Partida Rol por web

Oculta entre las hierbas altas, paseó la vista por la muralla en busca de la entrada. Si el portón estaba abierto, tal vez se atreviera a entrar; si no, esperaría a Cleis allí mismo.

Ambos despertaron en la posada, pero lejos de la frescura con la recibían la recibían el naciente anochecer sintieron su ánimo más pesado de lo habitual.

Mientras observaba agazapada le embriagó una sensación revitalizante, al menos en el macabro sentido en que un no-muerto podía sentirse más vivo. Percibía como sus dones retornaban poco a poco a su control. 
En la muralla se abrió el portón y dos extraños salieron precipitadamente con evidente signo de preocupación.

Sintiéndose más segura al haber recuperado el control de sus dones, decidió acercarse entre la maleza hacia los dos hombres. Si lograra escuchar su conversación, quizá pudiera hacerse una idea de lo que ocurría en el interior de la villa y, con suerte, averiguar algo sobre el paradero de Dorian.

Su presencia pasó inadvertida a los extraños.

-¿Crees que han destruido uno de los vórtices? -escuchó decir a uno de ellos.

-Es la explicación más racional. Creo que nos hemos precipitado al suponer que capturar a su líder haría huir a los Magi. Si el Prior ha ordenado su inmediato traslado es que ahora no descarta un intento de rescate. Intentemos reparar el vórtice para no perder la ventaja.

Dudó mientras los veía alejarse. Si se llevaban a Dorian, perdería toda oportunidad de conocer el contenido del pliego. "Inmediato traslado"... ¿Tenía tiempo de buscar a Thomas y Hákon y tratar de liberarlo con ellos? ¿Podía siquiera de esperar a que Cleis llegara?

Observó el portón cerrado mordiéndose el labio. Sin darse cuenta, palpó el pliego oculto en su manga. Necesitaba encontrar a Dorian: Giacco no le proporcionaría un nuevo contacto y por sí misma no sería capaz de dar con otro mago hermético que aceptara traducirlo.

Miró en derredor un instante, asegurándose de que los dos hombres se habían alejado lo suficiente, y salió al camino para dirigirse a la villa

Llegó hasta el portón con paso rápido pero titubeante, lanzando constantes miradas hacia atrás, como si temiera que alguien la siguiera.

-¡Necesito ayuda! -exclamó suplicante bajo la muralla-. ¡Dadme refugio, por favor!

Hubo de esperar un instante antes de que un hombre la hablara tras el portón:

-¿Quién sois? -le hablaron dos ojos tras decorrerse la mirlilla-. Este no es lugar en el que buscar refugio.

-Por favor... -suplicó con la voz quebrada, y lanzó una mirada asustada hacia el camino-. Me persiguen. Un hombre extraño me ha atacado, me abordó en los campos, tenía los colmillos... -Hizo un gesto con los dedos desde el labio y hacia abajo-... como un animal. Creo que quería... morderme. Necesito ayuda, me está siguiendo...

Esperó la respuesta del guardia tratando de capturar su mirada. Había hablado entrecortadamente, con la voz temblorosa por el miedo y como si a ella misma le costara creer lo que relataba. Sabía que dar la alerta por la presencia de Vampiros podía poner en peligro a sus compañeros, pero necesitaba acceder a la villa y la única forma que se le ocurría de hacerlo sin que la examinaran a ella era pasar por víctima de una criatura sobrenatural.

Pasaron unos eternos segundos antes de que el portón se abriera.

-¿Seguro que llegaron a morderos? -le preguntó el guardia examinándola por encima-. Trae el Revelator- le pidió a un compañero.

-¡No! No me mordió -respondió fingiendo no entender la razón de aquella pregunta.

Si la examinaban con lo que sonaba a algún artefacto mágico, descubrirían su naturaleza. Debía convencerlos de que era una simple muchacha mortal.

-Solo necesito refugio, por favor. No me atrevo a volver a mi aldea en la oscuridad. Por favor...

Ambos la miraron con ojos casi compasivos.

-La examinaremos dentro, venga -la invitaron a pasar.

Si duda el rubor de su piel, tan ajeno a los de su condición, motivó que aquellos hombres descartaran de inicio su verdadera naturaleza.

Dudó un instante. Se estaba metiendo en la boca del lobo y nadie sabía que se encontraba allí. Se preguntó por un momento si no estaría perdiendo la cabeza, pero no quiso saber la respuesta.

Asintió tímidamente e ingresó tras ellos. En su semblante asustado, sus ojos paseaban inquietos en derredor, tratando en realidad de hacerse una idea de la situación en que se encontraba la villa y del lugar donde podía hallarse Dorian.

La acompañaron hasta franquear la primera muralla de lo que parecía un pequeño fuerte. En el patio la escoltaron junto a un grupo de no más de tres lugareños, dos hombres una mujer, a los que parecían estar interrogando.

-Os dejamos a ésta. Dice haber sido perseguida por lo que podría ser un Homo Sanguinis -explicó a uno de los tres guardias que circundaba a los mortales

Uno de ellos, el de mayor edad, se acercó más.

-Las conclusiones precipitadas pueden contaminar el resultado de cualquier análisis- le reprochó mientras se ajustaba un monóculo con la lente púrpura.

-Disculpad, Maestre. Describió a un hombre con largos colmillos que la perseguía.

-Y esa descripción podria corresponde a una gran variedad de exógenos.

Al percatarse de la extraña lente, su nerviosismo aumentó. ¿Podían aquellos magi averiguar su naturaleza tan solo con observarla? Lo que le harían si la descubrían podía imaginarlo...

Trató de serenarse concentrándose en la respiración. Debía comenzar a fingir todas las reacciones de un cuerpo mortal o no superaría ni el escrutinio más superficial.

Con gesto angustiado, que no necesitó forzar, observó a las otras tres personas a las que interrogaban. ¿Podía alguno de ellos ser también un vastago o eran simples aldeanos?

La lente se posó en una de las mujeres antes de llegar a Rosalía.

-Ahn. ¿Qué es esto? Restos de infección sanguínea. Parece que tenemos una sierva de un sanguni. ¡Llevadla a mi estudio!

Dos guardias la prendieron por los hombros mientras la mujer gritaba lanzando miradas de auxilio a su alrededor.

Feliz día de la toalla

Pauso la partida

Uy. Ahora sí