El Red-Palace había visto tiempos mejores. Lo que nació como un famoso apart-hotel del centro de Seattle, con los años se convirtió en un hervidero de mierda.
Precisamente por aquello, Red-Palace constituia un fabuloso lugar donde vivir para alguien como Laura. Como bién sabe alguien de su condición, siempre viene bién tener varios hogares dentro de Seattle, y un mugriento apartamento en el centro de Redmond era mucho mas que el lujo que se podría esperar en un sitio de ese calibre.
En aquel lugar, los vecinos no suelen hacer muchas preguntas. Y eso es de agradecer. Aunque los soplones son como ratas escondidas entre la escoria, siempre se podrían utilizar como fuente de información. Te sorprenderías de lo que canta un mendigo cuando se le retuercen algunos dedos.
Aparte de mendigos y okupas, también compartían esos barrios, varias bandas de pandilleros, yonkis, putas, y demás ganado. Los pandilleros no suponían una amenaza directa, siempre y cuando uno no se cruzara en sus asuntos. En ese mundo el pellejo se cotiza a la baja y las unicas coberturas de los seguros son aquellas que ofrecen las estrechas medidas de una caja de madera. De manera que cuando una de esas bandas pide su impuesto, se suele pagar con una sonrisa si uno no quiere recibir un balazo en su lecho mientras duerme.
¿Donde se podría estar mejor que en casa? Te sentías privilejiada de vivir y formar parte de un entorno asi. Al fin y al cabo aquello era tu vida y todos aquellos que compartian Redmond son casi como tus hermanos. Incluso a los que ya habías eliminado.
Recordabas la maxima que te dijo un viejo amigo: >>Nunca te relajes. Tu incursión puede haber terminado, pero alguien en elagún lugar ha empezado la suya y el blanco puedes ser tú.<<
Esa mañana el barrio se desperezba entre la porquería que gobernaba las calles. Oías en el apartamento contiguo, los gritos y el golpeteo de la cama contra la pared junto con los jemidos exagerados de alguna puta. Dos borrachos se peleaban por una botella abajo en la calle. La contienda terminó cuando uno de ellos sacó un cuchillo y ensartó la mano del otro que se puso a correr hacia el callejón. Recogió la botella y se largó tambaleándose. Una preciosa mañana.
De repente alguien toco en la puerta.
-Lau. Soy yo. ¿Estas ahi?- Dice una voz femenina que te resultaba familiar.
En una ocasión, su viejo amigo de la mafia, le pregunto ¿por que Seattle? A Laura solo le bastaba mirar por la ventana para saber la razón. Aquí la gente iba a la suya, no se preocupaban por la persona que tenían en el apartamento de arriba o en el de abajo. No te visitaban cuando eras una recién llegada o cuando era tu aniversario te acosaban para que lo celebraras con una barbacoa.
Aquí solo debías de saber a quien no mirar a los ojos y a quien hacerlo, a quien pagar para que no se fijara en ti y a quien amenazar si la cosa se volvía turbia. A quien sonsacarle información y a quien comprarle cuando necesitabas algo. Era idóneo.
Vale quizás eso fuera exagerar, pero era un buen lugar si obviabas la basura, las ratas, cucarachas, las peleas de yonkis y la guerra de putas por la esquina.
Alguna noche te despertaba el ruido de las balas surcando el aire en busca de un trozo de carne donde alejarse, resultado de las bandas callejeras o accidentes de alcohólicos ebrios al volante. Nada que no se pudiera tolerar.
Era temprano. A .Laura le gustaba madrugar, sabia aprovechar el día era importante. Siempre tenía cosas que hacer, incluso cuando no trabajaba, tenía cosas que hacer. Limpiar sus armas, revisar las piezas de la armadura, hacerle la revisión a su moto, mantener el contacto con quienes quería mantenerlos de su lado. Siempre algo que hacer.
Se preparo un café y un par de tostadas, y mientras desayunaba se asomo por la ventana. Allí contemplo la pelea de dos vagabundos por un poco de vino. Eso le llevo a recordar sus tiempos en la calle, donde pasó hambre y le tocaba pelear y ratear por un peñasco de pan duro. Sacudió su cabeza para quitarse esos recuerdos de la cabeza. Tomo un sorbo de la taza y respiro el aroma a basura mezclada con orín que ascendía desde la calle.
