Abres la puerta sin símbolo, aquella con la que topaste de frente y observas ante ti, al girar el pomo lentamente y abrirla hacia fuera, un paisaje extraño: delante tuya se alza un enorme campo de rosas, hasta donde la vista alcanza a ver. Son rosas de color rojo, y todas de una altura prácticamente idéntica. En el centro de tu visión, y alejada, se alza imponente una enorme torre negra; en ella, se aprecian multitud de mecanismos, engranajes y ventanas que se juntan y combinan formando extrañas sombras y muescas, pero que conserva una cierta armonía extraña, irreal. Esta se alza hasta el cielo, por encima de las nubes, sin tener fin aparente. Alrededor de ella, las nubes giran en círculo, como si fuese motor de cambio la dicha estructura, como si ella fuese el eje sobre el que había de girar todo, como si su aspecto imponente, horroroso pero sumamente atractivo fuese el Centro, simplemente. No hay puertas visibles a esa distancia, pues aunque discernible, la torre debía encontrarse a kilómetros y kilómetros.
Y sin darte cuenta, tú misma has entrado, la puerta que había detrás tuya se ha cerrado y notas el ambiente, ni frío ni caluroso, sin una gota de viento, algo tan neutral y equilibrado que resulta antinatural. Solo tú rompes la vasta monotonía que se extiende por encima de las fronteras que alcanza tu vista, o eso piensas hasta que, en una esquina, a lo lejos, una figura embozada en negro, te observa.
De acuerdo, entonces fallo mío que no vislumbré el mensaje original.
Asiente con la cabeza cuando dice de lo de coger un cuchillo, o algo puntiagudo con lo que puedan defenderse, pero cuando dijo lo de ir a la torre, recordó las palabras de lo que quiera que fuera lo que estaba al otro lado del teléfono.
- A la torre no!!! Dijo que no estaría abierta.. Vamos a la cocina!
Le agarró de la mano y tiró de él mientras corría hacia la cocina.
Ante semejante visión, mis ojos sólo pueden dilatarse tanto como los de un sapo en búsqueda de una diminuta presa que no pueda escapar del aprisionamiento de su lengua. Las lágrimas comienzan a escapar de mis ojos con furia, caos y de forma tan violenta como el catastrófico desbordamiento de un río tras un desmedido torrente, mientras abro los brazos, como el de aquel que quiere expulsar todo su dolor de golpe. Mis manos tiemblan con desmoderación, como si se tratasen de los barrotes de los que el puro odio trata de escapar. Y es eso lo que sentía ahora mismo: odio. No había otra palabra que pudiese catalogar ahora mismo el sentimiento que trataba de imponer una tiranía cruel en mi cerebro. Tal era la fuerza del desprecio, que no pude evitar gritar, mirando al cielo, como si un diablo hubiese tomado la posesión de mi cuerpo, olvidando mi habitual templanza ante una decepcionante existencia:
- ¿¡QUIÉN COJONES HA HECHO ESTO?! ¡QUIÉN SEAS, DA LA CARA AHORA MISMO!
Tirada: 1d20(+3)
Motivo: Voluntad
Dificultad: 20+
Resultado: 3(+3)=6 (Fracaso)
Todo el mundo enmudece alrededor tuya. Todo ese cortejo que se encontraba de celebración, las voces animosas y los gestos felices se detienen, y un silencio inunda el ambiente. Todos los ojos de tus compañeros, con expresiones carentes de significado alguno, te observan atentamente. El ambiente es asfixiante, el humo del resto de la hoguera otea el lugar como si de una criatura viva se tratase; de entre el grupo aparece la misma figura que se encontraba en el círculo de piedras. Aparece frente a ti, mientras los demás le han dejado a un lado, al otro lado del cadáver. Sus ojos te miran con regocijo.
¿Haz vizto, puto chino de mierda? Ezto es un zueño. Un puto zueño de un puto chino. Un zueño chino, lo peor del mundo. Escupe las palabras, mientras fija su mirada en el cadáver de la mujer, de tu esposa. Zolo es un avizo, comunizta, rojo. Un avizo de lo que pazará zi intentas zerrar la puerta de la Torre. Los zueños no tienen por qué zer zolo ezo: zi intentas abrir la puerta, me follaré a tu mujer, le meteré mi gran polla capitalizta por zu coño chino ¿entiendez? Esos rojos ojos reflejan una cólera antinatural; como si de un auténtico vendaval se tratase, el viento aflora por todos lados, y los demás se tapan los ojos como pueden, asustados, mientras retroceden con expresiones de angustia. Mañana ze abrirá la puerta, chino; y tú no haráz nada por evitarlo. Afirma mirándote fijamente.
Y ahí acaba todo.
