Ralflinder intentaba descansar, echado en el suelo y apoyado contra una de las estátuas cuando llegó Rebald con las nuevas sobre la invasión. Observó la aflicción del humano, cada gesto le punzaba el espíritu más que la herida de la cual se estaba recuperando. Cuando las palabras se le quebraron, el elfo no pudo más que ofrecerle su ayuda Rebald, necesito descansar pues el acero negro del enorme orco me ha herido. Con un buen tratamiento de mi herida creo que mañana podría ayudaros con lo que hayais perdido. Hizo una pausa mirándolo largamente, con tristeza y compasión Hablaré solamente por mí, para deciros que pertenecer al Gremio de aventureros y ser un mercenario son cosas diferentes. intentó esbozar una sonrisa pero se le transfiguró en una mueca de dolor Si el tiempo apremia, no volveré al gremio, me quedaré contigo y podrás contar con mis hachas.
Creo que sería bueno hablar del botín en el offtopic. Todos pueden ir decidiendo las subidas de nivel, así les generamos las fichas nuevas.
Tras conseguir el control del patio de armas y de comprobar y saquear los cadáveres que habíamos dejado tras de nosotros, nos ponemos a repartir el suculento botín. - Pues tampoco tienen estos bichos nada del otro mundo que sirva para mucho.... esto se vende y le sacamos algo.... pero lo principal es que hemos ayudado a esta gente a defender su baluarte - en ese preciso instante entra Rebald con mala cara.
Su expresión denota que algo no ha ido bien. Tras agradecernos la ayuda, comenta que no ha podido defender lo que más apreciaba en su vida. Una pequeña mueca apareció en mi rostro - habíamos venido a ayudar a este hombre, y no lo hemos conseguido del todo, sí, hemos defendido la fortaleza, pero Rebald fue el que nos pidió ayuda... -
- Mi señor, como el compañero Ralflinder, yo también me ofrezco a servir en su causa y terminar con lo que hemos empezado, será un honor seguir luchando a su lado.... cuente con mis hoces señor - comenté, a sabiendas de que nuestra misión aquí había finalizado, pero me veía en la obligación de ofrecer mis servicios para ver si se podría remediar el no haber finalizado la misión con el éxito que hubiera cabido esperar.
Si el mal aun tercia en este lugar, no creo que el gremio ni nuestro honor nos permita marcharnos sin mas, como bien ha dicho mi compañero, somos heroes y no simples mercenarios. Creo que hablo en nombre detodos en decir que tiene nuestras armas a sus servicios, a demás la ofrenda del compañero caído que aun mancha su sangre esta tierra debe ser vengada
El soldado,cansado y con la tristeza en lso ojos, consiguió esbozar una leve sonrisa al oir como aquellos aventureros ofrecian su acero para vengar superdida. aun derrotado sobre el asiento de piedra deonde intentaba descansar, Rebald habló:
- Mis señores, sois honorables y dispuestos, algo que no discutire. Mas vuestro cometido era defender el baluarte, no ayudar a un cansado y viejo soldado a vengar la muerte de...- tragó saliva mientras los ojos se ahogaban eu lagrimas. Rebald bajó la mirada y secó sus lagrimas con la manga de su brazo derech:.
-... No puedo pediros que os embarqueis en esta misión , mis señores; es algo que solo Rebald llamaverde debe hacer.-
Una vez mas, el soldado,os implora en silenciao que lo dejeis solo. Un leve gesto con la mano zurda os indica el camino a seguir.
Bien señores, al parecer ya no podemos hacer nada mas aqui. Cojamos a nuestro compañero caido y que descanse con la naturaleza a quien dio la vida por ella. No se de donde era, pero imagino que en cualquier buen bosque, la raices del gran arbol le acojera igualmente.
Apesadumbrado por ver que, aunque la misión estaba completada, Rebald no consiguió lo que pretendía, nos señaló el lugar por donde salir del baluarte. - Como bien dices Boronwë, aqui ya no pintamos nada - dicho esto, asentí a la petición de Voronwë de acompañar al compañero caído hasta un sitio digno de su honor.
- Llevemos el cuerpo de nuestro amigo a donde se merece.... - ayude a cargar con Ledenik en dirección hacia donde Rebald nos señaló.
El elfo continuó mirando a Rebald, identificándose completamente con su pesar. Sabía que él tambien tenía una búsqueda personal que algún día debía completar. Se incorporó con dificultad, pidiéndole ayudar a su amigo deva para poder avanzar. Cuando avanzaban junto al humano, le comentó Hasta pronto Rebald, si nos necesitas para ayudarte en tu tarea, ya sabes dónde buscarnos... luego de eso partió, junto con el resto, acompañando los restos del difunto druida.
Poco a poco, mientras los aventureros disponían el carromato para volver al gremio, observaron como las llamas se consumían ,el humo era barrido por la brisa y el sol tornaba el cielo de unos tintes violaceos. La tarde se adueñaba del mundo, acompañando a un soldado con su tristeza. Oyeron debiles gemidos de dolor, más ninguno de los aventureros se volvió para aliviar el dolor de Rebald, ya que ese dolor le daría fuerzas para vivir y vengarse.
En silencio acomodaron el cadaver de Ledenik en el carromato y después fueron subiendo uno a uno. Los dos caballos levantaron las cabezas del pasto cercano cuando notaron el peso de los aventureros en el carromato. Ambos sacudieron la cabeza, zapatearon sus cascos y relincharon para hacer saber al conductor que estaban dispuestos para reanudar el viaje.
Quizás fue uno de los elfos o el propio daeva quien condujo con tino a los caballos. Siempre sujetando las riendas y sin forzar la marcha. La brisa del atardecer se colaba por las rendijas de las armaduras y aliviaba el calor tras la batalla. Alguno dió un trago a su odre para calmar la sed. Otro atendía las heridas del resto. Alguno suspiró cabizbajo ya que habian perdido un compañero y la despedida de Rebald habia dejado un sabor acre en los labios.
Cuando ya habían recorrido un largo trecho se cruzaron con un grupo de soldados, limpios y con la armadura impoluta, que saludaron y abrieron paso al carromato. Cualquiera que tuviese ojos, reconocería el blasón del baluarte. A las preguntas de los aventureros, un joven soldado de ojos verdes se apresuró a responder que el señor de las tierras del Sur había tenido noticias de que uno de sus baluartes estaba siendo asediado y que ,tras una rapida elección; reunió a este grupo de soldados para defenderlo.
Las serias palabras de alguno d elos aventureros anunció a la cuadrilla de fieles soldados del Sur que el baluarte habia sido defendido por el gremio de la Espada y la vara y que fue Rebald Llamaverde quien les contrató para ello.
Aquel soldado de ojos verdes se tornó serio cuando el nombre de Rebald Llamaverde sonó. Como si hubiese visto un fantasma, comunicó al grupo de aventureros que aquello no pudo ser posible. Aquel que se conocía como Rebald Llamaverde ,habia fallecido muchos años atras defendiendo el baluarte. El joven afirmó que asi había sucedido, ya que el era el hijo de Llamaverde. Aquel que habia sobrevivido al asedio orco, hacía ya casi 20 años atras.
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