Cerro la ventana y de camino a la cocina, escucho los gemidos de una mujer, tal vez fuera Michelle , una puta del vecindario que tenía su apartamento al lado, aunque en ocasiones alquilaba su habitación a algunos clientes para que follaran allí con sus amantes. Por lo exagerado de sus gemidos, parecía ella.
Alguien llamo a la puerta. Laura no esperaba visita y se alerto. Tras oír su voz se calmo y miro por la mirilla antes de abrir. Después abrió y le invito a pasar.
- ¿Quieres un café?
Solo abro si esta sola y si en verdad la conozco xD. Recuerda la maxima que me dijo mi viejo amigo xDD
Al asomarte por la mirilla, viste a Igrith. Una vieja conocida del barrio. Abres la puerta y la chica entra en tu apartamento con presteza.
-Hola Lau...- Igrith es una muchacha de apariencia cándida. Pero sabes que esto solo es fachada. Se trata de un soplón profesional. Esa putita a la que le susurran secretos. Un pajarito que todo lo oye. -Esperaba encontrarte en casa.- Te dijo sonriendo. -Tomaré ese café.-
Acto seguido tomó asiento entrecruzando las piernas. Sonreía con fría timidez fingida. Una muñequita desperdiciada, pensabas.
-¿Esa que se oye chillar como a una cerda es Mishelle?- Preguntó entre una carcajada refiriéndose a los ruidos que procedían del apartamento del lado. -Ese cabrón tiene que tener una buena polla a juzgar por como grita.- Sacó un cigarro y lo encendió.
-Las sombras se mueven, cariño.- Te dijo la muchacha mirandote desde aquellos preciosos ojos verdes. -¿Como andas de trabajo?-
Los diálogos ponlos en negrita y solo usa la cursiva para indicar pensamientos.
Lo que pongas en negrita es lo que saldra de la boca de tu pj. En cursiva solo dialogos contigo mismo.
Todo lo demas perfecto ^^
Hola – le dije con una fingida sonrisa mas que evidente al verla pasar. Esta era una de esas personas que querías tener cerca y a su vez lejos. De la cual no sabías si confiar o recelar. A la que escuchar o fingir que la oyes. Aun así era de las mas agradables y sinceras que había conocido
Vierto café sobre una taza que después le ofrezco, le acerco a su vez el azúcar para que se sirva la que quiera - ¿leche? - le pregunte y asintió con la cabeza.
Mientras agitaba la cucharilla para mezclarlo todo alzo levemente la cabeza y le dedico una mirada a la pared de donde venían los gemidos de la puta. Hizo un comentario desvergonzado, le sonreí añadiendo – Parece ella. Siempre a sido muy... profesional, sabe como complacer el ego de los hombres – algo la había llevado a mi casa y bien sabía que no era por conseguir un desayuno gratis. Aun así esperaría a que ella sacara el tema. Saco el tabaco y se puso a fumar. Ese era un juego al que le gustaba jugar demasiado – juega con fuego y acabaras quemándote – pero de momento era una chica hábil con talentos y buenos amigos o al menos buenos clientes a los que les gustaba yacer en su cama. Abrí la ventana para que se ventilara la casa. Odiaba el tabaco y ella lo sabía, pero así se demostraba, mejor dicho, así me demostraba quien mandaba. Ella sabía o tenía algo que me interesaba, no sabía el que, pero algo había – Esperare a que decida sacarlo - Y finalmente lo hizo.
Un encargo, a alguien le llegaba la hora y me tocaba ser su verdugo. Bien veamos de que se trata, Igrith era una provocadora, eso es cierto, pero no era una inútil.
-Veamos que me cuenta- me dije y le conteste – Nada que pueda retenerme ¿que me ofreces?
-Tus últimos trabajos con aquellos espaggetti no han pasado desapercibidos aquí y hay gente que se está fijando en tus características.- Te dice escudriñándote de nuevo entre el humo del cigarro que subía retorciéndose hacia el techo. -No me mires así. Hay secretos que se propagan como la peste.- Te mostró una preciosa sonrisa y luego realizó una nueva pausa para cruzar la otra pierna. Realmente era una niña muy mona.
-Levantas pasiones encontradas, no a todo el mundo le gustan los que efectúan su trabajo como tú, a distancia y con sangre fría. Esas cualidades, por otro lado, resultan interesantes a muchos. Esos son los que te buscan, huelo un trabajo para ti. De todos modos te diré que suenan rumores sobre los contratistas que no me gustan del todo.-
Entonces se levantó de la silla y se dirijió hacia la ventana contoneando su cuerpo grácilmente. Se detuvo y observó el callejón mientras lanzaba el cigarro hacia la calle.