Te desmayas, todo a tu alrededor es oscuridad y pierdes la noción del tiempo. Al despertarte, la suave luz de un nuevo día te inunda, mientras al abrir los ojos por primera vez observas tu cuarto tal y como se encuentra siempre. Un par de pájaros cantan en el alféizar. Todo está tranquilo.
Terminamos tu parte. Puedes poner un último post y, por supuesto, a esperar a que acaben los demás.
Al abrir la puerta vi un paisaje precioso, rodeado de rosas. La verdad es que por unos instantes sentí cómo el miedo que tenía en el cuerpo disminuía, cargándome de paz por el armonioso lugar en el que me encontraba. Podía ver que se extendía más allá de mi visión, donde todo parecía igual. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Había cambiado de sueño? No... todo esto parecía muy real, al menos hasta ahora. También pude ver algo alejado una torre que no encajaba con el idílico paisaje que mis ojos apreciaban: Era una torre extraña, llena de mecanismos que parecían haber salido de la mente de algún visionario arquitecto del siglo XVIII. Aunque la torre arruinaba un poco la estética no podía dejar de mirarla, porque me atraía esa construcción... ¿cómo se podría haber creado algo así? Eso sí que debía ser irreal. Desde mi posición no podía ver ninguna entrada, pero... ¿a qué distancia me encontraba, realmente? Podrían ser kilómetros y kilómetros.
Cuando quise darme cuenta mis pies habían decidido que lo mejor era alejarse de aquella puerta que me había conducido a ese lugar, llevándome hacia delante, sin rumbo fijo. Miré de un lado a otro, tranquila: la verdad es que pocas sensaciones desagradables se podían tener estando rodeada de rosas y armonía. Fue entonces cuando reparé en esa figura de negro. ¿Qué hacía allí? ¿Iba a continuar la pesadilla en la que me encontraba anclada? Decidí seguir avanzando, pero siempre intentando mantener una gran distancia con esa figura. La observaba de reojo, intentando aparentar tranquilidad, aunque los temblores de mis manos decían lo contrario. No veía nada que pudiera servir para defenderme, en caso de que esa silueta fuera un enemigo y, la verdad, tampoco era yo una mujer fuerte, de esas que pudieran ganar en un enfrentamiento mano a mano.
Deseaba que aquella pesadilla terminara, poder despertarme en esa pequeña dependencia del señor Garrow para poder marcharme. A decir verdad, ya no deseaba continuar en ese lugar, me aterraba.
Entráis en la cocina. De momento, se encuentra apagada la luz y apenas se puede ver dentro. Habéis tenido que encender la luz de la salita, donde se encuentran las revistas, y ahora tenéis que hacer lo mismo. Tras buscar un momento la encontráis, accionaís el pestillo y observáis la estancia: vacía, todo en tranquilidad. La puerta que da al lugar donde Garrow prepara la comida permanece cerrado en un principio, aunque no sabéis si con llave. El problema es la desconcentración que sufrís a causa de los extraordinarios gritos que llegan del fondo de las escaleras que se habían abierto en el fondo de la entrada, junto al chirriante metal que parecía un horrible sonido de uñas contra la pizarra. La tensión os había hecho sudar.
De momento, lo único que altera vuestro campo de visión es una pequeña brisa que sale de la ventana, medio abierta.
La figura te habla, y su voz, aún situándose lejos, te llega claramente. Las rosas parecen ondear con el suave viento, pero de forma irreal. La Torre: es el centro de todo, es atrayente, como si un polo magnético viniese de ella, como si todo tuviese que fluir hacia ella. Era una sensación espeluznante. Pero la voz había llegado sin problemas, la habías escuchado.
¿Qué paza guarra, es que no vaz a venir a zaludarme?. Pregunta con un tono conocido.
Al instante lo captas, lo identificas: es la voz de la otra Lydia. Sí, sin duda, es su voz.
Me levanto de la cama sin poder reprimir un grito ante semejante horror vivido. Todavía no puedo explicarme por qué los sueños que he tenido últimamente han resultado tan difíciles de distinguir si pertenecían al mundo de la ficción o la realidad. Las visiones no habían perdido en ningún momento el detalle necesario para poder provocar todo el horror que me habían causado. Aún parecía que mi corazón tembloroso no había podido asimilar que todo lo que habíamos vivido había sido producto de un maquiavélico juego de la imaginación: ¿todo esto era un maldito castigo de mi conciencia por sentir que había dejado a mi mujer sola ante las adversidades de Estados Unidos? Realmente, en estos momentos, incluso envidiaría la situación de mi mujer en el trabajo. Estas vacaciones estaban siendo una absoluta mierda.
