Partida Rol por web

Parecía que por fin todo volvía a su cauce.

No sabíais exactamente qué hora era, pero tampoco debería faltar mucho tiempo para que comenzase a amanecer. Tras vivir una experiencia así lo primero que se pierde es la percepción del tiempo: la tensión, el estrés, el miedo... pero también el dulce sabor de la superación personal daba aliento a continuar.

El objetivo ahora estaba claro: huir de allí con toda la información que se había podido recopilar.

Por desgracia no se podía esperar un helicóptero pero la alternativa de los muelles era un plan B bastante idóneo. Ahora tan solo había que seguir las indicaciones para llegar hasta allí, ¿qué problema había ahora? el tiempo.

No sabíais realmente cuando se produciría la extracción y si ya ibais con retraso. Llegar hasta el centro de visitantes fue una tarea larga y no os podíais permitir tardar tanto tiempo o aquella isla iba a ser vuestra tumba.

Seguisteis el rumbo con miras a llegar a los muelles antes del amanecer, sin embargo a cada kilómetro que avanzabais antes os dabais cuenta que iba a ser una labor complicada.

Notabais ya en el cielo que el sol saldría dentro de poco ¿cuánto margen os dejaba aquello realmente?

Apresurasteis el paso como medida para paliar aquella falta de tiempo; sería toda una desgracia el pensar que después de todo lo que habíais sufrido y teniendo en vuestras manos lo necesario para resolver la misión con éxito, algo tan nimio y a la vez clave como el tiempo jugase en vuestra contra.

No sabíais si realmente teníais un ángel de la guarda a vuestras espaldas porque mientras seguíais el camino y cuando parecía que todavía faltaba bastante para llegar, un curioso edificio os hizo abrir los ojos como platos.

Junto al edificio había... ¡un vehículo! el cual tenía las puertas abiertas y las luces apagadas... ¿funcionaría?

Tras una inspección podíais sacar una evaluación del coche: se puede usar.

Al menos eso parecían ser buenas noticias, pero no del todo puesto que el término "se puede usar" iba acompañado de unos pequeños detalles: si se le hacían un par de chapuzas.

Parecía que estos nuevos coches eléctricos eran un quebradero de cabeza. No había llave de contacto, tan solo un botón que al pulsarlo no hacía nada.

Si abríais la tapa del capó quedaría a la luz todo el "laberinto" mecánico, el cual quizás con un poco de mañana podría ayudar a la hora de hacerlo arrancar. ¿Quién sería el que echase un vistazo?

-¡Oh, Dios bendito! ¡Justo lo que necesitábamos! -exclamé, al ver frente a nosotros un vehículo.

Aquel vehículo tenía las puertas abiertas y las luces se encontraban apagadas, por lo que cabía la posibilidad de todavía funcionara. Al acercarnos, pudimos comprobar que el coche podría utilizarse, aunque necesitaría que alguien hiciera algunas chapuzas para ponerlo de nuevo en funcionamiento.

-Yo me ocupo -le indiqué a mis compañeros, adelantándome hasta el capó-. Cuando era joven, ayudaba a mi tío Carlos en su taller. Confío en que podré arreglarlo.

Parecía que nuestra suerte iba mejorando poco a poco, sin embargo algo me decía que no duraría mucho, por lo que Joseph se sentía algo alertado por la situación, observo el vehículo a la distancia se sintió bastante aliviado. Al menos si lograban hacerlo funcionar no correrían tanto peligro como ir a pie  o aun peor perder su extracción debido al tiempo.

—Vale, encárgate. Te cubro— Respondió a las palabras de Martínez —La verdad te ayudaría pero no es que sea mucho de autos, apenas y  se cambiar las bujías—. Comento con una corta risa entre dientes.

Me mantengo un poco apartado, mirando alrededor como esperando que en cualquier momento un enorme dinosaurio apareciera de entre la maleza.

"Ojalá puedas hacerlo funcionar", le digo a mi compañero cuando se ofrece para echar un vistazo al coche. "Nos vendría de maravilla algo así para llegar hasta el muelle."

Situado frente al capó del coche, carraspeé. No parecía que se tratase de nada que no pudiera arreglar. Tras examinar el motor del vehículo, no tardé mucho en determinar que tan solo necesitaba que realizara unos cuantos empalmes entre cables y limpiara un poco el contacto entre ellos.

