Partida Rol por web

Nova se acercó rauda a la mujer. Quería apartarla del grupo y hacerla hablar. La pistola de Hadyn apuntaba directamente hacia la mujer haciéndole claros gestos para que se moviera hacia un lado, lejos del grupo de invocadores.

—Venga, muévete, no tengo todo el día —insistió.

El grupo abrió fuego contra los invocadores. Los blancos inmóviles eran presas fáciles por lo que recibieron la primera andanada de balazos sin oponer ninguna resistencia, cayendo tras un sangriento baile provocado por los impactos.

El más grande cayó al suelo de espaldas, pero todavía respiraba y parecía salir del trance. 

No tuvo tanta suerte su compañero, el de la cara de rata, que recibiendo los disparos de Alice y de Lucas terminó por desplomarse como un muñeco roto en medio de un enorme charco de sangre. 

Mientras tanto Hadyn se había abalanzado sobre la mujer de la capa raída con la intención de agarrarla e interrogarla. Al tocarla sintió una extraña fuerza repulsiva, como si alguien tirase de ella hacia atrás. La soldado no comprendía que sucedía pero se tensó todo lo que puso y continuó aferrada a su presa lo suficiente como para apartarla del círculo de invocación, pero no tan lejos como pretendía.

Sheppard salió corriendo, esperaba llegar al grande antes de que pudiera hacer nada más. No quería matarlo a no ser que tuviese que hacerlo. Además, no sabia qué estaban invocando, asi que apuntaba a la silueta que se dibujaba tras el humo para abrir fuego si fuera necesario.

Alice estuvo a punto de volver a disparar otra ráfaga, tras abatir al primer enemigo, cuando Haydn se cruzó en la línea de tiro y empezó a forcegear con la mujer. Por un pelo no disparó por la espalda a su compañera. Maldijo en voz alta, aunque apenas se le escuchó entre el estruendo del combate y cambió de objetivo al tipo de las gafas. Se aseguro de que nadie estuviese en medio y apretó el gatillo una vez más.

lucas vio como la Dra Sun disparaba al de las gafas, asi que cambio de objetivo y eligio al mas grande. El fusil volvio a rugir y a escupir plomo.

Lucas abatió al gigantón antes de que alcanzase su arma. Un problema menos. Sheppard se quedó sorprendido al ver la frialdad con la que el bribón había ejecutado a aquel hombre. Era la guerra, se decía, sólo la guerra.

El carroñero de las gafas levantó su arma para defenderse de Alice, que ahora le apuntaba a él tras fallar el disparo, mientras que Hadyn parecía enzarzada en un extraño abrazo con su oponente. 

Y entonces la gran piedra estalló. Literalmente. Hubo un estallido de oscuridad y todos salieron despedidos como muñecos por la sala, golpeándose contra las rocas cercanas. 

¿Qué había pasado? 

Todo estaba tan oscuro. 

Y de pronto la luz de nuevo.

Los soldados se incorporaron lentamente, intentando discernir donde estaban ahora sus enemigos. El carroñero de las gafas de soldador no había tenido suerte: la explosión lo había ensartado contra una estalagmita. 

¿Y la mujer? La mujer estaba en el centro de la sala agarrada por un individuo enorme que no se sabía de donde había salido. Era un gigantón de casi dos metros, ataviado con los restos de lo que parecía un viejo uniforme de combate de alguna unidad. Llevaba colgando de la espalda una espada de hueso tallada con una empuñadura de calaveras y una daga en su cinturón. Sostenía a la mujer desnuda por el cuello y antes de que nadie pudiera hacer algo por evitarlo se escuchó el inconfundible ruido de los huesos al partirse. 

Mientras tiraba al suelo el cuerpo como si fuera un monigote escupió sobre el cadáver:

- Eso es por mis hombres, bruja hija de puta. 

El tipo se giró entonces hacia los demás. Aquel gigante rubio era el mismísimo capitán Sterling. Todos habían visto fotos suyas en la Sala de los Héroes. Y allí estaba. Lucía una melena y barba que lo hacían parecer un bárbaro vuldrok más que un marine del Emperador pero no cabía duda de que era él. La pregunta que todos probablemente se hacían era: ¿de dónde había salido?

- Los cojones... jamás pensamos que echaríamos de menos Estigma ¿eh Fred? ¿Fred? ¿Tomhason? ¿Lucen?

El hombre miraba confundido alrededor. 

- No... 

Sailor sintió la explosión casi antes de que se produjera. Sabía que algo se había liberado aún en la oscuridad subsiguiente. Cuando se hizo de nuevo la luz, durante un segundo, tuvo miedo de haberse equivocado. Sus habilidades, mas de una vez, le habian jugado una mala pasada pero, al ver al enorme marine allí erguido, se sintió reafirmado. 

