Xacome asintió por pura obediencia, mas estabas seguro que poco o nada queria adentrarse en aquellas brumosas ruinas sobre aquel monte. El paraje parecía desolador, y la pequeña tapia (la cual el de Tui decía que era como corral) no era sino un pequeño cementerio. Os dísteis cuenta nada más acercaros, ya que sobre el muro construido de piedras podían verse algunas tumbas y cruces a modo de lápidas (la altura del muro era poca). Una vez entrásteis por una verja enrejada y oxidada situada en un lateral, contemplásteis montículos de tierras y crucetas de piedra y madera (o bien desgastadas y caídas o bien desconchadas y ennegrecidas como por el tiempo).
Allí, de pie al lado de una tumba, había una dama, de espaldas a vosotros.
Mis rodillas temblaban de miedo, pero hice tripas corazón, mientras indiqué a mi criado que se mantuviera detrás de mi y no interfiriera, antes de decir a la mujer:
- Saludos, ¿sois Beatriz?. Tengo algo para vos...
¡Mami, tengo miedo! ;P
Sí, lo soy... -respondió de espaldas, como si vuestra presencia no la sorprendiera-. Luego la dama diose la vuelta y os miró. Su rostro era hermoso, como de doncella de veinte o menos, aunque por las ricas prendas y el vestido que portaba bien que parecía de alta alcurnia, de buena familia tal vez. Nada más ver el pañuelo, su rostro se iluminó ínfimamente.
Es de seda, ¿verdad? -dijo acercándose los pasos suficientes como para tomar el pañuelo entre sus manos-. Gracias, pero, ahora os pido requerimiento: os ruego que me ayudéis a buscar a Alonso
- ¿Don Alonso?. ¿Os referís al caballero que nos dio el pañuelo?. Por supuesto, contad con nuestra ayuda. ¿Donde podíamos encontrarle?. - Le pregunté a la dama.
Os lo agradezco... Por supuesto, ningún otro hombre pudo darvos aqueste pañuelo. Tan sólo don Alonso -respondió Beatriz-. Podremos encontrarlo cerca de aquí, bajando el camino del monte -y señaló a un lateral del monte*-. Es la hora.
Entonces, debido a vuestra aceptación de ayuda, la silueta de la tal beatriz comenzó a diluirse como si una ráfaga de viento la azotara por un lateral, et como si su cuerpo fuera arena pura... Que comenzó a descomponerse lateralmente su cabeza como granos minúsculos en suspensión y barrido, y luego el cuello, y los hombros, y el pecho y brazos, y cintura y caderas, y piernas... y finalmente sus pies. En tanto que tras esta visión** pericibíais, la materia diluida de su cuerpo, como si fuera una pequeña nube de mosquitos, viajó coordinadamente hasta el cuerpo de Xacome, rodeándole y posándose en su pecho, hasta traspasar sus ropas y armaduras...
*: Nota: se refiere "bajando el monte" por el lado contrario al que subísteis, no bajando por el sendero que os llevó hasta ahí.
**: Gamas +3 de IRR (y a su vez pierdes 3 puntos de RAC). Añádetelos a la ficha.
¡¡Mi señor!! ¡¡SEÑOR GABRIEEEELLL!! -gritaba el de Tui-. Parecía como dolerle, como si algo se apoderara de él en un instante, ¡como si esa nube, que debía ser Beatriz, lo poseyera!
Et que tras unos segundos en el que el cuerpo del joven Xacome se retorcía de pie (sin llegar a caerse), haciendo aspavientos como movimientos imposibles de articulaciones, y en poniendo muecas y ojos en blanco, que el siervo parecía haberse transformado en algo... algo distinto.
No parecía ya Xacome, pese a que su forma corporal si que lo era. El joven de Tui había sido poseído por el cuerpo de Beatriz.
Bajando esa ladera, más allá de este cementerio -profirió Xacome con una voz gutural y ronca, más propio de un demonio que de un joven sirviente-. Vayamos, y sin miedo -te dijo seriamente-. Hemos de encontrar a Alonso... ¡cueste lo que cueste!
Te dejo que interpretes un poco.
Miré aterrado lo que pasaba:
- ¡¡Xacome!!.
Luego le pregunté a la posesión, enfadado:
- ¿Por que le has hecho esto?. ¡No tenías por que hacerlo!. ¡Accedimos ayudarte de buena fe, podías habernos pedido nuestro consentimiento antes de hacer algo semejante... ¿Que va a pasarle a mi compañero?.
Tira por Descubrir (PER). Luego te actualizo.
Motivo: Descubrir
Tirada: 1d100
Dificultad: 40-
Resultado: 96 (Fracaso)
¡Claro que tenía que hacerlo! -dijo Beatriz, respondiendo-, no puedo moverme de aquí si no es en un cuerpo... no puedo abandonar mi tumba sin la ayuda de nadie, la ayuda que os pedí.
En cierta forma era verdad.
A este cuerpo no le pasará nada, al menos por mi parte -continuó-. Busquemos a Alonso en el camino descendente, mas prepara tu espada, pues la muerte no le vendrá por mí, pero sí quizá por la imprudencia.
El propio Xacome, poseído, sacó su espada y comenzó a andar con decisión, saliendo del cementerio. No parecía, andaba de otra forma (realmente no era él conscientemente). Et que tu lo seguiste.
Escena cerrada