Partida Rol por web

-Mejor revisar todas las puertas, ¿no es cierto? -pregunto a mis compañeros y procedo a abrir la puerta de la derecha para poder ver qué se encuentra tras ella.

Pues sí.- el guerrero respiró aliviado cuando encontraron el camino a seguir, el que todavía no habían explorado.

Allí estaba, junto a una chimenea que estaba ardiendo. Junto a una mesa bien vestida con su mantel, sus platos, sus cubiertos e incluso una candelabro en el centro.

La mesa solo tenía un trono, decorado con mucha elegancia y seguramente que valorado en muchas piezas de oro. Pero allí estaba Verag, parecía que estaba esperando a alguien o custodiando algo, pero no sabíais qué.

Una gárgola de impresionante tamaño se hallaba casi como una estatua de piedra, casi petrificada pero en sus ojos veíais un atisbo de vida. Ese era vuestro enemigo y la criatura que os habían mandado liquidar

Era eso nuestro enemigo: una enorme gárgola, de estatura importante, quieta pero con sus ojos vivaces. Definitivamente se movería rápidamente y sería nuestro enemigo, el gran enemigo a combatir.

Tomé mi espada y me preparé para pelear.

-Chicos, aquí se halla nuestro oponente... es hora.

"Que los dioses nos protejan". Intentaría que el filo que mi mano sostenía se clavara en la bestia pero no me sentía segura. En este instante aun desconocía su poder...

Por fin nos dejamos de juegos, muere engendro de piedra .Cargo contra la gárgola antes de que se empieza a mover.La
Maza rebota en si piel pétrea y por el brazo casi se me entumece.Un adversario coriacio y digno de nosotros

El guerrero se movió cauto intentando rodear al enemigo. Eran cuatro, tres si descontaban a Arborang que usaba armas a distancia.

Wylvern, tú por un lado y yo por el otro.- dijo Rod mientras intentaba flanquear a la gárgola

Por fin el destino nos mostraba nuestro gran enemigo, aquel a quien debíamos llevar a los brazos de la muerte para que su curso no fuera perturbado. Mientras mis compañeros la asaltaban directamente, opté por untar mi arco con el mágico aceite que había traído para ésta peligrosa misión.

La gárgola se puso en pie tras ver vuestros burdos intentos de golpearle. Después se giró hacia a Adabella. La miró de arriba abajo y abrió sus fauces, de su boca salía una saliva que más se parecía a ácido corrosivo que a otra cosa y mordió fuertemente a la clérigo. Después comenzó a reírse de vosotros mientras se relamía tras tomar la sangre de la mujer.

Su boca se abrió y sus fauces encontraron mi carne. Grité con la mordida y sentí mi sangre ser absorvida. Era un monstruo poderoso, no le habíamos hecho absolutamente nada y ahora mi vida estaba en peligro. No supe qué hacer, solamente sentí el amargo sabor de la derrota.

Pero era una mujer de fe... no iba a irme sin intentar contrarrestar su ataque.

Rod intentó colocarse enfrente de Wylvern y así rodear a la criatura.

Ahora Wilvern, ataquemos los dos a la vez

Buena idea compañero .Me coloco flanqueando a la gárgola.

-Maldita criatura... argh...

Dije, tocando mi herida. Había bebido mi sangre y se había relamido, como un león cuando toma a su presa. Tomé mi espada, y usé toda mi furia.

-¡¡Yo no soy tu presa!!! 

Dije e intenté golpearle con fuerza.

Rod y Wylvern hicieron algo de mella en el cuerpo pétreo de la gárgola pero Adabella golpea con toda la fuerza de su ser a la criatura y logra golpearla y hacerla pedazos, saltando lascas de piedra por todas partes golpeándoos e incluso haciendoos algunas heridas. Por suerte todos habéis sobrevivido aquel encuentro antes de que a Arborang le diera tiempo a hacer nada.

Cuando os ponéis a buscar algo entre los pedazos de la criatura el sonido de una alarma os envuelve y pronto desaparecéis de aquél lugar

Mi espada surcó el aire, con determinación pero ni yo esperaba ese resultado: encontró la carne de la bestia y se hundió en ella con suma fatalidad. La criatura chilló y yo seguí atacando, movida por el deseo de justicia. Así fue que casi lastimo a mis compañeros y me detuve solo cuando me di cuenta de que el ser había muerto.

Mi espada estaba cubierta de su sangre, mi corazón aun latía con locura. 

Entonces un brillo, la sensación de ser trasladados...

¿A dónde, por quién?

Los dos guerreros actuaron bien flanqueando a la bestia, pero sus poderosos golpes hicieron poca mella en la pétrea piel de la gárgola.

Pero fue Adabella la que con un fuerte golpe acabó con ella.

Rod miró asombrado a la sanadora. Y con un gruñido y un asentimiento de la cabeza reconoció la valía de la chica.

Después investigó por la habitación pero junto a un sonido de alarma desapareció de la habitación

Al final no había servido el aceite mágico, aunque más valía dar gracias de que hubiera resulta innecesario a pesar de haber sido gastado, ya que la criatura ahora ya no supondría ningún problema en el futuro.