Partida Rol por web

-En la base nadie la tocará. Estará a tu cargo, eres la responsable médico. El teniente decidirá si informa o no. Solo se lo comunicaremos a él. Podemos manejarle. La otra misión debería aclararla Khan. No me creo que alguien supiera alguna cosa de esto en este maldito planeta. No. ¿Qué clase de órdenes secretas podía tener Lance? Un tipo como él. Y alguien como Sandler. Debemos aferrarnos a las directrices marcadas. Eso es lo que haremos. Y convenceremos a esta cosa y la neutralizaremos, si no nos queda otra opción.

Miró a Berenice.

-No queremos que nadie más salga herido. Creo que comprendes lo que significa ser marine.

Se giró a Kathe y Lance.

-Es el momento de que nos informéis de una vez de esa misión. Aunque ya la imagino. La he visto otras veces. ¿Vais a cumplirla? ¿Podéis hacerlo? En particular tú, Kathe.

Ahora sabía algo. Eso estaba bien. El conocimiento no ocupaba lugar, dijo una vez un tipo. O era la cerveza. Ya no se acordaba. Pero saber estaba bien, te daba una perspectiva diferente de las cosas.

—Esta misión dejó de ser de rescate en cuanto alguien ocultó que bla, bla, bla, bli, bli, bli —se burló Khan de Robles, molesto —. Si hay algo que tengas que decir, me lo dices a la cara. O mejor, se lo dices al teniente Sandler. Si, tenía otras órdenes, pero no sabía de qué iba la fiesta. Puedes creerme o no. Si te sirve de consuelo, no las hemos cumplido. De hecho, aquí nadie está cumpliendo una mierda.
Miró a Turk, el protocolo le impedía confesar sus órdenes. Era un buen marine. Sin embargo, solo había que sumar dos y dos. Kathe, una chica con pocos escrúpulos, y él, el bastardo de las operaciones negras. Era evidente que un estirado como Sandler no quería problemas en un particular retiro espiritual. Así que…dejó que lo dedujesen, sus labios estaban sellados. Sin embargo, tampoco podían cumplir las otras órdenes.
—Si volvemos con los científicos a la base los mataran y los interrogaran sobre Berenice. Ya lo ha dicho Robles, así funcionan las altas esferas. A nosotros también, claro. Y a los chicos de la base, aunque no hayan tenido nada que ver. Eso sin contar con lo que le pasaría a Kathe, nuestra chica especial, y con Berenice, Bruce, Ben o como quiera llamarse. Así que…solo veo una solución, y es ignorarlo todo, Turk. Primero, es imposible contener a Berenice. No podemos controlarla ni atarla. Nos mataría a todos. Tampoco puede quedarse aquí, la buscarán. Y a ellos…—señaló a los científicos —. Esto es lo que propongo. Buscamos un módulo de salvamento, algo tiene que haber quedado entero en esta chatarra. Metemos ahí a los científicos, que vayan a donde quieran. A Berenice también, si quiere irse que lo haga, sino que se quede. Luego presentamos el informe. Llegamos, perdimos unos hombres contra las defensas automáticas de la nave, la tormenta nos atrapó. Cuando pasó, no pudimos evitar que uno o dos módulos de escape se pusieran en órbita. No encontramos a nadie en la base, ni humano ni alienígena. No sabemos nada. Nos la jugamos, pero es mejor así —se encogió de hombros —. Pasaremos aquí la cuarentena. Si Kathe está contaminada todos los estamos, no podemos volver a la base y arriesgarnos a contaminar el ambiente allí. Si dentro de cuarenta días todos estamos bien, regresaremos. Todos ganan, tratamos de cubrir que ha habido supervivientes. Los que vengan se enterarán de que dos módulos han escapado y que Berenice está libre, pero nada más. Ni a donde fueron, ni que era Berenice. Ya nos hemos jodido bastante los unos a los otros. ¿Qué decís? Es el momento de aunar esfuerzos y proteger a esa gente. Misión de rescate, Turk, jodemos el protocolo pero les salvamos después de todo.
Se acercó a la científica más mayor, sacó el cuchillo y la acercó a sus ligaduras.
—Y si Berenice quiere acompañaros a la tierra prometida, nadie se lo impedirá.

