Ansiando la respuesta de Ravinia, Caspian disfrutó del desafío implícito en su mirada mantenida. Podría haber bebido de esa expresión estudiada con mucha más sed de la que le provocaría cualquier vino. Sin embargo, antes de comprobar si esos ojos cumplían lo que prometían, una voz masculina desvió su atención y su mirada.
La iniciativa de Javier le resultó refrescante, y sin duda, lejos de esperado. Se sorprendió a sí mismo alegrándose de que su compañero de mesa no calzara en la descripción que le había asignado tras aquella brevísima primera impresión, y más aún, de que les prometiera la oportunidad de comprobar a lo largo de la noche la precisión de sus respuestas. - Culpable - murmuró con una sonrisa de medio lado, sin interrumpirlo, al escucharlo hablar de quienes no distinguían un vino de otro. Más aún, elevó su copa en un brindis respetuoso y bebió un sorbo, relamiéndose los labios cuando volvió a dejarla sobre la mesa. Un poco más tarde, sus labios se curvaron en otra sonrisa al escuchar sobre los relojes, y luego su expresión cambió a una de interés al oírlo hablar de aquellas nocturnas ruletas de ciudades. Era muy pronto para decidir si quería autoinvitarse o solo tomar la idea, así que por el momento no insinuó hacer ni la una ni la otra.
Su mirada volvió entonces a la italiana. No había olvidado la respuesta que le debía. Cuando esta llegó, Caspian pareció analizarla un segundo de más que al resto, interrumpido solo por un golpecito por debajo del mantel que le hizo marcar un poco más la sonrisa en la comisura de sus labios, aún sin dejar de mirar a Ravinia. Lo que le llamaba la atención no era tanto el qué le había dicho, sino el cómo. A cuentagotas. El exacto opuesto a él, que no se cortaba en absoluto, ni siquiera para tentar con el misterio. No acababa de decidir si ese método cautivaba su atención o la repelía.
Mejor, pero escaso - respondió con una sonrisa provocadora. El desafío implícito del comienzo le había dejado con ganas de mucho más como para satisfacerse tan pronto.
No se digno a responder a la pregunta de portadas. Principalmente, porque si no existiera ese riesgo, la conversación perdería muchísimo de su atractivo a pesar de sus tintes no ortodoxos. El punto de vista del niño Walmart fue... novedoso. Caspian bajó la mirada al plato de comida del hombre, preguntándose si eso lo habría cazado él también. Depsués de todo, con la de instrucciones que seguían, no sería lo más raro que alguien les pidiera cocinar lo que había traído. Lo que sí tuvo claro era que a Jimmy lo había subestimado más que a cualquiera de los presentes. Estuvo tentado a preguntarle algo más cuando Amirah se adelantó con interrogantes mucho más inquisitivas, y hasta ligeramente acusadoras. Eso sí lo quería escuchar.
No lo sé, Amirah. Hay muchas cosas que desconocemos. Muchas fuerzas que no entendemos. Fuerzas que pueden intervenir en cualquier tejido de destino. - comentó, dejando su cubierto de lado por un momento. Le gustaba gestualizar al hablar, así que cualquier cosa en la mano al hacerlo acababa por molestarle - E incluso sin ello, el señor aquí presente podría tener una forma ineludible de alterar la senda de esa bala. Una forma de llamarse dios, sin llamarse asesino. Y para ello, solo tendría que, teniendo a su presa atrapada, en la mira, y sin escapatoria posible, bajar el arma y hacerse a un lado. Matar es una cosa, pero... ¿dispensar una vida por tu mero capricho? ¿Matar a cuantos quisieras antes y, sin más razón que tu voluntad y un deseo pasajero, dejar ir uno? - sonrió pronunciadamente, negando con la cabeza - Nadie puede negar que eso es tener el poder de un dios en tus manos. Y se extrapola a amantes - miró a Ravinia - a otros placeres - se detuvo un segundo en Javier - y a otras causas - regresó otra vez a Amirah.
