Salís por la puerta secreta que ha encontrado Evelynn para salir al exterior, a un callejón de una de las calles de Nakuro. Podéis ver carteles por las calles con vuestra cara, la vuestra y la de Dina y Dran, dan recompensas por llevaros ante la justicia, vivos o muertos.
Estáis por salir del callejón cuando veis a algunos de los hombres de Owyylian, pasan de largo del callejón, pero aún así podéis escuchar la conversación que tienen.
-No sé porqué nos manda buscar a esos aventureros, seguramente hayan muerto en la prueba
-No lo sé, pero ya lo has oído, si los encontramos debemos matarlos
-Toda la ciudad está buscándolos, por una vez no seremos asesinos, estaremos obrando para la ley -ambos comenzaron a reírse ante lo irracional de la situación
Evelynn casi había olvidado su encuentro con la guardia después de tantas horas ahí abajo. Y ahora encima les buscaba también el gremio de ladrones... maldita sea todo. Evelynn hacía cara de cansada, y es que estaba agotada, necesitaba descansar y comer algo caliente ...y brindar por sus dos compañeros caídos.
- Chicos, parece que nos busca la guarida y el gremio de ladrones, será mejor que salgamos de la ciudad por un tiempo sin hacer ruido, muertos o en las mazmorras no podremos darle a Keynahari la espada, que por cierto es la empuñadura que había en el sarcófago, es un artefacto de los peregrinos, apretando este botón, se activa, y creo que es muy poderosa... Lo dicho... con tanta guardia y gente buscándonos será imposible buscar a Keynahari, porque tampoco sabemos dónde está, aunque si la guardia lo buscaba en el mercado, es posible que esté también en las mazmorras si es que no lo han ejecutado ya... Así que yo me voy a ir de la ciudad... no se a donde iré pero aquí no es un buen lugar ahora mismo para quedarse y no estoy dispuesta a arriesgar mi pellejo por una lucha de poderes que ni me viene ni me vá... ¿Alguien se viene conmigo?
Wynonna cerró los ojos mientras sentía cómo la maligna presencia del espectro se desvanecía. Pero, al salir, se dió cuenta de que aquello no era el final. Estaban siendo buscados por toda la ciudad y Evelynn tenía razón; lo más sabio era salir de ella. El comentario de su amiga sobre la espada le llamó la atención, sin embargo. Una empuñadura que activaba una hoja mágica? Sintió una curiosidad natural pero se calló su interés hasta que hubieran salido de allí.
-Puedes contar conmigo, amiga. Las mestizas debemos permanecer juntas. Además, si la espada es una reliquia de los peregrinos, es mi deber custodiarla.
- ¡Por mis dioses! ¡Por la espada de Karilim! ¡No me puedo creer que ya estemos fuera de ese infierno! - Dijo la enana nada más salir por la puerta mientras se dejaba caer de abatimiento sobre sus rodillas. Pasado ese constante sentimiento de tensión y terror, ahora un profundo cansancio recaía sobre su cuerpo.
En ese momento escuchó las voces de los hombres y se puso las manos en la boca para mandarse callar.
- ¡No me puedo creer que después de todo lo que hemos pasado por culpa de una estúpida espada ahora esos cretinos hayan puesto precio a nuestras cabezas! ¡Maldito gremio de ladrones! ¡En qué momento se nos ocurrió creer en la palabra de un ladrón! -dijo indignada mientras se ponía en pie y se desempolvaba el polvo de las rodillas para seguir acicalando sus rizos y sus ropas. No podía permitir que nadie le viera desgastada.
Escuchó como siempre a Evelyn con atención. Ella sólo aceptó aquella misión con el fin de poder enorgullecerse y pavonearse ante sus familiares y amigos de haber vencido las trampas y conseguido aquella gladiante espada. Y aquí no veía que nadie la portara. La magia aún no la acababa de comprender. Pero ya se ocuparía de eso en otro momento, ahora mismo estaba cansada y eso podía esperar.
-Y sí, contad también conmigo chicas. Salgamos de una vez de esta maldita ciudad de monos. - dijo ya totalmente desempolvada y divina, terminando de recolocarse las armas en el cinturón.
Pero que diablos!!
La expresion de Shaq era de completo desconcierto.
No entendìa nada de como habían llegado hasta ahi, por una simple puertecilla, y ahora mas encima los buscaban!!
Maldito gremio de ladrones--dijo en un susurro -- estos algo querian con la famosa espada, y por eso nos enviaron!!
Claro, al ver que no volviamos, les apuesto un cobre que pusieron precio a nuestras cabezas para recuperarla!
Su mente estaba lucida. Salir de aquella tumba tenía puntos irracionales, miró su arma y a sus compañeras y dijo:
QUEE!! por supuesto que no!!! y que hay con los que dejamos atras!!? Como les devolveremos sus cosas!!!??
La cara de desconcierto al parecer tomo por sorpresa a las mujeres que ya planeaban la salida polvorosa.
El clérigo se cruzo de brazos, esperando una palabra de porque habian cambiado tan rápido de parecer.
Evelynn no podía creer lo que oia de parte de Shäkaste... mucha fé y poco cerebro... no le iria mal que fuera al reves...
En el rostro de la hechicera no había compasión o comprensión alguna, había una expresión de resolución había tomado una decisión y nada le iba a hacer cambiar de opinión.
- Shäk, amigo... te lo diré sin tapujos: a menos que puedas cambiarnos de aspecto, en cuanto nos pongamos en contacto con alguien para preguntar por Keynahari nos llevarán con el en las mazmorras. Encadenados, claro.
Si nos marchamos ahora podremos volver cuando todo se haya calmado y se hayan olvidado de nosotros y entregar la maldita espada. Y ahora vente con nosotras o pasa el resto de tus días en una mazmorra esperando a que te ejecuten o te coman las ratas... - Dijo Evelynn ofreciéndole la mano de forma simbólica para que fuera con ellas.
Esto no pintaba bien.
Aparte de ser buscados, ahora ni siquiera tendrían la dignidad de devolver sus pertenencias a los caídos.
Miro a la irreflexibmva hechicera y dijo:
Les digo, voy con ustedes, pero no estoy de acuerdo, por supuesto que no quiero ser capturado, pero dejarlos ahí... No me parece correcto.
Dicho esto, siguio apesadumbrado en extremo a las mujeres.