Partida Rol por web

Aki comprendía confusamente que el Sr. Barclay hablaba de él, y no le gustaba nada verse tan expuesto, sus calidades o debilidades discutidos por encima de su cabeza como si no estuviera allí.

„Flacucho“ ... bueno, quien podía negarlo… „superar la baja ficha de juego“ del otro hombre. ¿Cómo, ficha de juego?

Pero Aki se perdió cuando comenzaban a hablar de sus respectivos „Stands“. Si se enteraba bien de lo dicho, el Stand del Sr. Barclay se llamaba Seek and Destroy, y el del otro hombre Enjoy the Silence. Tales motes podrían ser nombres de canciones… u otro cosa. Y su Stand iba también a… ¿despertar?

Miró a la otra persona que ya había estado en la habitación cuando él y el Sr. Barclay habían llegado. Vio como se apoyaba en la pared, visiblemente tan confundido como él mismo, Aki. De hecho, ni el Sr. Barclay había contestado a sus preguntas acerca de dónde estaban, ni el hombre a los del chico designado como „una máquina de matar hecha y derecha“.

Por el momento, no había más que esperar.

El simpático Carlo devolvió la respuesta de extrañeza del peregrino con su ya reconocible mirada rebosante de carisma.

-Esto…esto es solo un fragmento del arma que nos llevara al futuro. Su punta, que reside en mi fortaleza perdida, tiene la posibilidad de despertar el alma de quien le atraiga, de quien esté dispuesto a usar su voluntad como arma para cambiar el mundo. Pero esta oportunidad solo se le presenta a pocos, gente como usted señor Grandmaster, gente que rebosa de poder en su alma. Si quiere cambiar el mundo conmigo-Mencionaba con orgullo mientras de un tirón se levantaba de su asiento, postrado enfrente del peregrino mientras estiraba su mano hacia él, en simbolismo- Es justo que haga un acto de fe, creer en mí y ver cómo, con nuestra alma, todo va a cambiar significativamente.

Pero antes de que los confusos Aki y Fuuron pudieran divagar mas en la poca explicación de los misterosos hombres, una silueta mas se revelaba tras una pesada y adornada puerta de madera en la pared del fondo de la habitación. Un pintoresco hombre, de cabellos de plata largos que le cubrían hasta la espalda. Un fino traje de seda carmesí y los aires de la brutal etiqueta de un aristócrata victoriano. 

-¡Sean bienvenidos al formal paraiso! El punto 0 del renacimiento de la dignidad humana, la semilla que nos devolverá la gracia y armonia de lo natural...

Pero el hombre de traje blanco lo interrumpió con violencia irrespetuosa, acompañado de una risa minúscula en tono burlon.

-¡Ahorrate tu charla pseudo-filosofica! Yo y el nuevo no la necesitamos, solo trae la maldita lanza y empezemos el proceso...

En el rostro del hombre militar aue se ubicaba al otro lado del sito, se veía como formulaba una mueca de molestia e incomodidad. 

Al invocarse otra vez la Lanza Celestial, Aki se acordó de las palabras del Sr. Barclay antes de que habían llegado aquí, hablándole de su nuevo destino: “Esto es lo que merece por nacimiento, y la Lanza Celestial se lo brindara si decide aceptar.”

Continúo esperando, pendiente de la reacción del Sr. Barclay, quien debería indicarle cómo actuar – si realmente el nombrado Dorian había traído la lanza.

Sin embargo, a Aki le sorprendió la aparente discordia entre los tres hombres. Si luchaban por la misma causa, la transformación del mundo que el Sr. Barclay había evocado en términos tan panegíricos, ¿por qué estas divisiones?

La conversación entre el hombre que me había traído y el militar que había traído a aquel otro chico y el tenso silencio que se podía cortar con navaja creado entre nosotros dos fue interrumpido por un portazo y un grito de júbilo que bien podría ser la antesala del discurso de algún sacerdote o líder de un culto.

Levanté la vista para mirar a aquel particular sujeto, sería acaso el tal Dorian?

Quién me trajo lo importunó y dijo que trajera la lanza, aquella que me concedería de la herramienta necesaria para aquel trabajo y la herramienta que era mi derecho de nacimiento.

-Opino lo mismo...-

El que se presumía podria ser un demonio vestido de seda blanca volvio a tomar la palabra. Su poco confiable voz de ascendencia francesa se pronunciaba con su propio cinismo sarcástico. 

-Solo hay que aprender a leer rostros como para deducir que eres un orador patético Dorian. Ya se nos escapa el tiempo, lastimosamente y tus explicaciones ultra moralistas consumen aun mas la vela... ¡Hay que acelerar las cosas! 

Al terminar cruzo a su endemoniado ritmo por el umbral del que habia salido el sujeto de traje. Este al ver su irrespetuosos gesto frunció el ceño a limites inhumanos, pero se nego a hacer mas que gruñir como un perro intimidado. El militar al lado de Aki observaba con despreció sin agallas para responder algo mas. Tras un par de segundos el intimidante demonio elegante volvio sosteniendo en sus manos una antiguedad que resolvio las incógnitas con su mera forma deducible. 

-Aqui le tienen; el arma mas peligrosa de la humanidad-Mencionaba acariciando su larga superficie-Esta es la Lanza Celestial según la bautizaron, pero de divina no tiene un comino, dependiendo de su ambiguo uso y su aleatoria víctima, tanto como su vil usuario. 

Pero quedo claro con su aspecto que era. Lo que habitaba en la boca de aquellos hombres, la lanza celestial. Como indicaba su nombre, era una milenaria lanza de alguna cultura pérdida y con color marfil. En su parte baja era claro que algo le habia fragmentado y su longitud había sido recortada hasta al menos la mitad. Una serpiente de piedra se enroscaba como si fuera su habitad, y su boca observaba con impresion y admiración a la afilada punta de la reliquia, de marfil y curvada. 

-¡Quien se ofrece como voluntario! Recibir el potencial completo del alma, un poder que nisiquiera la fantasía equipara, ¡Es mas tentador que la riqueza de Babilonia! 

A pesar de no tener estima por la persona que me había traído a aquel lugar, mucho menos después de la forma horrible en que me trajo, debía de admitir que hacía las cosas bien y concisas, tal cuál me gustaba, ya era hora de ir al punto y comenzar a hablar de lo que se tenía que hacer.

Observé la lanza con cautela, algo de ella me inspiraba respeto, incluso algo de temor, pero otra parte anhelaba tenerla cerca, despedía un aura de magnificencia absoluta, por lo cuál, ante la pregunta del extranjero me adelante.

-Hagámoslo- le dije sencillamente, colocándome delante de él - veamos si lo que ofreces realmente se equipara a lo que dices-

Aki tuvo un impulso que le sorprendía a él mismo por avanzarse y tomar la lanza en manos, porque algo en ella le atraía casi, casi irresistiblemente… casi – al adelantarse el otro chico, Aki se paró en el movimiento no ejecutado, ni siquiera iniciado, y miró con aparente serenidad lo que sucedería al chico, aunque la atracción de la lanza sobre él aún no amenguaba.