Partida Rol por web

Que un guerrero habilidoso perdiera su arma de esa forma era muy inusual, ¿le afectaba la obscuridad? ¿lo ponía nervioso aquella criatura? no se podía saber. Molesto con sigo mismo el joven Dastar se dispone a sacar su arma de donde a quedado atascada, esperando ponerse de inmediato a  terminar con aquel monstruo tentacular.

—Malhadado destino, es inadmisible que un guerrero pierda su arma en pleno combate —pero extrañamente su espada a quedado pegada al marco, no sale, seguro la fuerza que imprimió fue exorbitante y ahora le cuesta arrancar el acero de la madera. Mientras está en lo suyo no deja de revisar en el interior de la habitación en que se encuentran.

Al igual que Dwalin, tú también has visto esa sombra que se menea tras una de las cortinas que hay al norte de la estancia, concretamente la de la izquierda de la ancha columna de piedra. 

Puedes mirar en el mapa, más arriba, que hay un muro de piedra y como dos entradas a cada lado. Esas entradas tienen unas cortinas oscuras que impiden ver qué hay al otro lado.

La criatura se escabulle tras ellas cuando se percata de que la habéis visto.

Ahora que parecía mas cansada y herida por la abertura en su cuerpo parecía la oportunidad perfecta para atacar, emanando el brillo humeante de color blanco en su dirección cubriendole con escarcha, como antes habian visto varias veces.

Así mismo procuraría estar atento a lo que pasara en el interior de aquel castillo. 

- Espero no hayamos hecho mucho ruido...-

Sin perder el temple luego de bloquear, aunque un tanto tambaleante por la fuerza del impacto, volvió a girar sobre su propio cuerpo y lanzar otro hachazo, intentando terminar de cortarlo. 

—Atentos hay más habitantes en esta casa —dice el guerrero señalando las cortinas que se ubican al norte. 

Dwalin escucho la advertencia de Dastar y guardo silencio. Parecia que la criatura, ya herida, se disponia a huir. Posiblemente esta fuera la menor de sus preocupaciones, ya que parecia queel guerrero habia notado la presencia de alguien en la casa. Parecia que no estaban solos. 

Consciente de su pesada armadura, el enano permanecio quieto e hizo una señal a Rosco para que se acercara sigilosamente y viera de que se trataba. 

Rosco sigue las indicaciones de Dwalin y, seguido de Dastar, que lleva la antorcha encendida, y los demás, traspasa las cortinas de tela del fondo de la estancia, que huele a putrefacción con la horrenda criatura recién descuartizada dando unas últimas convulsiones sobre un charco sangriento.

Al otro lado hay otra pequeña sala con un altar de piedra maciza apostada sobre unos escalones de roca y unas velas iluminando débilmente el lugar. Por el rabillo del ojo puedes ver una sombra ocultándose tras el altar. Te aproximas con cautela mientras tus compañeros te siguen y descubres una trampilla cerrada hecha de madera que ya está vieja y desgastada. Tiras de la argolla que hay en su superficie y el tablón se abre con sonoros crujidos. Unas escaleras de piedra conducen a un sótano oscuro, con una débil luz tintineando en algún lugar a lo lejos, y del cual percibes solo el leve resplandor.

Todo el grupo baja hacia el sótano extremando las precauciones. Es una amplia sala con paredes y techo de gruesas piedras. Además de vuestra antorcha, un candelabro dorado que hay sobre la única y vieja mesa de madera astillada sostiene siete velas que despiden una fulgurante luz verdosa que le da un aire siniestro a la estancia. Al fondo hay una jaula hecha de grueso hierro lo suficientemente grande como para albergar a un enano. Gundren Buscarrocas aparece en su interior inconsciente pero vivo, percibís magulladuras en su sucio rostro y su ropa mugrienta está hecha jirones. Junto a él, la Araña Negra se muestra paciente con las manos entrelazadas a su espalda. Una silueta alta y delgada, envuelto en sombras con un oscuro manto con capucha, os da la bienvenida.

- Vaya vaya vaya, confieso que me habéis sorprendido, no esperaba visita y aún menos la vuestra. Sois muy gentiles al venir a verme e introduciros de lleno en la boca del lobo. - sonríe maliciosamente - Así no tengo que molestarme en ir a buscaros para daros la muerte que merecéis por inmiscuiros en mis planes!! - alza el puño enguantado maldiciendo.

