Partida Rol por web

Salgo corriendo a toda pastilla de la cueva con cara de alegría y doy un brinco espectacular para saltar sobre la carreta, callendo con una pequeña vuelta lateral, mientras suena todo el contenido de mi mochila - Tasschaan!!!!- digo mientras abro los brazos y sonrio al grupo respirando algo sofocado por el esfuerzo. Rápidamente me pongo en el asiento del conductor y cojo las riendas animado - Venga!! pasajeros al carro!!! Rruuunnn runnnnn!!!!- digo mientras jugueteo con las riendas poniendo nerviosos a los caballos, luego miro al grupo - Bueno, que?? No va a coger esssto alguien que sssepa guiarlo??!!!! sisisisi, no?? Bueno a *KosOthDaraxtrix* le gusta aprender sisisi...- mientras vuelvo a levantar las riendas para azuzar a los caballos... si esque a nadie con medio cerebro se le ocurre quitarmelas...

Kosj sube al pescante con tal impetuosidad que Zenda tiene que aplastarse contra el extremo del asiento para evitar que le caiga encima. Sin detenerse un instante, el kóbold agarra las riendas y empieza a juguetear con ellas. Los pobres caballos, acostumbrados a señales más claras, no parecen tener muy claro cómo responder a las ambiguas señales.

—Cualquiera puede hacerlo —indica Zenda, sujetando las riendas para evitar que los caballos decidan ponerse en marcha antes de que los demás suban—. Un golpe sieco para avanzar, tira de la ishquierda o la deriecha para hirar, y de ambahs al tiempo para parar.

-¿No vamos a sacar ese cadáver antes de partir? -

Recuerda el Gnomo señalando al ultimo vagón, donde esta el cuerpo del esclavista. - Va a apestar si lo dejamos allí. - Recalca de nuevo mientras se acomoda en el primer vagón, donde encontró el libro y el pequeño baúl, buscando la manera de acomodarse mientras se coloca sus pequeños lentes y observa una última vez al cielo esperando ver a Twinky, con un suspiro comienza a revisar el grueso tomo rojo, comenzando desde la ultima pagina.

La llamada de atención de Shade les recuerda la pesque que quedaba en el vagón trasero. El calor no ayudo a que oliera mejor, por decirlo de alguna manera, con arcadas logran sacar el cadáver y las cajas rotas y emprenden viaje de vuelta. Seis son los caballos que quedan, tres que trajeron uds desde Yavipho que tomaron de los primeros esclavistas y tres de los cuatro que tiraban del carro, recuerden que uno fue comido y mutilado. Con los objetos en el carro y los caballos atados al carruaje emprenden viaje le viaje de vuelta. Zenda toma las riendas y vuelve manejando casi con la mirada perdida, y algo perturbada quizá. Kosj viene contando las monedas que consiguieron y especulando sobre cuánto ganarán con los objetos obtenidos, de vez en cuando mira la moneda extraña que consiguieron con mucha curiosidad. Marcus se la pasa inspeccionando su arco, controlando la tensión de la cuerda y que no se haya deformado el arco. Shade viene leyendo el segundo libro, el rojo. Como a mitad del viaje el gnomo levanta la cabeza y dice alegremente - ¡Twinky! - Diez minutos después el pequeño acompañante de Shade se hace presente y se mete a toda velocidad al carro tirándose encima de su amo, luego se detiene a respirar de forma agitada. 

Ya pasada hora y media de viaje van viendo que se aproximan a Yavipho, al mismo tiempo va cayendo el sol, deberían estar allí antes de que oscurezca totalmente.

Conforme la carreta se aleja de los Picos Brazen, la sombra que la precede se alarga hasta que, en las cercanías de Yavipho, se funde por fin en el gris del ocaso. El viaje de vuelta, más rápido que el de ida, transcurre sin más incidentes que el regreso del familiar de Shade. Tras conducir unos minutos, le deja las riendas a Kosj, saca un libro de entre sus ropas y se sumerge en su escritura, de caligrafía minúscula y apretada, pero de sorprendente claridad y elegancia.

Montada de nuevo en un vehículo como este, aunque en esta ocasión se encuentre en el pescante, no puede evitar que un torrente de recuerdos inunde su mente. Ni siquiera la preocupación por lo leído en el volumen de los esclavistas es suficiente para mantener a raya al nostálgico asedio. Vuelve a leer sus propias palabras para consolidar esas memorias. Lo apuntes son breves, y con frecuencia espaciados en el tiempo. Poco tienen que ver con los diarios que su pluma devoraba vorazmente unos años atrás, cuando era todavía una niña con el futuro escrito.

