Partida Rol por web

Un feroz alarido clamó la atención hasta del silencio, las heridas se acumulaban y su vista se nubló un instante, conocía bien esa sensación y se negaba a buscar la señal de los dioses, era demasiado pronto y así habían pasado demasiados años... negando su destino. ¡Aún no! ¡Es todo lo que tenéis! Consiguió envalentonar expulsando sangre por su boca. Todo su peso se volcó sobre la cabeza de su arma que recorrió toda la amplitud de su envergadura en un tajo lateral cuyo freno complicaría su estabilidad de no conseguir su impacto, pero seguro que ninguna criatura se acercaría al rango de su hacha. 

Sean atacó al engendro más próximo que hubiera, ya que estaba rodeado, para luego alejarse como pudo de ellos para poder estar a salvo, al menos durante unos instantes en los que pudiera recuperar el aliento. Iba a decir algo para animar a sus compañeros, pero se dio cuenta de que tenía que coger mucho aire, así que prefirió respirar primero y ante todo.

La furibunda estocada de Alioth no hace más que rasgar a su oponente, y por ahora sigue enfrascado en el combate, sin poder acudir en auxilio de sus compañeros. Pero viendo la desesperada situación del grupo Tyriael se echa el peso del combate sobre sus gargantuescos hombros. Alza sus poderosos brazos para partir en dos, a su enemigo más cercano, que no tiene tiempo de apartarse ante tal brutal ataque. Pero una vez más, el barbaro no se detiene, y con un nuevo impulso desgarra piel, cartílago y hueso del enemigo que tiene en jaque a Alioth. Rhiannon, intentando ayudar a sus compañeros lanza otro virote arcano, que aunque apenas lastima al engendro, lo hace sangrar una vez más.

Shartan por su parte, le devuelve el favor a Sean, acribillando a los monstruos que lo rodean, aunque no es suficiente para que estos cedan en sus intentos de aniquilar al bardo. Esté también intenta quitarse de encima a sus enemigos, y con un sútil ataque, hiere y desplaza a uno de sus enemigos.

Pero los engendros no habían dicho su última palabra. Furiosos, devuelven golpe por golpe y tanto Alioth como Sean son heridos por sus garras impías, dejando al trovador en particular renqueante y exhausto. Sin embargo, es Shartan sin duda, quien paga muy cara su osadía. El vengador hostigado por Sean, se revuelve en medio del combate frente al mago, que con sorna, rie mientras destroza el pecho del dalish, dejándolo inconsciente y sangrando en el suelo.

Mas que herir al mosntruo lo enfurecí pues en lugar de seguir atacando al picari, se volvió contra mi antes de que pudiese hacer nada y me dio un terrible zarpazo. Lo unico que alcancé a percibir antes de que la negrura se apoderara de mi fue su estridente risa. 

El combate se vuelve cansino pues aquellas criaturas parecen no mermar sus fuerzas pese a sus heridas y ademas resultan dificiles de penetrar. La intervencion del Barbaro me libra de mi atacante y deja dos nuevas bajas, sin embargo antes de que pueda ir en auxilio de mi hermano un nuevo engendro me obstruye el paso hundiendo sus garras en mi carne. Presencio como mi hermano cae y la furia enciende mi sangre.
- Shartaaaaaaaaaaaaaaaaan! Grito y mido a mi adversario buscando un hueco propicio entre sus placas para ensartarle la espada intentando acabar de una vez con estos malditos. Apunto cuidadosamente antes de hundir la hoja buscando su corazon por entre medio de sus costillas.

Cada poderoso golpe parecía bombear su sangre con más fuerza, a la par que la de sus enemigos salpicaba en todas direcciones, y otorgarle el coraje necesario para enlazar el próximo ataque. Pero entonces de reojo pudo presenciar como uno de los vengadores conseguía precipitar al elfo inconsciente al suelo. ¡Ah mi! Provocó a los engendros durante el salto que realizó para desplomar el hierro vengativo sobre la cabeza de la osada criatura. 
 