En cuanto a mis propias peculiaridades - sonrió, volviendo al tema anterior - Yo colecciono símbolos de distintas religiones y culturas. Me gusta pensar en la devoción y esperanza que alguien ha vertido antes en ellos, así que entre más usados, desgastados y viejos, mejor. Suelen tener una carga especial. De vez en cuando me paso por alguna tienda de antigüedades buscándolos. - generalmente vestía al menos uno, aunque ahora no fuera ninguno visible - Y sobre pasatiempos, creo que no tengo ninguno particularmente inusual... - frunció ligeramente el ceño, buscando la mirada de Portia. Quizás lo tenía pero no se daba cuenta, o se le estaba pasando algo por alto. - Pero mi punto favorito de la gente es lo que confiesan como placeres culpables. Suelo ser más afín a la gente que tiene placeres sin más, pero me entretienen esos diablillos culpables que no pueden evitar la tentación y luego se sienten satisfechos y miserables al mismo tiempo. - bromeó, riendo un poco.
Alice tuvo que echar mano a todo su autocontrol para no elevar los ojos al cielo resoplando y que nadie notase el hartazgo y la desidia que le estaba causando la conversación. Parecía que entre todos sus compañeros de mesa se había desatado una competición por ver cuál de ellos era más extravagante, intenso o cargante.Lo cierto es que no terminaba de tener claro que adjetivo le encajaba mejor con todo aquello.
Sin embargo no le parecía educado quedarse callada simplemente escuchando alos demás y dejando que el tiempo pasara asi que tras saborear tranquilamente un trozo de cordero abrió su pequeño bolso de mano y con una sonrisa sacó los auriculares que siempre llevaba.-Supongo que tratando con dioses lo mío será una nimiedad. Me apasiona la música, aunque no creo que a ser melómano se le pueda llamar placer culpable pues no siento ninguna culpa la respecto.
Había sido toda una colección de excentricidades y de tono bastante elevado. Soberbio incluso. Pero Javier no se sentía especialmente culpable de sus afirmaciones. También se dio cuenta que, finalmente, no todos habían cumplido todos los requisitos solicitados por Caspian. Especialmente la última intervención había resultado escasa... pero mucho menos que la sonrisa silenciosa de Portia, que no se había pronunciado, o la acerada intervención de Amirah que, sin duda, era impecable desde el punto de vista de la filosofía y del debate, pero que no se había pronunciado sobre sus propios gustos. El español sonrió y, tras terminar nuevamente otra copa de vino, escanció una nueva y miró con una sonrisa a sus compañeros de mesa ofreciéndose, sin palabras, a servirles también a ellos una copa. Oh sí, por supuesto. Era algo que podía hacer el camarero, pero a Javier le apetecía beber presumiblemente más rápido de lo que iban a ir sirviéndoles y, sobre todo, no le apetecía parar entre una copa y otra. Cuando terminase la botella, pronto probablemente, pediría otra. Quizás otro caldo distinto. Ya vería.
- Señorita Mondragone, no me importaría terminar siendo parte de su colección- dijo con una sonrisa divertida para, acto seguido, hacer un gesto de brindis en su dirección y mirar al resto de sus compañeros de mesa como si se estuviera preguntando a quien responder primero, y entonces, se quedó mirando a Portia- ¿Cómo era aquello?- aclaró su voz, y recitó con cierto tono entre irónico y malicioso- Me gusta cuando callas, porque estás como ausente; y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado; y parece que un beso te cerrara la boca.
Hizo una pausa que aprovechó para mirar ora a Amirah, ora a Jimmy.
