Partida Rol por web

Tus desgracias parecían no tener fin, en al maldito pueblucho había una especie de comité de mujeres que vigilaban por lo que ellas llamaban “la buena moral” Doble moral sería mas bien, una pandilla de urracas que se sentaban a chismorrear y a criticar a todo el mundo.

Lo malo era que tenían el beneplácito del sherif y de las personas más poderosas, de alguna forma venían a ser muy respetadas y a ti te la tenían jurada, iban tras de ti, insultándote, acosándote, querían que te marcaras del pueblo y sabías que lo tendrías que hacer.

Habías hablado por telégrafo con una mujer, alguien te dio una dirección, una casa de alterne donde buscaban mujeres como tú, no te satisfacía nada este trabajo, pero no tenías más remedio si no querías morir de hambre, irías a aquella ciudad, Lordsburg, al menos allí había un local en condiciones y una posible clientela que conseguir.

Te levantas por la mañana, tu último cliente ya se fue, estás en el motel del pueblucho, mañana a primera hora pasa la diligencia en dirección a Lodsburg y ya, con este, conseguiste suficiente dinero para ir hasta allí sin problemas, no será necesario que esta última noche te acuestes con nadie, al menos no como necesidad.

La habitación es poco más que un cuartucho, una palangana, un catre, el aseo es comunitario a toda la planta.

El pueblo no tiene mucho, un puesto de telégrafos, el salón, una pequeña cárcel donde está el sherif y su ayudante, una pequeña tienda donde se vende lo más imprescindible, un pequeño banco y un motel que es el edificio en el que te encuentras, en un lugar así de pequeño lo normal es que casi todo se sepa y tu conoces algunos secretos por los hombres con los que te has acostado.

Por fin había conseguido reunir el dinero para abandonar este pueblucho de mala muerte. ¿Por fin me sonreía un poco la suerte?.

Hoy tenia el día libre, vamos me lo había dado yo que para eso era mi propia jefa. En este pueblo tan pequeño había poco que hacer y aun menos cuando no le caías bien a una gran parte del pueblo.¿Que era lo mejor que se podía hacer hoy?Saldría a dar una vuelta por el pueblo, bien arreglada y con la cabeza bien alta.

No tenia prisa asi que llene la palangana de agua para asearme debidamente, saque de una maleta un vestido que sin duda seria aprobado por las mujeres que velaban por la buena moralidad. Cepille mi pelo delicadamente. Al terminar de arreglarme me mire al espejo para ponerme un poco de carmín en los labios. Ya esta, ya estaba lista para salir.

Un pequeño gusanillo recorría tu estómago, en el fondo no te venía mal abandonar el lugar, si las gentes de aquí no te apreciaban abría otro lugar donde lo hicieran.

Por la ventana ya se podía apreciar que iba a ser otro día soleado de primavera, hacía el mediodía seguramente haría calor, pero las ropas aquí siempre se llevaban largas y la higiene no era lo habitual entre los hombres aunque tu si tratabas de guardar algo de espero en eso.

Este debía de ser tu último día en el pueblucho, ya bien arreglada bajaste a la calle, se presentaba ha animación habitual de estas horas, ya había gente en el salón, otros a hacer algunas compras, ambos sitios aptos para enterarse de las últimas novedades, lo que se te debía de pasar era ir al banco para sacar todo tu dinero, en la misma oficina del telégrafo podrías pagar tu pasaje para la diligencia.

Lo primero es lo primero y lo primero era comprar el billete para la diligencia, después ya habría tiempo de pasar por la tienda y enterarme de los últimos sucesos acontecidos en este pueblo no es que me importaran mucho pero por lo menos ocuparía algo de mi tiempo.

Sin prisa pero sin pausa me dirigí hacia  el banco para sacar todo mi dinero, esta vez no era como todas las demás que había ido al banco esta seria mi ultima vez.  Camine mirando todo lo que sucedía a mi alrededor.

Saliste a la polvorienta calle, de hecho este pueblecillo venía a ser la calle principal y poco más, definitivamente el ferrocarril no iba a pasar por aquí por lo que este lugar seguramente acabaría pasando a la historia, eso no le sucedería a una ciudad como LordsBurg.

Entraste en el banco, había un par de personas haciendo cola, una mujer sentada en el banco te miró mal y la que tenías delante de ti en la cola hizo un – ¡Ja! – comenzó a abanicarse y se fue hacia la puerta como si hubiese llegado las mismísima peste.