Las palabras de Lance cayeron como una losa… Mi rabia inicial se vió apagada de golpe con aquel sencillo comentario. No era el hecho de que me rechazase… No había sido la única vez!!! Era la forma en que lo había hecho. Lo que había desencadenado aquel rechazo…

- Oído cocina vaquero!!! – le dije escuetamente. Tentada de decirle algo más, algo hiriente.. pero segura de que nos serviría de nada. – No Berenice!!! No quiero que lo mates!!! No será necesario… Para mi es como si ya lo estuviese… Tampoco puedes ir eliminando gente por ahí como si nada…

Pero lo mejor estaba por venir. Nuestra querida Turk estaba dispuesta a seguir el reglamento, como si aquello fuese una operación sencilla. La palabra cuarentena se abrió paso en mi abotargado cerebro. ¿Cuarentena? Aquella hija de puta estaba loca.

- ¿Me llevarás esposada Turk? ¿Necesitas que me deshaga de todo mi armamento y me someta dócilmente a lo que tú decidas? ¿Vas a ser tu quien me lo quite y me amordaces? – la rabia contenida se mostraba claramente en mi rostro.

Mi lucha interna con lo que sentía por Lance había dejado paso a un vacío inconmesurable que ahora mismo solo podía cortar la violencia, pura y dura. Lance era un problema resuelto, olvidado… Ahora centraba mi frustración… mi miedo, en aquella idiota tirante y estirada que siempre creía hacer las cosas correctas.

- No tengo por que informarte de nada!!! Ni a ti ni a nadie!!! Solo respondo ante mi superior, que en este caso tal vez seas tú, pero no te debo ninguna explicación. ¿O tal vez me la vas a sacar con un interrogatorio? Tal vez es mejor sacarme ahí fuera a la tormenta y descerrajarme un tiro en la cabeza. Así dejaré de ser un problema!!!

Necesitaba golpear algo. Pelear. Sacar la rabia que me recorría… o acabaría por destruirme. Me giré hacia Berenice o como fuera que se llamase.

- No trates de entendernos… Somos así!!! Pasamos de la rabia a la alegría en cuestión de segundos. Eso es algo intrínseco al ser humano. Te pueden amar en un instante, ser tu colega y al siguiente te quieres torturar y diseccionarte como un conejillo de indias. Si yo fuera tú y pudiese me iría. No tienes nada que aprender de nuestra raza y menos de este variopinto grupo. – dejé pasar unos instantes para reorganizar mis pensamientos. – Déjate de planes Lance!!! Y no te preocupes más por mi!!! Ya te lo dije antes!! Yo…yo no se que me ha pasado. No acabo de entender que has hecho. – me centré de nuevo en Berenice. - Pero una cosa está clara y es que ya nunca seré para ellos lo que era antes. De eso se han encargado casi todos de dejármelo bien claro… - dije mirando a Lance… - Vete y vive tu vida y…y…llévame contigo. Aquí ya no soy bien recibida.

Lo último llevaba rato meditándolo. Temerosa de decirlo. Temerosa de callármelo. Tal vez era la mejora de mi cuerpo que no acababa de encajar en mi cerebro. Tal vez mis sentimientos estaban alterados. Tal vez me estaba volviendo loca, pero tenía claro que ya no era una marine. Ya no lo sería para ellos, o por lo menos para una mayoría aplastante. Y eso me pesaba como una losa. Si no podía estar con ellos, tampoco dejaría que me encerraran. El confinamiento acabaría conmigo, con mi autoestima, con mi conciencia… Ya nada me retenía allí. Mis esperanzas me habían ido abandonando poco a poco junto con cada palabra de los que hasta ahora consideraba mis compañeros.