Apenas un par de minutos después, ya había logrado arreglar el coche, si bien mis manos se encontraban un tanto ennegrecidas como las de cualquier mecánico de taller.

-¡Solucionado! -proclamé, mientras regresaba junto a mis compañeros y montaba en uno de los asientos traseros del vehículo-. Marchémonos de aquí mientras aún podamos...

El motor eléctrico rugió y todos pudieron ya sentarse en el coche preparados para partir.

Uno de ustedes se hizo con los mandos del vehículo y cuando comprobó que todo estaba en orden pisó el acelerador haciendo al coche reaccionar. Quizás no era un coche muy rápido, o que funcionase a la perfección pero sería capaz de haceros recorrer una larga distancia en pocos minutos, justo lo que necesitabais.

El camino estaba adaptado para poder continuar en coche, el carril era ancho y la frondosidad de la jungla hacía bello paisaje nocturno. Estabais obligados a encender las luces si no queríais arriesgaros a tener un accidente mortal.

Por una vez la suerte os sonreía... o eso creíais...

Joseph tenía su rifle en mano  y se encargo de que no hubiera nada a los alrededores, se limpio el sudor de la frente aliviado cuando el auto encendió gracias a los dotes de Guillermo, se acerco al capo y lo bajo de un golpe —¡Bien yo conduzco! ¡Vamos!—  Dijo mientras subía al asiento del conductor reviso los espejos y enseguida piso el acelerador.

—Demonios ¿Es que este cacharro no puede ir más lento?  Maldito Hammond, ecologista hijo de puta que te costaba usar autos de…— Velasquez se quedo en silencio algo confuso. Ese sonido, obviamente no provenía era algo más que obvio  parecía rocas siendo arrojadas con fuerza al suelo y estremeciéndolo, vio a sus compañeros con cara algo asustada y sin pensarlo dos veces piso al acelerador.

-¡Joder! -exclamé, desde el asiento trasero del vehículo, al escuchar el sonido de aquellas pisadas, una clara evidencia de que un animal de gran tamaño se nos aproximaba. El terror se reflejaba en mi tono de voz-. ¡Acelera, Velasquez, acelera! ¡Ha sonado demasiado cerca!

Dándome la vuelta en el asiento trasero, dirijo la mirada hacia el cristal, apuntando con mi M16 en hacia el camino que estábamos dejando atrás, intentando vislumbrar al dinosaurio que avanzaba en nuestra dirección.

La aparente tranquilidad de viajar relajadamente en uno de los coches del parque se desvanece de forma brusca cuando nos rodea el estruendo de pisadas. Sea cual sea el dinosaurio que hay en la oscuridad, tiene que ser enorme. Por puro instinto, mi reacción consiste únicamente en cerrar los ojos y agarrarme con fuerza a lo que puedo.

"Mierda... De esta no salimos..."

Oigo a mi alrededor los gritos de los soldados y el rugido del motor al acelerar con violencia, lo cual me pega aún más contra el asiento.

¡Acelerasteis sin mirar atrás!

Una nueva pisada acompañada de un temblor... un nuevo sudor frío que recorría vuestro cuerpo.

Fue entonces cuando la vegetación de los alrededores se agitó revelando la peor de vuestras pesadillas.

Sus afilados dientes causaban pavor.

Aquella criatura medía más de 10 metros y a saber cuántas toneladas llegaba a alcanzar.

Fue entonces cuando se inició una persecución frenética donde el dinosaurio intentaría atrapar a su presa metálica mientras que ustedes buscabais dejarlo atrás para llegar a los muelles.

Notabais como todo retumbaba a cada gigantesca pisada ¿cómo podía ser aquella criatura tan rápida? Tan solo se podía usar la astucia y unos buenos reflejos para dejarla atrás, ¿o existían más opciones?

Estábamos jodidos. Muy jodidos. Aquel dinosaurio era grande y, por desgracia, excesivamente rápido. Si no lo dejábamos pronto atrás, tendríamos serios problemas.

Apoyado en el asiento trasero, apuntaba a la bestia con mi M16, aunque sin llegar a disparar. Sabía que solo serviría para dañar el cristal de nuestro vehículo y, además, el dinosaurio era inmenso, por lo que puede que la munición no le hiciera gran cosa.

