Rosalía permaneció unos momentos así, con la cabeza apoyada en el hombro del Ventrue.
-Gracias, Thomas -dijo por fin separándose de él y poniéndose en pie-. Siento importunarte siempre con mis dudas -sonrió-. Vuelvo a mi camarote.
Rosalía regresó a su camarote y a pesar de las palabras del Ventrue no fue capaz de acallar sus dudas durante los dos días restantes de la travesía. Londres prometía respuestas, pero también una traición...