Partida Rol por web

¿¡ Ichimi Noru !? Vive en una barcaza en el puerto

Delante vuestro el viejo encorbado con un parche en un ojo abre el sobre que Junko le habia entregado y aunque no saca nada, de refilón en él podeis ver un buen fajo de dinero. Una paga de veterano, por detrás suyo el resto también ojea sus sobres, sacando de ellos algunas cartas selladas que comienzan a leer con la serena nostalgia de un poder ya perdido. Cartas amistosas de sus amigos de Konoha, la del hombre de tan mal caracter que hay justo delante vuestro lleva incluso el sello del Sandaime.

Oidashi se apresura a preguntar por otros nombres de los destinatarios de las cartas, para tu sorpresa tan solo indican uno más, Akimichi Yamado, a las afueras del pueblo, siendo el resto totalmente desconocidos, no parece tengan tanta relación entre ellos, y la gran mayoria de veteranos prefieren aislarse con tal de no tener a un compañero con la voz en eco para recordarle los momentos más crudos de la vida..

Los viejos vuelven dentro de la casa refunfuñando

"Viste como se dirigían a nosotros"

"Los ninjas de hoy no tienen educación"

"Apuesto a que aún a mi edad podía haberles partido las piernas"

"¿Viste que enclenques?"

"Qué les enseñarán a dia de hoy"

De camino al puerto encontrais a Kin, quien pasea por una calle muy transitada, muchisima gente va y viene del puerto con carretillas o con las manos bajo las mangas apreciando el lustro que luce sobre vuestras cabezas, mira a un lado y a otro buscando una dirección y para risilla de Junko aún lleva todas sus cartas entre las manos, Junko explota con alegría al llevar ella misma las manos vacías y la mercancía entregada

Junko ~ Kin, ya entregué todas las cartas en una sola mañana, ¿Tú pareces un poco perdida ne? Era de esperar que alguien tan incompetente como tú no pudiera con todas, es la gran diferencia con la familia Ankari, nosotros siempre cumplimos nuestro deber.

El comentario parece hundirla, ~siiiiii por fiiiin~ lo cual surje un efecto rejuvenecedor en Junko, quien ahora tiene un buen argumento con el que mostrar su superioridad ante Kin, sin embargo.... Oida-kun mantiene también la cabeza hundida en el suelo, Kin y Oida parecen profundamente afectados por las palabras de Junko y con una nube de depresión sobre sus cabezas tan solo hacen que murmurar acerca de su fracaso en la búsqueda.

Llega el mediodía, y os parais en un chiringuito con vistas al mar donde comer algo antes de volver con Chôza-sensei, hace muchísima calor y teneis hambre, por lo que unos tentempieses frescos son de agradecer mientras sentís la fresca brisa marina levantandoos el pelo, el graznar de las gaviotas y el sonido de poleas y velas de un barco que zarpa resulta muy inspirador.

Yosh !*- Dice Kin dirigiendose a vosotros, todos sentados entorno a la mesa de madera - Aún nos quedan catorce cartas para entregar... no pienso rendirme, no voy a volver con Chôza-sensei tal como me fui

Si vais con él ahora, decidle que no volveré hasta que haya entregado la última carta, J-junko-baka** - Dice cambiando su tono inspirador a uno más despectivo y envidioso - Buen trabajo, pero no pienso dejarte tiempo a que te presentes frente al sensei antes que yo, así que no pierdo más tiempo

Dicho esto, se marcha andando entre la gente del puerto, despidiendose con una mano y con renovadas energías, de nuevo Oidashi ha sido del todo ignorado por ella, más bien parecía que hablara sola hasta que se ha dirigido inequívocamente a Junko.

Oidashi aún tiene siete cartas por repartir, y Akimichi-sensei ya estará esperando, irás con el fajo de cartas a devolvérselas a Chôza-sensei, o tal como la luchadora Kin te lanzarás de nuevo a la calle para cumplir tu misión, al menos, tienes dos pistas acerca de donde se encuentran dos de ellos.....

Y Junko ¿Qué hará? ¿Volverá con Akimichi-sensei? Seguramente ni Oida ni Kin vuelvan en menos de un par de horas, sería una oportunidad única para entrenar, o tal vez, averiguar algo más del aparentemente inepto sensei.

Al final me levanto poco después de que Souda se marche, tiempo que uso para reunir fuerza y anímo suficientes para luchar contra la modorra y continuar con el deber.

- Yo también intentaré entregar alguna.

Aviso a Junko al tiempo que no puedo resistir estirarme para luchar contra la somnolencia de la tarde.

- ¡Nos vemos!