-¡Acelera, Velasquez, acelera! -le indiqué a mi compañero, desde el asiento de atrás-. Si hay alguien que puede sacarnos de esta conduciendo, eres tú, compañero...

Velasquez trago saliva y apretó con fuerzas el volante observo por el espejo retrovisor y vio al inmenso animal. El sudor corría por su frente mientras Guillermo lo animaba y ponía todas su esperanzas en el. Sin pensarlo acelero y empezó a zigzaguear.

—¡Si van a rezarle a alguien! ¡Sera mejor que lo hagan ahora!— Grito este desesperado mientras intentaba escapar del inmenso animal.

No sé qué me aterra más, si el estruendo de las pisadas de esa bestia gigantesca o el hecho de que esta vez ni los rifles de mis acompañantes puedan salvarnos. Justo cuando parecía que teníamos la salvación cerca, las cosas se tuercen una vez más...

Noto cómo el vehículo acelera todo lo posible y los gritos de Martínez y Velásquez. "¡Joder!", grito al borde del pánico, mirando de reojo a nuestro atacante. "¡Sacadnos de aquí o estaremos en la mierda de verdad!"

¿Cómo es posible que es bicho corra tanto? ¡Debe pesar como un camión!

El dinosaurio, tan rápido como os temíais, logró impactar contra vuestro coche dañan la estructura de manera severa ¡esto no podía ser bueno!

Por suerte, podíais seguir conduciendo ¡era vuestra última oportunidad!

Dejo escapar un grito cuando el dinosaurio golpea violentamente el vehículo, y me giro para mirar hacia atrás justo antes de arrepentirme de haberlo hecho. La bestia está cerca, muy cerca, y sus pasos resuenan estruendosamente en mis oídos. Si nos alcanza, si consigue sacar el coche del camino o detenerlo, estamos acabados. No hay forma de que los disparos atraviesen su gruesa piel, de huir de sus poderosas zancadas o de evitar que esas enormes fauces nos devoren de un bocado.

"¡Sigue intentándolo, Joseph!", trato de animar. "Estoy seguro de que esta cosa está acostumbrada a cazar con carreras cortas. Si logramos mantenerle a distancia un poco más, acabará cansándose y nos perderá. ¡Un último esfuerzo!"

Pese a mis palabras, no las tengo todas conmigo, y vuelvo a encogerme en el asiento mientras tiemblo aterrado. Trato de mantener la calma, pero noto cómo el corazón late violentamente contra mi pecho y mi sien.

Velasquez había pisado a fondo el acelerador, pero no había forma de que dejáramos atrás a aquella maldita criatura.

-¡Sigue, sigue, compañero! ¡Sigue pisando el acelerador! -le indiqué a mi compañero, intentando animarlo, mientras mis ojos estaban puestos en aquel inmenso T-Rex-. Ya casi lo tenemos. Esa bestia no tardará mucho en cansarse, como dice el señor Wingett.

—¡JODER! ¡HIJO DE PUTA! ¡HIJO DE PUTA!— Grito Velásquez al momento en el que el gigantesco animal embistió la camioneta, derrapando sobre la carretera e intentando dejarlo atrás. Observo por el retrovisor mientras sus compañeros le animaban dándole esperanzas.

Por una última vez decidió dejar el animal atrás pisando el acelerador a máxima potencia, realmente sentía que iba a romper el piso de la camioneta. Empezó a zigzaguear de nuevo  para intentar cansar al animal y poco a poco fue funcionando —¡Joder! ¡Creo que estamos dejando atrás a este maldito!— Dijo un poco mas calmado viendo por el retrovisor.

Tras el recorrido en coche visteis como el cielo iba adquiriendo un hermoso tono anaranjado. El sol estaba saliendo y la desconcertante madrugada estaba dando a su fin.

Ya no se escuchaban ruidos de dinosaurios con lo cual se podía esperar que el T-Rex ya no era una amenaza, no por lo menos a corto plazo.

Gracias al vehículo habíais avanzado mucho trayecto en muy poco tiempo, no sabíais si llegaríais a los muelles a tiempo pero existían muchas posibilidades de encontrar una salida allí. Parecía que finalmente la suerte os sonreía de nuevo.

Encontrasteis un pequeño claro, era ideal para retomar un poco el aliento. De no hacerlo podríais caer al suelo presa del agotamiento. Sabíais que vuestro periplo estaba a punto de finalizar.