Recordáis las palabras de Cardira, la gnomo, en cuanto al poder que alberga este hechicero y se os pone la piel de gallina, excepto a Dwalin. Al enano apenas se le erizan unos pelos de la abundante barba.

El mediano bajaba las escaleras con el arco en la mano, el ambiente en el lugar era verdaderamente tenebroso y eso hacia que estuviera alerta mientras encabezaba la marcha. No tardaron en dar con el cautivo y con ese hechicero al que llamaban araña negra. Precavido, Rosco dio un paso atrás colocandose tras Dastar y Aleyte, mientras preparaba una flecha y tensaba el arco.

La sensación de poder de ese tipo era abrumadora y esa sonrisa sádica le revolvía las tripas, no tenía intención de dejar que realizara ningún conjuro así que disparó. El proyectil impactó en el muslo del hechicero, clavandose profundamente y arrancando una mueca de dolor. 

Satisfecho, mientras sus ágiles dedos buscaban en su carcaj otra flecha que incrustar en el cuerpo de ese pérfido delincuente, se movió buscando un lugar donde refugiarse y tener algún tipo de cobertura

- Las emanaciones arcanas de este sitió son fuertes...algo siniestro nos aguarda...- decía mientras bajaban por las escaleras. La visión de la silueta del mago activó todos sus instintos de supervivencia, pero la visión de Gundren le devolvió la esperanza que comenzaba a mermar. 

- Gundren! Lo encontramos...- lo único que los separaba de su viejo y borracho amigo era ese mago siniestro, el araña negra. Lo primero que hizo fue crear unos pentagramas plateados con sus manos formando un símbolo, entrelazando sus dedos, flotando frente a si antes de fundirse con su cuerpo, iluminándose a sí mismo. Una capa protectora le cubriría por competo antes de difuminarse.

Luego, tomaría el arma de Dastar, antes de que este se alejara mucho, para que se iluminara con un brillo rojizo ardiente, aumentando su eficacia.

- Finalmente damos contigo...entonces tu eres el responsable de que se profanara el santuario de oghma y del secuestro de nuestro compañero. Tu corrupción y herejía no hará mas daño a ese pueblo...-

- ¿Que le has hecho a nuestro amigo!? Pobre Gundren...- aleyte pasa de la pena al enojo al mirar con el ceño fruncido al Araña negra sujetando con sus dos manos el hacha familiar y avanzando con paso firme hacia el, procurando ponerse delante, o a la par de sus compañeros, como una barrera para el mago y el ladrón. 

- No te aprovecharas del noble pueblo de Phandalin y de su gente nunca más! -  

Dicho eso arremete hacía el mago, para intentar asestarle un golpe con su hacha con toda la inércia de su arma luego de aquella carrera, agitandola hacia arriba contra el responsable de que gente trabajadora no pudiera gozar de los frutos de su esfuerzo. 
Luego del primer golpe, haciendo usó de su entrenamiento, acompañaría el movimiento con otro golpe de hacha de lado sorpresivo, pues haría falta  mucha fuerza para desviar el hacha en ese momento luego de haber acabado de dar un golpe así.

- Ahhhhhhhrg!- grita con determinación y del esfuerzo necesario. Por muy noble que sea, sigue siendo una soldado que no se contiene cuando la emoción de la lucha le embarga.

El mago había infundido algún encanto a su espada y junto a Aleyte se lanzan a por el enemigo. El combate era lo suyo y los poderes que pudiera tener el tal Araña no debían ser impedimento para que recibiera unos buenos tajos. Además los acompañaba Laor que de seguro podía hacer frente a las artimañas arcana del maleante.

—Tú encárgate de  contrarrestar sus habilidades arcanas Laor, yo mientras le daré sus buenos espadazos. 

Y con espada en mano sale, al igual que su compañera guerrera, en busca de la Araña. 

- Agradezco que me tengas en tan buena estima Dastar. Haré lo que pueda...- aun con todo el conocimiento que tuviera sobre magia, a penas había comenzado a ponerla en práctica en el mundo real no hasta hace mucho.

Rosco logro encontrar una trampilla que conducia a un sotano. En aquella habitacion habia una silueta de alguien que no parecia intimidar a Dwalin. Era la Araña Negra. Tras ella se podia ver otra figura de tamaño similar al del enano. Se trataba del bueno de Gundren.