Me despido y comienzo a caminar en busca Ichimi Noru, quien por lo visto debe vivir por aquí, en algún lugar del puerto. El problema de ésta labor, es que la información resulta un poco escasa, cuando descubro decenas de barcazas amarradas que rápidamente me desaniman al tener que ir preguntando por el antiguo ninja por cada una de ellas.
Bastante desanimado empiezo por la primera, la cual parece un poco destartalada y me sorprendo de que siga flotando, así que evito poner ni un pie sobre ella.

- ¿Perdon? ¿Hay alguien?

Pregunto alzando la voz desde la seguridad del muelle, deseando no tener que abandonarlo y correr el riesgo de caer al agua, y parece que alguien escucha mi deseo y un hombre bastante mayor aparece con una caña en las manos, como si dedicara su tiempo a pescar desde su casa.
Parece sorprenderse un poco al verme, hasta que recae en símbolo de mi brazo y en el montón de cartas que llevo conmigo.

- Oh... por fín llego el correo.

Sus voz suena alegre y puedo comprobar cómo cogea de su pierna derecha cuando se acerca al borde para que pueda dársela.

- ¿Ichimi Noru?

- ¡El mismo que viste y calza!

Sonrie ante mi nerviosa pregunta, quizás recordando sus primeros días mientras espera a que le entregue una carta que no se hace derrogar.

- Aqui tiene, y perdone ¿sabe...?

- ¿Dónde viven cualquier de los otros destinatarios? Lo siento chico, todas saben donde vivo yo porque suelen venir a gorronearme el pescado, lamento que no te sea de más ayuda.

Al parecer ya estaba acostumbrado a las preguntas de los novatos que realizaban esta misión, así que simplemente me quedaba ir en busca de Akimichi Yamado a las afueras del pueblo mientras me pregunto si será familia de nuestro sensei.

¡Agh! Hasta desde la derrota ha tenido que estropeármelo pensó la joven al ver el abatimiento de Kin Si se muestra tan derrotada no es divertido restregárselo... Mientras terminaba el último bocado de su almuerzo, Junko no pudo evitar sentir algo de compasión al ver como su compañera se alejaba entre la muchedumbre del puerto, todavía cargada con las inmundas cartas ¡Oh, venga ya! se reprochó a si misma al descubrir dentro de ella aquel sentimiento, pero en cuanto estuvo segura de que Mujina se había ido no pudo contenerse y se lanzó detrás de Souda.

No tardó en darle alcance corriendo entre la gente, pero ahora era la indecisión la que la inundaba Si me ve lo mismo se piensa que quiero ayudarla se dijo con un ligero rubor cubriéndole las mejillas, al tiempo que se apresuraba a esconderse entre dos puestecillos ¡Bah! Sólo he venido para ver con mis propios ojos como fracasa, nada más se intentó convencer. Pero lo cierto era que cuanto más la seguía peor se sentía al verla preguntar infatigable a cada hombre, mujer y niño que se le cruzaba. Muy pronto, ella misma empezó a repetir los nombres que le oía decir a Kin a los aldeanos que su compañera se había saltado, repitiéndose una y otra vez que lo hacía para demostrar su superioridad ante ella encontrando a los shinobis que antes que su rival.

Las horas pasaban rápidas y el calor de la tarde mordía casi como el sol del desierto O al menos lo parece... A la pequeña gennin rubia no le había ido muy bien, y aunque Junko no había podido ver con claridad cuantas cartas entregaba, sospechaba que todavía le quedaban unas cuantas. Agotada por su poco productivo apoyo en la sombra -apenas había conseguido intuir la dirección de uno de aquellos ninjas retirados-, la joven Akari se dejó caer contra una pared cuando vió que Souda se paraba para hacer un breve descanso.

Allí sentada los sentimientos de culpabilidad volvieron a carcomerla, y en seguida el recuerdo de todas las arrogantes palabras que había dirigido hacia su compañera le volvieron a la memoria. Con un gruñido, Junko se levantó y fue hacia el tenderete más cercano mientras rebuscaba en su mochila las pocas monedas que tenía.

Toma -le dijo a Kin unos minutos después, al tiempo que le tendía una naranja fresca. Su compañera levantó la cabeza hacia ella, mirando con desconfianza el inesperado alimento- Ese vendedor de ahí me ha regalado dos y simplemente ya no puedo con ésta -mintió Akari al tiempo que apartaba la vista algo abochornada- Venga, cógela -le insisitió agitándola enfrente suya- Si te das prisa supongó que podría llevarte hasta ese tal Daisuke Nomura... -nombrando el nombre del ninja del que creía haber conseguido la dirección- Es por no tener que estar toda la tarde esperando a que termines

Mujina Oidashi sale de las calles, preguntando a la gente del pueblo señalan la casa del excombatiente Akimichi bastante lejos, más allá de unas enormes tierras de siembra que suben por un altiplano bosque adentro. Pisando charcos de barro, espantando molestos insectos que zumban cerca suyo amenazando con falsas picaduras. Horas dando círculos sin sentido, caídas por traicioneras raíces, y el descubrimiento de los enormes lobos de los bosques del País del Fuego*, un metro y medio de altura hasta la cruz, hasta tres metros de largo, un pellejo que solo una katana bien afilada es capaz de cortar, y unas hileras de dientes capaces de hacer astillas una puerta, una imagen aterradora ante la cual, tu primer instinto, fué saltar a una rama, para tu sorpresa, se lanzaron contra el tronco, mordiéndolo muy violentamente y haciendo astillas la corteza, una imagen aterradora de la que te costó deshacerte para tomar valor, y saltar de rama en rama a riesgo de caer, en busca de la mencionada colina.

