Leonor se ríe, de nuevo.
- No te preocupes, tendrás un funeral digno, como poco, de un mercader de baratijas. Y si quieres, te inmolaré al Maestre -ríe de nuevo.
-¡Señora, por favor! -se queja-. ¿Queréis que se apaguen las llamas? Pfff...
- O no, no tendrás pira, te encerraré en una tumba de mármol y podré abrirla y besarte cuantas veces quiera -dice, melosa, levantando los ojos hacia él.
Asiente, pensativo.
-Tal vez sea la única manera de entrar en calor...
- Mmm... no podría dejar que pasases frío, ¿verdad? Quédate conmigo esta noche -susurra, apremiante.
Vuelve a a asentir y de nuevo notas sus labios sobre tu cabello.
-Así lo haré, mi señora, no dudéis.
- Te quiero -termina, sin alzar la voz y empleando por primera vez en toda la conversación un tono completamente serio-. Me has salvado la vida, y aunque estés vivo sigues siendo mi héroe.
-Gracias por vuestras palabras, mi señora.
Mientras el movimiento de Tormenta te acuna y los brazos de Ser Agen te resguardan, te quedas adormilada.
Antes de que el sueño te venza, escuchas.
-Yo también os quiero, Leonor.