Partida Rol por web

Tirada por leyendas de iñaki: 12 me lo he aprendido todo sobre la Santa Compania

Tirada por leyendas de Catixa: 20, oooohh no sabe nada.

La jornada anterior había sido dura, mucho caminar y escasas oportunidades de distraerse, pero finalmente había llegado a Viña o Santos, un pequeño pueblecito gallego en el que poder ganarse algunas monedas por medio de sus artes...y gastar buena parte de ellas en alguna taberna, pues la vida son cuatro días, y uno no sabe cuando termina la suya...asi que mejor llevar lo justo en la bolsa cuando llegue el momento.

A los pocos minutos de andar rondando por el pueblo, un estridente sonido atrae la curiosidad del juglar: un viejo ciego se planta en medio de la calle y tras soplar con fuerza su corneta, se dispone a transmitir una noticia a la plebe.

Inquietantes nuevas trae el ciego para las gentes de la localidad... todos murmuran tras escuchar su mensaje ... y en la mente de Danel, una chispa se desata tras escuchar las últimas palabras del pregonero...Santa Compaña... imágenes y recuerdos le vienen a la cabeza tras escuchar ese nombre, recuerda haberlo oído de boca de alguno de sus iguales junto a la vieja leyenda que acompaña a este nombre...

-En efecto, recito los mejores versos románticos y épicos, no sólo los que los trovadores me enseñan y me entregan junto a unas monedas para que les haga famosos por todo el mundo...también produzco los mios propios, así como toco la flauta, narro leyendas, bailo, canto y hago que una sonrisa aparezca allí donde se creía olvidada.

El juglar realiza un pequeño juego de manos con tres monedas de su bolsa mientras dice las anteriores palabras, con el fin de exibir sus habilidades y sorprender al viajero.

-Mi nombre es Danel y me dedico al mester de juglaría, pasad a la taberna y contadme más sobre vos. ¡Tabernero! ¿que puede ofrecer a esta compañía de viajeros que desean probar los manjares de Viña o Santos?

El juglar echa un vistazo por la taberna con el fin de encontrar una mesa en la que reposar su cansado cuerpo y disfrutar de la conversación y comida con sus convidados.

Mientras el juglar se dirigía hacia la barra, observa que los regentes de la taberna están bastante ajetreados llevando de mesa en mesa unos platos que huelen deliciosamente...pero por desgracia desconoce totalmente de que alimento se trata.

Al darse cuenta de que en la barra no hay nadie que le atienda, Danel se dirige de nuevo a la mesa donde están sentados sus invitados...esperando a ser atendidos.

En el corto trayecto se cruza con un chiquillo que va corriendo y casi se choca contra él.

¡Joder con el mocoso!, piensa Tancredo cuando siente el cuerpo del niño sobre su empeine, puño cerrado y con una mueca de claro enojo. Ve como éste casi se choca con el juglar, un tipo que tampoco parece muy fuerte. Sigue su zigzaguear entre las mesas con la mirada. Segundos más tarde, el bramar de sus tripas le devuelven el recuerdo de su gusa y se olvida del crío mientras éste se escapa y otro se encarga de él.

Ve que el grupo hace ademán de presentarse y éste hace lo mismo.

-Tancredo me llaman, dice escuetamente, erguido y con los brazos ligeramente en jarra, cuando se acercan a la mesa indicada.

A todo esto, ve pasar un plato cerca que considera el mejor manjar tras los despojos de la carne. Rediós, ¿qué cosa será esa? A ver si nos sirven de una vez estos condenados.

Efectúo una tirada de psicología para ver que impresión me dan las explicaciones de águeda respecto a por qué se encuentra en el pueblo.

Las palabras de sus compañeros suenan en la lejanía como zumbidos quedos y monótonos. Ante las palabras de Danel chasquea la lengua como única respuesta. Tsk, tsk. Toda esta charlatanería comienza a aburrirle y sigue notando ese picor en los dedos. Así que, una vez se ha largado la comparsa, Tancredo toma impulso y le da una patada a la puerta, un golpe seco y certero con el pie. La puerta se rompe y se abre. Tancredo entra y avanza decidido hasta donde se encuentra el curandero; al poco de cruzar el umbral se detiene en seco y grita: ¡malnacidu, sal u te rebano el "pesgüezo" 'ora mismo!

Tras estas palabras se lleva el dedo índice a la yugular y roza su cuello en diagonal, como si de un cuchillo se tratara. Mientras, estira su blanquecina lengua fuera de la boca, humedeciendo la comisura de sus labios, y alza los párpados exageradamente, con lo que su cara una máscara grotesca.

-Si, lo cierto es que su forma de comer era cuanto menos curiosa...más acostumbrado a engullir animales crudos que un buen plato creo yo...

-Veamos si nos abren esta maldita taberna...

De pronto la puerta se abre, y casi tan fugazmente como lo hizo, ahora pretende cerrarse tras las palabras de una grosera anciana...de no ser porque con un rapido movimiento, Danel coloca su pie en la trayectoria del portón, evitando de esta manera que la señora les cierre en las mismisimas narices...

¡Rediós...casi me aplasta el pie!

Transformando el dolor del portazo en el pie en amabilidad y buen hablar, el juglar se dirije a la anciana:

-Verá señora, mi compañera y yo somos clientes preferentes de esta taberna, sin ir más lejos, este mismo mediodía degustamos gran cantidad de platos y ese vino tan singular que prepara el maese tabernero... viendo lo oscura que está la noche, nos conformaríamos con bien poco para poder cobijarnos...tenemos algo de dinero para pagar la estancia, y somos gentes de bien...¿podría proporcionarnos algún cuartucho donde dormir en esta fría noche gallega?