 Aunque para Oidashi resaltar en clase siempre fué motivo de sus mayores quebraderos de cabeza, sacaba las mejores notas en ninjutsu, y aunque los lobos le sorprendían saltando sobre él, reemplazos y copias les mantenían entretenidos mientras él huía por los árboles para ellos inalcanzables.

Para Oidashi resultaba muy pesado tener que demostrar sus habilidades, pero tenía que ser el mejor, no tenia otra opción, los espíritus solo permitían la "unión" a una persona cada veinte años, y en su familia el puesto estaba muy disputado entre él y sus primos, y al ser vuestro abuelo y su padre quien poseían el privilegio de decidir quien sería el heredero de tan preciado don, Oidashi estaba en una posición muy desfavorable, por ello tenia que demostrar que era el mejor con diferencia, tenia que superar a sus primos, ellos aprobaron el examen de Chuunnin con 15 años, tú tan solo eras un gennin, pero pronto se decidiría el destino de uno de los pergaminos de tu familia, y este era el momento de demostrar que valías, ponerte a prueba, y servir bien a tu clan.

Los lobos cesan en su empeño de seguirte al poco rato, y cuando ya el cielo se ha vuelto anaranjado, puedes ver una bonita y muy sencilla casa de madera, sobre una colina desde la que se extienden largos campos y huertos bien cargados de legumbres y hortalizas, el cacareo de unas gallinas te hace poner un pie en el camino que sube la colina, y allá arriba, en el porche, recortadas las siluetas contra el rojo atardecer, puedes ver a tu Sensei, junto a Junko y Kin

Souda Kin, pela la naranja bastante rápida, sus manos son algo más rellenitas que las tuyas, de piel con más color y dedos más finos que los suyos, come la naranja separando los gajos de dos en dos aunque masticando despacio, se mantiene en silencio, mirándote directamente a los ojos, parando un rato en tus palabras y respondiendo sin prestar atención a tu propuesta.

Kin~ Junko-san, ¿A ti te gusta Oida-kun?

Junko~ No ehmmm yo no, yo...

Kin~ No te preocupes, ya ves que ahora procuro molestar lo menos posible, pero procura no incordiarme como hasta ahora, o te patearé el culo.

Te muerdes el labio pensando en si dar una respuesta agresiva o mantener tu nueva actitud asertiva, los hilos de chakra fluyen ya desde las yemas de tus dedos y los huesos de tus manos ya se calientan por si tu hemisferio izquierdo decidiera darle algo más que palabras a la engreída de Kin. Pero la enorme e inesperada figura de Chôza os hace sobresaltaros, dais un brinco sorprendidas por vuestro sensei quien os mira con bastante mala cara

Chôza~¿Donde os habíais metido? ¡¡ Os he estado esperando para comer y mirad que hora es !! Vais a tener un soberano castigo los tres, ¿Donde está Oidashi? ¿Habeis terminado con toda la correspondencia?

Junko levanta las manos abiertas contenta por haber terminado de manera impecable su cometido, y Kin baja la cabeza avergonzada levantando el fajote de cartas que Akimichi-sensei le arrebata de las manos.

Chôza~ Mañana hablaremos de esto, ahora venid conmigo, vais a conocer a mi hermano Yamado, Oida-kun llevaba una carta para él, si no le ha retenido allí es porque aún no ha llegado

Caminais por las calles, la gente ya a mediatarde se va recogiendo en los porches de sus casas, desde el muelle pasais por el centro de la ciudad, marcado con el altísimo templo de siete plantas, la torre sagrada que se erige majestuosa, sin embargo, desde delante no parece tal. Las puertas permanecen cerradas y un sacerdote coloca unos sellos a su alrededor, es ya muy vieja, y algunas ventanas rotas y polvorientas de la parte baja dejan ver un interior bastante descuidado

A todas las casas por las que pasais mirais en su interior esperando que la siguiente sea la de su hermano, sin embargo, dejais atrás las casas de Obake no-mura internandoos en un camino de tierra que lleva a través de los campos de siembra, y tras caminar veinte minutos, mientras el sol ya comienza a acariciar el horizonte dejando el cielo con un color rosado, veis sobre una colina entre campos una pequeña y modesta casita, en el porche, ya os está esperando un hombre de complexión semejante a la de Chôza.

