Partida Rol por web

Tu trabajo está bien visto por tus superiores, esa semana te habían vuelto a dar el premio a la enfermera del mes. Los médico solían reaccionar alegres al verte entrar en la sala de operaciones con los guantes preparados. Una enfermera de tu nivel siempre era bien recibida. Sabías que muchos de esos médicos que te elogiaban tenían fantasias con tu cuerpo, pero eso es inevitable, aún así a ti no te agradaba ninguno, eres de las que no juntarían el trabajo con la amistad o el amor.

Ese día entró en urgencias un tipo que había sido atropellado por una furgoneta. Estaba muy mal, sangraba por todas partes y tenía varias costillas incrustadas en su propio cuerpo, el hombre, de unos 30 años, estaba inconsciente. Justo te pilló a ti esperando alguna urgencia, te ocuparías de él junto con el doctor Mayers, uno de los mejores cirujanos del hospital.

Aquel enfermo estaba realmente mal y aunque a Michi le impactó la gravedad de las heridas esto no se reflejó en su rostro ni en su voz. Sus manos se movían firmes y sus pensamientos se quedaban dentro de su bonita cabeza: Michi era una profesional.

Doctor tenemos graves contusiones, posible perforación de organos internos por costilla, multimples heridas por aplastamiento y le abrió suavemente uno de los ojos más de lo normal diría que daños cerebrales post-traumáticos. le cerró suavemente los ojos y le susurró al oido con su voz de angel. No se preocupe señor, está en manos de los mejores, el Dr Meyers y yo cuidaremos de usted
Sin perder un instante cortó con las tijeras médicas la camiseta y los pantalones, al momento le limpiaba el torax y le rapaba el pelo de la cabeza. Paciente preparado para evaluación e intervención Dor Meyers.
Dijo apartándose un poco del paciente para dejar al doctor que inspeccionara al paciente en mayor profundidad y preparándose para ayudar en la intervención.

El doctor se puso los guantes, la mascarilla y entró en le quirófano. - Vamos michi empezemos. - Empezó a abrir la herida del pecho, empezó a analizar las heridas provocadas. - Parece que vamos a estar unas cuantas horas aqui... Tiene el pulmón perforado, 4 costillas rotas, que han alcanzado al pulmón, al bazo y a los intestinos. Este tío está con un pié en la tumba.

Cogió el escalpelo y las tenezas y empezó con la operación. Las demás enfermeras iban y venían haciendo su trabajo, dandole un poco mas de vida al paciente, poneiendole la máquina de respiración y las trasfusiones de sangre.

Michi le pasaba los bisturís, escarpelos, pinzas y demás utensílios quirúrgicos incluso antes de que el doctor se lo pidiera, simplemente levantaba la mano y aparecía en su mano aquello que necesitaba en cada momento de la operación, no era mágia, era Michi.

Después de media hora recomponiendo los daños ocasionados, los aparatos que señalaban el estado del paciente empezaron a pitar alarmamenente. -¡Código azul, código azul! - Las demás enfermeras empezaron a traer carritos y agujas. Empezaron un baile de palabras, utensilios, frascos y procedimientos para salvar al paciente. El Doctor tuvo que dejar lo que estaba haciendo y unirse al baile. - Vamos se nos vá.

Michi sujetó la mano del paciente con delicadeza, aguantando los fuertes apretones de los dedos del paciente cada vez que recibia una descarga de dolor. Le miraba a los ojos, intentando tranquilizarle, susurrándole, limpiándole las lágrimas que surcaban sus ojos... si se iba de este mundo al menos tendría a alguien a su lado, diciéndole que todo iría bien.

Finalmente el pitido continuo del indicador de pulsaciones temió lo peor. - ¡Desfribilador! ¡Apartáos! - Una enfermera le acercó el carrito y preparó la máquina. El Doctor esperó a que pusieran el líquido en el pecho del paciente y pulsó una vez sobre el torso del hombre....

El puslo volvió a la primera y el baile comenzó de nuevo...

Venga señor, lo está haciendo muy bien susurro Michi apretando la mano de aquel hombre contra su turgente pecho, dandole calor y -al menos esperaba ella- una mínima sensación de estar arropado, protegido, frente a lo que les pudiese esperar.

La sala de operaciones estaba abarrotada de actividad, los utensilios ivan y venían con rapidez. A los segundos el paciente volvió a sufrir un caro cardíaco. El doctor volvió a poner las placas metálicas en el pecho del paciente, y éste volvió a sacudirse. Una y otra vez la misa y repetitiva danza. Finalmente el doctor se vió vencido y apagó el monitor del que salía un pitido constante. - Hora de la muerte, las 11:42. Enfermera, pongase en contacto con su familia. - Una ura de impotencia parecía envolver al Doctor.

