De nada sirvió que intentara detener el ataque. La embestida fue fuerte y mi brazo izquierdo sufrió las consecuencias. Por suerte no era mi brazo dominante y la derecha seguía siendo útil para matar criaturas, aunque en ese caso lo mejor era la huida.
Intenté escabullirme aprovechando la oscuridad para ir hacia la puerta de salida para ver si conseguíamos abrirla y salir de allí.
Motivo: Parar ataque
Tirada: 1d100
Dificultad: 31-
Resultado: 75 (Fracaso) [75]
Tirada oculta
Motivo: Hacia la puerta
Tirada: 1d100
Dificultad: 39-
Resultado: 19 (Exito) [19]
EL caos y la desesperación reinaban en la cuadra. Por suerte Vasile, ayudado por Ándor consiguieron abrir las puertas, primero una y luego otra. Pero el espectáculo que visteis afuera era tan acogedor como el de dentro.
Los hombres bestias, en su mayoría Ungors, asaltaban, acuchillaban y berreaban quemándolo todo a su paso. Las llamas de una casa cercana iluminaban hasta el rincón mas oscuro del establo, creando grotescas sombras donde la sangre, oscura como la noche, se mezclaba con paja y otros fluidos corporales empapando el suelo con su pegajosa acritud. De los cinco que entraron, solo quedaban tres ungors en el establo.
Fuera, la resistencia que los ciudadanos ofrecían poco valía frente al salvajismo de los ungors espoleados por los Gors. Pero esa gente era ruda y curtida, cada habitante había tomado lecciones con las armas alguna vez en la vida y ya comenzaban a formarse grupos de defensa, dentro de casas intactas, o formados contra la pared de alguna taberna.
Un retumbe de cascos que parecía lejano hizo temblar las tablas de las paredes del establo, y sin esperarlo, un grupo a caballo de soldados encabezados por la capitana que estaba en la puerta, atravesó la calle cercenando y aplastando hombres bestia. Una multitud de gente, entre los que se encontraban algunos soldados, entraron en la calle abrumando a los ungors, golpeándoles desde todos lados con palos, azadas, espadas viejas y semioxidadas, recuperando la libertad y combatiendo el miedo inicial que se había apoderado del pueblo.
como hago para recuperar el arma, gasto tiempo, acciones o hago tirada de algun tipo?
Solo tiempo, e ingenio para describir llegar hasta el hacha.
Los ungors son hombres bestia pero que no tienen los característicos cuernos que los hace poseer un estatus mas elevado, ni una mutación tan característica. Muchos conservan rasgos humanos o a medio camino entre cabra y humano. Los Gors son el símil de hombre bestia, con cuernos, patas de cabra y pelaje lanudo. Son más fuertes que los ungors y salvajes.
Eso es lo que sabe vuestro personaje por la cultura y tradiciones. Si queréis saber más solo una tirada de saber académico (hombres bestia) o Inteligencia a la mitad puede proporcionaros información.
CUARTO ASALTO DE COMBATE
La carga de la capitana fue como un soplo de aire fresco a lo que habíamos sufrido en el granero. Sin olvidar las criaturas que aún quedaban dentro, corrí hacia la carga de la gente, intentando no parecer uno de los hombres bestia. Todos sabíamos como actuaba la turba enfurecida. Se encegaba y lo último que deseaba era morir empalado por la horca de uno de los campesinos.
Traté de acercarme por el flanco de los hombres bestia y fundirme en la muchedumbre. Estaba bastante malherido para poder combatir en primera línea, pero podría ir rematando criaturas al paso. Notaba la sangre en el brazo izquierdo y esperaba poder volver a usarlo una vez acabara todo aquello.
Benditos fueran aquellos dos hombres y que Sigmar velase por ellos, fue el silencioso ruego del nordlandes cuando Ándor y Vasile abrieron las puertas.
Del exterior no solo llegó la luz. Los sonidos de la batalla que se libraba fuera entraron en todo su apogeo junto al frío aire nocturno. Kurt distinguió el sonido de los cascos de caballos a la carga y los gritos de hombres enardecidos se imponían poco a poco a los gruñidos de aquellas bestias.
Kurt vio como Ándor abandonaba el establo; parecía mal herido. El joven soldado dió un par de pasos en dirección a las puertas con la intención de ir tras su amigo, pero aún quedaban enemigos allí dentro.