Yamado~ Konnichiwa Konoha Gennins, Konnichiwa Otôto-san*

Los dos hermanos se dan un abrazo con unas palmadas a sus espaldas tan fuertes, que Junko y Kin deben retroceder unos pasos aterrorizadas

Chôza~ Estas dos son mis estudiantes de este año, ella es Junko Akari, y ella Souda Kin

Una mujer cuarentona pero de espectacular figura, nada que ver con la familia Akimichi, sale de la casa presentandose como la esposa de Akimichi Yamado, en solo media hora, los dos gigantes ríen mientras la mujer sirve el sake en el porche, el olor a verde acompañado de una vista perfecta de la espectacular puesta de sol es impagable, Souda Kin y Junko Akari se mantienen abstraídas dando curiosas miradas al interior de la casa mientras picotean algunos dulces servidos sobre una mesa de suelo. Un nuevo respingo por la potente voz de la enorme garganta de Akimichi Yamado, quien junto a la sonrisa de Akimichi-sensei comienza a hablaros serio, pero con la sonrisa de estar algo ebrio

Akimichi Yamado~ Bueno guapetonas, Otôto-san, en realidad os estaba esperando - La mujer deja de manera muy servicial un sobre junto al sake - El sacerdote de Obake no-mura ha solicitado una misión de rangoD a los ninjas de Konoha, antes que llegarais mandé un mensaje al Hokage y este me respondió esta misma tarde que quedaba a tu discreción asignarla a tus estudiantes.

Akimichi Yamado se gira hacia vosotras ~ Todas las misiones deben pasar por la supervisión del Hokage, es uno de sus más importantes deberes, pero yo hace muchos años trabajé con él en la administración y para no alargar una tarea tan nimia me ha concedido el beneficio de plantearos esto, una misión de RangoD fuera de Konoha queda la mar de bien en el expediente, y ya que Chibi-Chôza-kun no suele tener muchos estudiantes, habrá que cuidaros un poco , ne?

Chôza, tan sonrojado como su hermano, arruga los morros algo disgustado por la proposición ~En realidad vinimos por una misión de rangoC~ Dice levantando el fardo de 6 cartas que aún le quedaban a Kin ~ Y desde esta mañana aún no han conseguido cumplirla.... al menos no han extraviado ninguna..... POR CIERTO ¿¿DONDE ESTÁ OIDA-KUN?? - Ya está a punto de atardecer, y el joven Oidashi no ha dado señales de vida en toda la tarde

*Konnichiwa Konoha Gennins, Konnichiwa Otôto-san

Buenas tardes Ninjas de Konoha, Buenas tardes hermanito pequeño

Parece que escucho la llamada de Chôza, porque justo en el momento que pregunta por mi aparezco subiendo la colina, todo lleno de arañazos por las ramas del bosque y resoplando por el esfuerzo de escapar de los lobos, algo que seguramente sea menospreciado por el orondo sensei. A quien además no esperaba encontrar aquí con mis dos compañeras pese a que me había imaginado que podían ser parientes.

- Aquí sensei.

De cerca mi aspecto no mejora, pero al menos se confirma que no sufro nada grave y que tampoco he entregado todas las cartas. Aunque tras emplear unos cuantos segundos en recuperar el aliento, me decido a preguntar al otro gigante que les acompaña.

- Siento el retraso, ¿Akimichi Yamado-sama?

Pregunto su nombre a pesar de que el parecido con Chôza es innegable, así que no dudo en entregarle la carta antes de esperar la reprimenda del sensei por no haber entregado todas las cartas y encima llegar tarde.
Mirando el porche pronto siento que se me hace la boca agua al ver unos dulces que no llegaré a probar como parte del castigo, aunque el olor a té que inunda mi nariz se muestra mucho más apetecible tras el ejercicio forzado.

Realmente intimidada por la imponente presencia de Chôza-sensei junto a su no menos voluminoso hermano Yamado, la pequeña Junko se pegó casi literalmente a su compañera Souda, haciendo caso omiso de sus débiles quejas- Akari-san, no te pongas tan cerca... -que sólo sirvieron para convencerla aún más de que ella se sentía igual, sobre todo cuando el sake empezó a desaparecer con rapidez de los vasos de los dos hermanos.