Ahora estabas delante de un hombre bajito, con poco pelo y frente sudorosa, tenía toda la pinta de ser un comerciante, mientras delante del todo el banquero, un hombre de espesas cejas y rostro serio contaba los céntimos de una anciana.

No me daba pena irme de este pueblo no me había pasado nada bueno en el, había muy poca gente que mereciera la pena. De todas formas el pueblo desaparecería tarde o temprano, quedaran las 4 urracas viejas y son 4 maridos arrugados.

Entre al banco con la cabeza bien alta no tenia nada que avergonzarme, mirando por encima del hombro a toda aquella que me mirara mal en cualquier otro día lo mismo le hubiera dicho algo, pero hoy era mi día, mi ultimo día aquí y nadie me lo iba a fastidiar.

-Buenos días, dije al entrar al banco

Me puse en la cola esperando pacientemente a que fuera mi turno.

Por fin atendieron a la anciana que apenas veía un palmo delante de sus narices, y con el caballero que tenías delante no tardaron mucho, la que no te quitaba el ojo de encima con sus dos cejas levantadas era la mujer que había sentada.

Ya casi te tocaba cuando un gran sonido de caballos se escuchó afuera, eran los hombres del ejército entraron con escopetas y uno de ellos portaba una pequeña caja de metal que parecía pesar bastante.

- Disculpe señorita – te dijo un muchacho joven y depositó la caja en el mostrador.

- ¡Oh, no se merece ese calificativo! - Saltó la mujer que estaba sentada

El banquero se levantó todo tieso haciendo caso omiso de ese comentario pues estaba centrado en lo suyo – Un momento por favor… - Abrió esa pequeña caja y casi se te salta la vista al ver unos cuantos pequeños lingotes de oro.

Esperaba mi turno callada, notaba como aquella bruja no me quitaba la mirada de encima pero hoy me iba a comportar como la señorita que era, si quería seguir mirándome que lo hiciera total su vida era muy aburrida.

Ya era mi turno avanzaba hacia adelante cuando entraron los hombres del ejercito. Me aparte para que pudiera pasar, no le iba a dar importancia a la bruja que solo hacia que meterse conmigo¿No tendría otra cosa que hacer?

Ahora tendría que esperar a que el hombre del ejercito acabara, espero que acabe pronto por que mi paciencia tiene un limite. Desde mi posición no quitaba ojo al banquero y a aquel hombre. Me sorprendí al ver aquellos lingotes,lo que podría hacer yo con solo uno de esos, volveria a Misuri y me compraria unas reses.

El soldado miró primero a aquella mujer y luego a ti, pero no dijo nada, debía de ser un hombre bastante formal, al menos en el aspecto de limitarse a su cometido.

El banquero fue hasta la caja fuerte y metió aquel oro, al acabar todo el procedimiento movió un poco su sombrero y dijo – Que pasen una buena tarde – lo dijo en general quizás para no provocar más comentarios y se fue.

- Bien, ¿Qué es lo que desea? – Te preguntó ya el hombre

-Buenos días, salude amablemente al banquero.

Hable bajo para que la arpía no se enterara de lo que quería. -Quería retirar todo mi dinero de este banco, dije con una sonrisa. Estaba feliz mi cambio de ciudad estaba mas cerca y tenia muchas ganas de empezar en otro sitio, lejos de la gente puritana de este pueblo. Esperaba que Lodsburg fuera mas grande y la gente tuviera otra mentalidad

El banquero te atendió correctamente aunque te miró enarcando las cejas a lo de que querías sacar todo tu dinero.

Tras hacer las comprobaciones pertinentes te lo entregó, había para ese billete de la diligencia y un poquito más, no mucho, pero como ya contabas con el “trabajo” en Lordsburg no esperabas tener mucho problema con ello.

- Que pase un buen día y lamento perderla como clienta – Te dijo aunque sin un rostro muy expresivo

-Que pase usted también un buen día, dije con una sonrisa en la boca. Me guarde el dinero disimuladamente en el sostén y me dirigí hacia la puerta, antes de salir pare donde estaba la bruja mirándola por encima del hombro.-Tenga usted cuidado no se muerda la lengua y se envenene, no le di tiempo a que me contestara, no me iba a importar todo lo que soltara por la boca y yo ya me había quedado a gusto. -Hasta luego, dije al salir del banco. Me hubiera gustado decir hasta nunca pueblucho asqueroso pero eso ya lo diría mañana cuando ya estuviera en la diligencia.