Michi aferraba aun la mano del paciente, hacia apenas unos segundos que habia dejado de palpitar contra su pecho y ahora empezaba a volverse fria, como si hubiese dejado de ser una persona y ahora fuera un objeto.
La postro suavemente sobre el pecho del fallecido y cerro sus ojos.
Asintio al doctor, asi que fue a buscar al enfermero que habia llevado al paciente y busco el movil del paciente.
Se le formo un nudo en la garganta cuando contesto la mujer cuyo entrada en el movil ponia "Madre". Michi habia hecho cursos de perfeccionamiento, entre ellos de sicologia asi que le hablo despacio y dejo caer la noticia poco a poco. Dejo en todo momento que la mujer sacara sus conclusiones, que ella lo dijera todo pues la propia voz es mucho menos violenta que la de un extraño.
Cerro el movil y el llanto de la mujer seguia en su cabeza como un eco. Fue a buscar al doctor y le dijo con un pequeño deje de tristeza. Ya esta. Vendra para aqui para el reconocimiento.
Habian hecho todo lo humanamente posible.

A las 2 horas aparece una anciana preguntando por ti. Una vez te ve. - ¿Donde está mi pequeño Jack? - Su voz era tristona, y melancólica.

Venga por aqui, le dijo amablemente a aquella mujer a la que condujo a la camilla donde se encontraba el fallecido. Durante el breve trayecto habló con ella.

Señora apenas pude conocerle pero estube a su lado hasta el último momento. En ningún momento se sintió solo ni dejamos que sufriera una vez estubo en nuestras manos. Cualquier otra persona, con esas heridas hubiera fallecido en el momento pero el aguantó más allá de todo lo posible, se notaba que tenía a personas que quería mucho por las que luchar, por las que permanecer con nosotros.

La última frase la había dicho ya delante de la camilla con el cuerpo inerte del fallecido.

Señora.
Le dijo suavemente dándele a entender que la dejaba sola con el, pero que la esperaba afuera por si necesitaba cualquier cosa.

La señora mayor se puso a llorar. - ¡Esta mueeertoo mueerrtooo!!! - Parece que le flaqueaban las piernas, te adelantastes a recogerla, pero ésta rechazó tu brazo. - ¡Dejeme, por su culpa está muerto! ¡No me toque!

Decidistes alejarte un poco de ella. Justo en ese momento vistes que la señora se movía rápidamente. - Ya no merece la pena seguir. ¡Tu irás al infierno por dejarle moriiir! - La viejecita había sacado un cuchillo de su bolso, y hacía estocadas sin ninguna habilidad aparente.

No sabes porqué, pero no pudistes actuar de la forma tan rápida como hubieras querido. tal vez sea la sorpresa de verte amenazada por un cuchillo, o por el hecho de ser una viejecita la que te amenazaba. Notastes que un dolor inundaba tu vientre. Sentías un líquido caliente que caia por tus pantalones.

Al pasar tus manos vistes que se coloraban de rojo. Caistes al fallas tus piernas. Lo último que vistes fué a la viejecita que se ponía encima tuyo y seguía con el "trabajo". Al final todo se volvió negro.

De haber sabido lo que iba a suceder Michi hubiera esquivado con relativa facilidad aquel ataque, pero aquello la pilló de improvisto y nisiquiera cuando notó aquel resquemor en el estómago supo que ocurría, hasta que bajó la vista para ver aquel cuchillo hundido en su vientre.
Quizá fuera deformación profesional pero un 45% se gravó en su cerebro, sus posibilidades de sobrevivir a esa herida con una interbención rápida.
Se apartó de la vieja y resbaló en algo líquido, cayendo sobre un charco de su própia sangre. Incluso con su trabajo le pareció imposible que su cuerpo pudiera albergar tanto líquido vital.
La vieja se lanzó sobre ella y Michi intentó gritar pero aquel cuchillo se había hundido en su garganta.
23% en su pecho 11% lo último que sintió fué el frío hielo del cuchillo atravesando su mejilla y cortando su nuca. El último sonido aquel cuchillo golpeando el suelo aún clabado en su cara.
Los ojos de aquella anciana demente la acompañaron cuando todo se volvió negro y su último resquicio consciente le sopló al oido: Ceroporcién.