- Si te soy sincero, Jimmy, y espero que no te moleste que te llame así, no podría importarme menos que la prensa tome nota de mis antojos y conversaciones. Que les den, sinceramente. Ya seré lo bastante aburrido si me preguntan como para que no me den demasiada importancia. Por lo demás... desde luego yo no voy a llamarles. ¡Ni me considero un dios por todos los diablos! Nada más lejos de la realidad. No, no lo soy. Aunque supongo que tener la vida de alguien en las manos debe ser una sensación endiabladamente poderosa: un subidón. Aunque cualquiera tiene al menos la vida de alguien en sus manos, ¿no les parece? Y de alguien mucho más importante que un animal. Más importante aun que cualquier otro humano- y con un gesto bastante teatral limpió el cuchillo de carne que estaba usando para comer en un mendrugo de pan y se lo colocó oblicuamente sobre la parte superior de la muñeca izquierda, presionando ligeramente- ¿Ven? Hasta el más miserable y pobre de los hombres disfruta cada día de esa sensación, lo que pasa es que lo olvida- tras estas palabras deja el cuchillo nuevamente sobre la mesa y centra su mirada en Amirah- Buen discurso, aunque, como Portia, no habéis participado. Mi curiosidad se flagela a sí misma- tenía la garganta seca y dio un nuevo trago de vino para luego mirar a Caspian- Buenas aficiones- dijo recuperando su sonrisa divertida, de no tomarse demasiado en serio ni a sí mismo ni a ninguno de los participantes en la mesa, y hecho esto, miró a la melómana confesa- ¿Y qué tipo de música es su preferencia, si puede saberse?
Las palabras del heredero Walton, escandalosas a sus oídos, le hicieron girar suavemente la cabeza sin ocultar su sorpresa... Estaba segura, casi, de que iba a decir... otra cosa cuando empezó con aquel discurso de "sentirse dios, bla, bla, bla" y su pecho, que había estado en suspenso reteniendo el aire en los pulmones en tensión se soltó de golpe, hasta inconscientemente se llevó una mano al pecho y apuró más vino -Por dios, señor Walton, pensé que iba a decir que cazaba personas... -deslizó con total liviandad -Ufff... -"Questi americani pensano di essere sofisticati, ma sono tutti pazzi", pensó para sí y se llevó una mano a la cabeza -Por lo menos se come lo que caza.
Siguió dando cuenta de los ravioles meticulosamente, tomándose su tiempo, hundiéndolos en su salsa como en un extraño ritual. Intercaló la comida con el vino, el cual bebía como si fuera zumo de frutas con una mezcla concienzuda de pericia y negligencia. Al principio el tal Caspian se le antojó que bien valía una revolcada, pero luego sus palabras le picaron otro tipo de interés, al igual que Amirah, el interés que prometía mucho y podía dar mucho más tirando de los hilos adecuados. Sobre todo después de que la comparó con una divinidad*, no podía dejar todo ese ímpetu de sacerdotisa sin templo sin recompensa; si quería alguien a quien quemarle incienso se lo daría: no podía negarse que tenía un espíritu generoso.
Se rió con el comentario y le guiñó un ojo en complicidad mientras se limpiaba con una servilleta, luego mantuvo unos segundos la mirada en estela sobre la mujer, reteniendo el efecto de languidez sensual hasta que se desvaneció suavemente como un perfume.
El señor Contreras Izquierdo por el contrario le resultó material de marido desde el vamos con su carisma seguro, pragmático y masculino a pesar de su fachada de pícaro, que quizás lo era... Y el comentario que le echó, al que respondió con una sonrisa amplia y feroz pero fugaz, se lo confirmó. Sin embargo, parecía de esos que tenían un corazón blandito en el fondo, del tipo que Ravinia solía hacer puré sin darse cuenta, ¿O era a ella a la que hacían puré?
Mientras bebía vino y lo escuchaba recitar los versos a Portia le hizo unas caídas de ojos sutiles que no pensaba ni de coña que le resultaran, mas no podía evitarlas por naturaleza, si había algo que tenía bien en claro la italiana era que nadie en sus cabales -como aparentaba estarlo ese hombre- se casaría con ella. Nadie se casaría con ella a menos que lo obligaran o fuera un enamorado de las causas perdidas... o un masoquista. Su padre se lo había dicho miles de veces, y también sus hermanos y sus exnovios.
Al contrario de hacía unos segundos atrás la muchacha al lado de Caspian, Portia, le resultó en una segunda impresión encantadora, quizás por ese aire fresco y desenvuelto que gastaba. Se preguntó si harían tríos... Su mente empezó a divagar por esos derroteros pero la rubita que no hablaba por fin soltó la lengua, la miró y animada por la pregunta de Javier asintió enérgicamente con su cabeza -A mí también me fascina la música, ¿Qué te gusta? Cuéntanos.