Sin saber muy bien como actuar, la joven se dedico a dejar que su mirada vagase sin rumbo, lo que le permitió ser de las primeras en ver como Mujina se abría paso hasta la casa. Después de esperar pacientemente a que entregase la carta que tanto le había hecho andar -y sufrir, a juzgar por sus arañazos-, Junko se apresuró a cederle un hueco a su lado, con ella misma entre él y Kin-san Parece que hemos hecho una tregua, pero tampoco hay que pasarse Viendo los ya algo alterados por el licor ánimos del sensei, y previendo largas quejas por su parte ante lo que para él había sido una mañana de trabajo deplorable, le pasó rápidamente un par de pastas a Oidashi para que recuperase fuerzas y se irguió en su asiento

Yamado-sama, si nuestro maestro nos lo permite será un placer para nosotros cumplir el encargo -se dirigió a él con respeto- Sensei, sería una descortesía rechazar la misión estando tan cerca ¿no creéis? -pero la cara de Chôza seguía siendo de rotunda negativa, así que Akari decidió enfocarlo desde otra perspectiva- Además -dijo- Nos merecemos un castigo por nuestro patético trabajo, ¿y que mejor que tener que limpiar las escaleras del templo y cosas por el estilo, que será lo que nos mande hacer el sacerdote? -involuntariamente desvió la vista en busca de apoyo hacia la esposa de Yamado, el único adulto de entre los presentes que le inspiraba confianza y serenidad No pienso rechazar una misión, y menos renunciar a una que casi podría ser un descanso en comparación con lo que nos obliga a trabajar Chôza...

Os encontrais los tres apelotonados, Oida-kun casi asfixiado por las dos mujeres que se pegan por ambos lados, Chôza-sensei frunce el ceño a Junko-san, y avanzandose un poco estira la mano a Oida-kun, quien le mira con cara embobado sin aún entender muy bien qué está pasando. Chôza pide las cartas que quedan a Oida-kun, al recogerlas las junta con el montón de Kin y comienza a contarlos

...uno,dos,tres,cuatro,cinco,seis,siete, y ocho... ocho cartas por entregar... - Chôza-sensei coge aire y agarrando la misión que su hermano os ofrece, la guarda en el interior de su quimono - Un ninja no comienza una misión sin terminar antes la que tenga entre manos. Mañana tendreis la oportunidad de terminar de repartir el correo

Yamado~ Es peligroso pasear por Obake no-mura cuando el sol se pone, esta noche, descansad en mi casa, sereis mis invitados

Chôza asiente, y en el interior de un muy lujoso salón podeis ver los futones ya esperandoos. Yamado se levanta desperezandose, mañana será un día duro para todos, y con la cabeza gacha os levantais para ser retenidos por Akimichi-sensei - ¿A donde creeis que vais? Ahora mismo examen de Bunshin-Jutsu, y mañana por la mañana antes de salir con las cartas, examen de Taijutsu

Con los morros fruncidos sois alineados delante de la casa, Yamado y su esposa os observan desde el porche en un cálido y cariñoso abrazo mientras Chôza con los brazos cruzados os observa severamente

Mujina Oidashi

Mujina~ Yo... emmm.... - Mujina coge aire, y formando el sello comienza a moldear el chakra que a expuertas fluye en su interior, en un parpadear un segundo Mujina aparece, observando preocupado a las dos chicas, preocupado y culpable por haber sido el primero

Perfecto, pasa dentro y duerme bien, mañana te espero para el examen de Taijutsu. Souda Kin, tu turno

Mujina va al interior de la casa, y queda en el porche junto a Yamado, viendo como SoudaKin hace lo propio, y realiza un clon perfecto de sí misma, camina hasta Oidashi, y colocando la mano sobre su hombro dirige una mirada preocupada a su compañera, mordiendose el labio, esperando que Junko pudiera ejecutar la técnica de manera impecable. Ánimo Junko

Junko resopla.... BunshinJutsu, análisis de situación y un ninjutsu único en Konoha le hicieron ser apta para salir de la academia, y no se preocupó en aprender las técnicas básicas de los gennins de Konoha. El chakra se forma en el cuerpo de Junko, y queda moldeado, listo para salir de sus dedos, pero no es esta la técnica que debe realizar, Junko trata de separlo de su cuerpo, de proyectar una imagen de sí misma al lado, pero es inútil, ni una mala copia siquiera.

Chôza se gira a Souda y Mujina ~ Hora de dormir muchachos, Junko, tú y yo entrenaremos ninjutsu toda la noche

La mano de Yamado se posa sobre el hombro de su hermano - Bastante tendrán con tus "clases" de Taijutsu, además, ella ha conseguido repartir todas las cartas, ¿Verdad?

A Chôza no le valen los argumentos, sin embargo, su hermano resulta bastante persuasivo, y pronto el equipo de Chôza está durmiendo junto a su ruidoso sensei, que ronca a pata suelta haciendoos dificultosa la básica tarea de dormir.... preparaos para peores contingencias, vais con retraso en una misión, y Chôza-sensei parece dispuesto a empezar lo que va a ser un muy duro entrenamiento

- Gracias

Susurro a Junko cuando me pasa las pastas, de mantequilla y uvas pasas por lo que puedo observar en un rápido vistazo que no hace sino aumentar las ganas de llevármelas a la boca. Lamentablemente, me veo obligado a guardarlas a mi espalda una vez que Chôza me confisca las cartas hasta encontrar un momento más apropiado.

