Partida Rol por web

A medio camino entre una tienda de hechicero y una reserva, El nido de Aguilas es un punto de encuentro entre los chamanes.

Aquella noche el Nido de Aguilas brillaba en su magnificéncia. En aquel lugar mágico y tribal los miembros de los clanes, así como los shamanes, se podían reunir y conseguir fetiches y focos a buén precio. Aunque siempre había un plus para la hermandad. Un impuesto que se solía pagar con una sonrisa en el rostro, puesto que todos sabían que El nido de Aguilas era gobernado por Rl'hoor, el gran señor de la paz. Un poderoso Shaman perro que en boca de los mas pequeños solía ser una leyenda. Aunque muchos saben de su habitual brutalidad cuando algún chulillo llama a su puerta desafiándolo. Grácias a su negócio, muchos de sus beneficiários le protegen. Esa simbiosis es muy natural en las calles de Seattle, como bién sabes. La relación favores-recompensa están a la orden del día en las calles y la reputación de aquellos que cumplen sus promesas crecen como setas en otoño.

El Nido se situaba en un abandonado edifício de tres plantas de Redmon. En medio de toda la mierda que te puedas imajinar. Yonkis, putas, borrachos y mendigos son los vecinos habituales de un barrio no exento de lujos, en ocasiones, sorprendentes. El pellejo, por lo general, se cotiza a la baja y Rl'hoor sabe pagar bién a sus hombres para que le guarden el suyo própio. Tienes que pensar que no a todo el mundo le cae bién aquel tipo, ya me entiendes.

Al ser una espécie de supermercado para los emplumados shamanes y miembros de las tribu, había alguna norma que los hombres del Rl'Hoor se ocupaban de que se siguieran. Por ejemplo había la norma de que, dentro del Nido, nadie podría atacar a otro. De ahi el titulo que ostentaba Rl'Hoor de "el señor de la paz". La paz del Nido, habría que añadir. En los callejones se ejecutaba el trabajo sucio.

Te encontrabas apoyado en uno de los pilares que sostenían el segundo piso. Por encima solo quedaba la sala de Rl'Hoor y todo su personal de seguridad. Entre pasillos se distribuían multitudes de artículos. Parecía un souvenir de alguna reserva india. Plumas, fetiches, figuras, amuletos, talismanes... Te perdías entre tanto objeto. Las camaras de seguridad barrían una y otra vez toda la superfície. Un brillo metálico dejaba entrever unas armas automáticas acopladas en dos de las esquinas de la sala. Podías ver también a un miembro de la tribu medio desnudo y lleno de fetiches, hurgar entre un estante. Repasando a la gente te encontraste con una cara conocida. Ella también te vió y se acercó.

-Hey Jimmy...- Te saludó la muchacha. -¿Otra vez por aqui? Creía que la chusma se mantenía alejada del Nido.- Te espetó con wasa.

Cintia era una chica dura. No vestía de cuero ni llevaba látigo. Pero su misil psíquico era el mas mortífero que hubieras visto jamás. Estaba en la plantila de support que tenía de Rl'Hoor. Apesar de ello os conocíais de antemano. Lo justo para dedicaros unas palabras.

Jimmy se puso la mano derecha en el corazón e hizo un gesto de dolor.

-Eso ha dolido, preciosa. No se le habla así al futuro padre de tus hijos -Jimmy le guiñó un ojo y, encendiéndose un cigarro, recorrió la sala con la mirada-. Veo que el negocio va como siempre. ¿Sabes si hay alguna ganga que se pueda comprar con... -se hurgó los bolsillos y sacó las manos vacías-... un par de neoyenes? Ando un poco escaso de fondos, ya me entiendes.

-Si... ya te entiendo...- bufó la moza mientras te miraba con unos ojos de colores dispares. No era demasiado agraciada. La cadera muy estrecha y sin pecho. Mas plana que una tabla de planchar. Tenía unos dedos que parecían ramitas apunto de romperse que movía gesticulando con gesto nervioso.

-¿Acaso me tomas por una dependienta?.- Escupió con su habitual mal humor. -Si te buscaras trabajo quizá ganaras algo más que esos dos míseros neoyens.- Te clavó la mirada de nuevo en los ojos y te escudriñó unos instantes antes de seguir.

-Dicen las malas lenguas que David anda de nuevo por el barrio...- Sabes que un dia Cintia apareció con David. Al parecer, como te pasó a tí, la moza fué recogida por el mago.

