Partida Rol por web

Dar teoría no era del gusto de todos. Unos absorberían más, otros menos, pero quedaba una base interesante para lo que pudiese hacer falta.

Por lo demás, vuestras distintas personalidades y deseos iban quedando al descubierto.

El ejército es un gran monstruo donde el individualismos parecía quedar empequeñecido. Quizá a la hora de pasar a la acción hubiese lugar para el individualismo. Bueno, y para la muerte. 

Llegó el día de la última cosa notablemente diferente a todo lo demás. Y esta venía algo ligada a la última clase teórica.

- Se les va a facilitar un mapa, que verán que viene dividido en cuadrantes. A cada uno de ustedes se le va a indicar un objetivo. Que podrás ser un barracón, un vehículo, un árbol peculiar...

- Tendrán que orientarse, encontrar el objetivo que les ha sido asignado, poner en marcha la radio de campaña, e indicarme por radio la posición exacta.

Antes de comenzar la práctica, os explica como comunicarse por radio, atiende dudas y ya comienza el juego por ser el primero.

A Rongar le había tocado el árbol, pero le costó mucho entender el mapa, para llegar a él, y esto le hizo perder demasiado tiempo en localizarlo. No fue malo, pero, estaba claro que eso de mirar los mapas. ... requería más tiempo de mirarlos y entenderlos. Tal vez unas buenas clases de cartografía y orientación teórica podría serle de utilidad.

Eso si, no era la primera vez que veía una radio, pero siempre había sido receptor, y hasta que alguien le chivó que tenía que apretar el botoncito para hablar .... fue el "decorado de las risas" de los que pasaban por allí, tomándolo por loco y gritándole al pobre aparato.

A Armin no se le dio mal encontrar su objetivo ni saber orientarse con el mapa, lo que se le dio realmente mal fue el utilizar la radio para comunicar que había encontrado su objetivo. Sabía que no era muy difícil utilizar la radio, antes de empezar el ejercicio el sargento instructor les había explicado como conectar la radio, buscar la frecuencia y transmitir pero al llegar a su objetivo y tener que hacerlo sólo, se hizo un lío y no supo qué hacer. 

Frundsberg asumió aquel tipo de entrenamiento como una nueva prueba a superar, en la que iba a tener que entregarse al máximo para conseguirlo. Era una prueba que pondría al límite sus capacidades de percepción, la orientación y además por suerte para el soldado, podría comunicarse por radio. Las comunicaciones eran la especialidad del joven soldado, por lo que acató aquellas órdenes con mucho entusiasmo.

Localizar el objetivo que se le había asignado no fue difícil. Se trataba de un vehículo, un transporte para soldados que Frundsberg no tardó en identificar. Tras acercarse a él, el soldado estuvo tentado de ponerse al volante para saber que se sentía al llevar uno. Nunca había conducido uno de esos. Sin embargo, sabía que tenía un objetivo que completar, por lo que tomó su radio y tras haberse orientado, procedió a comunicar por radio cuál era la posición del transporte.

-Aquí, Frundsberg. He encontrado el vehículo. Me encuentro en el cuadrante... -comenzó a decir, proporcionando a su superior la posición correcta.

Otto tomó el mapa, y zanganeando se fue sendero abajo entre los barracones. El edificio que debieron ser unas duchas comunales hace tiempo estaba casi en ruinas, pero llegó hasta él relativamente rápido, sabía que se le daba muy bien manejarse con equipos de radio así que no estaba nervioso por encontrar la frecuencia y comunicar, sin embargo si volvía demasiado rápido probablemente le mandarían volver a repasar los muchos conceptos que parecía no haber entendido en todas las clases anteriores.

Es por eso que, a la sombra de la tarde se echó debajo de un avellano a dar una cabezada rápida. Despertó a tiempo para acabar la prueba así que cogió la radio de campaña y con total confianza..... CLAC .... rompió el sintonizador... 

No... no no no no - Empezó a golpear la radio con la rosca pensando que de alguna forma volvería a hacer Clac y así volvería a funcionar pero no fue así ni por asomo. Cabizbajo otra tarde más, volvió sobre sus pasos.... si tan solo lo hubiera hecho todo más rápido aún podría haber ido a buscar una radio nueva....

Señor.... ha vuelto a pasar

A Rongar no le fue muy bien. Pero es que muy pocos lograron completar la prueba con éxito, entre ellos Herman, que levantó la admiración de algunos de sus compañeros.

Otto además se excusó ante su superior - Señor Faust, ya nos dimos cuenta de que algunas cosas no se le dan bien - Dice un poco jocoso -  como por ejemplo saber que no ha roto el sintonizador, solo se le ha salido del sitio. Pero no se preocupe, en el frente siempre hace falta gente que vaya en vanguardia, esperemos que al menos eso se le de bien - Por no decir "carne de cañón"

En las siguientes semanas el entrenamiento se intensificó. El verano llegó y con él los rumores de que algo estaba por venir. Parecía que llegaba el momento de conquistar más "espacio vital", pero si todo iba igual de bien que como en Austria, sería coser y cantar. Poco más que un desfile militar.

En cualquier caso, cada vez os ibais conociendo más, y lo que viniera, sería con unos compañeros que ya conocíais bastante bien.

El ejercicio de radiofonía no fue tan bien como quisieron los reclutas pero al menos lo superaron, con más o menos dificultad. Tras ese ejercicio y las semanas siguientes todo el entrenamiento se intensificó, lo que podía significar que en cualquier momento podían salir al frente para la guerra. 