Con algo de agua deberían bajar bien.

Me descubro pensando más en las pastas que en las palabras de nuestro sensei hasta que me doy cuenta de que en realidad ando buscando una escapatoria a su reprimenda y para cuando regreso a ella me veo en mitad de otro examen de ninjutsu.

Bunshin-Jutsu

Trago saliva al sentir los nervios aflorar ante el problema añadido de ser el primero, con la presión añadida de no dejar en mal lugar a mis compañeras, dado que el jutsu en sí mismo no me resulta problemático.

- Yo... emmm...

Nada, no hay escapatoria posible. Ni en el hipotético y remoto caso de que la casa se incendiara me libraría llegados a éste punto, así que cojo aire para tranquilizarme antes de formar el sello y empezar a moldear el chakra.
La copia no tarda mucho más en formarse a mi diestra, pero el daño ya está hecho y sólo puedo mirar las dos kunoichis con cierta culpa por haber realizado el jutsu sin problemas.

Lo siento, lo siento, lo siento...

Las disculpas son vanas en el interior de mi cabeza, a la vez que incapaces de aparecer por mi boca. Escucho la aprovación de Chôza a mi técnica antes de deshacer la copia y dirigirme al porche de la casa y esperar junto al hermano de nuestro sensei en espera de escuchar más aprovaciones de sus labios.
Y por fortuna, éstas no se hacen esperar. Al menos en el caso de Souza, porque cuando le llega el turno a Junko, ambos esperamos con espectación ver aparecer a su doble junto a ella, un doble que no aparece y que eterniza los segundos que le permiten continuar intentándolo.
Otro castigo añadido se ve venir sobre ella y de no estar el otro Akimichi, Junko hubiese pasado la noche en vela practicando un ninjutsu que evidentemente se le iba a resistir hasta el punto de que le iba a resultar imposible ejecutarlo en una simple noche.
Aunque al final nadie nos libra disfrutar de una noche medio en vela por los ronquidos de Chôza que hace comprender a las chicas porque acabé durmiendo en el pasillo la noche anterior. Ni siquiera me acuerdo de las pastas que había reservado para después del primer examen.
El día siguiente no comienza precisamente bien. Apenas ha amanecido cuando nos Chôza nos despierta con sonoras palmadas y gritos que asustan hasta una bandada de pájaros del exterior.

- ¡Venga vamos! Todos arriba, empieza el examen. Os quiero fuera en menos de un minuto.

Con legañas en los ojos y más dormido que despierto salgo de vuelta al porche junto con mis compañeras. Resulta evidente que ninguno hemos podido dormir bien y que deberíamos empezar a acostumbrarnos a ello por nuestro bien.

- ¡Mujina Oidashi!

Le oigo gritar mi nombre, indicando que volvere a ser el primero en esta ocasión y haciendome saltar del susto a la vez que acabo de despertarme dado que necesitaré todos mis sentidos para poder superar esta prueba que no se mostrará en absoluto fácil.
Me acerco hasta quedar paralelo al porche y me pongo en guardia, esperando un primer golpe que no se hace esperar en forma de una rápida carga y un puñetazo a mi cara que me resulta imposible esquivar por mi falta de entrenamiento y sueño.
Salgo despedido varios metros antes de desaparecer en una nube de humo que rápidamente deja lugar los restos de una silla del porche que Yamado echará en falta en cuanto despierte. Con su guardia baja, aprovecho para salir desde un lado de la casa corriendo rápidamente contra él y captando al instante su atención. Todo lo que necesitaba.
Sonrío cuando veo que el sensei se prepara para volver a mandarme lejos con un golpe de su brazo, pero el clon de sombras nunca llega a recibir el golpe al desaparecer justo antes de recibirlo una vez hecho su trabajo.
El auténtico ataque viene de arriba, lo había iniciado desde el tejado de la casa y ya era imposible de esquivar. Golpeo la espalda del sensei con mis pies, pero acabo por rebotar haciendo evidente mi falta de fuerza al acabar en el suelo sin que Chôza apenas haya sentido donde le he golpeado.
Respiro agitadamente por el esfuerzo, esperando un nuevo ataque que no llega a realizarse y en su lugar escucho su grabe voz anunciar.

- Debes golpear más fuerte Oidashi, así jamás llegarás a ganar a nadie.

Luego compruebo como se relaja, como si mi examen hubiera acabado y hubiera aprovado, lo que resulta reconfortante y me encuentro respondiendo orgulloso por la labor.

- ¡Hai sensei!

- Y para ello vas a empezar a darle patadas a ese árbol hasta que se rompa su tronco.

- ¿¡Qué!?