—No, Kathe, escucha lo que digo.
Intervino, esperaba que la doctora dijese algo. O Sebas, o Turk. Pero no lo dirían. Aquello era algo entre los dos. La había apartado de si y ¿Qué pasa cuando rechazas a una mujer? Aparece otro guaperas que se la queda, sencillamente. Kathe quería irse con Berenice. Era, quizás, lo mejor, quien podría explicarla que era ahora. Si bien...si en el fondo quedaba algo de Kathe, si su alma y su mente estaban intactas, algo le decía a Lance que no debía dejarla marchar. O quizás era otra cosa, quizás no soportaba tenerla lejos, perdida entre las estrellas. Quizás.
—Si te vas con ella no haces más que darme la razón, Kathe. Y tú no quieres eso. Vamos, nadie me ha dado la razón desde hace años...—bromeó, como un cuervo posado sobre un cadalso sangriento —.Escucha lo que digo. No hay nada para ti en esas estrellas, no eres ella. O eso nos has dicho ¿No? Allí no encontrarás lo que buscas. Podemos...volver a casa Kathe. Cada uno al sitio que nos corresponde...—vamos, maldita mujer, lee entre líneas. Las cosas han cambiado —. Volveremos a casa...

Turk negó con la cabeza a Khan, sin apartar la vista del alienígena.

-Sería una buena idea si nos saltamos un montón de normas. Y casi no te diría que no. Pero aquí no hay cápsulas de salvamento. Tampoco comida como para quedarnos tanto tiempo.

-Sin contar que el teniente enviaría a alguien para comprobar qué mierda sucede y el motivo de la cuarentena. Buen intento, Lance, al menos era una posible salida –añadió Sebas-. Yo tampoco estoy de acuerdo en hacer eso con Kathe.

La misma Kathe se enfrentó a la ocasional oficial al mando. Replicó furiosa, dejando clara su posición. Incluso quería irse con “Berenice” . Turk miró alrededor. Parecía encontrarse sola.

-Kathe, nosotros te protegeremos. Si me sucediese a mí, actuaría igual. Comprende que estás…contaminada. Nadie sabe , ni los cerebros estos lo que te sucede. Que te han mejorado, genial. ¿Y si hay algo más? Recuerda lo que sucede cuando se infecta a un grupo que nunca tuvo contacto con una sustancia determinada. ¿Te vas a ir con esta criatura? ¿Qué sabes de ella? Eso es deserción.

Se encaró al resto de marines.

-No estamos afectados. Los científicos insisten en eso. En algún momento deberemos confiar en ellos, y en nosotros mismos. Tal vez incluso en esta criatura. Cualquier decisión es un riesgo. Es inusual a lo que nos enfrentamos, una situación extraordinaria, desde luego. Yo estoy al mando, y asumo mis responsabilidades. Eso es lo que decido, y vosotros os ponéis en mi contra. Cuando no se respetan las órdenes, no hay control. ¿Alguien quiso tomar el mando? No. Kathe, te sientes frustrada por el rechazo de Lance, ¿y qué? No puedes esperar a que todos babeen por tu culo o te quieran. Os dije que no entrarais en esa sala, y os lo pasasteis por el forro. Deja de ser una puta cría malcriada. Eres una marine. Joder. Es una orden también. Se acabó tanta cháchara.

Habló deprisa; firme, aunque acelerada.

-Os debería enviar a todos a tomar por culo. Que se quiere largar, adelante. Y el que la siga, lo mismo. Como si queréis pegaros un tiro. Eso sería lo fácil. Puede que lo haga, que pasa de vosotros, y os mande a la mierda.

A todo esto, el ser de las estrellas, enfundado en su armadura de marine, permanecía atento, silencioso, sin moverse de donde estaba.