*sé que no es lo que dijo Amirah, pero es lo que Ravinia interpretó XD
- No he hablado de ser Dios. He hablado de jugar a serlo, durante un instante.-puntualizó, tras la intervención de Amirah, a quien contempló con un brillo divertido en la mirada y una sonrisa de satisfacción- Por supuesto, lo de ser Dios puede ser así o no. Todos podemos ser dioses para algo o para alguien. Todo depende del punto de vista desde el que se nos mire, y del poder que podamos ejercer sobre tal o cual criatura. - añadió, de nuevo desmenuzando pormenorizadamente el faisán- Nuestro compañero aquí presente.-dijo, incluyendo a Caspian con un gesto de la mano- Lo ha expresado a la perfección. -concedió.
- Y desde luego me podéis llamar todos Jimmy. Es mi nombre. Y ya bastantes apellidos rimbombantes e influyentes tenemos presentes en esta mesa. Estamos en confidencia, y lo propio es usar el nombre de pila. ¿No os parece?- dijo, usando un tono que daba a entender que encontraba en aquello algo hilarante- Y Javier. Ya ves, varias chicas inteligentes tenemos sentadas a la mesa. No sé si más inteligentes que tú. Pero has apuntado bien. Las que callan son las más listas.-indicó, mirando brevemente a Portia, y finalmente a Ravinia, a quien dedicó una sonrisa ladeada- Puede que haya tenido la oportunidad de dispararle a alguien, y no a algo. ¿Quién sabe? No es algo que vaya a contar en esta mesa, desde luego. Ni eso, ni si en ese caso cataría el plato preparado con el sano deporte de la caza.-expresó, dedicándole un guiño, para luego desviar su atención hacia Alice, esperando a que responda a las preguntas de sus compañeros.
Jimmy parece estar pasándoselo en grande. Hay un brillo, algo de provocación en su expresión que te hace pensar que lo que busca sobre todo es escandalizar a los presentes y generar una conversación que no lo aburra hasta el hartazgo, pero junto a la provocación no puedes ignorar la presencia de cierto matiz sádico que curva las comisuras de sus labios hacia arriba cada vez que se lleva un trozo de faisán a la boca.
Un destello de diversión bailó en los ojos de Portia cuando el español empezó a recitarle un poema. Al terminar, se rio con suavidad.
—Touché —dijo—. Aunque Neruda ya es un poco mainstream, ¿no cree? Pero sí. Me gusta observar a la gente, las personas pueden llegar a ser apasionantes y disfruto de intentar desvelar sus pequeños misterios. Por ejemplo, usted —señaló, haciendo un gracioso ademán con la mano hacia él—. ¿Es aficionado a la poesía o solo un jugador casual? Que haya escogido un poema tan conocido me hace pensar lo segundo, pero podría equivocarme. Podría, quizás, ser un poeta. Componer sus propios versos en la intimidad. ¿Lo hace, señor Contreras?
Alzó una mano y se rio de nuevo.
—No me responda, por favor. En realidad prefiero no saberlo. Prefiero ir desvelando las capas poco a poco antes que arrancarlas todas de golpe. Sería mucho más interesante levantarme una noche y encontrarle rodeado de bolas de papel llenas de poemas frustrados, que conocer ese secretito de antemano. Podría decir que en el desconocimiento todas las posibilidades son posibles. ¿No está de acuerdo conmigo?
Se echó un poco hacia atrás en el asiento y se llevó la copa a los labios para saborear el vino y entonces se fijó en el joven Walton.
—Creo que Jimmy sabe perfectamente de lo que hablo —bromeó, alzando un poco las cejas—. Pero el juego es el juego y todos ponemos un pedacito de nosotros para poder participar.
Se llevó un trozo de comida a la boca y lo masticó despacio mientras miraba a Alice, a la espera de que hablase más de esa música que la apasionaba.
Caspian soltó una risa suave y divertida al oír a Ravinia tan apurada por sus suposiciones. Sin decir nada, sus ojos fueron a Jimmy, manteniendo la sonrisa y cargando su mirada de intensidad, especialmente tras escuchar su última frase, antes de volver al resto de la cena y la conversación como si nada.