Salte incrédulo al comprobar el sauce que, se suponía, debía romper a base de patadas. Parecía que llevaba ahí varias decadas y la sensación de que antes se rompería mi pierna que su tronco aumentaba cuanto más lo miraba. Parecía que Yamado conocía muy bien a su hermano y los métodos que usaba en sus clases, porque a pesar de haber conseguido alcanzarlo, ahora me encontraba ante lo que parecía otro auténtico castigo.

- Venga, cuánto antes empieces antes acabarás.

Apesadumbrado y atónito me dirigí lo más despacio que pude al árbol, intentando retrasar la horrible tarea que tenía mientras las chicas hacían su examen y quién sabe durante cuánto más.

Chôza~ Souda Kin !!

La chica avanza, y observa al maestro muy firme, Oidashi deja de dar patadas para ver el a su compañera... ánimo Kin .... Junko también la mira nerviosa, tal vez por auténtica empatía por su compañera, y tal vez por el nerviosismo de ser ella misma la que va detrás. Yamado Akimichi aún no ha despertado, no hay nadie que os proteja contra vuestro Sensei ahora, y él sonrie por ello, descansado, tras una noche amparado al calor del sake se encuentra lleno de vitalidad.

Hajime* !! -

Grita Kin con recia disciplina, y como un rayo se lanza contra Chôza, sus kunais vuelan hacia el maestro quien se lanza también hacia adelante, desviándolos con su propio kunai, demostrando una gran velocidad de reacción y gran precisión por detener los proyectiles en el aire, Kin se da cuenta de su error, pero ya es demasiado tarde, y ambos chocan de frente, el codazo de Chôza no va cargado de piedad, y Oida-kun y Junko-san cierran los ojos doloridos al ver la cabeza de Kin siendo volteada mientras su cuerpo cae a plomo contra el suelo, aún acompañado hasta el final por el tremendo golpe.

El cuerpo de Kin desaparece, dejando en su lugar un tronco partido en mil pedazos, las astillas vuelan alrededor y los ojos de Chôza se abren como platos al entender que ha caído por segunda vez de lleno en la misma trampa. Kin sube de un salto a la espada del enorme Choza y con un kunai en la mano, se lo coloca en el cuello a modo de amenaza.

Insuficiente - Murmura Chôza, que sujeta el brazo de Kin haciendola volar por encima de su espalda para dar de lleno contra el suelo, el bunshin se esfuma, y entre el vapor evanescente aparece Kin, lanzando un puñetazo directo contra la cara de vuestro sensei.

Un rayo de sangre sale de su nariz al tiempo que retrocede unos pasos, mientras Kin adopta una postura defensiva. Akmichi Sensei observa sus dedos manchados de sangre, y rascándose para limpiar la hemorragia

Akimichi-sensei~ Perfecto Kin, Oida-kun, acércate, coged las cartas que vayais a repartir, y marchad Ahora, nos veremos aquí a la hora de comer.... SIN FALTA

Souda Kin coge muy confiada 5 de las 8 cartas que quedan y guiñando el ojo a Oida-kun tan solo murmura con un sonrojo perceptible - Eres bueno peleando Oida-kun.... - su voz se corta, tímida, por primera vez ha dejado de lado su tosquedad al hablar para hablar como una auténtica niña de 13 años, y eso hace sonrojar a Oida-kun quien no puede responder a la veloz Kin que ya corre por el largo camino hacia el pueblo, con tal de demostrar esta vez, que sí puede hacer un buen trabajo para el equipo.

Akimichi se gira hacia Junko-san suspirando - Quedas tú... ánimo... ven a por mí... enséñame qué sabes hacer

Decidida a no ser menos que sus valientes compañeros, Junko se levantó del porche donde esperaba antes incluso de que el maestro terminase de pronunciar su nombre Vamos, se que puedo hacerlo, soy mucho más rápida que él, no tengo nada que temer... Sin embargo, y pese a todo sus pensamientos de ánimo, no pudo evitar morderse los labios asustada cuando la gigantesca sombra que proyectaba Akimichi-sensei cubrió su casi escuálido cuerpo por completo al encararse para luchar No puedo hacerlo, me va a matar, me destrozará...

¡Ya! -el rugido de Chôza la sacó de su parálisis con brutalidad, impulsándola hacia delante como un resorte y sumiéndola en un salvajismo que nunca antes había experimentado. Gritando con toda la fuerza de sus pulmones, Akari se lanzó hacia su objetivo al tiempo que le arrojaba una lluvia de shúrikens y kunais, que silbaron en el aire sin descanso hasta que su bolsa estuvo completamente vacía.

Poco intimidado ante aquel despliegue de acero, Akimichi se limitó a desviar con su propia arma los pocos proyectiles que llegaban a su destino, girando sobre si mismo para asestar una salvaje patada en el estómago a Junko cuando ésta se lanzo desesperada hacia él con la obvia intención de morderle. Para la pequeña el impacto fue estremecedor, un choque que la hizo salir volando varios metros y la arrojó de bruces contra la arena.

