Partida Rol por web

Me sentía agotado. Probablemente ese día hubiera hecho más ejercicio físico que en mucho tiempo, recorriendo prácticamente la mitad del pueblo para encontrar al primo de Dylan. Esperaba que Luana y el sheriff hubieran tenido mejor suerte, ya que no había podido averiguar nada, más allá de saber que Elizabeth estaba entusiasmada con un chico, conocer a un par de trabajadores de la represa y encontrar aquel dibujo.

Dándole vueltas a aquel dibujo sobre Sonnenlicht, se me vino a la cabeza la posibilidad de enseñárselo mañana a Luana y a Elizabeth en la radio. Lo más probable es que ellas tuvieran más idea sobre arte que yo.

Sintiendo una ligera pesadez en mis piernas, fruto del cansancio por haber estado caminando durante todo el día, una vez que llego a la plaza, decido dirigirme hacia mi casa para poder descansar hasta el día siguiente.

Resoplando de frustración Harry continúa con la ronda alrededor del pueblo y se dirige al sur-este para posteriormente subir hacia el noreste, noroeste y finalmente llegar al punto de inicio. Durante todo el recorrido Harry sólo para en el caso de que vea algo sospechoso, pero no parece que sea el día, tan solo saludos y más saludos a los lugareños. 

No creo que encuentre a nadie de los desaparecidos... En fin creo que iré a cenar y al pub a ver si tengo algo de suerte.

El optimismo de la jornada laboral va decreciendo mientras el social va aumentando ante las expectativas. Pero antes de finalizar la jornada agarra el walkie y le comenta al Sheriff.

Sheriff, estoy finalizando la ronda por todo el pueblo sin demasiada suerte. Ni a la desconocida ni al "primo" de Kuchen. ¿Como va por su zona?.¿Todo bien? 

¿Gente desaparecida? Se pensó durante un segundo si salir a ayudar a buscarle, pero la verdad era que pensaba que ese no era su trabajo y que en caso de que si lo encontrasen estuviese herido, entonces es cuando debía actuar. Se dijo que solo quería salir a ayudar para mantenerse ocupada, que era lo que necesitaba hacer casi todo el tiempo y cuando llegaba a casa era cuando más sola se sentía. El caso es que tampoco quería a nadie allí. Todo muy contradictorio.

Mantuvo la descripción del hombre en su cabeza por si acaso, pero decidió que ese era trabajo de la policía. Se metió en la cama e intentó recuperar un sueño que hacía mucho tiempo había perdido y un descanso del que hacía tiempo que no gozaba.

A Waffe no le agradó mucho que alguien merodeara por su casa, pero a pesar de su actitud algo arisca, te conocía de las veces que había reparado el equipamiento de la radio. Es por eso que se mostró bastante cordial, dentro de lo cabría para alguien naturalmente siniestro como era él. Te dijo que no encontró a nadie y que en la mañana daría una vuelta por el bosque para ver si encontraba rastros del tal Adam. Te despediste de él, notando su mirada en tu espalda todo el camino hasta que finalmente te alejaste lo suficiente. Entendías bastante bien porque en el pueblo muchos le temían.

Le enviaste un mensaje a Eric, para que no se preocupara, avisándole que no encontraste nada, más allá de ese encuentro con Scott, un extranjero en apariencia agradable, pero que resultaba todo un misterio.

Sin más para hacer, volviste a tu casa. Tenías el cuerpo adolorido, sobre todo las piernas y las plantas de tus pies. Por alguna razón, el hogar no te trajo la misma tranquilidad que lo hacía antes. Sentías que estaba más oscuro y frio, como si no viviera nadie allí. Encendiste las luces, sintiéndote algo más tranquila y prendiste la radio para expulsar el silencio. Te sorprendiste al oír la voz de Elizabeth, dando un comunicado de búsqueda de una persona, la cual correspondía a la descripción de Adam.

Te aseaste y te fuiste a dormir, esperando que el día siguiente fuera más tranquilo.

Llegaste a la plaza y solo quedaban unos pocos rezagados, en su mayoría demasiado contentos o ebrios para volver aun, pero ninguno presentaba un problema. La recorriste una vez, sabiendo que era inútil. Adam tenia muchísimos lugares donde esconderse y ni siquiera hacía falta que se escondiera, solo tenía que tomar el puente del este y largarse del pueblo o perderse en el tupido bosque que rodeaban al lugar. Tenías la esperanza que Adam fuera encontrado en la mañana, ayudado por el comunicado de Elizabeth y la vigilancia conjunta de los habitantes de Sonnenlicht.