La cosa se ponía realmente fea, Shartan había sido gravemente herido así que, en vez de atacar decidí hacer lo mas necesario, entre los gritos, las heridas y el medio intenté concentrarme todo lo que pude y sin dudar lancé un hechio de curación para evitar que el elfo terminacé muerto.
 

Ver como caía inerte el cuerpo de Shartan fue lo que realmente dio el impulso necesario al grupo para superar a las viles criaturas. Con la voz rasgada de su aullido, Alioth destroza al oponente que se interponía entre él y su hermano, ensartandole su espada en el negruzco craneo del monstruo. 

Por su parte, Tyriael, intentando ayudar al elfo, y llamando toda la atención de sus adversarios se debate entre espadazos y agarrones frente a los dos vengadores supervivientes.

Mientras tanto, Rhiannon, protegida por Sean y Alioth murmura algunas palabras de sosiego al inconsciente mago, que poco a poco, y gracias a las artes curativas de su salvadora recobra el aliento y mira perplejo a sus compañeros.

Los cuatro, sonreis de alegría y alivio pero pronto advertís el silencio abrumador del campo de batalla. Donde antes todo eran gritos, insultos y quejidos ahora no conseguís escuchar nada. Y como un rayo caéis en la cuenta. Os giráis dejando a Shartan detrás para ver un barbaro ensangrentado y rodeado de cadaveres.

Gotea sangre por todas partes, y alrededor yacen las dos últimas bestias. 

Pero las buenas noticias duran poco. Los cadaveres de los vengadores parecen mutar en el suelo. Teméis lo peor y preparáis una vez más las armas, aunque en el siguiente instante vuestras manos dejan de empuñarlas firmemente. Los engendros desfigurados pasan a convertirse en elfos. Elfos que yacen muertos por las mismas heridas que los engendros. Elfos que habéis exterminado.

Los elfos dalish de la caravana.

Eshara, que hasta entonces había evitado el combate entre sollozos se acerca timidamente. La extrema violencia del combate, la sangre y visceras desparramadas y el moribundo Shartan la han dejado en estado de shock. Pero los ahora cadaveres dalish le despiertan del trance en el que se veía y se aproxima hasta ellos.-No puede ser...

Ver a mi hermano regresar del sopor me llena de brio, le agradezco con la mirada a Rihannon y cuando voy a girarme para encargarme del resto veo que el enorme barbaro los ha desecho entre amasijos de sangre oscura y pestilente. Sin embargo rapidamente la alegria se torna amarga al comprobar que los cadaveres se tornan en el de elfos Dalish.

Sin poder dar credito las fuerzas me abandonan, el horror aun más grande que ante la aparicion de los engendros.

- Que hemos hecho?- Digo compungido, y busco la mirada de Eshara y luego de mi hermano. Eran como nosotros pero mutaron a esos engendros, que clase de maldicion podia ocasionar eso...

Me desperté ne medio de un monton de gente que me miraba, mientras percibia que la magia se apagaba a mi alrededor. "Sanación", percibí. Rhiannon me habia salvado con su magia. Alioth estaba ahi, y le dediqué una sonrisa fatigada. 

- Ma serannas*, Rhiannon. - Le dije a la mujer. 

Tenia heridas por todas partes pero la peor habia cerrado y ya no sangraba. Mientras me incorporaba vi a Sean en actitud protectora cerca de la humana, y un poco mas allá al barbaro, herido y agotado, pero rodeado de cadaveres. 

Cadaveres de elfos, que apenas unos instantes antes eran unos monstruos defigurados. Empecé a sentir nauseas. "¿Como diablos podian ser elfos?" Matar a un elfo era impensable, quedabamos tan pocos... 

- No conozco magia alguna capaz de hacer esto... - Una miriada de sentimientos recorrian mi mente y mi cuerpo. Ira, verguenza, desprecio... - Tal vez algun artefacto antiguo de incalculable poder... - Empecé a pensar en esas cosas, y a distraer mi mente, puesto que si no lo hacia estaba seguro de que me derrumbaria. Esos elfos muertos pesarian en nuestras consciencias por siempre. 