Lance pareció por fin darse cuenta de mis palabras. ¿Intentaba bromear? ¿Ahora? Ahora era tarde. Ya ni siquiera sabía donde estaba mi casa… Pero ahora le preocupaba que le diese la razón. Todo lo que había dicho y hecho era en contra de lo que él se había negado a ver y ahora, ¿no lo tenía claro? Para colmo, la pobre y esmerada Turk intentó poner orden!! Era divertido ver como, en un vano esfuerzo, intentaba hacerse oír. Pobre idiota!! La escuché sin tapujos, sin un solo pestañeo. Ya nada me importaba. 

- ¿Que soy una marine? Te podría decir lo que he sentido desde que salí de esa maldita crisálida y desde luego te puedo asegurar que de todas vuestras reacciones ninguna me ha hecho sentir una marine. Y no!!! No te lleves a engaño!!! No estoy así por que ese capullo me haya rechazado. Es por la forma en que lo hizo y por todo lo que ha pasado!!! Hace un rato me querías encerrar en una celda y dejarme a merced de los científicos… Lance no me ve ya como una marine. Ni siquiera tú con esos aires de pomposa superioridad!!! ¿Qué quieres? ¿Qué me quede calladita? ¿No te gustan cabreadas o que? Yo lo estoy más a cada puto segundo que pasa… - y dicho aquello golpeé con fuerza una consola.

El dolor me hizo recordar que a pesar de lo que había dicho aquel ser, ahora convertido en una especie de marine, seguía siendo de carne y hueso. Me miré la mano notando la sangre correr por ella. Me había hecho bien aquel golpe.

- Sara!!! ¿Tienes un poco de venda? – le dije inquisitivamente… Luego me iría a un rincón a curarme la mano, con o sin la venda. – Volvamos a casa dice... – seguí gruñendo por lo bajo, olvidando por unos instantes todo lo que había a mi alrededor. No quise mirar a la cara a nadie… Ahora no tenía ganas de hablar!!!