Por eso fuiste directamente a tu casa, enviándole un mensaje a Luana, quien te había dicho que habló con Waffe y no encontró ninguna pista sobre Adam. Pero mencionó que se encontró con un joven extranjero, que parecía amable, pero aun así, mantuvo las distancias. Quedaron en verse al otro día e intercambiar información.

Sin más para hacer y bastante cansado, volviste a tu casa, con la intención de descansar de una vez. Por alguna razón, el hogar no te trajo la misma tranquilidad que lo hacía antes. Sentías que estaba más oscuro y frio, como si no viviera nadie allí. Encendiste las luces, sintiéndote algo más tranquilo y prendiste la radio para expulsar el silencio. La voz de Elizabeth, dando su comunicado de búsqueda, continuaba a pesar de la hora. Seguramente se quedaría un rato más o eso esperabas.

Te aseaste y te fuiste a dormir, esperando que el siguiente día trajera nueva luz sobre todo ese misterio.

Tenías tanto en tu mente que el mensaje del hombre perdido apenas hizo mella en ti. Por mucho que quisieras distraerte buscando a un posible loco, era demasiado tarde para salir y tu estado de ánimo no era el mejor. Aunque no lograbas recordar cuando habías estado de buen ánimo, seguramente antes de… Sacudes esos recuerdos y el dolor que empezaba a atenazar tu corazón. Mejor irse a la cama y dejar que el sueño borrara ese día de tu mente. Pero algo persistía en ella, la sensación de que había algo importante. Nunca habías tenido un sentimiento como ese, por eso la imagen de un tipo mugroso, con olor nauseabundo acudió a tu mente. Habías visto a un pordiosero cuando saliste del hospital, al que le faltaban varios dedos. No pudiste ver su rostro, pero encajaba bastante en la descripción de Elizabeth. Quizás en la mañana llamarías a la radio o a la Comisaria informando de tu encuentro. Aunque no ayudaría a encontrarle, pues ocurrió a media mañana.

Dejando que tu mente divagara por los más extraños pensamientos, intentando no pensar en algo específico, buscaste el anhelado sueño.

Luego de comunicarte con el Sheriff y totalmente convencido de que esa noche poco podrías hacer, te encaminaste a tu casa, para cambiarte y asearte. Por alguna razón, tu hogar no te trajo la misma tranquilidad como lo hacía antes. Sentías que estaba más oscuro y frio, como si no viviera nadie allí. Encendiste las luces, sintiéndote algo más tranquilo y prendiste la radio para expulsar el silencio. La voz de Elizabeth, dando su comunicado de búsqueda, continuaba a pesar de la hora. Seguramente se quedaría un rato más o eso pensabas. Quizás podrías ir a visitarla…

Luego de una rápida ducha, fuiste al pub, en donde Edna te sirvió una buena jarra de cerveza apenas entraste. El ambiente era bastante festivo, pero por alguna razón, las risas te parecieron forzadas y la cerveza amarga. Incluso tus dotes de seducción brillaron por su ausencia. Sencillamente, tenías la mente en otro lado y no te dejaba disfrutar de esa noche. Para rematar la situación, Evelyn no apareció por el Pub. Molesto, regresaste a tu hogar muchos antes de lo que lo hacías normalmente, viendo que el cielo estaba tan negro como la boca de un lobo. Sentiste un escalofrío bastante y apuraste el paso. El día siguiente traería mejores perspectivas…

El agua caliente logró quitar gran parte del cansancio, sintiéndote un poco más renovada. Pero mientras secabas tu cuerpo, no pudiste disfrutar mucho de esa sensación. El aire continuaba frio dentro de tu casa y la sensación de urgencia persistía. Una vez más recorriste cada habitación, buscando algo que jamás ibas a reconocer. Afuera reinaba la oscuridad y no te sentiste lo suficientemente valiente para salir. En ese pueblo nunca pasaba nada y jamás oíste de robos o actos violentos… pero no te sentías segura. Cerraste todas las puertas y ventanas, corroboraste los pestillos, encendiste la radio para escuchar algo de música, la cual nunca iba más allá de los 90, por lo que resultaba agradable. La voz de la locutora no te tranquilizó para nada:

Muy bien oyentes, aquí su querida Elizabeth les trae nueva información y solicita su ayuda para encontrar a alguien. Se llama Adam y es un forastero, lleva ropa vieja, pelo largo y barba, cualquier dato sobre su paradero será de suma importancia. Su familia espera noticias y acudo en su ayuda para demostrar nuestra hermosa comunidad. Ya conocen nuestro número.