El tono casi pasivo agresivo de la novia de América hizo a Caspian sonreír. No sarcásticamente, sino con suma sinceridad. Siempre le alegraba escuchar una voz disidente cuando la mayoría, aún si él era parte de esta, parecían estar de acuerdo. Sin oposición no existía el desarrollo.
Una vez hubo terminado el contenido de su copa, extendió esta hacia Javier, aceptando su ofrecimiento. Agradeciéndole con un breve asentimiento, volvió a llevarse la copa a los labios para saborear lo que este le había servido antes de dejarla sobre la mesa una vez más.
Neruda no era santo de la devoción de Caspian. De hecho, le tenía bastante tirria, aunque no por las razones que daba Portia. Para quien apreciaba el ejercicio de la voluntad como una fuerza divina, como lo hacía el joven Belleville, aquel nombre significaba un desperdicio formado de humanidad corrupta y un ejemplo de desprecio e irresponsabilidad sobre la voluntad de otros. A eso, además, le sumaba una característica que más que chocar con sus creencias religiosas lo hacía con él como persona: la naturaleza nefasta y despreciable que Neruda había tenido como padre. Y ya, para colmo, ni siquiera le parecía que sus poemas fueran la gran cosa comparados con otros contemporaneos al poeta.
Así que, más que seguir pensando en Neruda, disfrutó de la mordaz intervención de Portia. No importaba hacía cuantos años la conociera, jamás dejaba de encontrar placer en sus encantadores juegos mentales, en los que hasta apetecía dejarse caer una y otra vez. Además, ni siquiera titubearía en admitir encontraba un gozo especial en ver las reacciones de sus objetivos y el efecto que esta causaba en ellos.
Alice dudó un instante si contarles o no cuál era su estilo de música preferido. No dudaba porque fuese un gran secreto o algo tan personal como para temer que se airease si no porque no estaba segura de que a sus compañeros de mesa realmente les interesara. Finalmente optó por hablar. -Pues muy a pesar de mi abuelo, que era irlandés, el estilo de música que más me gusta es el escocés. Es en realidad muy parecido al irlandés, pero bajo mi punto de vista tiene un tono menos festivo que lo hace más interesante y sentimental. Todos los años paso al menos una quincena en Escocia visitando ferias y yendo a conciertos. He incluso aprendí a bailar el reel.
En su peculiar tono de voz, se rio grave, suave y cantarina respondiendo animada al trance de generar contraataque. Eso denotaba inteligencia en la otra parte y esa era un desafío estimulante. No como la mayoritaria vastedad de mentes sin colmillos que venían a verla personificar y se cortocircuitaban cuando la intérprete desnuda y morbosa les sacudía con la hipocresía de sus frágiles conciencias.
Dedicó a Caspian un gesto de concentración, que guardaba el iniciático germen de respeto, aun que no aflojo sus líneas maestras. Que todos los allí presentes olvidaron el sendero hacia la divinidad en alguna cuneta de la Historia. Y que removiendo hormigueros dialécticos te divertías siempre y salias con más que con lo que llegaste.
- Es un buen argumento el que propones - le señaló a su contraparte en negro - aunque sin embargo cae más del lado de la Facultad y avanzando por esa avenida al del Albedrío.
Había dejado el tenedor sobre el plato y lo había cambiado por uno de los cuchillos de la carne con el que empezó a capturar rebeldes tomates cherry - La facultad por muy impresionante que sea no equivale a la divinidad - explicó con placidez - En un acomodaticio vistazo rápido sin perspectiva los grados de Facultad, sobre todo los sobresalientes, pueden asimilarse a la deidad. Pero que posea, por ejemplo la capacidad de hablar y un faisán no, y con ello sea capaz de crear un pensamiento complejo y de concebir la receta de un excelente ave a las hierbas no me hace comparecer entre los divinos - ladeó la cabeza dejando caer los ojos y aprovechando para devorar una de sus víctimas vegetales - Ni siquiera para los faisanes. Aunque, si debo reconocer - le dedicó una sonrisa sutil, burlona y alevosa - que a mi entender, personalmente creo que unas facultades son más divinas que otras - concretó saltando con una mirada curiosa por todos los presentes. Devolviendo complicidades y retos.