-Aunque no te creo una persona escrupulosa, por descontado.- De nuevo mostró aquella enigmática sonrisa. -¿Y bién? ¿Que me dices? Si quierespuedo mirar de conseguir mas información.- Luego ladeó la cabeza a la espera de tu respuesta.
Las primeras palabras de Igrith me cortaron el desayuno. Bien sabía que los rumores correrían, que los mas chismosos pondrían nombres y que tarde o temprano se conocería la verdad. La deje seguir hablando. Conocía a Igrith y aunque decía cosas, no contaba todo cuanto sabía. Sin embargo nunca antes me vi en la obligación de temerla.
¿Que otros querían venganza?¿Que despertaba odios absurdos por mi manera de actuar? No era nada nuevo.
-Muchos hombres, se creen mas machos por cortarle la garganta a alguien, pero no lo son. Tampoco van de frente, solo es una cuestión... de estilo.
Sobre lo otro que dijo, no tenía nada que decir, estaba claro que unos querían una cosa y otros otra.
-No me dices mucho, esta claro, el marido que quiere que su mujer muera, prefiere un accidente. El ricachon que ha sido estafado por un farsante, prefiere algo brutal, otros algo mas sutil..
Cuando se levanto y se dirigió a la ventana, con ese andar tan femenino, tan juguetón, tan atractivo que se usa para seducir a los hombres, me hizo pensar si caía en el hecho de que era una mujer. Claro que seguramente también se acostaba con mujeres y quizás eso le llevo a creer que podía manipularme así.
Al final lo soltó, se trataba de un trabajo y seguramente lo que venía era a negociar su comisión.
-Bien de eso se trata, alguien busca quien le haga el trabajo sucio. Y por lo visto muy sucio. Bien, no tengo pegas, si ellos pagan, yo cumplo. Pero por si ese rumor es cierto, dile que mi tarifa a subido un 30% Algo que nos lleva a otro asunto – me acerco a la ventana para cerrarla- ¿que quieres tu a cambio?
A Igrith se le escapa una risilla encantadora.
-Si fuera contando por ahi todo lo que se, ten por seguro que no estaría aquí tomando el café contigo, cariño.- Te dijo alzando una ceja y dedicándote una de sus expresiones cándidas. Luego se dirijió hacia la puerta de tu apartamento e hizo girar el picaporte.
-Pasate por Madrona Parck a las seis y media de la tarde...- Dice dándose la vuelta y mirándote des del umbral de la puerta. -...desde los catalejos que hay en el mirador se puede observar a cualquiera que pase por ahi.- Entonces hizo una pausa para observarte con una expresión más séria. -Ten cuidado, ¿Deacuerdo?.- Acto seguido cerró la puerta y escuchaste sus pasos alejarse escaleras abajo.
En la habitación de al lado, al parecer Mishelle había terminado con su cliente y se hizo el siléncio en el apartamento.
Las palabras de Igrith resonaron en mi cabeza largo rato. Nadie se preocupaba por otros en estas apestosas calles y el hecho de que ella mostrara preocupación por mi, me afecto.
Tonterias, no deja de ser otro trabajo mas - pero no, no estaba tranquila - ten cuidado, soy una profesional, no es la primera vez que me enfrento a algo asi - me repetía una y otra vez, pero no surgía efecto - ten cuidado, ¿porque? ¿porque ha tenido que decir eso? sera mejor que me prepare.
Me di una ducha, preparo y limpio las armas que llevare y el resto de la mañana me dedico a pasear por los alrededores de Madrona Parck, buscando posibles escondrijos y evitando quedarme encerrada en algún callejon.
- Mierda, al final me a afectado mas de lo que quería, maldita cria - Llegada la hora de comer, me alejo del lugar, busco un sitio tranquilo donde comer algo, luego me dirijo a los mirador y echo un vistazo por los catalejos. Me alejo del lugar hasta la hora convenida.
Perdona la brevedad del turno,pero no estoy en casa y si no lo hago asi, no me da tiempo a postear hoy xD.
Voy a abrirte otra escena.
Es hora de juntaros. Espera a que acabe tu compañero y seguimos en el parque.