Todo sucede muy rapido. Cuando Kiddo se gira puede ver una figura, la sompra de una figura, tras el arbusto que poco tiene que ver con la de un conejo. Entonces escucha algo, una voz, que viene de ahi.
-¡SUFICIENTE! (Pi~)
Y entonces el arbusto comienza a moverse y a extender sus ramitas hacia el cielo. Del arbusto nos sale nada peligroso... solo el pobre conejo asustado que trata de escapar como si eso le fuese la vida en ello.
Evidentemente asustado, apunto mi tirachinas hacia el misterioso arbusto que acaba de cobrar vida ante mis ojos.
- ¿Q..quien eres? ¡M..mu..muéstrate! - dije, intentando ocultar el temblor de mis piernas.
¡Lo que faltaba! Como si no tuviera ya bastantes problemas, ahora aparecía un extraño monstruo para comérselo. En estos momentos echaba algo en falta a Fael. Al menos ella sabría qué tipo de enemigo se encontraba ante mí.
Y lo que queda de grupo se adentra en la oscuridad de la noche sin una luz. ¿Algo peligroso? Sin duda... ¿Algo aun más peligroso si alguien no conoce el lugar? Por supuesto.
Por suerte para ellas, la luna ilumina un poco sus pasos y puede ver por donde pisa, aunque... ¿podrán ver lo que hay a su alrededor? Acechando entre las sombras... seres peligrosos capaces de comerse a un niño sin el menor de los reparos... hay tantas sombras...
Sombras que parecen aterradoras, que adoptan formas monstruosas...
Y de pronto, escuchan a Kiddo un poco más adelante.
-¿Q..quien eres? ¡M..mu..muéstrate!
Recortado en el cielo gracias a la luz de la luna, pueden ver la forma de lo que parece un arbusto que ha cobrado vida... o ha cobrado vida o se mueve por una brisa imperceptible. Lo que si es cierto es que están viendo como crece.
-(pi~) un conejo oye, no te voy a estar cuidando siempre,toma nuestro desayuno señalo al conejo y regresemos a la fogata que no me siento muy como estando tan expuesto en este lugar
Tanto ruido para un simple conejo, ¿por qué seguimos desperdicioando tiempo en este maldito lugar?
El aire se comenzaba a condensar, prueba de que la noche estaba comenzando su final y cuando la mayoria de las criaturas se encuentran dormidas siendo facilmente presas de sus depredadores. -(pi~)
¡Qué alivio! Por un momento pensé que un terrible y monstruoso ser iba a usarme de cena, así que no pude más que sonreír al ver a aquel deku con su máscara aparecer.
-¡Vaya! Me habías asustado. - le dije, ya calmado. - ¿Nunca te han dicho que es de mala educación espiar a otros? - miré al lugar por el cual el conejo había salido corriendo. Decidí dejarlo marchar. De todas formas, sería casi imposible rastrearlo en plena noche. Miré al hombre-planta. - Espero que TÚ tengas algo para comer, porque acabas de espantar mi cena. - le dije con cierto mosqueo. Aunque quizás se debiera más al susto que me había dado, que incluso me había hecho perder el apetito. - Anda, volvamos con los demás. No quiero preocupar a Fael. -terminé de hablar, encaminando mis pasos de nuevo hacia la hoguera.
¿Espiando? Vaya fiasco de noche, mejor tratare de dormir. Ustedes los Kokiri son una raza que no se puede cuidar por si misma y ya que tu hada estaba ocupada con la loca de piel oscura vine a cuidar de ti.
Cuando Kiddo comenzo a avanzar trate de adelantarme Espera, veo muy bien en la oscuridad así que yo seré el guía. Suficiente tengo que tengas problemas con un conejo como para que pises algún nido de serpiente. Cuando alcanzo al Kokiri tropiezo y voy directo al suelo dando un giro. Me levanto y después de un masaje a mi tobillo sigo hacia la fogata Sigueme
One moment, please... tienen que escribir vuestras compañeras.
Fael sin miramientos y sin mas animos de discutir se lanza en un picado hacia la voz de su protegido. Cuando llega ve a un arbusto que se mueve.
- Sr... ¿Sr. Kupi?
Todos se reúnen de nuevo tras el incidente del conejo.
Las noches siguientes, solo tienen problemas con los stalfos. A medida que se acercan a la ciudad parece que el número aumenta, pero con el amanecer se esconden en sus cubiles, como asustados por la luz del sol. El viaje dura unos siete días y ahora se muestra ante ellos la capital de Hirule.
Tras conversar, deciden ir a dormir. La primera noche pasa tranquila, sin nada que les moleste.
Las noches siguientes, solo tienen problemas con los stalfos. A medida que se acercan a la ciudad parece que el número aumenta, pero con el amanecer se esconden en sus cubiles, como asustados por la luz del sol. El viaje dura unos siete días, a pesar de la cercanía, pero el pequeño subrosio no tiene las piernas demasiado largas, y ahora se muestra ante ellos la capital de Hirule.