- Jugar. Si jugar. Jugar se adentra más los dominios del Albedrío. Que en mi creencia, es la huella de imagen de semejanza que de la Divinidad, si se nos ha otorgado - miro el filo en su mano - Irónicamente viene con trampa porque en ocasiones te lleva a decidir contra natura de tus deseos. Pero mejor si es sin remordimiento… Convencida - dijo evidentemente refiriéndose a su presencia allí y a esa concreta mesa, pero calándole un atisbo de un pensamiento más amplio - Facultad y Albedrío son buenas piezas de medida del ser. Pero si quieres encontrar a Dios, ese es el que las otorga. Junto a la tercera columna, Vida.
Limpió los restos de minitomate en su vaso de agua y tomo un buen sorbo.
- Claro que es hubiera sido más astuto picar la curiosidad del misterio y atraer la atención resguardando palabras, pero me puso la oportunidad demasiado jugosa delante y no solo se juega con las escopetas, o el cuchillo, don Jimmy - tomó la talla del cubierto sujetándolo con gracilidad por los dos extremos con las yemas de los dedos - Aunque si no lo dijo en general y tenía un deje de puntillista focalizado en las mujeres pierde mucho crédito, Señor Walton.
Pero si el Juego es el Juego - comento, atemperando el gesto, ofuscando el cariz del desafío en el que pensaba.
- Llámame Metis Caspian, um, todos. Es el nombre con el que se me dirigen mis allegados, al menos hasta que me sienta a tono con la siguiente metamorfosis.
Dándole pábulo a la, más tímida, Kore, liberó una migaja de su persona.
-En esta muda adoro a Paganini. Aunque esta época, no haya aún alumbrado a quien pueda hacerle justicia al 'Diavolo' a las cuerdas.
-Mainstream, no mainstream, ¿Importa? -soltó de pronto con esa impronta desenfadada que a veces podía parecer belicosa -Lo que importa es qué provoca la obra, el artista... bah -juntó ambas manos uniendo sus dedos en cada una haciendo "montoncito"* luego movió la mano despectivamente como dando a entender que se le daba mucha relevancia.
No le sorprendió la respuesta de la angelica longa, se la veía astuta y comprendió que no tenía chances frente a ella, Ravinia era por lejos la mujer más transparente que había en la mesa no había dudas y cuando todos hubieran acabado de leerla la dejarían sola. A saber, quizás entonces tendría algo de paz pensó con vana ilusión, pues el infierno solo estaba dentro de ella.
Fuera como fuere le interesaba saber si Javier escribía versos, aunque ahora dudaba que lo desvelara. También si Jimmy estaría comiendo a una persona, el pensamiento le hizo sonreír espontáneamente porque se le ocurrió algo exuberantemente sucio de sugerir... Ahora si fuera verdad, habría que ver qué clase de persona había matado. -A mí lo que me gusta es que las personas me entreguen su voluntad, Jimmy -soltó de pronto, sin pensárserlo mucho, pero hete aquí que era cierto. -Es el tesoro más preciado de un ser humano, su libertad, y el tenerlo entre mis manos, ser depositaria de esa confianza, me excita.
Luego miró a la señorita Stewart y a Metis, las discusiones sobre Dios le hacían recordar a esos interminables domingos en la iglesia en donde meterse con el novio de turno a las aulas de catequesis vacías a toquetearse era el único aliciente -Ahhh, Paganini -soltó de pronto -¡Qué forma de hechizar con el violín! -elogió con una sonrisa y miró a la rubia -No conozco mucho de la música escocesa, ¿Cómo se baila el reel? -preguntó apoyando ambos codos en la mesa y su mentón en sus manos.