El carroñero y ex militar se levantó sin hacer gestos bruscos, se sacudió el polvo de su incombustible gabardina y saludó.

-¿Capitán Sterling? Tranquilícese. Somos marines de Estigma. Hemos venido en misión de exploración y rescate. 

Entonces se dio cuenta de su mirada.

-¿Sus hombres? Yo... escuché sus voces... dentro de la piedra. ¿No han podido salir?

Sheppard no era experto en excentricidades ni en tecnología alienígena. Ni siquiera era bueno para saber qué pensaba la persona que tenia enfrente, o qué sentía... Y tampoco le importaba. No era un hombre dado a rebanarse los sesos con esas cosas. Era más básico que eso, o como él se decía a sí mismo, le daba importancia a las cosas que tenian importancia, que en su opinión eran tres o cuatro.

Asi que no se rebanó demasiado los sesos. Sabía que pese a ser un marine, esa espada de calaveras no era algo normal. Ese tamaño tampoco. Y la manera en como habia partido a la mujer en dos... que cojones, eso tampoco lo era.

Asi que levantó el arma, esperando que le diera cualquier excusa para llenarle de plomo. Lucas tomó la iniciativa hablando al hombre, o cosa enorme, que tenian delante. Pero para Sheppard tampoco habia demasiadas respuestas. Lo que hubiera sido aquel marine, ya no lo era. Solo esperaba que Sailor no se acercara demasiado.

Todavía confundido el hombre miró a Sailor:

- ¡Se han quedado al otro lado! ¡Malditos sean los brujos carroñeros! Y la piedra está rota ¡no podemos volver!

Miraba los fragmentos de roca que había esparcidos alrededor. Se daba cuenta también de que Sheppard seguía apuntándolo. Fue lo único que lo hizo sonreír.

- Buen marine. Nunca bajes la guardia.- le dijo - ¿Habéis venido al rescate? Fred insistió en seguir emitiendo pese a que los demás ya habíamos perdido la fe. Pero el Pancreator nos mantuvo con vida para poder volver. Sólo hay que volver a encontrar otro de esos malditos artefactos simbiontes e ir bien pertrechados esta vez. No creo que los chicos puedan aguantar otros diez meses en ese infierno.

Mantenía las manos en alto, lejos de sus armas, aunque no parecía especialmente tenso.

- ¿Qué infierno? ¿De dónde venis, capitan? - dijo Sheppard sin moverse un ápice. No pensaba dejar que le pillara con las armas bajas. Aunque aun siguiera siendo el capitán que fue en algun momento, nada decía que no podia estar suplantado, o enfermo, o loco... - ¿Quiere volver alli? ¿Por qué abririan el portal estos hechiceros? ¿Qué relación tiene con ellos?

- Volvíamos de una misión de reconocimiento más allá de la Línea. Los simbiontes nos sorprendieron y tuvimos que retroceder hasta estas cavernas para parapetarnos. Para nuestra sorpresa los aliens no siguieron acosándonos, se mantuvieron rodeando el lugar. Pero no podíamos romper el cerco y algo interfería en la radio.
»Decidimos buscar una salida alternativa adentrándonos en las cavernas. Fue cuando encontramos las piedras negras. Eran media docena de piedras del tamaño de una cabeza, ovaladas, negras como el ónice, que se mantenían en el aire atadas por unos zarcillos carnosos que salían de la pared. Aquello era una aberración. Los zarcillos palpitaban como si fueran seres vivos. En realidad eran alguna forma de simbionte. Uno de ellos atrapó a Silas cuando intento destruir una de las piedras. 
»Abrimos fuego ¿qué otra cosa podíamos hacer? Pero de pronto las piedras empezaron a emitir oscuridad... y fuimos absorbidos. Pasamos a otro mundo. No tengo otra manera de describirlo. Cuando los sacerdotes hablan del Infierno o el Lado Oscuro, estoy seguro de que es allí. 

Se quedó un momento en silencio, mirando el vacío, como si lo hubieran desconectado. De pronto agitó la cabeza y pareció volver en sí.

- Quisimos abrir varios portales pero siempre se cerraban cuando íbamos a llegar. En una de las ocasiones la vi a ella - señaló a la mujer muerta - pero parecía una niña. De alguna manera nos mantenían al otro lado por algún motivo que desconozco. Esos carroñeros se han aliado con los simbiontes, han vendido su alma a los demonios.