De los duros y fríos días pasados en las colinas de Bramble, reconoció a las criaturas como ungors. Los Geißjunge, como los llamaban los más viejos del lugar, eran los menos grandes y fuertes de aquella ralea maldita, pero no por ello menos peligrosos. Él solo no podía con los tres.
Kurt miró en rededor buscando a Thrain y a los dos reiklandeses. Vio al enano no muy lejos; había perdió su hacha, pero se mantenía firme como uno de los Dientes de Manann. El nordlandes aprestó escudo y espada, dispuesto a apoyar los movimientos de Thrain.
Thrain, por iniciativa, vas antes. Yo te cubro en lo que estimes hacer.
Vasile había quedado profundamente molesto por los reiterados desaguisados del establo, desde el fuego para obtener luz hasta el haber apuntado en vano pues en la oscuridad no había disparo seguro, de manera que ahora, cuando las tornas cambiaron, se lanzó a la carga con Bärchen a su lado para participar activamente del exterminio de los hombres bestia.
- ¡Por Karl Franz! ¡Por Stirland!
Gritos y ladridos con los que envalentonarse ahora que podía devolverle el golpe a las fuerzas del archienemigo mientras enarbolaba su alabarda y buscaba hundirla en testa o tripas enemigas.
Motivo: Inteligencia a la mitad para saber de hombres bestia
Tirada: 1d100
Dificultad: 19-
Resultado: 48 (Fracaso) [48]
Thrain estaba nuevamente convencido de su postura y decisión ante el nuevo cambio de acontecimientos. Afuera había una guerra, y adentro las cosas podrían cambiar si alguno de los cabezas huecas humanos que habían venido de refuerzos se dignaba a entrar y ayudarlos. No, su prioridad era recuperar su hacha, forjada por él mismo hace ya veinte años en los fuegos de su hogar y que le granjeó el título de aprendiz rúnico. Si la dejaba allí clavada podría perderla o peor, si alguien que no fuera enano la usaba tendría que autoexpiar su culpa.
El enano buscó algo donde subirse y poder llegar a desclavar su hacha. Alguien se puso a su lado.
-Tú, humano,- dijo a Kurt con preocupación y rabia a la vez. -Ayúdame a recuperar mi hacha.-
Pnjotizado.
-¡Vystroytes!, ¡Shchuki vperedi!, ¡Osteregaytes´pereulkov!, ¡Zenschiny vtsentre!-.
La voz clara de la mujer que comandaba la defensa llegaba hasta todos los oídos y todos los hombres aprestados a la batalla. La línea principal avanzaba entre gruñidos, gritos y entrechocar de metal. Se oía invocar el nombre de Ulric entre las palabras kislevitas, seguramente muchas de ellas insultos, dirigidas a los hombres bestia y camaradas de armas.
La capitana, desde su caballo tordo negrizo, rechazaba ataques, volvía grupas, cargaba contra otro grupo de gors y volvía otra vez a cargar mientras daba órdenes. Manchaba su extraña espada, de un color parecido al de su caballo, aquí y allá, aprestándose a todo grupo de gors que se reuniera para hacerles frente, romper su posición y dejarles indefensos ante las afiladas picas de la venganza kislevita.
Señaló con su espada hacia el establo, donde todavía reinaba el caos y la desesperación. Un grupo de hombres se aprestaron en vuestra ayuda, abrumando a los ungors que había todavía en el establo. Junto al grifo dorado del imperio, luchaba el oso blanco kislevita.
-¡Uníos, hombres del imperio!.- La mujer de hielo que os dio la bienvenida a Kislev fijó sus gélidos ojos en vosotros. -¡Uníos y combatir al caos!. ¡POR SIGMAR, POR EL IMPERIO!-.
Las palabras de aquella mujer fueron como un hierro candente que atravesara el alma helada, congelada por el miedo y el pánico, para hacerla más fuerte, insuflándole calor, vida y esperanza.
Uno de los acólitos enarboló el estandarte del martillo, alzándolo desde dentro del establo. Las velas encima de las tres claveras comenzaron a arder con intensidad y algo cambió en la mentalidad de todos vosotros.
-¡SIGMAR DEUS, SIGMAR VICTRIX!- El cántico cobró vida y una oleada de fanáticos recobró el ánimo de lucha perdido, cargando contra las bestias con espadas, palos, puños y dientes. La defensa de Rheiden cobró nuevos ánimos.
*-¡Vystroytes!, ¡Shchuki vperedi!, ¡Osteregaytes´pereulkov!¡Zenschiny i ranenyye vtsentre!-. (¡Formad en hilera!¡Picas delante!¡Cuidado con las calles laterales!¡mujeres y heridos al centro!)
