Talos amaga con una mano antes de hablar con voz tímida, casi más preguntando a sus compañeros que al jefe.
¿Serán esos hombres gato la famosa octava tribu perdida? Si aun hubiera supèrvivientes de esa tribu y aceptaran ayudarnos, sería una buena baza a nuestro favor.
Comenta mientras apoya el lampiño mentón sobre una mano.
Vaya, así que este viaje sí habrá servido para algo al fin y al cabo...
Khuran tenía motivos para mostrarse optimista: era posible que en el templo encontraran armas o ayuda, y además una patrulla de phanatones guerreros igual también serviría para algo.
Planeando el próximo viaje, Khuran empieza a sudar con solamente pensar en dos días más de caminata a través de la jungla y con su armadura puesta.
Oye, Mako... ¿Crees que mientras viajamos por la jungla podrías cargar con mi armadura? es pesada, incómoda y me paso el día sudando dentro de ella, haciendo que vayamos mucho más lentos de lo que iríamos sin ella.
La idea de despojarse de su armadura protectora no le hacía mucha gracia, pero ¿cuáles eran las posibilidades de que les atacara algún animal salvaje en medio de la jungla y sin darles tiempo a prepararse? Muy escasas, seguro.
Además, Pelor es mi Coraza.
¿Cuánto tardaríamos si voy sin la completa?
Khuran se despoja de su pesada armadura, quedándose solamente con la túnica y los brazales protectores que cogieron de los guardianes-gorilas.
Ah, qué gusto... al menos ahora noto correr un poco el airillo.
Antes de empezar la marcha hacia el Templo, Khuran levantó una oración a su dios para que las bestias de la jungla no les importunaran sin avisarles antes. Bastante antes, a ser posible.