Lo había intentado. A su ruda manera, pero lo había intentado. Había intentando que Kathe leyese sus intenciones ocultas en sus palabras; pero o ella no había querido entender o simplemente él era tan torpe que no se había hecho comprender. “Volvamos a casa”, había dicho. “Sígueles la corriente, muñequita. Saldremos de Emmerson cuando lleguen los “nuevos reclutas””. Deserción, insumisión, rebelión, se marcharían en un transporte rumbo a ninguna parte. No iba a encontrar una oferta mejor. Berenice solo podía ofrecerle mierdas sobre el núcleo y esas chorradas. Ellos eran hombres, criaturas subdesarrolladas que apenas comprendían el universo por el que se movían. No necesitaban más conocimientos. Eran una raza destructiva. Y así era él.
No era un filósofo, no era un hombre romántico, tampoco alguien que pudiera amar o encajar en la sociedad. “Voy a leer el periódico y luego a comprar el pan, cariño”, se veía diciendo en una bucólica idea, mientras besaba a sus hijos en la frente. Esa mierda no era para él. Era una pieza defectuosa, un patrón erróneo en el gran tejido del universo. El olor de la pólvora, el aroma de la carne humana quemándose, el centelleo de una granada de fragmentación…ese era su universo. Salvaje, visceral.
Se había dejado arrastrar. Por las mujeres. Mandos incompetentes, putas con la entrepierna caliente o el corazón teñido del rosa de los cuentos. “El mundo no es así”, quería decirlas. El mundo no es amor. El amor es una ilusión. “Una vez lo tuve”, pensó. Si, los buenos tiempos. Los grandes tiempos. Cuando la lealtad significaba algo y el amor era real, algo sólido que estrujar todas las noches. Esa parte de su vida había pasado. Había evolucionado a su estado natural.
Kathe no se veía como un marine. Pero él sí. Que los mandos estuvieran podridos, que sus compañeros fueran incompetentes no significaba que su profesión no fuese digna, la mejor que un hombre de VERDAD pudiera desear. Era un marine. Emmerson, su pasado o Berenice no podían cambiar eso.
Allí tenía a Turk, una chicharra molesta incapaz de imponerte. A Sebas, un buen tío, quedaría de puta madre detrás de la barra de un bar, donde la disciplina no importaba. Estaba Robles, “Haz algo jodida mujer”. Hablaba y hablaba, se quejaba de cómo debían de hacer las cosas pero no se movía. Uy, Kathe se había herido. Seguramente ahora correría a curarla. Salvados a todos, necia. A la mierda ella también. Y luego estaba Kathe. Ah si, hubiera sido un buen marine si no se hubiera follado a la mitad de la base y estuviera escocida por no haberse tirado a la otra mitad.
¿Qué había dicho? Ah, si, que no la ofendía su rechazo, sino la forma. ¿En serio? ¿En qué puto mundo de telenovela rosa vivía? No comprendía, ni ella, ni nadie. Estaban allí porque eran incompetentes, porque habían fallado. Eran el retrete del cuerpo. Pero él no. A él le habían enviado allí como castigo. Sabía demasiado, era un puto perro de presa. Sus días de gloria no habían pasado. Sus días de gloria eran aquellos.
Las órdenes habían sido dadas. ¿Qué coño había estado haciendo él? Se había vuelto loco, desertar, huir, buscar una solución a aquello que le aquejaba, seguir las órdenes de incompetentes, cuando lo único que tenía que hacer era darle un empujón a todo aquello. Tomar las putas riendas como haría un marine. Solucionar el problema.
Se acercó a Sebas.
—Saca a los civiles de aquí, alejaos y escondeos. Cuando amaine la tormenta, llévalos a la base —ordenó, muy serio.
Se giró hacia Robles.
—No se te ocurra acercarte a Kathe, su sangre podría ser veneno puro, como su lengua —enfocó a Kathe —. ¿Te duele? Más te dolerá. Eres un marine. ¿Quieres desertar? Tuviste tu oportunidad, soldado. Ahora, o estás con nosotros o estás contra nosotros. Entrégate, es tu deber como marine.
No esperó a escuchar su réplica “Cháchara sinsentido”. Encaró a Berenice.
—Todos los marines llevamos insertados en el cuerpo un medidor biomédico P-714* el cual enlaza con el ordenador central de la base enviando nuestras constantes vitales, temperatura, pulso. Los datos enviados son a su vez redirigidos a la Central. Cuando un marine muere los datos de su cámara y de su medidor P-714 son estudiados. ¿Sabes lo que significa? Que si me vuelas la puta cabeza aquellos que deben estar buscándote sabrán como localizarte aquí. Así que, piénsalo dos veces antes de matarme de una forma antinatural. Si quieres acabar conmigo, tendrá que ser a la antigua usanza…—deslizó su cuchillo fuera de su funda, su mirada de hollín se reflejó en el metal espejado; allí solo había ira, rabia, violencia y disciplina. Emociones buenas para una batalla —. Voy a detenerte, Berenice. Te meteré en una celda, en un frasco o en una caja de cerillas. Tú decides cuantas veces quieres que te corte. Son las órdenes.
Se acercó a ella, cauto, el arma mirando hacia abajo, cogida al revés, dispuesta para ser clavada o lanzada. La mano libre delante, la palma abierta. Colocaría unas esposas** en sus muñecas si se las ofrecía. Sino, tendría que rajarla y rajarla hasta hacerla entender.

Hace tiempo que se ha perdido en todo ese jaleo. Ya no sabe lo que se ha propuesto, lo que no se ha propuesto, lo que no se ha aceptado primero, pero que luego ha salido otro diciéndolo y todos felices de la muerte. ¡Joder! Lo que viene siendo una puta reunión de locos donde no se entera ni el moderador. Alza la ceja cuando le ordena que no se acerque a Kath. ¿Pero qué le pasa? 