Ahora tenéis un +10% a todas las tiradas.
Kurt miró hacía donde señalaba el enano. – Mierda… Sí que está alto – pensó cuando vio el hacha clavada en una viga. Volvió a mirar al enano, que parecía ansioso por recuperar el arma; sin duda un artefacto de gran importancia para él.
– Os ayudaré… – dijo mientras buscaba alguna escalera de mano apoyada o tirada por ahí*. Los sigmaritas supervivientes se movilizaban para salir y no facilitaron la tarea. – Pero ahora mismo no parece buena idea colgarse cual jamón de un travesaño; antes debemos asegurar el pueblo. Para mi sería un honor que un miembro del Antiguo Pueblo esgrima mi espada contra esas criaturas. – Kurt, con la hoja apoyada en el antebrazo, presentó la empuñadura al enano.
Esquivando fanáticos vociferantes, Kurt llegó hasta la cuadra donde el grupo había dormitado. Agarró su arcabuz y pasó una mano enguantada en cuero por la superficie para limpiarla de tierra y paja. Comprobó que nada obstruía el cañón, volvió a atacar la carga y rellenó la cazoleta con pólvora fina. Desde fuera del establo le llegaba la voz de la capitana llamando a las armas. Era hora de devolver los golpes.
Motivo: Vistazo al lugar
Tirada: 1d100
Resultado: 96 [96]
* Percepción (26-): 96... Otro más, vaya rachita de tiradas.
1/2 Acción: ofrecer la espada a Thrain.
1/2 Acción: desplazamiento hasta la cuadra
Acción Libre: equipar el arcabuz
Aprovechando la turba enfurecida que había recuperado el valor, me mezclé con ella dispuesto a acercarme a las criaturas, pero resguardado por la muchedumbre. Intentaría buscar algún ángulo muerto en los hombres bestias que atacaran a los aldeanos para asestar algún golpe.
Alguno vi con el flanco expuesto donde podía clavar la espada preparada. Si algun aldeano caía, bueno, daños colaterales de la batalla. Además, era su poblado, que su sangre sirviera para salvarlo era lo correcto.
Motivo: Buscar objetivo despistado atacando a aldeanos
Tirada: 1d100
Dificultad: 19-
Resultado: 16 (Exito) [16]
Motivo: Ataque hombre bestia despistado
Tirada: 1d100
Dificultad: 61-
Resultado: 19 (Exito) [19]
Motivo: Daño
Tirada: 1d10
Resultado: 1 [1]
Vasile, ya en combate y alentado ante el cambio en la deriva de acontecimientos, buscó el golpe con su alabarda que le diese la ventaja a todos aquellos a su alrededor. Con suerte la falta de casco implicaría una mayor facilidad para quedar aturdido.
- ¡A por él!
Motivo: Golpear para aturdir con apuntar y bono circunstancial
Tirada: 1d100
Dificultad: 64-
Resultado: 61 (Exito) [61]
Motivo: Fuerza + bono circunstancial
Tirada: 1d100
Dificultad: 50-
Resultado: 28 (Exito) [28]
Tirada: 1d100 Dificultad: 64- Resultado: 61 (Exito)
Tirada: 1d100 Dificultad: 50- Resultado: 28 (Exito)
El enano miró a Kurt y volvió a mirar el hacha allí clavada. Un par de Ungors seguían dentro del establo pero eran acosados por soldados de kislev y sigmaritas cabreados.
-Sin mi hacha no me voy a ningún lado-. Dijo tajante el herrero enano.
Pnjotizado
La ventaja se había vuelto a favor de los hombres.
Ándor acuchillaba hombres bestia por la espalda obligándoles a volverse y así, en grupo, horcas y palos, lanzas y hachas conseguían acertar desde diversos ángulos, acabando con la vida de las bestias.
Vasile aportaba su experiencia atacando desde lejos con su alabarda, junto a un compañero, acosando sus defensas y abriendo huecos donde una espada podía penetrar y abrir heridas en la piel dura y peluda de los aquellos seres.
Kurt dejó al enano duro de mollera y se posicionó con su arcabuz, disparó. La bala de plomo atravesó la carne y abrió un agujero que chorreó sangre negruzca abatiendo a un nuevo ser. Recargó y disparó de nuevo en varias ocasiones más, acertando y dando ánimos a aquellos que escuchaban la explosión amiga de un arma tan efectiva en combate como la avanzada tecnología de Nuln.