Trato de reservar unos minutos para respirar tranquilamente y hacer ejercicios de relajación que aprendí cuando comencé a instruirme en el Budismo, trato que mi mente desconecte por unos instantes del inmensamente tortuoso trabajo de pensar y recordar experiencias pasadas. Por un momento, mi único deseo es que no existan ni torres, ni malditos monstruos psicópatas ceceantes, ni Pig Joes en situaciones escabrosas de sadomasoquismo o tortura. Tras conseguir asimilar que, definitivamente, el mundo real es este, y tratando de disfrutar del canto de los pájaros, bajo a desayunar. Seguramente se me notarían las ojeras de un descanso tortuoso... seguro que se me ve como un jodido panda. Parece que ya ni siquiera dormir puede librarme del estrés.
La voz de esa persona me puso los pelos de punta, nuevamente. Tenía ganas de ponerme a llorar, de salir huyendo, pero sabia que iba estar ahí, siguiéndome. Quizá la solución más...¿lógica? ¿había algo lógico en todo esto? sería plantarle cara, enfrentarme a mis miedos, aunque tuviera unas consecuencias que acabarían con mi muerte, al igual que había visto la de Eva. Pero yo no era lógica, yo tenía miedo, así que me miré a mi misma, aunque fuera otro yo: realmente debería estar riéndose de mí por dentro, pensando en lo patética que debía estar mirando de un lado a otro para huir. Era una presa fácil y ella lo sabía.
-No... no sé qué quieres de mí...¡DÉJAME!- grité, asustada. No esperé respuesta alguna, sino que salí huyendo en dirección a la torre. Creía que eso era peor, porque realmente sentía una mezcla de temor y fascinación por aquel edificio tan irreal. Miraba de reojo atrás, pensando en si mi otra yo me seguiría.
Llega al lugar, jadeando, sudando, tiene una sensación como de mareo, como si no estuviera alli sino flotando o como si fuera un sueño, que no puede llegar a creer lo que está pasando allí. Se detiene en la entrada y frunce el ceño cuando escucha ese ruido tan molesto, que le hacen rechinar los dientes de la grima que le da.
Mira hacia todos lados, buscando algo que coger, ve la puerta de la cocina de la cocina, donde Garrow prepara la comida e intenta abrirla. No se ha fijado en la ventana, solo tiene en mente coger un cuchillo para poder defenderse de lo que sea que está ahí abajo.
Steve siguió a Aisha, aunque a mitad de camino, la tomó de la muñeca. ¿Habían hecho lo correcto en volver o su mujer había entrado en pánico por aquella llamada? lo cierto es que, el peligro allí era real, al menos en el desierto no lo sabían.
-Pero explícame...¿que te dijo exactamente? ¿por que a la torre no?
Le preguntó, mientras la seguía. Rebuscó por la cocina algo que le sirviera de arma.
-Hicimos mal en volver...
Reflexionó al oir aquel ruido, mas leve que los gritos, pero más desgarrador.
El actor intentó abrir la puerta de la cocina, mientras miraba al pasillo.
Se giró hacia atrás al escuchar de nuevo esos ruidos, se apartó el pelo de la cara y miraba nerviosa a todos lados.
- Dijo.. dijo que ibamos a morir, que la puerta no se abriría.. y que me despellejaría delante de ti!!
Miró a su marido pero notó aquella pequeña brisa que provenía de la ventana, quizás por ahí pudieran escapar. Se acercó a la ventana para comprobar si estaba abierta o rota, si podría abrirla más o incluso romperla para poder escapar de allí.
- Lo siento.. fue mi culpa..
Decía una y otra vez mientras intentaba averiguar si podrían escapar por la ventana.
La risa del individuo de negro se hace cada vez mayor. Su tono se eleva hacia los cielos, y ante tu incrédula mirada, la torre misma parece desviarse hacia un lado, perezosamente. Todo comienza a volverse negro, y entre una exclamación de sonidos discordantes, tu conciencia poco a poco va desapareciendo en las brumas de dicha oscuridad. No queda nada en lo que pensar, salvo esa risa, sádica, terrible, que inunda todo lo que acontece a tu alrededor.
Así despiertas a la mañana siguiente, asustada, de un tirón. La luz se filtra por la leve cortina blanca que apenas tapa lo que sería un excelente día de primavera. Deberán ser no más de las 9:00 h, y el silencio reinante es hasta gratificante tras la extraña experiencia que ha atrapado tu sueño.
Fin de tu parte, Lydia. Puedes poner un último post y esperar a que en breve vayamos al inicio del final de la partida.
Dentro de la cocina, que está como siempre, sin ningún tipo de cambio, encontráis un par de cuchillos afilados que os podrían servir como arma. El ambiente dentro es cada vez más opresivo, hasta límites insospechados. A los extraños ruidos se ha unido los lamentos de la casa. Todo ha comenzado a temblar ligeramente, y los crujidos de la madera son poco más que perceptibles. Al mirar y buscar en la ventana, encontráis rápidamente una fácil salida. Es posible salir por allí de ese maldito lugar, y la brisa nocturna incluso es gratificante ante la tensión que se masca dentro, como si de dos mundos diferentes se tratase.