El banquero que lo notaste un poco sudoroso también asintió con la cabeza y dio paso al siguiente cliente.

- ¡Oh! ¡Que insolente! – Pero no tuvo tiempo de decir más, sobretodo porque no se esperaba algo así.

De nuevo en la polvorienta calle, con tu dinero encima, podías ir ya a la oficina del telégrafo a por tu billete, al salón, a la tienda, a… bueno a donde se te antojase.

Haberle dicho aquello a la bruja del banco me hizo sentirme aun mas feliz de lo que ya estaba. Una vez que ya tenia el dinero solo me faltaba el billete y ya habría dado el siguiente paso hacia mi nueva vida lejos de aquí. Fui directa hacia la oficina de telégrafos después ya pasaría por el la tienda o el salón pero lo primero era lo primero.
Caminaba con seguridad, tranquila sin importarme lo que pasara a mi alrededor.

Como siempre algunas de las mujeres mas “estiradas” te miraban y cuchicheaban

- Pero no puede ser, inténtelo de nuevo, tengo que confirmar esa información – Era el Sheriff Curley, parecía algo alterado

- Que noooo, ya le he dicho que han cordado el cable del telégrafo, es imposible, los apaches andan haciendo de las suyas - Le respondió el telegrafista pacientemente, pero apaches, esa palabra ponía los pelos de punta a cualquier persona civilizada, eran crueles, violaban y asesinaban a mujeres y niños, eran muy crueles.

El sheriff blandía un papel en su mano – ¡Tengo que confirmar si han visto a Ringo Kid por la zona!

Miraba con aires de superioridad a aquellas mujeres que me veían y cuchicheaban con otras.¿No tenían otra cosa mejor que hacer?¿No tendrían que preparar la comida pasas sus esposos e hijos?. Aun que me molestaran los cuchicheos a mi paso no les iba a decir nada a aquellas mujeres, en el fondo me daban pena no tenían mucho que hacer y sus maridos eran sus dueños.

-Buenos días, dije al entrar en la oficina de telegrafos. Me puse en la cola a esperar que me tocara. Desde mi posición pude escuchar perfectamente lo que hablaba el sheriff, tampoco es que él estuviera hablando bajo. 
Escuchar que había apaches daba miedo, no contaban nada bueno de ellos. Podrían llevarse a las urracas de este pueblo esos apaches, pense con una sonrisilla

- Pues no se puede hacer nada, los de la compañía de telégrafos están en ellos, pero no cuente con telegramas en los próximos dos días – Le respondió el telegrafista.

- Maldita sea… - se apretó el sombrero – Pues tendré que averiguarlo yo en persona, que pasen un buen día – Y de un humor de perros salió del lugar.

El telegrafista cambio “el chip” y te sonrió como a clienta – ¿Buenos días que desea?

Seguí con la mirada al sheriff hasta que salio del local. Al escuchar la voz del telegrafista me gire hacia él:

-Buenos días , salude con una sonrisa. Me gustaría comprar un billete para la diligencia hacia Lodsburg de mañana. Saque de mi sostén el dinero que había sacado del banco. Sabia exactamente lo que valía por lo que conte el dinero y lo que sobraba del billete lo guarde.

El telegrafista refunfuñó algo en voz baja, que no entendiste pero sabías que iba dirigido al Sheriff y luego te atendió sin más novedad entregándote tu billete.

Con lo más necesario ya hecho podías ir a la tienda si es que necesitabas comprarte algo, al Salón por si te apetecía tomar algo o simplemente sentarte o también podías volver a tu habitación y simplemente no hacer ya nada hasta mañana.

Gracias, dije al telegrafista cuando me entrego mi billete.

Salí de la oficina me quede unos segundos allí parada.¿Ahora hacia donde iba?ya había comprado el billete para la diligencia que era lo único importante. Pensé si necesitaba algo para ir a la tienda pero en principio tenia todo lo que necesitaba, si al llegar  a Lodsburg necesitaba algo ya lo compraría en la tienda de allí.
Fui camino del salón me despediria de este pueblo con un buen vaso de zarzaparrilla