La capitana seguía repartiendo órdenes, organizando defensas o cargando contra grupos y desbaratando su resistencia, la victoria parecía cerca...
Hasta que un trueno, cien veces más potente que el de una tormenta, seguido de un rayo de oscura energía roja se alzó al cielo desde la puerta principal. La bruma se dispersaba a su alrededor, arremolinándose entorno a esa oscura columna roja que hendía el cielo. Un cuerno sonó entre el bramido del combate, con su toque ronco, desagradable, malvado. No se avecinaba nada bueno.
-¡K deveryam!¡A las puertas!- Gritó la capitana, azuzando al caballo. El oso de kislev y el martillo de sigmar marcharon en pos de su líder.
- La plaza está ganada, acudamos a la puerta - miró con preocupación a sus amigos antes de partir - o podemos para un momento, vendar heridas y entonces partir a la defensa.
Vasile se había sentido como un héroe en alguna ocasión pero aquí no, aquí sólo deseaba cumplir y volver a casa con la mayor fortuna posible para llevarle una miríada de nombres a su mujer entre los que elegir uno para su bebé todavía por nacer; ir sangrando como un cerdo de un lado al otro era la mejor manera de caer muerto por despiste, seco por dentro y tan sólo en pie por el fragor de la batalla.
Kurt se reunió con Ándor y Vasile. – Mejor será que nos remendenos un poco. Esa infernal columna no augura nada bueno. – Dijo mientras cebaba la cazoleta del arcabuz con pólvora que llevaba en un frasquillo de forma trapezoidal. Una vez listo el arcabuz, se lo echó al hombro.
– El enano sigue dentro. Solo Ranald sabe como su hacha ha terminado clavada en una de las vigas del techo. Se niega a abandonar el arma – señaló con un gesto de la cabeza el establo. – Voy a buscar mis avíos e intentar meter algo de razón en esa morella de granito. –
Ándor ¿cómo andas de heridas? Por si hace falta tirar de ungüentos.
Me sujetaba el brazo izquierdo que empezaba a lanzar latigazos de dolor hacia el hombro. Kurt y Vasile aparecieron de golpe y me pillaron mirando atónito a esa columna roja que iluminaba el cielo. Las cosas podrían estar mejor en el campamento, habiendo repelido el ataque de los hombres bestias, pero un escalofrío por la espalda me decía que las cosas irían a peor.
Tengo el brazo bastante jodido. Si pudieras hacerme un apaño me iría de perlas.
Busqué una piedra grande o una pared donde poder apoyarme para dejar que Kurt utilizara sus habilidades mientras meditaba qué deberíamos hacer.
Parece que no es buena idea quedarse aquí mucho tiempo. Si lo que presagia esa columna llega hasta aquí creo que será lo último que veamos.
Miré a Kurt. Deberíamos salir de aquí
Entre gruñidos, sudores y vendas demasiado ensangrentadas para ser útiles Vasile hizo lo que pudo; sus dedos eran los de un soldado y su mente una muy cerrada proviniente de una de las provincias más ignorantes de El Imperio. Cuando parecía que ya tenía cerrada una herida le arrancaba las vendas por haberlas creído demasiado sueltas, dando lugar a que, al final, todos sus vendajes fueran, más bien, torniquetes mal puestos.
- El resto depende de que Morr no se nos lleve y Shallya nos vele - comentó, escupiendo contra el suelo y levantándose con dolor -. Reventemos a las bestias, su muerte precederá a nuestro sueño ¿hmmm? Eso sí que ayudará.
Motivo: Curar a Kurt (Heridas menores)
Tirada: 1d100
Dificultad: 38-
Resultado: 85 (Fracaso) [85]
Motivo: Curar a Ándor (Heridas menores)
Tirada: 1d100
Dificultad: 38-
Resultado: 85 (Fracaso) [85]
Motivo: Curarme yo (Heridas menores)
Tirada: 1d100
Dificultad: 38-
Resultado: 3 (Exito) [3]
Motivo: ¿Cuánto me curo?
Tirada: 1d10
Resultado: 2 [2]
Motivo: Venga, a la mierda, gasto suerte a ver si curo a Ándor
Tirada: 1d100
Dificultad: 38-
Resultado: 21 (Exito) [21]
Motivo: ¿Cuánto curo a Ándor?
Tirada: 1d10
Resultado: 4 [4]
Al final:
1 de destino gastado
Kurt se cura 0
Vasile se cura 2
Ándor se cura 4