-¿Esta usted bien?-se atrevió a decir Alice dando un paso hacia él, bajando su arma- debo hacer un chequeo y comprobar sus constantes. Aunque... parece estar en forma debo asegurarme de que se encuentra bien-dijo la mujer preocupada tanto por la salud del paciente como por la seguridad del resto. No sería el primer caso que tener en cuarentena y más con lo que habían pasado en Stigma, pero por suerte todo parecía estar correctamente bien a primera vista. Sun espero a que la dieran permiso para acercarse al hombre y hacerle las comprobaciones pertinentes y aplicar los primeros auxilios si fuera necesario.

Sailor levantó un dedo y ladeó la cabeza, inseguro.

-Un momento... no puede ser. Interceptamos una de sus transmisiones hace apenas una hora. Es imposible que... ¿Cuanto tiempo cree que han pasado allá encerrados?

- Hemos estado ahí dentro unos diez meses amigo. Fred llevó la cuenta de los días, pese a lo complicado que resultaba. Porque en ese lugar grisaceo el día y la noche eran conceptos ambiguos. Pero ¿hace una hora? Es imposible... La radio llevaba una semana inoperativa por una avería. Fred estaba todo loco... 

Miró de nuevo alrededor.

- ¡Debo volver a por ellos! Tengo que encontrar las piedras, preparar un equipo y...

- Me temo que esas piedras ya no están aquí capitán Sterling. 

Todos se volvieron hacia lo alto del túnel. El Padre Aronius aparecía allí escoltado por dos Hermanos de Batalla y varios marines. 

- Los herejes capturados nos han dicho que han sido trasladadas por petición de los simbiontes. Estos malditos traidores a la humanidad están aliados con los alienígenas.

- ¿Qué? ¡No puede ser! ¡Los simbiontes no son más que animales sin mente! ¿Cómo es posible que se hayan aliado con los carroñeros?

El sacerdote descendió hasta donde estaban todos. 

- La batalla arriba ha cesado pero los simbiontes no tardarán en atacar nuevamente. Debemos retirarnos con nuestros prisioneros mientras todavía tenemos tiempo. En la Guarnición serán puestos al tanto de todo lo sucedido.

Sterling parecía a punto de protestar pero el hombre levantó la mano:

- No. No es momento de hablar. Es momento de retirarse. Una vez estemos de vuelta en la base se os pondrá a todos al día de lo sucedido. Hay muchas cosas que explicar y tenemos nuevos problemas que resolver.

Sin duda el padre Aronius tenía razón. Continuar en aquel enclave rodeado de simbiontes era una locura.

Y, después de todo, él era quien estaba al mando de aquella misión. Así que el grupo se replegó hacia el exterior, hacia los vehículos todo-terreno, para regresar a la base.

EPÍLOGO

En la sala había cuatro hombres reunidos alrededor de una mesa circular con el emblema del Emperador grabado. Los cuatro hojeaban varios informes y en todos los rostros se veía preocupación.

El Padre Aronius pensaba en todas las consecuencias que aquello tenía para su fe. Lo que para los científicos era una dimensión desconocida para él no era más que el Infierno proclamado en las Escrituras del Pancreator. El capitán Sterling, convenientemente afeitado y uniformado, conocía aquel lugar de primera mano. Sus hombres continuaban allí y tenía pensado rescatarlos. Con ayuda del Alto Mando o sin ella. El teniente Nomad todavía intentaba encajar todas las piezas de aquel puzzle y el doctor Greener guardaba silencio pensando en las posibilidades de las piedras negras como remedio para la infección simbionte.

- ¿Estamos totalmente seguros de esto? - preguntó el teniente Nomad dejando los papeles sobre la mesa - Los simbiontes... ¿son inteligentes?

- Sí. No me cabe duda. No entendemos su inteligencia porque es alienígena pero no son animales. Pensábamos que eran como insectos gigantes y seguimos apostando a que existe una especie de mente colmena central, pero hay algo más. Tienen objetivos y... una cultura. Esas piedras lo demuestran.- afirmó el doctor Greener.

- Temen a las piedras.- intervino Sterling - No se acercan a ellas porque les hacen algo. Esas piedras abren un portal o algo parecido. Fue lo que nos arrastró a nosotros al otro lado. Y es un sitio desagradable.

- Sí, pero también eliminan la infección simbionte.- dijo el médico - Lo hemos comprobado. Por eso las rehuyen: hay algo en ellas que los daña. 

El padre Aronius se sirvió una copa de agua. Sus manos temblaban:

- Los daña el Infierno. Lo que Sterling nos ha descrito es el Infierno, el Lado Oscuro. Es un milagro que haya sobrevivido a ello, pero si no destruimos las piedras... el portal se puede abrir y dejar entrar a esos demonios aquí. ¡La oscuridad de los soles puede que sea debida a la existencia de esas piedras!

