En medio del caos tan solamente mira a las personas fijamente intentado leerlos
sus ojos brillan por un intante mientras vigila a alguien en especifico...
me pregunto cual sera tu verdad...
La Oscuridad jamás le molestó al noble, gran parte de su vida la había pasado bajo la lechosa luz de la luna, a fin de cuentas, tener un cutis tan fino y pálido como el de él no era algo que cualquier papanatas o patán pudiera lograr, bien por la falta de ánimo y voluntad o bien por la imposibilidad a la hora de seguir el horario idóneo.
-¡Qué curioso! -Exclamó sin ninguna expresión- ¡Es como si alguien estuviera observando a alguien fijamente en la oscuridad, como si tratara de descubrir los secretos de ese alguien!. ¡Ojalá las Sombras no pillen esa indirecta a modo de "sensación" y decidan acabar con la persona entrometida que mira!.
Con eso dicho, tomó un leve trago de su copa.
-Sin lugar a dudas sería una auténtica lástima... pero, por suerte, algo me dice que eso no ocurrirá. Las sombras no son capaces de saber que Jhin Kazama está acosando con la mirada a alguien... Ups... hablé demasiado...
La chica no se despierta, y tampoco creo que nadie nos vaya a traer te, suspiro con cansancio y me dirijo a la oscuridad que ahora es el hada
-no huelo a alcohol, igual está bajo algún hechizo. En fin, espero que por la mañana despierte o podamos hacer algo por ella, ahora mismo no queda nada por hacer-
Encogiendome de hombros vuelvo a hacerme una almohada con mi chaqueta y me echo a dormir, ahora junto a Asrai
Shigekichi está encandilado de la dulce Haru y su cuestionable sexualidad, tanto que no pudo evitar hablar con ella.
-Hola guapa, me preguntaba si querías tomar algo conmigo, tú, yo, una cena elegante, ya me entiendes.
Estaba sentado justo al lado de Haru y escuchó la proposición del hombre. Ahogó una risita y se acercó a él en la oscuridad.
- Si ella no acepta, yo iré encantado- el chico se echó a reir, armando un tremendo jaleo. Por fin se había calmado un poco por la súbita penumbra de la habitación, pero aún era reticente a moverse demasiado o interactuar con las personas que se encontraban en la otra punta de la estancia.
-Es más...-añadió- te invito yo, Shigekichi.
Abro la boca a Asrai y meto mi fiel bastón de caramelo hasta su campanilla, intentaré provocarla el vómito.
No hay más que decir ¿Verdad?
No, no vomito.