tapas doradas cuyo enigmático contenido encerraba más preguntas.

Tomasteis rumbo de nuevo al Orfanato, por suerte al igual que antes el camino era bastante seguro, aunque no sabíais si era realmente por el tipo de terreno o por la velocidad que adoptaban vuestros chocobos a la hora de atravesar las espesas llanuras a gran velocidad.

El cielo se tornaba cada vez más oscuro y los relámpagos azotaban el aire generando campos de luz que dotaba de claridad el terreno durante unos breves segundos.

El súbito estruendo provocaba que los chocobos estuvieran más nerviosos, por suerte el edificio del orfanato estaba en las afueras y se llegaría en cualquier momento.

Aproximadamente una hora después los intrépidos aventureros llegaron a las inmediaciones del edificio, justo en los jardines del exterior se encontraba la directora Bariday. Actualmente se encontraba junto a la tumba de vuestro hermano caído.

Ella se encontraba arrodillada y con los ojos cerrados, en su mano estaba el cristal que portaba.

La mujer no podía contener sus lágrimas, su sentimiento de pesar era contagioso sin embargo se notaba que hacía todo lo posible por mantener la compostura. Os observó llegar y os dedicó una sonrisa cálida.

- Me alegra saber que habéis vuelto sanos pequeños míos... - dijo aún claramente conmocionada.

- Decidme... ¿qué habéis encontrado en Refugio Estelar? siento que a cada minuto que pasa avanzamos hacia un desenlace que no traerá más que pesar y lamento a nuestras vidas - después volvió a mirar a la tumba.

- Y me temo que esto no solo concierne a mis chicos, sino a todos - su última palabra retumbó al unísono junto con un relámpago que marcó el punto de inicio de una gran tormenta, el viento azotó con más fuerza y la lluvia os golpeaba lateralmente el cuerpo con violencia.

El camino de vuelta fue como un breve respiro para Charls. Cabalgar de nuevo junto a sus amigos, de una pieza y con algo entre manos para poder entregarle a la señorita Bariday, parecía una clase de triunfo. Un triunfo efímero, pero uno, al fin y al cabo. Poco después, a medida que el cielo se tornaba más oscuro a medida que se acercaban de nuevo a Hagand, Charls tenía la sensación de que aquella no era más que la calma que precedía a la tempestad, literal y figuradamente.

Encontraron a la señorita Bariday junto a la tumba de su hermano, y Charls no pudo evitar notar un pequeño nudo en la garganta, aunque trató de mantenerse firme mientras desmontaba de su fiel chocobo rojizo, Axel. 

«Hemos vuelto, señorita Bariday. Ha sido una tarea ardua, pero hemos vuelto de una pieza, afortunadamente. Parece que mis hermanos y yo hemos crecido bien todos estos años, y hemos aprendido lo suficiente como para desenvolvernos sin problemas por allí.»

Charls esperó a que sus hermanos le explicaran un poco sobre el libro a Bariday, pues él tenía poco o nada que ofrecer de información al respecto, o al menos nada nuevo aparte de lo que pudieran decir ellos, pero después de aquel trueno, que desencadenó finalmente la tormenta sobre sus cabezas, Charls no pudo evitar preguntar, con un velo sombrío en su rostro.

«No sé qué tendremos que ver con esto, pero ya no podemos dar marcha atrás. ¿Qué deberíamos hacer ahora?»

Una vez a resguardo dentro del orfanato, comenzasteis a explicarle a la directora todo lo que habíais vivido dentro de aquellas ruinas subterráneas, pero el clímax de la conversación llegó cuando se hizo alusión al libro y al texto que había escrito en él.

Bariday no tardó un instante en tomar el libro y comenzar a ojear por ella misma tomando como referencias las indicaciones que le habíais dado. El gesto de la mujer era de absorción absoluta, estaba tan concentrada en el texto que hasta parecía haber dejado atrás el lamento por la pérdida de su "niño".

En cuanto sus pupilas dejaron de recorrer de un lado a otro la directora se quedó callada. Después os miró a todos y observó su mano, la cual aún portaba el cristal de vuestro hermano.

- Esa cueva... estoy segura que puede estar relacionada con los orígenes de los cristales, son demasiadas coincidencias... - aquellas palabras sonaron extrañas para vosotros.

- Estos cristales fueron encontrados originalmente cerca de una cueva, ¿se referirá a la misma? pero nunca ha tenido nada especial, solo era un agujero de rocas ennegrecidas por el tiempo... - la mujer cerró el libro

- Por favor, necesito que vayáis allí, quizás este libro esté indicando el camino para encontrar algo en esa cueva, quizás sea la solución a esta catástrofe climática, o como mínimo que nos de una explicación de qué provoca esta espiral de oscuridad en nuestro mundo... necesito que hagáis ésto a pesar de saber que no estáis atados a responder a mi súplica - dicho aquello lentamente os hizo entrega del colgante de Zerion.