Vaya... esto no me sorprende nada. Tu y esos Carmesis habeis causado bastante daño a la gente de Panthalin. Es hora de que pageis por vuestros actos.

Dwalin puso una mano sobre su simbolo sagrado y con la otra apunto a la Araña Negra. De la mano del enano salio in rayo de luz intensa que se dirigio hacia su adverserio.

En estos instantes que dura una acción, pasan algunas cosas. Pongámosla en slow motion.

Al mismo tiempo que Rosco destensa su arco y la flecha sale disparada hacia el enemigo surcando el aire viciado de la estancia, la guerrera noble alza su enorme hacha con ambas manos y sale disparada con un poderoso grito de guerra, seguida de Dwalin y Dastar, convencidos de acabar con esa Araña Negra y su ambicioso y egoísta plan. Por su parte, el mago elfo murmura ancestrales palabras arcanas moviendo el brazo como si dibujara algún símbolo en el aire.

Unos símbolos de runas resplandecen en el suelo cuando Aleyte pasa sobre ellos mientras la flecha del mediano alcanza su objetivo. La Araña Negra se cubre con el brazo cuando recibe el impacto, pero una fuerza mágica parece absorber el daño con una breve reverberación y la flecha cae inerte al suelo.

Las runas del suelo no solo resplandecen con luz si no que un calor abrasador inunda la figura de la guerrera provocándole ligeras quemaduras (2 puntos de daño). Esto no impide que su poderoso ataque alcance a la figura que cae al suelo y se le desprende su manto oscuro. Con el gesto contraído de dolor, veis que se trata de un elfo oscuro: piel oscura, pelo blanco como las nubes y unos ojos rojizos, del mismo color que la sangre que brota de sus múltiples heridas tras el asombroso ataque de Aleyte.

Dastar queda tan impresionado por la embestida, que no acierta al elfo y este rueda sobre sí mismo sorteando el ataque mientras Dwalin lo embiste por el lado contrario por sorpresa. El golpe se estrella contra la cabeza de vuestro enemigo que explota contra la pared cercana inundándolo todo de sangre oscura y restos orgánicos, mientras el resto de su cuerpo cae inerte al suelo de piedra humedecido.

Todo parece haber acabado cuando, de repente, un grupo de pequeños goblins se asoman por las escaleras y, alarmados, escrutan el fondo y observan el cuerpo de su amo tirando en el suelo, sobre un charco de sangre y sin cabeza. En silencio, se miran unos a otros con la incredulidad marcada en sus rostros y salen disparados del lugar entre gritos de terror.

Probablemente no volváis a verlos en un tiempo...

El ataque combiando de los cinco aventureros fue suficiente para acabar de una vez y por todas con la Araña Negra.

Dwalin se dirigio hacia la jaula donde se encontraba Gundren y con un golpe seco de martillo, intento romper el cerrojo.

Ya esta querido Gundren, la Araña Negra y los Carmesies no volveran a molestarte.

Luego se giro hacia los demas.

Estais todos bien? Alguien le apetece una cerveza para celebrarlo?

—Ha sido muy fácil no me confío —dice el guerrero manteniéndose alerta por si la Araña tiene algún truco preparado.

- Ciertamente es extraño...pero lo mejor será sacarlo de inmediato. Dwalin, ¿puedes examinar su condición? Parece que ha tenido que pasar por muchas cosas terribles...la medicina es un campo del conocimiento que se me escapa. Al menos en comparación.- dijo recordando los momentos en los que había tratado a los demás.

- Y si, esten alertas. - dice intentando ver algo más de la sala que se les haya escapado a simple vista, ahora ojeandolo de mas cerca mientras el enano era tratado, para luego salir del sitio.

- Ese tal araña negra no le hacía merito a su reputación...- dice la guerrera llevandose su hacha a un hombro y mirando el cuerpo con desdén. Entonces mira en dirección por donde habían salido corriendo los goblins y va tras ellos con cuidado intentando ver si habían más amenazas en su dirección de las que deberían preocuparse, o si en realidad, podían dar por terminado su estancia en ese lugar. Les seguiría hasta donde pudiera sin perder de vista a sus compañeros en bsuqueda de algún indicio.