El combate acabó, por fortuna de todos, antes de que ninguno de ellos pudiera caer presa de los golpes salvajes de esas criaturas inmundas, aunque el elfo Shartan había estado muy cerca. Sean se sorprendió a sí mismo agradeciendo tener a una maga bien cerca, y tuvo que tragarse sus prejuicios para darse cuenta de que Rhiannon le había salvado la vida al otro mago. Quizá no fuera tan malvada, al fin y al cabo.

Respiró pesadamente y guardó sus armas, aunque en seguida tuvo que contemplar, perplejo, cómo los oscuros cadáveres se transformaban en elfos dalishanos. Miró a sus tres compañeros élficos discreta y rápidamente para analizar sus reacciones. Viendo que ellos estaban tan perdidos como él, supuso que ese fenómeno era tan raro como parecía. Los demás empezaron a lamentarse y a buscar explicaciones apresuradamente para excusarse del hecho de haber asesinado a su propia gente, pero Sean estaba ocupado navegando por su mente en busca de una historia parecida. Fracasó en el intento.

- Los engendros son seres perturbados por la oscuridad, según el Cantar de la Luz. Humanos, elfos y enanos cayeron ante su corrupción, pero nunca he oído hablar del proceso contrario. Sin embargo, verlos en su forma original no tiene que ser razón de desesperación; al fin y al cabo... estos elfos...- intentaba entretejer argumentos y explicaciones con sentido, pero no pudo hacerlo. Miró a Shartan y a Alioth mientras intentaba continuar con su discurso, pero no podía mantenerles la mirada. Nunca se había sentido así.- No sé qué estoy diciendo. Lo siento.

Muevo la cabeza a las palabras de agradecimiento, solo había hecho lo que sabía y me alegraba enormemente de que Shartan estuviera a salvo. Pero todo aquello se conviertió rápidamente en una pesadilla, los engendros que en teoría habíamos matado  ahora eran elfos.

Por Andraste – jadeo al ver el escenario y siento como la bilis sube por mi garganta. Aparto de los cuerpos cercenados mi mirada y me alejó escasos tres o cuatro pasos, siento como el pecho me oprime los pulmones evitando que respire bien, la cabeza me da vueltas y termino por sentarme en el suelo – Perdónanos – suplico en silencio al Hacedor sin saber que más hacer.

El campo de batalla, cubierto de sangre y cadaveres se vuelve más y más lúgubre a cada minuto que pasa. El sol desaparece finalmente y la quietud de la noche os hace sentiros incómodos. El llanto de Eshara, que intenta controlar inutilmente y el cansancio de todo el grupo os sume en un silencio sepulcral.

Los que aún podéis empuñar algún tipo de arma o herramienta comenzáis la triste labor de cavar las tumbas de los elfos. Mientras tanto, el resto preparáis un pequeño campamento en el que pasar la noche y descansar. El combate ha sido duro y cruel y aunque todos habéis conseguido sobrevivir, necesitáis un descanso.

Para la medianoche, los cuerpos de los dalish ya han sido enterrados y tras unas pocas palabras de Eshara os preparáis para dormir un poco.

Estando ya todos tumbados bajo las mantas que Tarl Dale os dio y sabiendo que ninguno de vosotros era capaz de conciliar el sueño fue la elfa quién rompe el silencio.-He podido ver las huellas de...esos seres...cerca de aqui.-gimotea antes de seguir.-las huellas vienen de la misma dirección de donde conseguí escaparme. Si ese ha sido el destino del resto de mis amigos y familiares, no podemos echarnos atrás ahora. Merecen descansar en paz.-Sus frases lapidarias no dejan lugar a objeción alguna.

Y un escalofrio recorre vuestros cuerpos.

Agotado y ya listo para dormir escuché las palabras de Eshara. - Descuida, Eshara. Llegaremos al fondo de este asunto y vengaremos a nuestros hermanos elfos. - No podia pensar con demasiada claridad, pero algo me rpeocupaba, el futuro de esa elfa sin hogar. Tal vez puedan acogerla en nuestro clan.