Txomin bien podría ser el hombre con el que te cruzaste en la escalera, poco antes de que se descubriera el cadáver, no recuerdas su rostro, pero el porte era como el suyo.
Don Jaime, da unos pasos hasta donde se halla don Antxon postrado de rodillas.
- ¿No será eso cierto, Antxón? Que nos conocemos de toda una vida como para descubrir a estas alturas que sois un traidor.
- ¿Como va a ser eso cierto Jaime, es cosa de locos, no se da cuenta? - Responde Don Antxon mientras se levanta.
Jaime mantiene la mirada fija mientras cavila, y de pronto en un arranque de ira da una patada a una silla que sale despedida hasta la pared.
- ¡Apresad a estos canallas!- dice Don Jaime a sus soldados que aguardaban en la puerta y en el pasillo.- Encerrarlos en el calabozo del sótano. Son padre e hijo de la misma calaña.
- Os estáis equivocando - grita Don Antxon cuando los hombres de Don Jaime le reducen para llevárselo.
Txomin contempló toda la escena abatido en el suelo, sin ánimo para discutir, tampoco ofreció resitencia cuando los guardias lo arrastraron hasta el sótano.
Manecho observa la escena con acojona... digo acongojamiento, después de todo no deja de ser un asunto entre nobles y el todo lo que tenía que decir, (de momento) ya lo había dicho. Si le quedan las dudas al Conde sobre la culpabilidad de los dos rufianes estos tenía una idea de lo que hacer, pero sólo lo expondría en presencia de sus compañeros.
Miré a don Jaime, valeroso señor et sobrio en la justicia. Et en cuanto cruzamos un instante miradas, justo después de mandar al conde de Tolosa et hijo a calabozos, le hice una sana reverencia. Había obrado bien, justamente, et nosotros quedámaos de momento exculpados.
Pediré por vos a la Virgen de la Ermita de la Cueva, don Jaime -le dije mientras ya se los llevaban-. Et que también miré a mis compañeros. Gracias a todos vos también, señores. No habéis perdido el ardid de la templanza y la pericia.
Admirado hallábame con los míos, que era yo no hombre de pesquisas, sino de mando, et el ejercicio que aquí habían hecho fue realmente esclarecedor y valedero.
Parecía que todo había salido bien. Los culpables a los calabozos a purgar sus pecados et a contarles sus cuitas al verdugo. Et nos ,libres de nuevo para volver a nuestro peregrinaje.
Asiento ante las palabras de Uloxio al Conde, et non puedo evitar sonreirme cuando nos da las gracias a todos.Asiento en señal de gratitud et le doy una palmada en el hombro et a vos.
Pasado todo esto me fijo en la pierna, tengo un buen tajo et me escuece. Hago una mueca et espero por si el conde mandase alguna cosa mas o si por contra, podemos recoger nuestros petates et continuar camino.
Motivo: Sanar herida
Tirada: 1d100
Resultado: 57
Hago una tirada de Sanar (70%) para echarle un vistazo a la herida del bueno de Alfonso.
Roberto echa un vistazo a la herida de Alfonso, pide que le traigan agua caliente y paños, procede a lavar primero, luego aplica un ungüento que impedirá que la herida se emponzoñe y finalmente la cubre con un vendaje.
Se ha generado un poco de revuelo en la casa por el desenlace inesperado que terminó con el marqués de Tolosa y su hijo en el calabozo del sótano, los sirvientes comentan entre ellos, será una noticia que sin duda se propagará por la región.
Don Jaime, ya algo más tranquilo, se acerca a vosotros:
- Les agradezco su ayuda por desenmarañar el entuerto, me libraron de una soga que merecían otros. Son ustedes buenos cristianos, no quisiera hacerles perder más tiempo, que ya es medio día y si no parten ya les cogerá la noche en el camino, que es invierno y los días son cortos. Cuando vengan de vuelta pueden pasar por aquí, está es su casa para lo que necesiten.-Don Jaime se dirige a uno de sus sirvientes:-Benancio, anda a la despensa y provee a estos señores de pan, queso, y vino, que parten de ruta a la montaña, y así vayan bien provistos.- vuelve la mirada hacia vostros.-Trato de ser hombre justo así que quedo en deuda con ustedes.
Agradezco a Roberto que me cure la herida, siento alivio en la pierna Gracias digo mientras me sujetan ya empezaba a doler.
Don Jaime nos reune para despedirnos, paresce que por fin vamos ha poder continuar et visitar a la Virgen. Me siento agradecido por sus palabras Era el nuestro deber, non podíamos desjar la cosa sin resolver. Cojo una parte de las viandas et doy las gracias al criado.
-¡GUAU, GUAU!-
No nos olvidemos de la más sagaz,avezada y determinante de toda esta esta historia...
Gracias por su generosidad, don Jaime -le comenté ante las viandas y provisiones que ahora veíamos que eran para nos-. Volveremos a saludarle a la vuelta.