Lo que tiene claro es que ahora todos van a morir en cuando Lance cumpla su misión. Las cosas van así: misión tapadera para el grupo, misión secreta solo para uno, gran parte del grupo que no tiene ni idea de que es una misión tapadera, muere... mientras el de la doble misión intenta llevarla a cabo poniendo a todos los demás en contra. El tipo cumple la misión, pero los demás se han enterado de que va. Los altos mandos se cargan a los que forman la misión y a los civiles. Hacen como si fuese un accidente. Fin de la historia.

Pero ahí parece que no acaban de entender la gravedad del asunto. Pasando olímpicamente de Lance y de sus órdenes, se acerca a Kath y le mira la mano. No es algo de gravedad y con una simple cura dejará de sangrar y se curará enseguida.

-Nos estás condenando a todos, Lance. Te crees que sabes como funciona todo, pero no es verdad. ¿Te crees que entregando a Berenice salvarás a alguien? ¿Aunque solo sea tu puto culo? No. Y ya lo has demostrado. No puedes salvar a nadie, ni a ti mismo.

Saca unas gasas y unas vendas y se dedica a tratar la herida.

-Pero claro, tú eres todo un marine.

No tarda mucho en acabar con el vendaje. 

Los marines se protegen unos a otros.

Sacrifican su vida por sus compañeros; por sus hermanos. Lo demás no importan.

This is the end
Beautiful friend
This is the end
My only friend, the end
Of our elaborate plans, the end
Of everything that stands, the end
No safety or surprise, the end
I'll never look into your eyes...again
Can you picture what will be
So limitless and free
Desperately in need...of some...stranger's hand
In a...desperate land ?

Lost in a roman...wilderness of pain
And all the children are insane
All the children are insane
Waiting for the summer rain, yeah
There's danger on the edge of town
Ride the king's highway, baby
Weird scenes inside the gold mine
Ride the highway west, baby
Ride the snake, ride the snake
To the lake, the ancient lake, baby
The snake is long, seven miles
Ride the snake...he's old, and his skin is cold
The west is the best
The west is the best
Get here, and we'll do the rest
The blue bus is callin' us
The blue bus is callin' us
Driver, where you taken' us ?

The killer awoke before dawn, he put his boots on
He took a face from the ancient gallery
And he walked on down the hall
He went into the room where his sister lived, and...then he
Paid a visit to his brother, and then he
He walked on down the hall, and
And he came to a door...and he looked inside
father ?, yes son, i want to kill you
mother...i want to...fuck you

C'mon baby, take a chance with us x3
And meet me at the back of the blue bus
Doin' a blue rock, on a blue bus
Doin' a blue rock, c'mon, yeah
Kill, kill, kill, kill, kill, kill

This is the end, beautiful friend
This is the end, my only friend, the end
It hurts to set you free
But you'll never follow me
The end of laughter and soft lies
The end of nights we tried to die
This is the end

Sentía rechinar su cerebro dentro de su cabeza, patinando contra su cráneo. Ardían sus pensamientos, su corazón, el mundo estaba en llamas. Una parte de él sabía que lo que iba a hacer era una locura. Berenice había matado a un hombre solo con pensalo. Por tener malos pensamientos, nada más. Él era todo malos pensamientos. Acalló la voz de la cordura; la apaleó, la encerró en una caja y la tiró por las escaleras. A la mierda. A la mierda un día más esperando en Emmerson, marchitándose. Su última oportunidad de escapar era aquella.
"Tuviste otra oportunidad", decía una voz, malsana, chillona "Con Kathe". No, realmente nunca la tuvo. Él ya estaba muerto. Era un cadáver andante desde hacía tiempo. Emmerson había sido como la tierra sobre su ataúd, nada más. Pero ya estaba muerto.
Sintió que se deshacía, que algo explotaba. ¿Era él? ¿Acaso importaba? Luego solo hubo oscuridad.