¿Es que eres una bestia salvaje? -no pudo más que recriminarle su maestro, que parecía claramente sorprendido de que la joven no hubiese querido -o podido- utilizar la omnipresente técnica del reemplazo para evitar el golpe. Akari, que se había quedado completamente sin aliento, se limitó a mirarle intentando contener el llanto ante el dolor que se extendía por su cuerpo. Tras unos segundos la muchacha apretó los dientes con tozudez y logró ponerse en pie con un supremo esfuerzo, volviendo a la posición de combate No puedo lanzarme sin pensar, tengo que encontrar una manera de volver su peso contra él

Con la mente ya más despejada, la gennin salió corriendo de nuevo hacia Chôza, agachándose con rapidez cuando éste comenzó un barrido que seguramente le habría partido la mandíbula. Aprovechando ese hueco en sus defensas Junko entrelazó sus brazos en torno al del sensei, pero cuando tiró de él con todas sus fuerzas para lanzarle al suelo con una elegante llave la descomunal masa del maestro apenas se movió. Consternada, la joven sólo fue capaz de mirar indefensa como la mano libre de Akimichi se alzaba, para después caer sobre su cara en un poderoso puñetazo que la hizo estrellarse contra la valla del porche -que se quebró ante la potencia de la colisión-

Desorientada, la muchacha tardó unos preciosos instantes en ponerse en pie, pero su maestro -quizás conmovido por su resistencia- decidió no aprovecharse de ello- ¡N-no me voy a rendir! -consiguió balbucear Akari a pesar del ardor que sentía en la cara Yo... tengo que intentarlo... una vez más se dijo, aferrándose a la idea de demostrar la valía de su familia para reunir sus últimas energías e iniciar una carga tan débil que hasta la esposa de Yamado -que había salido a observar el entrenamiento- se compadeció de ella.

Pese a la promesa que se había hecho Chôza de no apiadarse de sus discípulos, no pudo evitar ablandarse al ver como la joven tropezaba con sus propios pasos al dirigirse hacia él para asestarle un puñetazo ascendente. Sólo su basta experiencia en combate le permitió darse cuenta en el último momento del kunai que Junko había recogido del suelo aprovechando el traspiés y que ahora subía directo hacia su pecho. Alarmado, Akimichi fue a levantar la diestra para detener el ataque con su cuchillo, pero algo se lo impidió. Un sudor frío le recorrió al percibir unos finísimos hilos de chakra que salían de los dedos de la mano izquierda de Akari y se pegaban a su antebrazo derecho, impidiendo que pudiera moverlo para cubrirse. Demasiado tarde para intentar nada. El arma de la muchacha se coló entre dos piezas de su armadura y se detuvo justo encima de su esternón.

¿Cuando...? -musitó el sensei asombrado

En la segunda acometida, cuando te agarré el brazo para hacerte una llave -le contestó Junko exultante, casi tan incrédula como él de que lo hubiera conseguido. Tambaleante, se dirigió hacia las tres cartas que quedaban- Oida-kun... -tuvo fuerzas para susurrarle a pesar de sus recientes heridas, de la nariz partida, el ojo amoratado y la dificultad al respirar- Te ayudaré a repartirlas

Chôza Akimichi camina pesadamente hacia el porche, dejando las cartas restantes en un delicado equilibrio sobre la barandilla, las cartas se mecen por una inusual brisa traída desde poniente, un hilo de humo sale por la parte trasera de la casa y una alfombra de olor invade el porche como una nube de vaho, los hermanos Akimichi sonríen entre ellos.

Chôza~Tu esposa es la mejor cocinera de todo el País del Fuego

Yamado~ Todavía piensas en....

Chôza menea la cabeza como lo haría un rumiante saciado de estímulos y queda estupefacto viendo como os acercais al porche olisqueando el cálido almuerzo. - ¿ A donde creeis que vais ? ¡ Sin desayunar ! Entregad las cartas que quedan antes del mediodía o no os aprovaré la presente misión, ni os daré opción a esta segunda.

Sentado sobre un cojín se estira para recoger las cartas y entregároslas a ambos en mano, con un gesto os despacha rápido, el camino de nuevo desde las afueras no es tan largo como el recorrido de Oidashi, un sendero bien marcado por las indiscretas huellas de Kin, los estómagos rugen y no llevais encima ni una triste moneda con la que desayunar.

Lo mejor que podeis hacer, es repartir la correspondencia cuanto antes y volver a tiempo al menos para la hora de la comida, tal como ordenó imperioso... será Obake no-mura tan hostil como el día anterior... veamos el primer destinatario... Nekomura Narvan... ¿Quien rayos será? ¿Un joven? ¿Un viejo? ¿Tendrá alguna historia increíble con la que haceros perder el poco tiempo del que disponeis?