-Sí, ya sabes que David tiene la obsesión de recoger cachorritos abandonados y, al parecer, cree que yo soy una buena víctima -Jimmy arrugó el hocico y entrecerró los ojos, como burlándose. Luego, dio otra calada nerviosa a su cigarro, invadió el espacio personal de Cintia y le dijo, susurrando-: Mira, Cintia, estoy pelado. Necesito trabajar. Estoy limpio y he rehecho mi vida, pero el rollo zen de David no paga mis facturas. No me entiendas mal: le estoy muy agradecido, pero no puedo pasarme toda la vida en su casa. Joder, estoy hasta los cojones de esa peste a incienso. Tú... ¿tú sabes de algo? Lo que sea. No estoy para ponerme quisquilloso.

-No sabes nada, Jimmy.- Dijo negando entre un suspiro. -No cambiarás nunca, ¿verdad?- Dijo golpeandote levemente con el dorso de la mano en el hombro. -David nos rescató. Deberías agradecerle que te recogiera de enmedio de la escoria. De no ser por él aún estarías enchufado a esa mierda del SimSens día y noche...- Se interrumpió para clavar la mirada en tus ojos.

-Aqui no encontrarás nada.- Dijo al fin recuperando su mal humor. -Lárgate a casa.- Dió la vuelta y se alejó por el pasillo.

David es un buen hombre, pensó Jimmy, pero antes o después tenía que enfrentarme a mi vida sin muletas.

-¿Eso es un no? -le gritó Jimmy a la espalda huesuda de Cintia.

Dio otra calada nerviosa a su cigarro, exhaló lentamente las volutas de humo, cerró los ojos, se concentró y miró el mundo sus los ojos despertados.

El humo del cigarro subía retorciendose en una línea desigual blanquecina.  Tenias los ojos cerrados. Los ojos físicos que te permitían ver entre la gente normal. En aquel momento abriste tu tercer ojo. El que te permitía ver más allá.

Los olores se sucedían a tu alrededor y notabas el suelo bajo tus patas. Olisqueaste el ambiente alzando el morro y los bigotes recibieron el tacto de un aire etéreo que se desplazaba en aquel lugar. El espacio astral.

Movias la cola baja y las orejas puntiagudas eran capaces de captar sonidos que se repetían como ecos en lo mas profundo de tu cerebro. Todo aquello era una avalancha a tus sentidos despertados. En aquel lugar el espacio estaba lleno de bestias terribles que se retorcían grotescamente entre los pasillos de las tiendas. Pasillos que se reducían a borrosos rastros grisáceos. Aunque en ellos podías distinguir las auras de diferentes objetos. Unos mas poderosos que otros.

Avanzas con el sijilo que caracteriza a un zorro y te cruzas con un torbellino que se detiene a pocos metros de ti. El elemental te escudriña unos instantes antes de dar medio giro y alejarse. tras él aparecieron otras criaturas. Otros Shamanes que rastreaban el espacio astral; ratas, lagartos, perros... Tal y como te esperabas, el lugar estaba bién vigilado incluso en esa otra dimensión que es el espacio astral.

-Largo.- Retumbó una voz en tu interior. -Estas manchado. Aqui no encontrarás nada.- Al darte media vuelta encontraste una cara triste que ocupaba el espacio de dos personas. Se movía entre una luminosidad que obligaba a entrecerrar los ojos. -Fuera de este espacio.-

Los colores del aura de Jimmy se arremolinaron con una mezcla de excitación, sorpresa y miedo. El brillo intenso de aquel ente sólo podía significar dos cosas: que estaba muy vivo o que era muy poderoso. A Jimmy no le importaba que una cosa viva le dijera lo que tenía que hacer, pero si se lo decía algo capaz de hacerle pupa de verdad le entraban cosquillas en la nuca. Ante la duda, a Jimmy siempre le salía su lado más...

-Se me acabó el jabón ayer, amigo, pero no vengo a molestar a nadie. Dime: si no perturbo la paz del nido, ¿por qué debería irme?

La estridente risa retumbó en tu interior como si se tratara de un terremoto.

-A Rl-Hoor no le gustan los usmeadores.- Dijo la cara que se retorcía grotéscamente en su aura. -Compra lo que puedas pagar y no busques problemas, zorro...- Te dijo estruendoso antes de alejarse.

Ojeaste un poco más por el espacio astral. Las auras de los objetos eran variopintas.

De repente notas una preséncia a tu espalda. Al darte la vuelta ves una rata con unos ojos rojos que te miran.

-Jimmy.- Dijo el chamán. Como antes, la voz sonó directamente dentro de tu cabeza. La rata no movió ni la boca al hablar. -He escuchado que estas buscando entretenimiento... Quizá yo sepa de alguna cosa para alguien como tu.- La risa que surjió de aquel animal era parecída al sonido que se hace al serrar la madera.

