El libro es el que habían acordado. Una larga serie de poemas bastante aburridos. La transacción tiene lugar satisfactoriamente para ambas partes.
-¿El mago? -dice el librero-. Viene por aquí alguna vez. Le gusta ojear mi mercancía de vez en cuando y solemos hablar sobre ella. Es bastante anciano y muy culto. Muchacho, ve a la trastienda a ordenar la mercancía, ¿quires? -le dice a su ayudante. En cuanto el chico desaparece adopta un tono más bajo-. También he oído que los gremios le temen. Él es el que mantiene el precario equilibrio en esta ciudad entre el Gremio de Los Ladrones y el de Los Descarriados. Pero si quiere mi opinión, ese mago no es tan bueno como aparenta. He escuchado cosas, tratos con el mal. También sé que tiene un agente en la ciudad que se encarga de espiar por él. Lo tiene instalado en la posada El Caballo Furioso. Un consejo: no vaya preguntando por el mago en las calles. Tiene demasiados ojos y oídos. No sé si me entiende.
Parece que el anciano es un hombre de fiar, así que sumado a la ausencia de su aprendiz, me animo a seguir indagando:
¿Ha escuchado noticias sobre el robo de un artefacto mágico?... el Cuerno de Grell. Tal vez pueda ayudarme a iniciar mi investigación.
-¡Ah!, algo he oído comentar, sí. Viene usted de Meke Larnis ¿verdad? Sí, escuché por la plaza que el Gremio de Ladrones había conseguido un buen botín. Todos los artefactos que consiguen los guardan en la casa del Gremio, al norte de la ciudad, no tiene pérdida. Unos días más tarde los venden en el mercado que montan ellos mismos frente a su casa ¿Intenta usted recuperarlo? Le deseo suerte, amigo. Ese lugar es una auténtica fortaleza.
¿Conoce alguna forma de entrar? ¿Quién puede acceder a ese gremio? ¿Ha entrado usted, sabe algo sobre su interior?
Sabía que el anciano no tendría mucha información, pero quería reunirme con el grupo con algo más que un libro debajo del brazo.
-Realmente puede entrar cualquiera -respondió el anciano-. Los Ladrones viven confiados en su propia fortaleza y además son tantos que no se conocen todos los unos a los otros. De todas formas hay que andarse con cuidado mientras esté ahí. Yo nunca entrado, los dioses me libren, y si fuera usted tampoco lo haría. La ira del Gremio es muy grande y sus brazos poderosos. Usted, con su pinta del sur, llamaría mucho la atención ¿comprende?
Entiendo. Gracias por todo.
Parece que voy a suponer un problema en la expedición. Me despido del anciano y pongo rumbo de nuevo al exterior para reunirme con el grupo y aclarar posturas sobre como afrontar el reto.