La directora cerró los ojos y tomó aire. Antes de comenzar a hablar os miró durante unos segundos en completo silencio, era una mirada directa a los ojos, muy expresiva y sobre todo sincera.

- A simple vista solo son cristales... un simple abalorio pero yo sé que son algo más, no forman parte de la simbología de ninguna casa noble o reino y sin embargo vosotros... - suspiró - llevabais uno en vuestro cuello, era como una señal, pero en su momento no quisimos investigar más, no lo vimos apropiado - se llevó las manos al pecho.

- Yo creo que estas piedras tienen un mensaje, un mensaje que debe ser llevado al lugar adecuado y... - volviendo a centrarse en el libro - el único lugar que puede tener un vínculo con los cristales es esa cueva, pero a partir de ahí no puedo adivinar qué es lo que sucederá o qué es lo que hay que hacer. Por eso necesito que estéis juntos, que portéis estos cristales e investiguéis esa cueva, debe haber algo, una señal, un rastro, cualquier mera pista será un avance - después os indicó en un mapa.

- Esa cueva está situada dentro de la cadena montañosa septentrional, no está lejos de aquí pero hay un problema, no sé si después de tantos años el lugar seguirá teniendo un acceso visible y claro, pero sé que seréis capaces de encontrar la manera de acceder ¿verdad? - acto seguido comenzó a daros indicaciones más específicas de donde "debería" estar la cueva, para que así pudierais tomar rumbo.

- Por favor... si encontráis en el interior cualquier peligro, del tipo que sea, no arriesguéis la vida, ya buscaremos más indicios o pediremos ayuda, pero no quiero que más vidas inocentes se esfumen por ayudar a este mundo - os sonrió entristecida.

Tal como llegaron, se siguieron las explicaciones y comentarios, y al enseñar el libro a Bariday, está lo tomó con cierta presura, quedó tan prendada de lo que leía que a Tomi le sorprendió. No tardó en concluir que el lugar de origen de los cristales podía ser una cueva abandonada por el tiempo, y aunque era curioso ver que lo que era una visita de ayuda se transformaba en un recorrido de misiones, y no era que a Tomi le molestara, visitar lugares abandonados era la profesión que había escogido, pero tal vez podía parecer tedioso para el resto.

- Estaría bien descansar esta noche, las cuevas a menudo provocan algo de claustrofobia a quienes no están acostumbrados a ellas, será mejor ir con todas nuestras fuerzas bien cargadas.

No le iría mal reposar el golpe recibido en aquella cloaca, estar a tope para golpear con todas sus fuerzas, ley ásica de cualquier explorador.

- yo iré - dijo tomando el cristal de su hermano supuestamente fallecido. Y comenzó a revisar el mapeado, estar bien preparado era la clave del éxito.

Su tomberí no dijo nada, solo se quedó a su lado, sentado en el suelo cabizbajo, tal vez el pequeño monje ya estaba durmiendo.

Bariday parecía muy interesada en la lectura del libro, igual podría decirnos algo de en lo que en él ponía, algo que nos sirviese de pista, algo que nos ayudase a resolver todo aquel rompecabezas, pero parecía que las respuestas no las encontraríamos en un libro. in duda, había pistas, por lo menos el siguiente paso a dar, algo era algo.

Comenzó a llover y entraron a dentro para no calarse y descansar un poco, habían hecho mucho en poco tiempo, y se sentía realmente exhausta, aunque no se dio cuenta hasta que se paro. Escucho las palabras de Tomi -Tu eres el experto en cuevas, sabrás más que yo sin duda- suspiro y agarro su cristal y asintió -iré también-

El rostro de Charls, a menudo jovial y alegre, en aquel momento mostraba una preocupación considerable. Todo el tema del libro, los cristales, una misión, héroes y sacrificios... Todo le venía demasiado grande, y no se había dado cuenta de ello hasta que lo tenía justo en sus narices, sin poder ignorarlo.

«Sí, supongo que será mejor descansar antes de partir... No sabemos lo que podemos encontrar de camino, o allí. Si no le importa a la señorita Bariday, claro.» Charls no se sentía especialmente cansado, aunque tampoco estaba como una rosa, precisamente. Podía realizar otro de esos viajes sin problemas, pero coincidía con sus hermanos en que lo más sensato y lo más apropiado en el momento era descansar. Necesitaba algo de tiempo para encajar todo aquello...

Se desabrochó la vaina con su espada del cinturón, a la par que las correas que sujetaban el escudo a su mano izquierda, y dejó las armas apoyadas en el suelo, comenzando a quitarse también las piezas de armadura que llevaba puestas para sentirse más cómodo.

«Shedy, ¿serías tan amable de ayudarme con esto? Es complicado para mí ponerme y quitarme estas piezas yo solo.» 

Charls se hizo a un lado, moviendo los brazos y estirándose un poco para destensar los músculos una vez estuvo sin su armadura encima. «Aunque descansemos hoy aquí, mañana deberíamos partir temprano. Cuanto antes solucionemos esto, mejor para todos.»