- Si, por supuesto, y tú también... Con la nueva montura que te he comprado, claro está... - Le respondí. - ... Ahora, si no hay nada más, puedes retirarte. Ni una palabra de lo que has visto aquí, o me enfadaré... Y ya hablaremos sobre lo de entrar si llamar, ya hablaremos...
Estaba claro que seguía enfadado, solo esperaba que la moza supiera aplacarme el enfado, por el bien del criado... Y que él supiera callar, por supuesto...
¿Nueva? -el muchacho de Tui se quedó entre sorprendido y contento-. Cl...claro, mi señor Gabriel. Estaré ab... abajo. ¡Gracias, señor! Entonces el muchacho se marchó de allí, cerrando la puerta por fuera con su llave. Por el pasillo le oías correr y gritar como muy contento.
¡Ay, don Gabriel...! -dijo con voz temblororsa la criada-, el joven Xacome... ¡No ha visto! ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenzaaa! ¡Ahora lo sabrá toda la servidumbre...!
Añade algo más, pues voy a proceder al cierre del prefacio.
- No te preocupes, no dirá nada, no se atreverá a desobedecerme... - Le respondí con dulzura, tratando de tranquilizarla, mientra acariciaba su rostro y la abrazaba, tratando de consolarla. - ... Ahora no te preocupes y relajaos, solo disfrutad...
A continuación la beso, con intención de volver a excitarla y que se olvide de sus temores...
Et que la mañana en el aposento personal de don Gabriel, en el Castillo de Torrenegra, quedó cerrado toda la mañana. Sólo los ruidos de éste y al parecer alguna mujer traspasaban la puerta, llegaban al pasillo si uno ponía bien el oído... Et lo que pasó ahí dentro, vuecencias pueden imaginárselo, que el Grande de España quedó en descanso durante la tarde (hasta por la noche...).
Escena cerrada