-Que alguien como tú se refiera a mí como "alguien como tú" es... inquietante -el aura de Jimmy vibró, divertida. Le resultaba muy agradable la sensación de verse a sí mismo como más listo que los demás-. Dime, Bigoon, ¿qué cree alguien como tú que puede irle bien a alguien como yo?

Jimmy había tenido muchos (muchísimos) problemas en el pasado por su tendencia natural al sarcasmo. No era difícil que los demás le tomaran por un listillo impertinente. Jimmy lo sabía y, por mucho que quisiera evitarlo en ciertas ocasiones, su boca era siempre más rápida que su prudencia. ¿Quién puede resistirse a mofarse de los demás? Jimmy, desde luego, no.

Bigoon era conocido por su parabolica. Era un especialista en colarse dentro de la habitación donde estaban hablando dos altos mandatarios con algun Mr Johnson, tomar buena nota de lo dicho y venderlo a un modico précio. Una espécie de voyer. Una fuente de información que solía ser bién cotizada dentro de los circulos de poder de las corporaciones y... otras alimañas.

De manera que amenudo era usado como Mr Johnson. Aunque sin traje.

-Las sombras se mueven, viejo zorro...- Te dice el shaman. -Hay quién necesita hacer el trabajo sucio. Bien pagado, ya me entiendes.- Dijo mientras veías que su forma parecía cambiar de tamaño dentro de su aura. En auqel lugar las cosas no mantenían las leyes de la física.

-Hace un momento algo me ha dicho que estaba "manchado" y ahora me dices que hay un trabajo "sucio" que podría hacer "alguien como yo" -la forma astral de Jimmy vibró de nuevo, con los mismos patrones que hacía un instante-. Estoy empezando a pensar que realmente necesito una ducha. ¿O es que se me nota la peste a desesperación porque estoy sin blanca? Venga, ratita, cuéntame ese secreto... y no tengas esperanzas de cobrar mucho por hacerlo.

-Secretos...- Repite divertido. -No sabes nada, Zorro.- Parecía que aquel día todo el mundo tenía la maldita frase en la puta boca. -Esta mercancía es cara. Si quisiera vender oro no acudiría a un mendigo...- Se el escapó de nuevo una risita estridente.

-No. No vengo a venderte secretos. Vengo a ofrecerte un pequeño trabajo. Se te pagará bién, zorro.- Dijo sonriente con esa boca ratonil. -Ya me lo agradecerás más adelante.- Paro un instante y su recreación astral te rodeó observándote. -Alguien se ha fijado en tus cualidades. Esos son los que quieren contratarte.-

-No me digas más: un niño rico tiró un juguete a la basura por error, y papi quiere que alguien como yo rebusque en el vertedero, ¿verdad? Al fin y al cabo, mi olor me precede más que mi reputación...

Jimmy estaba tan necesitado de dinero que evitaba enzarzarse en una discusión con Bigoon. Tenía que hacer uso de toda la fuerza de voluntad que tenía para resistir la tentación, pero Zorro siempre decía que lo primero era lo primero, y lo primero en la situación de Jimmy era pagar el alquiler. Ya habría tiempo de devolverle el desprecio a aquella ratita.

Jimmy se puso serio y adoptó su pose más profesional.

-Alguien quiere contratarme y yo quiero trabajar. Tú tienes la información que lo haría posible, y yo estoy dispuesto a devolverte el favor cuando lo consideres oportuno. Vamos al grano, ratita.

-he, he, he...- En esta ocasión parecía la risa oxidada de un anciano. -Ve a Madrona Park. Espera junto a los catalejos que hay en el mirador.- Dice al fín. -Creo que ya te estan esperando allí en estos momentos.-

Dicho esto se alejó sin añadir más palabras. De nuevo te encontrabas solo en ese espacio.

-¡Que te... -empezó a decir Jimmy mientras su yo astral regresaba a su cuerpo, que dejó de estar fláccido en el momento en que entró en él- ...folle un pez, rata de los cojones.

Lo primero que hizo Jimmy cuando volvió a estar en el reino de lo real fue tentarse la chaqueta en busca de su paquete de tabaco. Cuando finalmente lo encontró, descubrió que sólo le quedaba uno.

-Me cago en todo -susurró con rabia, mientras se lo encendía.

Bueno, ahora... pensó, mientras daba una larguísima calada, ¿andando o en transporte público?

Se abrochó el único botón que le quedaba a su vieja chaqueta y se dirigió a la calle, echando humo y rezando porque se produjera el milagro de que en Seattle dejara de llover.