- ¡Pero pueden significar también el final de esta guerra! ¡Podemos usarlas para erradicar a los simbiontes y su contagio! - Greener parecía emocionado - Por lo que hemos visto para activar el portal se necesita una gran cantidad de energía. Es cuestión de conseguir las piedras y mantenerlas separadas, una en cada guarnición. ¡Nos protegerían de los simbiontes y podríamos utilizarlas para curar a los infectados!

- No sabemos como funcionan. ¡Estamos tentando la ira del Pancreator! ¡Debemos destruirlas!

- ¡No podemos destruirlas! ¡Mis hombres siguen al otro lado! ¡Necesito abrir el Portal de nuevo para...

- ¡Señores! ¡Señores! - intervino el teniente Nomad dando un fuerte golpe en la mesa - ¡Cálmense! No podemos precipitarnos. Una de esas piedras está en camino hacia Bizantium. ¡Hacia el centro del Imperio! Está en manos de los traidores de la Iniciativa Caronte y no sabemos cual es su poder. Puede que incluso ellos lo desconozcan. He contactado con el Ojo Imperial para advertirlos y en esa comunicación me han informado de que enviarán a alguien para que se haga cargo de la situación. El Sumo Inquisidor Icarus. 

Todos callaron. El Sumo Inquisidor Icarus era un héroe de guerra, uno de los mejores Hermanos de Batalla que se conocían, con tantas leyendas a su espalda que casi resultaba imposible creer en su existencia real.

- Estará aquí en una semana. Mientras tanto nuestras órdenes son custodiar la otra piedra que está aquí y que el capitán Sterling complete su informe. 

- ¿Mi informe? - el soldado estalló levantándose de su silla y tirando papeles a su alrededor - ¡Mis hombres están en ese infierno y usted me pide que cubra papeleo! Debemos buscar una manera de abrir el portal.

- Relájese capitán.- intervino Greener - Por lo que nos ha contado el tiempo aquí y allí discurre distinto. Lo que para nosotros es un año para ellos será un mes. No podemos precipitarnos. Ni siquiera sabemos como se abre el portal, y dudo que los Carroñeros colaboren. Los que hemos capturado son soldados... no tenemos a ninguno de sus chamanes. Se han internado en la selva para ocultar las otras piedras. Hasta que los capturemos me temo que estamos atados, así que toda la información que pueda darnos será vital para cuando sí podamos actuar.

Un golpeteo en la puerta hizo que el teniente Nomad tuviera que acercarse a abrirla. Tras intercambiar unas palabras con su ayudante volvió a la mesa:

- Tenemos noticias. Hay rumores de que Svenson Decados intentará salir del planeta a través de Karma, probablemente robando alguna lanzadera o con ayuda de algún contrabandista. 

- ¿Ese traidor? ¿No pertenece a la Iniciativa Caronte? - dijo Greener - Es nuestra oportunidad de conseguir información de primera mano.

- ¿Qué es la Iniciativa Caronte? - pregunto Sterling.

- Lo que sabemos está en los informes.- el teniente Nomad recogió algunas de las hojas que había tirado el capitán en su furia - Los Decados habían trazado algún tipo de actuación con material simbionte. Al principio pensábamos que era algún intento de desarrollar armamento biológico o incluso retocar con genética controlada a sus hombres. Supersoldados. El proyecto tenía el nombre clave de Iniciativa Caronte y lo habían enmascarado como si fuera una operación Imperial. Al ser descubiertos se dieron a la fuga. La primera piedra negra que encontramos la tienen ellos, se la llevaron de Estigma. A la vista de los descubrimientos recientes empezamos a temer que haya algo más. Quizás, al igual que los Carroñeros, sabían algo más sobre los simbiontes. Quizás incluso hayan contactado con ellos. Sea lo que sea Svenson tiene un rango alto en la estructura, si lo capturamos con vida podremos averiguar muchas más cosas. 

- Yo me encargaré de eso.- se ofreció Sterling.

- Imposible. Necesitamos toda la información de primera mano que podamos obtener del sitio en el que ha estado capitán. No entrará en misiones activas hasta nueva orden. 

- Los que rescataron al capitán...- dijo el padre Aronius - Parecen gente competente.

- Sí. Tengo varios nombres apuntados.- el teniente Norad ordenó los papeles - Será un equipo pequeño. No queremos que Svenson huya de nuevo a la selva si se da cuenta de que lo esperamos. 

Los cuatro hombres asintieron. De alguna manera sentían que en Estigma, en aquel planeta olvidado al límite del universo, se estaba jugando una partida crucial para la supervivencia de la humanidad.