No te sentías con ánimos de asistir al pub junto con Lee, quien parecía amable, pero eran obvias sus intensiones. Te fuiste a dormir, esperando que el día trajera una mejor perspectiva.

Luego de ese incomodo intercambio de palabras con Strarrosa, con muchas más preguntas y dudas en tu mente, te dirigiste a tu casa. La que estaba en la alcaldía, pues no tenías ánimos de ir hasta la estancia. Seguramente aquello no fuera más que una tontería, algo que Strarrosa había exagerado y un montón de coincidencias funestas. Con estas ideas en tu mente, las cuales no terminaban de convencerte, entraste en tu hogar. Todo estaba oscuro y en silencio, algo que te recordó a ese vivido sueño que tuviste. Encendiste las luces, sintiéndote algo más tranquilo y prendiste la radio para expulsar el silencio. La voz de Elizabeth, dando su comunicado de búsqueda, continuaba a pesar de la hora. Seguramente se quedaría un rato más o eso pensabas. Totalmente agotado, la idea de dejarte caer en la cama, resultaba tentadora. Pero te obligaste a asearte y dejar todo preparado para el día siguiente, esperando que fuera mucho más permisivo contigo. Te dormiste al poco tiempo de que apoyaras la cabeza en la almohada.

Verkoruvalec

El alcalde había logrado alterar tu siempre calmada actitud. Como si él fuera alguien “mejor” solo porque el pueblo le hubiera elegido. Con ese criterio, Rot no habría ganado. Por suerte no había intentando decirte nada más, pues tampoco querías terminar en muy malos términos con él. Estabas cansado. Agotado. Por lo que dejar esa conversación para más adelante era lo mejor.

Lee te dio su parte, algo que te resultaba bastante normal teniendo en cuenta el tamaño del pueblo. Adam podría ocultarse en mil sitios diferentes y solo en el pueblo. Si se internaba en el bosque, la búsqueda sería prácticamente imposible.

De todos modos, recorriste Sonnenlich con tu patrulla, notando que prácticamente no había nadie fuera de sus casas. El día fue agotador y eso teniendo en cuenta solo la fiesta de bienvenida de la primavera. Incluso notaste que los ojos te ardían a causa del cansancio. Te comunicaste con Karl antes de poner rumbo a  tu casa, diciéndole que podía marcharse y que mañana se presentara temprano. El chico te confesó que solo se ausento unos minutos para llevar a su mujer a casa, pero que nadie había llamado mientras. Sin duda Karl jamás te mentiría, así que no pudiste menos que decir que descansara y cuidara de Ellie.

Tu vieja casa te pareció fría y oscura, incluso con las luces prendidas. Recorriste todo el lugar, comprobando postigos, puertas y ventanas. Te aseaste, te cambiaste y no dejaste de pensar ni un segundo en que algo estaba mal. Pero el cansancio fue más fuerte, así que te fuiste a dormir, esperando que el día siguiente trajera más luz sobre los acontecimientos.

Te quedaste un rato más, orando junto a Anna y rogando la recuperación de Harold. Lo cierto es que parecía que la vida del anciano se escurría mientras pensabas las plegarias, como si fuera una burla. El tiempo pasó sin que te dieras cuenta y Anna te pidió que fueras a descansar, que ella se quedaría con Harold. Te agradeció un vez más y marchaste hacia la iglesia.

La plaza estaba casi desierta y solo unos pocos pobladores charlaban presa de los efectos del alcohol. Les ignoraste y llegaste hasta tu pequeña morada. La iglesia en sí, siempre fue algo fría, pero esta vez la notaste aún más fría. Incluso tu habitación te pareció oscura y ajena. Así que te apresuraste a asearte y a meterte en la cama, como si así pudieras quitarte esa sensación de ser un extraño en tu propio hogar.

Tanta paranoia te había afectado. Aquello no podía ser algo realmente malo…