*tengo que interpretar a italianas más seguido, lo estoy pasando genial XD
Una sonrisa se había dibujado en los labios de Javier mientras unos y otros hablaban. Quizás era una necedad tratar de responder a cada uno pero había algo en el toma y daca que le gustaba. O, bueno, tal vez fuera más correcto decir que le distraía. Tras escanciar algo de vino en la copa de Caspian (y aprovechar, ¿cómo no?, para servirse otra copa), el español echó un vistazo a la mesa, por si alguno quería también que le sirviera. Eso implicó ver la caída de ojos que la señorita Mondragone le dirigía. Le pareció adorable, y deseable. Le sonrió con la facilidad del gesto casi automático de una "bestia de bar". De hecho, ¿no se lo había comentado antes? Sí, estaba seguro que algo había dicho sobre ser parte de su colección de amantes.
Y realmente no le disgustaba la idea. En realidad, de ninguna de las cuatro bellezas de la mesa. Juntas o individualmente. Se reconoció aunque con un punto de ironía. Alguna vez había hecho un trio, o participado en una orgía y, en serio, él no daba para tanto. No sin mucha coca, en todo caso. En fin...
- Por supuesto que las cuatro mujeres de esta mesa son más inteligentes que yo, Jimmy. Es bastante evidente. Aunque lo cierto es que sí, me gusta la poesía. Y no, no voy a decir si escribo o no versos, aunque solo sea porque la idea de resultar más interesante de lo que sin duda soy es un acicate para mi pobre vanidad- sonrió, divertido, y luego pareció reflexionar- A mi, realmente, me da bastante igual si un poeta, o un poema, o un libro, están o no de moda. O, para ser sincero, o intentar serlo, intento que me de bastante igual. Obviamente, no siempre lo consigo. ¿Cómo era aquello? En esta vida, en la que siempre, siempre, somos peores que nosotros mismos- se rió, como si de una broma privada se tratara, negando con la cabeza y luego, volvió a mirar ahora a Alice- Confieso mi ignorancia. He escuchado hablar de la danza reel, pero en mi desconocimiento pensaba que era irlandesa. ¿Nos harás alguna demostración? Me encantaría verlo- dijo sin ápice de ironía para, acto seguido, mirar a Amirah mientras se mesaba la barba.
- Lo siento. Comprendí más o menos una frase de cada dos. Ya dije: demasiado inteligente para mi. En todo caso, y siguiendo con las cosas de moda, y sin negar que Paganini fue un genio y que probablemente es imposible comprarlo con nadie... En tanto que violinista, ¿qué os parece...?- se queda en silencio unos segundos- Es horrible cuando te pasa eso. Se te queda el nombre en la punta de los labios. Ese violinista, armenio, lo he visto varias veces en España. Muy peculiar. Muy vivo por así decirlo. ¿Cómo era?
-Adoro a Paganini, sin embargo no estoy de acuerdo contigo,Metis. Aunque se haya perdido mucha de la magia de la música clásica,en esta época también hay grandes virtuosos. Sé que no es el mismo instrumento, pero hay un dúo de violonchelistas croatas... hacen muchas versiones de música moderna con los chellos y son para perder el sentido. Y en europa hay muchos guitarristas clásicos que consiguen que se erize cada pelo del cuerpo. Siempre he creído que mucha de la fama de Paganini, a parte por supuesto e por su talento,le viene dada por lo supersticiosa que era la gente en aquella época. hizo un impás para seguir deleitandose con las chuletas que estaban exquisitas mientras escuchaba al resto de comensales. -Javier, seguramente tengas razón en lo del reel.Siempre lo considero escocés pues lo aprendí allí, pero suelo olvidar que la mayoría de las veces hablando de tradicionalismos la línea que separa lo escocés de lo irlandés es tan fina y retorcida que es muy confuso saber en que lado estás.Admitió su error con una sonrisa mientras pensaba en que seguramente su abuelo estaría removiéndose en su tumba al oirla hablar así.
Prefirió seguir con el tema de la música y obviar algunos de los comentarios que había escuchado, no por falta de educación, sino porque se le antojaban demasiado intensos para una charla entre desconocidos.¿Es que esta gente no había oido hablar de la charla informal? ¿Acaso era ella demasiado "normal" comparada con todos ellos? Deseó que acabasen pronto con los platos para poder pedir un buen trago de whisky.