Oscuridad. Sin pensamientos. Sin emociones. Solo oscuridad.

Un rostro en la sombra alumbrado por la llama del encendedor. Se encendió un puro. Había otras sombras, tras él. Todos y cada uno de ellos, tal y como los recordaba.
—Sois vosotros ¿Muchachos?
No habían cambiado ni un solo ápice. Su unidad, los chicos.
—¿Qué haceís aquí?
—Te estabamos esperando, Khan. Ahora podemos irnos.
Le arrojó un arma. Lance la sostuvo entre sus manos.
—¿Qué sitio es este Kaiser?
—¿Estás de coña? ¿Qué sitio podría ser?
Oscuridad y llamas, algo reptando en la penumbra, arrastrándose. No había escapatoria, no había solución. Tenía un arma, estaba con los muchachos. Estaba en casa.

Mi mirada vago perdida entre los cuerpos de los caídos… que como muñecos de trapo yacían allí donde Berenice los había destruido. Los científicos no habían logrado dilucidar ni un ápice el alcance del poder de aquel ser. Ni siquiera los marines estaban preparados para entender una fuerza como aquella.

Las lágrimas hacía rato que habían dejado de manar dejándome solo unos churretes en la cara los cuales me daban un aire más siniestro de lo normal. Observé a la siempre activa Turk, con sus pechos turgentes y bien puestos, ahora inmóviles, y con una cara de incredulidad aún en el rostro. La doctora había caído junto a todos sus enseres. Estaba recogiendo lo que había usado para curarme la mano y ahora yacía esparcido a su alrededor. Sus ojos abiertos miraban inmóviles el techo de la nave.

Y luego estaba Lance. Aún con el cuchillo sujeto en su mano. Su gesto seguía siendo el de un luchador. Hosco y con el ceño fruncido. Su enorme y vigoroso cuerpo reposaba en el suelo todo lo grande que era, como descansando. Como si de un momento a otro se fuese a levantar gritando y enfurecido como un felino salvaje… Acaricié su cara, recordando lo que era, recordando lo que había sido…

Ni siquiera era capaz de gritar de rabia. Ya hacía rato que me había dado cuenta de que aquello no serviría con aquel ser poderoso y a la vez tan primitivo. Incluso me había abalanzado sobre él y lo había golpeado. Había soportado mi furia con estoica paciencia y con cara de indiferencia. Mientras terminaba de absorber cada detalle del rostro de Lance una idea comenzó a desarrollarse en mi mente.

- Creí que un ser como tu sería capaz de entender lo que es el ser humano. Nunca acabé de entender todo ese rollo filosofal que decías. Y ahora veo que fue absurdo el haberlo creído. No me has matado!!! ¿Por qué? ¿Acaso tengo parte de ti? No se si te has dado cuenta, pero no es contigo con quien quiero pasar el resto de mi vida…por muy mejorada que este. El ser humano necesita del calor de otros. Tú, solo eres una equis más. Sumas o restas según tu conveniencia y despejas la incógnita cuando te incomoda… Yo no quiero eso!!! Ellos no querían eso… - dije señalando el cuerpo de mis compañeros. – Si ellos no han de vivir porque te molestan tampoco yo veo necesaria mantener mi estancia aquí contigo, en una soledad que se me haría más eterna que el odio que sentía Lance…

Y dicho aquello cogí con fuerza el cuchillo que le había sacado de las manos muertas a Lance y me lo clavé con fuerza en el pecho… Noté como la sangre manaba a raudales de la enorme herida causada por aquella arma. Me senté boqueando, al lado del que posiblemente había sido el único hombre al que le había abierto mi corazón… Aquel que ahora, con cada bombeo dejaba escapar un poco de mi vida… “Nos vemos colega!!!” Pensé instantes antes de cerrar los ojos y dejar escapar mi último suspiro, ajena a la mirada perpleja del ser llamado Berenice.