Desembarcó en Sothis el décimo octavo día de Calistril, dos años atrás, en compañía del viejo y su guardaespaldas, tras cruzar el estrecho que separa el Mar Interior del océano. Y empezó su nueva vida, a bordo de un carruaje de dos cuerpos, no muy distinto al arrebatado a los esclavistas. Dos años de registros. Las palabras hablan del trabajo, duro y raramente monótono gracias al carácter del viejo; del aprendizaje constante, del descubrimiento de aptitudes que sus propios padres habían creído inexistentes; de amistad, amistad de verdad, entre iguales, compañeros, camaradería; de la pasión, la pasión entre personas, y de la pasión aún más arrolladora del combate; y al final, de muerte, muerte y soledad.

No todo está en las palabras. No lo escribió, pero puede verlo, y sentirlo. Sus manos tirando del viejo, empapándose con su sangre. Kaede cayendo, muerta por las lanzas de los gnolls, perdida la oportunidad de regresar a su lejana patria en busca de su honor perdido. Yangombe conduciendo el carro a tal velocidad, durante tanto tiempo que, cuando por fin se detuvieron, dos de los caballos debieron ser sacrificados.

Hay más cosas que no escribió. No escribió sobre lo que dejó atrás, junto con sus apellidos. Tenía una nueva vida, y era una nueva Zenda. Y ahora, necia, para seguir adelante, tienes que regresar, y Sarenrae quiera que no sea demasiado tarde para ella, porque también lo será para ti.

El carro se adentra en el poblado gnomo y se detiene junto al gran edificio, “El Gnomo Ahorcado”.

—Hemos lliegado —dice Zenda, esforzándose por sonreír—. Creo que nos mierecemos una buena cena y una harra de delishioso vino.

Al principio del viaje comienzo un poco aburrido puesto que Zenda no para de parlotear acerca de como guiar el carro, que si esto para acá esto para allá, que si blablablablabla, "madremía ni mi tio abuelo *Kosjnix* hablaba tanto, ¿pero que ha comido esta?"

Al menos al rato se pone a leer, escribir... o algo con un libro vamos, lo importante esque ahora tengo yo las riendas - Yujuuuhh!! Preparaos pasajeros para el mejor viaje de vuestra vida!! - digo al llegar a un terreno más abierto con el camino bien delimitado, mientras agito las riendas del carro - A todo galope, vamos caballitossss sisisissi!!!!- digo con expresión más que alegre mientras los caballos se animan a hacer una pequeña galopada, mientras paran a los pocos segundo, tanto por su vagancia como por los pauperrimos azotes de mis riendas - Bueno... no ha estado mal no??- digo poco convencido al resto. - Bueno, sisisi, vamos vamosvamosvamos caballitos qsk qsk qsk- digo mientras los arreo. 

Finalmente divisamos el pueblo y Zenda, muy apropiadamente dice de comernos una buena "Cenda!, si esque soy un comico que dioses míos!! sisisi, debería dedicarme a esto" pienso alegremente, mientras bajo de un salto del carro. - Sisisisi, ha cenar ha cenar, sups - digo mientras me relamo los labios con la lengua bífida, casi saboreando la caliente comida, mientras voy a abrir la puerta y los demás recogen, atan y haces todo ese tipo de cosas - Venga venga, que no tenemos todo el día!! - digo abriendo mucho los ojos mientras me mofo de mis trabajadores compañeros. 

Marcus pasa el tiempo leyendo los registros en la parte de atrás del carro junto al gnomo mientras Kos pelea por tratar de arrebatarle las riendas a Zenda, sin mucha fortuna hasta que falta poco para acabar el viaje.

Según Shadergoralim va pasando hojas y comentando lo que Marcus no entiende, el corazón se le hace más pesado. Esclavitud, muerte. Cada una de esas cruces se siente como un clavo en su ataud. - Esos desgraciados esclavistas - las manos cerradas formando puños con los nudillos en blanco. Los ojos llorosos. - Si tan solo los hubieramos encontrado antes, un poco antes y cuantas de esas cruces nos hubieramos ahorrado. - las lagrimas corren ahora libres por sus mejillas. Se desploma más que sentarse en la parte de atrás del carro. Su animo sombrío, ojos cerrados y cabeza gacha ausente.

Normalmente vaga de un sitio a otro predicando el bien, charlas tan sencillas como las de un paladín, aunque trata de hacerlas menos aburridas. Pero esto, esto no lo puede dejar pasar, tanta depravación no puede ser solo responsabilidad de cuatro fanaticos, aquí hay más, esto tiene pinta de una organización, una que hay que desmantelar. - ¡No voy a dejar que unos desgraciados sigan aprovechandose de la desgracia de la gente! - exclama sin venir mucho a cuento para quien no sea capaz de leerle sus pensamientos. Con mirada perdida, pero con fuego en sus ojos vuelve a hablar - Voy a averiguar quien está detrás de esto y le voy a hacer pagar... ¡le voy a hacer pagar cada uno de sus crímenes!