Durante ese tiempo, Armin fue cogiendo confianza con los reclutas y haciendo bromas con ellos y ayudandoles y pidiendo ayuda en lo que él no sabía hacer, se estaban convirtiendo en verdaderos compañeros de armas. El verano llegó con rumores de un avance hacia el frente. Algo que a Armin le preocupaba. Una cosa eran los simulacros militares que hacían, las tácticas de guerrilla urbana para tomar un pueblo, todo aquél entrenamiento podía inclinar la balanza entre vivir y morir en cuanto empezaran a llover las balas. 

Durante las semanas previas a la llegada del verano, Armin fue recopliando toda la información que podía del campamento durante le tiempo libre que les daban tras el entrenamiento y la clase teórica. Él como excusa para poder planear la extracción de material les decía a sus compañeros que iba a dar unas vueltas al campamento para terminar de entrenar. 

Pudo ponerse en contacto con su banda, con cierta dificultad pero lo consiguió. Les informó de sus progresos pero temía que su tiempo se estuviera acabando antes de entrar en guerra. Todo el mundo creía que iba a ser fácil pero a Armin le olía que no lo iba a ser así que en cuanto pudiera volvería con ellos. Pudo encontrar un punto en la segunda semana que quedaba sin vigilancia durante unas horas así que les dio las coordenadas del campamento y que estuvieran allí a la hora acordada la semana siguiente pero para cuando llegó el día señalado todo se fue al traste, esa ventana sin vigilancia la habían descubierto los oficiales y habían cambiado las rutas de los guardias para que esa zona del campamento estuviera vigilada. 

Armin temía que no iban a tener otra oportunidad para poder hacer la extracción de material así que le ordenó a su banda que consiguieran todo lo que pudieran para abandonar la ciudad y esconderse en las montañas del sur y que les buscaría cuando desertara. 

Otto pasaba los ratos libres lejos del barro, allá donde el mapa le había llevado en aquellos barracones abandonados donde la hierba crecía verde y podían verse conejos escurriéndose entre los matorrales era donde pasaba la mayor parte de su tiempo contando carneros.

No le cansaban las tareas físicas comunes, pero todo lo que pensaba que se le daba bien había resultado un chasco. Por suerte el ejército alemán era recibido con las puertas abiertas en sus naciones vecinas. Siempre había quien estaba en contra y decían que era una invasión, a fin de cuenta nunca llueve a gusto de todos y como su abuelo decía, solo hay una Alemania y es tan grande como su Kaiser pueda imaginar.

Ahora les guiaba su Fhurer, quien era algo menos belicoso que sus antecesores pero que aún así les llevaría a una era próspera. Otto ya estaba deseando salir de aquella academia, quería ver Europa y conseguir dinero para comprar un tractor a su padre, uno de esos que rugían como si llevaran cuatro bueyes dentro.

Una y otra vez las prácticas de desfile, tiro, lanzamiento y atletismo le sacaban de aquellos momentos de paz. Sus compañeros nunca habían hecho comentarios despectivos a Otto pues estaban tan temerosos de fallar allí como el resto, no obstante la torpeza de Otto siempre les había cubierto como un velo a la incompetencia general. Salvo por Armin, quien parecía el soldado de élite perfecto. Sin duda llegaría a Sargento antes de que acabara aquella misión y a Capitán si tenían la oportunidad de entrar en combate con alguna guerrilla local.

Bueno, si le daban uno de esos terroríficos flammenwerfer no le haría falta demasiada puntería, y podría ocuparse tranquilamente del camión y la radio que era lo que diríamos... se le daba a Otto menos mal.

A Rongar le importaba poco que le llamasen así. Sabía que ni era inteligente como para comprender ciertas cosas de la técnica y de la tecnología, y también sabía que las Fuerzas Armadas no le darían o pondrían a su cargo un material específico sin estar seguros de que era capaz de controlarlo u operarlo. En su lugar sabía que su forma de ser, de pelear y demás, le daría otro equipamiento, más acorde a sus conocimientos y habilidades.

Las prácticas de tiro, ejercicios, marchas y demás se intercalaban con clases teóricas, que sólo eran bien aprovechadas con mapas y demás detalles de orientación. 

Correr y nadar eran cosas que parecían gustarle, ... e incluso, en estas fechas, se agradecía, ya que era como un asueto, y le gustaba sentir tanto el agua como el viento en el rostro. Era un tipo de mar. De costa más bien, ya que no era marinero, pero, el nadar, bucear y cosas así eran de su agrado. Lo que no le terminaba de convencer era el cocinero. Su repertorio era más limitado que el movimiento de los ojos de una muñeca de porcelana, que estaban pintados....

Frundsberg se alegró de que el buen desempeño de la prueba de orientación y radiofonía hubiera levantado la admiración de varios de sus compañeros. Él no era precisamente un Übermensch, pero las comunicaciones, la mecánica y la conducción de vehículos eran uno de sus puntos fuertes, por lo que esperaba sacarles provecho una vez que acabasen los entrenamientos. Quizá debido a esto, el joven soldado alemán intentó proseguir con el entrenamiento con el mayor entusiasmo y energía posible, si bien las pruebas físicas o de colocación de explosivos no entraban precisamente en sus entrenamientos favoritos.

Durante las siguientes semanas, Frundsberg intentó pasar más tiempo con sus compañeros, tratando de conocerlos más y poco a poco ir formando una relación de camaradería. Sabía que, en caso de conflicto, aquellos hombres serían como sus hermanos en el campo de batalla.