Lo que estaba pasando allí dentro no era normal, parecía todo sacado de una pesadilla y cada vez era peor. Por suerte encontraron un par de cuchillos, con ellos podrían defenderse si llegaran a encontrarse con alguien que los atacara, pero ella no estaba segura de si sería capaz o no de hacerlo. Nunca se ha visto en una situación así, solo quiere salir de una vez de ese lugar y marcharse.
- Podemos salir por aqui!!
Avisa a su marido, deja el cuchillo en el hueco y abre algo más la ventana antes de encaramarse a ella para poder salir de allí. Mira a ambos lados para ver que es lo que está pasando allí fuera, comprobar que todo sea seguro antes de salir del todo y ayudar a su marido
Todo se encuentra en calma allá fuera. Salís como podéis, mirando a todos lados con gesto adusto. La noche aquí es fría, y eso es agrada. Aún se escuchan los horribles ruidos dentro, pero estos parecen haber sido amortiguados de alguna manera. La luna se refleja en la linde del bosque, a unos siete metros. No hay pizca de viento, no hay más ruidos que el ya comentado. Respiráis con tranquilidad durante unos momentos.
Pero esto no tarda mucho. Al poco de salir, escucháis un portazo tremendo que tiene que venir del porche del pequeño motel. Ha sonado como si la puerta hubiese sido arrancada de cuajo. Y unos pasos metálicos parecen bajar las pequeñas escaleras de dicho porche. Vosotros os encontráis al lado opuesto, en la zona trasera del motel. ¿Qué sería eso? ¿Hacia dónde se dirigía? Este sueño comenzaba a tornarse en algo muy real.
Steve cogió los cuchillos, algo de comer (lo que tenía mejor cara) y usó un trapo para enredarlo todo y usarlo de "mochila" improvisada.
Mordió el cuchillo con los dientes; en las peliculas siempre funcionaba.
Cogió el cuchillo de su esposa y bajó despacio por la ventana. Cuando tocó el suelo con sus pies, le pasó el arma.
Respiró tranquilo, pero pronto desapareció.
Steve se apoyó en la pared, con el cuchillo con la mano cuando oyó ese ruido. Tomó a su mujer por la mano y anduvo agachado hasta el proximo escondite...
No le cabía duda, tenían que ir hacia la torre.
Respira tranquila una vez están fuera, no es tan agobiante el ambiente y parece que todo aquello es seguro, no se ve nada raro. Coge el cuchillo que le entrega su marido y le ayuda a salir de alli. Ahora hay que decidir hacia donde hay que ir.
Pero la paz termina pronto.. los ruidos indican que algo o alguien ha salido de la casa y camina por el alrededor. Se coge con fuerza de la mano de su marido cuando este la arrastra hacia la parte de atrás de la casa.
Mantiene la espalda pegada a la pared y se asoma un poco para comprobar si viene por el lado por el que acaban de salir.
- A donde vamos..?
Susurra
Caminastéis alarmados, saliendo del paso del propio hotel. Todo se encontraba relajado, no parecía haber ningún ruido en las cercanías, más que el seco malestar metálico que anunciaba el sufrimiento de esa persona o ser, lo que fuese, que estuviese allí dentro. Todo era real, tangible: vuestro sudor, el cansancio y, sobretodo, la tensión del momento.
Al andar unos pasos, unas sacudidas enormes comienzan a hacer mella en el suelo. La tierra parece resquebrajarse, y un enorme grito de rabia y frustración, que sacude los propios cimientos de vuestra consciencia, se alza por todos lados, procedente de todas las direcciones. Parece susurrar palabras llenas de odio, pero su tono es tan alto, tan extraño, que es imposible de discenir su maldito significado. A todo esto, los temblores han generado fallas en uno y otro lado, pero no debería ser eso lo más preocupante, pues el ambiente ha comenzado a tornarse negro. Las paredes de las viviendas comienzan a oscurecerse, como lo hace el propio bosque a vuestra izquierda. Todo el ambiente se enrarece, creándose una membrana apenas discernible entre vuestros cuerpos y lo que os rodea: es algo sumamente extraño y, más aún, inverosímil. ¿Qué estaba ocurriendo?
Así acababa todo esto.
La luz de la mañana os despierta. Parecería un sueño sino fuese porque ambos abrís los ojos a la vez, ante la dulce sensación de bienestar que produce una cama cómoda, una temperatura excelente y una compañía perfecta. El día había llegado, ahuyentando todas esas inquietudes.
Cierro la escena y os dejo que comentéis en la siguiente, en la que volvemos con todos.